​La vida y cómo vivirla 

 Puede que no exista un manual de instrucciones para regir la vida de uno, pero un vecino de Athens (Georgia) llamado Brivs Mekis, intentó escribir el tratado definitivo hace 40 años. 

​Puede que no exista un manual de instrucciones para regir la vida de uno, pero un vecino de Athens (Georgia) llamado Brivs Mekis, intentó escribir el tratado definitivo hace 40 años. 

Rechazo mayoritario de la población a la gestión de Sánchez en la DANA

El rechazo de la gestión de Sánchez es prácticamente unánime entre los votantes de la derecha, con un 100% de los electores de Vox y un 91,4% de los votantes del PP en desacuerdo con la respuesta del Gobierno
The post Rechazo mayoritario de la población a la gestión de Sánchez en la DANA first appeared on Hércules.  Los devastadores efectos de la última DANA, que afectó severamente a 71 municipios de la Huerta Sur de Valencia, así como a áreas de Castilla-La Mancha y Andalucía, han provocado una reacción en cadena. Con un saldo de 233 víctimas y daños incalculables, el país se encuentra inmerso en un cruce de acusaciones entre el Gobierno central y la Generalitat Valenciana.

Reproches en la respuesta gubernamental

Por otro lado, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, junto con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, también han sido señalados por la población, y el clamor popular parece demandar responsabilidades no sólo en el Gobierno central, sino también en la Generalitat Valenciana, encabezada por Carlos Mazón, quien ha recibido críticas desde ambos bandos políticos.

La figura del Rey Felipe VI ha salido como uno de los principales beneficiados en la percepción ciudadana frente a esta catástrofe. Su visita a Paiporta, donde permaneció en diálogo con los vecinos afectados junto a la Reina Letizia y el presidente de la Generalitat, ha consolidado su imagen como una figura de empatía y compromiso. Según los datos de la encuesta, un 61,1% de los españoles valora su papel como bueno o muy bueno, mientras que sólo un 9,8% lo considera negativo.

El episodio en el que Sánchez fue increpado por los vecinos y evacuado del lugar, mientras Felipe VI y Mazón permanecían, ha marcado un antes y un después en la percepción social de la tragedia. Este contraste ha reforzado la imagen del monarca frente a la ciudadanía, quien lo percibe como una figura confiable y cercana en momentos de crisis.

Una ciudadanía dividida

En el caso de Carlos Mazón, la opinión pública se muestra dividida, aunque su gestión tampoco escapa a la crítica. Un 19,5% de los españoles aprueba su actuación, mientras que un 68,5% la desaprueba. A pesar de que su papel en la tragedia ha estado en el centro de las críticas, Mazón ha logrado un apoyo que, aunque minoritario, es notable en comparación con el respaldo a Sánchez.

El rechazo de la gestión de Sánchez es prácticamente unánime entre los votantes de la derecha, con un 100% de los electores de Vox y un 91,4% de los votantes del PP en desacuerdo con la respuesta del Gobierno. Incluso entre los votantes de Sumar, una coalición habitualmente aliada al Gobierno, sólo un 28,6% respalda la gestión, mientras el 71,4% restante se muestra crítico.

La reacción de los votantes socialistas ha sido especialmente reveladora: el 74,5% de los votantes del PSOE no aprueban la gestión de la catástrofe por parte de Sánchez, a pesar de los esfuerzos comunicativos del Ejecutivo, que ha lanzado múltiples campañas en redes sociales para defender su actuación.

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Ágape se paga

El artista, figura central en la novela, no puede abandonar el mundo capitalista, ni tampoco permanecer en él, y es por esa paradoja inextricable que opta por vivir oculto tras la máscara y el parapeto que ofrece la imitación
The post Ágape se paga first appeared on Hércules.  El mundo de lo virtual nos ha sumido, bajo su apariencia de racionalismo ciego, en una dinámica atávica de magia adaptada al contexto de los más modernos artilugios técnicos: donde lo visible y lo invisible pugnan por dominar un mundo cuya realidad simulada transcurre recluida entre pantallas. Por eso decimos que son los escritores esquivos (antipáticos, incluso), que escriben su obra recluidos en la incógnita de una foto vacía, aquellos que han demostrado ser las mentes que mejor han comprendido el nuevo paradigma histórico y, más aún, literario. Es el caso de Pynchon, también del sobredimensionado Salinger, y por supuesto del genial William Gaddis.

