Los fontaneros más famosos del PSOE: Guerra, Rubalcaba, Ábalos…

A lo largo de los años el PSOE se ha valido de diferentes figuras del partido que han trabajado para ocultar la corrupción del partido
The post Los fontaneros más famosos del PSOE: Guerra, Rubalcaba, Ábalos… first appeared on Hércules.  En la historia reciente del PSOE, la figura del “fontanero” político ha sido clave para entender los movimientos internos y las maniobras más delicadas del partido. Desde los discretos operadores territoriales hasta los emisarios en negociaciones de alto voltaje, estos personajes se mueven entre las sombras, sin cargos visibles pero con acceso directo al poder. Santos Cerdán, actual secretario de Organización, encarna la versión institucional del fontanero. Pero una nueva generación más oscura ha emergido recientemente, protagonizando escándalos que evocan los peores episodios del pasado. Esta es la historia de los que manejan las cañerías del PSOE sin salir en las fotos.

Alfonso Guerra y el escándalo de su hermano

Durante los años dorados del felipismo, Alfonso Guerra fue mucho más que un vicepresidente: fue el verdadero arquitecto de la maquinaria interna del PSOE, un fontanero de primer nivel con mando en plaza sobre nombramientos, favores y lealtades. Su influencia sobre el aparato era tal que, para muchos, su despacho en La Moncloa pesaba más que varios ministerios juntos.

En 1990, la figura de Guerra quedó gravemente tocada por la implicación de su hermano Juan, a quien había situado como asistente en la Delegación del Gobierno en Andalucía. Desde ese cargo, Juan Guerra montó un auténtico centro de operaciones paralelo: intermediaba en negocios inmobiliarios, gestionaba influencias y amasaba fortuna en chalés y coches de lujo. Su despacho, que operaba al margen de cualquier competencia oficial, fue clave en el proyecto urbanístico “Puerto Plata” en Barbate, y su implicación provocó una investigación fiscal y judicial que desató una crisis institucional.

Felipe González intentó sostenerlo públicamente, pero tras meses de desgaste político, dimisiones rechazadas y una economía en declive, la presión obligó a Guerra a dimitir en 1991. Aunque el Tribunal Superior exoneró penalmente al vicepresidente, su legado quedó inevitablemente manchado. Aquel caso no solo evidenció una red de tráfico de influencias incrustada en las entrañas del poder socialista, sino que reveló cómo el “fontanero mayor” del PSOE había permitido que la estructura de gobierno se confundiera con la de su propio clan familiar.

Rubalcaba: el cerebro en la sombra del PSOE de Zapatero

Alfredo Pérez Rubalcaba no fue solo un ministro todoterreno ni el secretario general que intentó frenar la debacle socialista tras Zapatero. Fue, ante todo, el estratega de inteligencia política más temido y respetado del PSOE, el fontanero mayor del reino que operó en la penumbra durante décadas. Su capacidad para controlar los flujos de información, neutralizar crisis internas y manejar resortes del poder institucional le granjeó el apodo de “el químico”, por su precisión fría y su meticulosidad quirúrgica. Desde la sala de máquinas del felipismo hasta los sótanos del zapaterismo, Rubalcaba movió los hilos con una eficacia envidiable.

Su mayor legado en las cloacas del poder fue el llamado comando Rubalcaba, una red político-mediática destinada a proteger al PSOE del desgaste, controlar el relato público y ocultar o desviar escándalos. Julio Anguita denunció ya en los noventa cómo este equipo de fontaneros y periodistas intoxicaba y manipulaba para silenciar episodios comprometidos para los socialistas, como las pérdidas de alcaldías a manos del PP por errores propios o las consecuencias de la “pinza” entre IU y la derecha.

Durante su etapa como ministro del Interior, Rubalcaba fue acusado por el PP de utilizar las estructuras policiales para fines partidistas. Casos como el chivatazo del bar Faisán, el control de RTVE o las negociaciones opacas con ETA formaron parte de su historial polémico. Incluso se le atribuyó un papel decisivo en la gestión de la información tras los atentados del 11-M, en los que su célebre frase, “Los españoles se merecen un gobierno que no les mienta”, fue el clavo final en el ataúd del PP en las elecciones.

Ábalos: del Peugeot de Sánchez a la soledad del Grupo Mixto

José Luis Ábalos fue el fontanero mayor del sanchismo, el operario más fiel y eficaz de una maquinaria que él mismo ayudó a diseñar desde el sótano de Ferraz. No hubo decisión relevante del PSOE entre 2016 y 2021 en la que su mano no estuviera presente. Pero el mismo hombre que recorrió España con Pedro Sánchez en su Peugeot durante la reconquista del partido hoy se ha convertido en una amenaza interna, un verso suelto cargado de información, heridas y cuentas pendientes.

