Manifestaciones sin más contexto que juntar mucha gente. Para nada cerca de lugares de poder que supongan una incomodidad para quien lo ostenta
The post Manifavermú first appeared on Hércules. ¡Es tiempo de lucha! ¡El momento de echarse a la calle! ¡Nadie sin su bandera flameando con el viento de la indignación! Do you hear the people sing?, singing a song of angry men…! De esta época de porfía se van a hacer musicales basados en obras inmortales. Porque la verdad sea dicha es que, otra cosa no, ¡pero miserables tenemos para dar y tomar! Pero me temo es que me va a ser que no. Pues me temo a más a más que, citando a Homero (Simpson, obviamente), «ah, por cierto, estaba siendo sarcástico». Y la lucha popular y callejera con la que defender la democracia y el Estado de derecho de España está a niveles pelín patéticos. Y así no se hace, no ya una revolución, sino siquiera un acto de afirmación nacional. ¡Qué digo! Ni siquiera una protesta comunal en una comunidad de vecinos.
Que no digo yo de montar barricadas y contar con un Marius para tomar París (que, por otro lado, ya hemos visto que está tomado y por una tontá como ganar un partido de fútbol). Yo ya, con no dar vergüenza ajena me doy por satisfecho. Y lo que he visto, admito la mayor de las mejores buenas intenciones de organizadores y participantes. Pero con eso no cae un gobierno o ni siquiera rectifica. Es que se descarallan al verlo en las imágenes por la tele.
Manifestaciones o concentraciones, que da igual que me da lo mismo, que se montan en lugar céntrico, pero sin más contexto que el lugar sea adecuado para juntar mucha gente. Para nada cerca de lugares de poder que supongan una incomodidad para quien lo ostenta (aunque más parece, cada día que pasa, que más bien lo detenta), y que conlleven un riesgo para los que acuden a la protesta. No. Que ya ha quedado claro que aquí no estamos haciendo la revolución, sino ir a dar unas cuantas voces en compañía de amigos y correligionarios, y quedarnos así con la conciencia tranquila de que «hemos hecho algo». Aunque ese «algo» haya sido tan inservible como tu derecho al voto ejercido en su momento. Y como la lucha por tan buena causa da una fatiguita tremenda, qué menos que acabar la vociferante batalla tras haber soltado a los cuatro vientos lo mucho que te gusta la fruta, ¡que con un buen vermú! Como mandan los cánones capitalinos. Y si puede ser de grifo y de Reus, como más que mejor. ¡Niquelao! Con unas gotitas de ginebra ya para qué más. Y ponme, aparte de la tapa, media de bravas y unos torreznitos, jefe, que esto a palo seco tampoco es plan.
Al día siguiente tocará comentar en la ofi, con los amigos, con los compis, ante la máquina del espantérrimo café con uno recién sacado en el desechable vaso de cartón, que no te explicas cómo no ha caído el gobierno con la que montamos ayer. ¡Que teníais que haberlo visto, oye. ¡Un clamor! Y para que quede constancia muestras todo ufano tu móvil lleno de tus fotos con la bandera anudada al cuello como capa de supermán de baratillo, junto con otros sonrientes aguerridos luchadores, y que dan cuenta de la fiereza del choque numantino contra los sinvergüenzas que nos gobiernan. Y para que se enteren bien no has dejado de subirlas a tu Insta y hasta el más joven de la casa ha hecho un tiktok, ¡que si eso no acojona a las cloacas del Estado ya no sé qué pueda hacerlo!
Si el grito de los aguerridos sindicalistas los primeros de mayo ha devenido en un «¡A las mariscadas, a las mariscadas…!», el de quienes lo han hecho y van a hacer contra el Gobierno se han convertido en una especie de quedada mañanera con el sonido de un pinchadiscos, para escuchar así musiquita pachanguera en la acoquinadora protesta antigubernamental, y de este modo animar el cotarro como lo hicieron en tiempo las gaitas de los highlander en Waterloo o los timbales y atambores en la de las Navas de Tolosa. De verdad lo digo, si tras todas estas manifavermú no ha caído ya Pedro Sánchez, es que el tío es el caudillo que España necesita. Amosnomejodas.
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