En el ámbito de la narrativa en lengua inglesa, podemos decir que William Gaddis es el más importante de entre los escritores posteriores a James Joyce; si el autor de Ulises (1922) acopia y resume en su figura, en cuanto que genio y epítome, todo lo que significa la novela en el siglo XX, Gaddis hace con Los reconocimientos (1955) lo propio para el siglo XXI: la obra de John Barth, Thomas Pynchon, William Gass, John Hawkes, Donald Barthelme, Robert Coover, Don DeLillo, David Foster Wallace, Richard Powers, Evan Dara, George Saunders, William Vollmann, David Markson… Y un largo etcétera que no se entendería sin que antes que todos ellos estuviera esa luminaria de Gaddis: desbrozando sendas que hasta ese momento parecían ignotas.
Hay una frase del perspicaz E.M. Forster que reza: «Es evidente que tras Tristam Shandy se esconde un dios, un dios que se llama Caos y que algunos lectores no saben aceptar». Con la muerte de Dios decretada por Friedrich Nietzsche nació un cáncer ontológico: la entropía que subliman James Joyce y William Gaddis, sendos maestros de lo vulgar, en un mundo cuya ósmosis se conforma a partir de lo caótico: donde «todo está conectado». El tema de Los Reconocimientos es el arte en una sociedad donde la falsedad es moneda de curso legal, un motivo expresado a través del mitologema del pacto fáustico de aquel que vende su alma al mal.

Camino insoslayable para todo aspirante a artista en nuestro tiempo, donde Recktall Brown sería el diablo, encarnado en un marchante de arte neoyorquino con una visión empresarial consistente, que seduce al protagonista de la novela, Wyatt Gwyon, afirmando que la única forma de arte realmente posible en nuestro tiempo donde el arte ya ha acabado es la falsificación, el plagio, la retroalimentación falaz. Esa falsificación realizada por Gwyon tiene su sede metafórica en el excelso arte del Renacimiento: ese instante histórico que supone el nacimiento de la perspectiva pictórica y el nihilismo filosófico, del claroscuro tenebrista, del capitalismo mercantilista, del iluminismo cientificista y del yo moderno individualista. El tratamiento de todo ese problema desde tan altas miras intelectuales resulta más profundo de lo atisbado en la mayoría de escritos de filosofía de los dos últimos siglos.

El artista, figura central en la novela, no puede abandonar el mundo capitalista, ni tampoco permanecer en él, y es por esa paradoja inextricable que opta por vivir oculto tras la máscara y el parapeto que ofrece la imitación. La brillante metáfora que cierra el libro muestra cómo un pianista toca una partitura olvidada en una augusta iglesia local que acabará derrumbándose a consecuencia del peso irremediable del tiempo, acabando así con la vida del intérprete. El mundo del arte es un universo de fantasmas y de muerte, en contraste con el mundo de deseo y consumo en el que hemos quedado todos atrapados como las moscas en una tela de araña. La recreación interpretativa se destaca, así, como la última forma digna de creación artística.
Si con la reflexión inabarcable presente en Los Reconocimientos Gaddis inicia una de las mayores obras literarias de nuestro tiempo, con su obra póstuma Ágape se paga (2002) se cierra todo un ciclo incomparable de las letras modernas, a través del aullido beckettiano de una voz fatigada que se enfrenta a la imposibilidad física de igualar los logros de su juventud. Enfermo de cáncer de próstata, Gaddis se dio cuenta de que no podía escribir otra novela total e inabarcable, al estilo de sus grandes títulos, tales como Gótico Carpintero y Su pasatiempo favorito, por lo que en su lugar decidió apostar por un monólogo a imitación del de Thomas Bernhard, para no tener que dejar atrás una obra inconclusa.

La última obra de Gaddis trata sobre «el derrumbe de todo»: una sociedad sin ágape (o amor), ni trascendencia, ni sentido, ni valores, ni lenguaje, ni, por supuesto, atisbo alguno de arte. El protagonista de Ágape se paga (Agapē Agape, en el original) habla desde una voz anónima cuyo origen podemos rastrear hasta llegar a la página 244 del clásico JR (1975), donde aparece el escritor acabado Jack Gibbs disertando sobre la mecanización de las artes, que ya había sido el tema central de la anterior novela de Gaddis, Los Reconocimientos. El discurso de Gibbs, que apenas si encubre el del propio novelista, bebe de autores teóricos como Lewis Mumford o Walter Benjamin, mezclando la tan manida noción de «pérdida del aura» con una exploración de ese espacio liminar donde se entremezclan el juego y la técnica.