Ábalos fue ascendiendo en el socialismo valenciano hasta convertirse en uno de los hombres más poderosos del PSOE. Ministro de Transportes, secretario de Organización del partido, portavoz en el Congreso y gestor principal de la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy, Ábalos llegó a acumular más poder que nadie desde Alfonso Guerra. En los pasillos se le temía tanto como se le obedecía. Desde Moncloa lo llamaban directamente “el fontanero mayor del presidente”.

Sin embargo, el caso Koldo,una presunta trama de corrupción en contratos de emergencia durante la pandemia protagonizada por su asesor más cercano, provocó su fulminante destitución en julio de 2021, poniéndolo en el foco mediático.

Su ruptura con Pedro Sánchez es tanto personal como política. Se siente traicionado, víctima de una purga preventiva y de una campaña de desprestigio alimentada desde el propio Ejecutivo. El viejo amigo del presidente, el hombre que tejía alianzas, disciplinaba territorios y hablaba de madrugada con periodistas, se ha transformado en el símbolo de una traición fratricida.

Santos Cerdán y Leire Díez, las cloacas actuales

Santos Cerdán comenzó a asomar al gran público en 2023, cuando se convirtió en la cara visible del PSOE en las negociaciones con Junts que culminaron en la controvertida ley de amnistía. Hasta entonces, había sido una figura de partido, conocida por su lealtad a Pedro Sánchez y por su eficiencia en la trastienda del poder.

Inició su carrera en la política municipal y foral, y fue ascendiendo sin estridencias hasta ocupar, en 2021, la Secretaría de Organización del PSOE, el cargo desde el que hoy opera como verdadero jefe de máquinas de Ferraz. Fue él quien, en las primarias de 2017, salvó a Sánchez del abismo al llegar con 26 cajas de avales a Ferraz cuando pocos creían que tenía alguna opción frente al aparato liderado por Susana Díaz.

Desde entonces, ha sido uno de sus hombres más fieles. Pero a diferencia de Ábalos, no ha construido un poder autónomo ni ha dejado rastro de ambición personal. Prefiere actuar entre bambalinas. Fue él quien firmó el pacto con Junts junto a Jordi Turull en Bruselas, evitando que la negociación la liderara un ministro. Se alojó durante días en un hotel próximo al equipo negociador de Puigdemont, resistió filtraciones y presiones, y compareció con serenidad tras el acuerdo.

Es también el arquitecto en la sombra de las últimas campañas electorales del PSOE. Su supervivencia tras la remodelación del partido en 2022, cuando cayeron pesos pesados como Adriana Lastra, lo confirma como un operador eficaz.

Otros nombres que han surgido en las últimas semanas son Leire Díez, Javier Pérez Dolset y Jacobo Teijelo, que han sido señalados como los protagonistas de una presunta trama para socavar a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la misma que investiga algunos de los casos más incómodos para el actual Gobierno, incluidos los que afectan al caso Koldo y a la esposa del presidente, Begoña Gómez.

Leire Díez, exteniente de alcalde en un pequeño pueblo cántabro y antigua directiva en empresas públicas como Enusa y Correos, aparece en un audio filtrado ofreciendo a un empresario acusado de fraude un encuentro con la Fiscalía a cambio de información comprometedora sobre la UCO. En la conversación, Díez llega a calificar a la unidad policial de “la Camorra de la Guardia Civil”, en un lenguaje que recuerda más a la política subterránea que a la institucional.

Junto a ella, el empresario Javier Pérez Dolset, procesado por desvío de subvenciones, y el abogado penalista Jacobo Teijelo completan el trío señalado por Víctor de Aldama, conseguidor de la trama Koldo, como los “fontaneros” del PSOE. En los audios, los tres ofrecen tratos de favor, pactos con la Fiscalía y la Abogacía del Estado, a cambio de alimentar una operación contra los investigadores del caso.

Ferraz niega tener relación contractual con ellos. Pero todos los caminos apuntan al despacho de Santos Cerdán. Fue él quien, según Aldama, coordinaba a este equipo. Cerdán lo ha negado tajantemente, pero admitió conocer a Díez desde hace años. Las imágenes de la exconcejala entrando y saliendo de la sede del partido han acrecentado las sospechas.

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