En Ágape se paga se percibe sobre todo la influencia de la novela El malogrado (1983), de Thomas Bernhard, donde a su vez cobraba un especial significado la esquiva efigie del pianista más misterioso del siglo: Glenn Gould. Gaddis sustituye la torturada figura del artista europeo envuelto en una aureola neorromántica por una mordaz reflexión en torno a la obsesión por un piano mecánico. Así, podemos concluir que la entropía expansiva característica de la obra de Gaddis termina concluyendo con la entropía de nuevo cuño, más bien introspectiva, de una sociedad donde ya no queda ningún tipo de amalgama social. Y es por ello que la técnica clásica del diálogo polifónico como forma de narración acaba derivando en el empleo del monólogo obsesivo como punto de fuga de la angustia existencial del neurótico contemporáneo.

Gaddis fue el primero de todos en llegar a un espacio ignoto de la ficción literaria que los críticos, haciendo gala de una pobre capacidad para catalogar (léase: matar) la letra escrita, dieron en llamar: posmoderidad. Ahora, tras la muerte trágica de Foster Wallace, y la más reciente (y natural) muerte de los muy ancianos Barth y Coover (ambas de 2024), el autor de Ágape se paga resalta también como el principio del fin de una gran tradición literaria que, por proyectarse hacia un futuro que no conocemos, reduce nuestro presente a lo que es: un espacio pobre, depauperado, de transición hacia algo mejor en todos los niveles… También en el estético.

Puede que Ágape no sea, a la postre, la gran obra del gran autor de la narrativa posmoderna, pero sin duda es su obra más agresiva, en tanto que canto desesperado de un artista fracasado: aquel que, incapaz de subvertir el principio de realidad con su obra, al menos supo generar una forma artística capaz de pensar su tiempo con una magnitud a la altura del desafío que entraña comprender la historia humana.

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Ser soldado en el siglo XVI. ¿Cómo era la vida de los hombres de armas al servicio de la Monarquía Hispánica?

Las herramientas y vida de los soldados al servicio de la Monarquía Hispánica
The post Ser soldado en el siglo XVI. ¿Cómo era la vida de los hombres de armas al servicio de la Monarquía Hispánica? first appeared on Hércules.  En los últimos años los investigadores se han centrado en la reconstrucción histórica, en base a documentación administrativa y cotidiana, de la vida y aventuras de los hombres integrados en las tropas de la Monarquía española: lo que se ha denominado como “nueva historia militar”.

Estos hombres luchaban, según lo define el historiador Aitor Aguilar Esteban “por el rey”. Al acercarnos a estos individuos “es complicado hablar de patriotismo como lo conocemos hoy día. Según los tratadistas, como Martín de Eguiluz, luchas por Dios, por la fe católica. Al fin y al cabo, la representación de Dios en la tierra venía condicionada por la elección divina del monarca” expone el citado investigador de la Asociación Valenciana de Historia Militar, quien recientemente acaba de publicar su trabajo titulado ¿Pendencieros y malentretenidos? El tercio de infantería en la ciudad de Palermo (1611-1630).

¿Cómo se organizaban las unidades de combate? Precedentes en el siglo XV

En palabras de Aitor Aguilar: “estamos hablando de un grupo social clave para entender la Edad Moderna”. Se trata de un conjunto de individuos que no conforman “ejércitos profesionales, (en realidad) son ejércitos que se van, poco a poco, profesionalizando”.

En 1500 la “llamada” era el esquema habitual de reclutamiento. Las levas eran puntuales y, previamente a esta fecha, podían acudir a su llamada nobles, infanzones, caballeros o infantes de a pie, también los llamados “peones” y, por supuesto, estos nobles podían acudir con sus propios combatientes. Además, cerca de las distintas poblaciones los dirigentes locales tenían la posibilidad de hacer uso de las milicias concejiles.

Si retrocedemos unos años observamos que las fuerzas de los Reyes Católicos se formaron con infantería, caballería y artillería, sin duda fue esta última la que sufrió una evolución más notable. En el siglo XV la Corona de Castilla disponía de lombardas, truenos de mano o estáticos, pasavolantes y espingardas, todo ello en bronce y hierro con un prototipo de cureña fabricada en madera. El 2 de mayo de 1493 la Monarquía Católica ordenó la formación del sistema de las unidades de “guardas”. Se trataba de un nuevo cuerpo de infantería que, al igual que las secciones de escoltas de los gobernantes, eran financiados por los propios Isabel y Fernando y supondrían la base del Ejército castellano-aragonés hasta el fallecimiento de la reina.

El siglo XVI

En enero de 1503 las compañías evolucionaban y formaban una leva de soldados de “combate”, de “fuego” (arcabuces) y “tiro” (ballesteros). Por otro lado, se configuró un esquema por el que una serie de compañías permanecieran en activo fuera de los periodos de guerra. Esta era la Compañía de Ordenanza la cual contaba con más de 60 efectivos y se solía acuartelar cerca de los edificios gubernamentales o los pasos fronterizos; un tercio de los hombres debían ser espingarderos y dos tercios piqueros. En esta línea, los peones dejaron de recibir este apelativo por el término “gente de ordenanza” en 1504.

Entre 1505 y 1509 se localiza la formación del Cuerpo de Coronelías. Los oficiales superiores de estas secciones eran los coroneles o “jefes de columnela” y lideraban entre 800 y 2.000 efectivos por coronelía.

En 1510 el estatus de los hombres de infantería pasará a ser el de “infantes” y a lo largo de los territorios castellano-aragoneses habría 23 unidades estables. El reclutamiento de los infantes se llevaba a cabo mediante pregones que distribuían en las distintas villas las noticias de emisarios y corregidores anunciando el alistamiento de hombres entre 20 y 25 años edad; la entrada en la coronelía debía confirmarse delante de un escribano.

Nos recuerda Aitor Aguilar: “no debemos olvidar que el entrenamiento y el mantenimiento de una tropa es costoso… Poco a poco, y con el objetivo de utilizar a los mercenarios cada vez menos, los ejércitos se fueron profesionalizando, aunque lo más cotidiano era encontrar grupos, compañías o cuerpos muy bien entrenados y dedicados a una sola labor, como las guardias de costa del Reino de Valencia o las del Reino de Sicilia; cuerpos con la tarea de prestar ayuda en una ocasión determinada, como un ataque pirata, que podía ocurrir en cualquier momento”.

Una de las mayores levas reclutadas previamente a la llegada de Carlos, o un intento de ello, fue el proyecto del cardenal Cisneros a la muerte de Fernando el Católico en 1516. El regente pretendía reclutar más de 30.000 hombres para reforzar a las unidades de guardas, hecho que no se pudo llegar a materializar con la llegada de Carlos y el fallecimiento del cardenal.

Mercenarios y extranjeros

Las fuerzas de Carlos se componían de una gran amalgama de nacionalidades y culturas, castellanos, aragoneses, portugueses, italianos, alemanes, suizos, valones, etc. La Monarquía Hispánica aceptó extranjeros entre sus filas desde sus orígenes a finales de la Edad Media, además, estos hombres se verán auxiliados en su estancia en la península ibérica mediante hospitales y la financiación real. De hecho, en el transcurso de la legislación de los Austrias en Castilla y Aragón los extranjeros en muchos casos serán considerados “agentes del rey”. El propio Carlos V publicó una serie de privilegios para los flamencos residentes en España en abril de 1533.

Una de las tipologías de soldados más conocidas al servicio del Sacro Imperio y de Carlos fueron los “lansquenetes”. Aunque se veían más en Centroeuropa que en la península, debemos recordar que a su llegada el joven rey tenía a su disposición 4.000 de estos voluntarios. Estos “servidores de la tierra”, de origen alemán, tenía una fuerte representación en las áreas de Suiza, Suabia, Baviera, el Tirol y Austria. Su utilización se debía principalmente a dos aspectos. El primero era su fe católica, el segundo su completa devoción en el combate y su valentía.

Imagen de los famosos mercenarios lansquenetes

El hecho es que el cuidado y el mimo hacia estos guerreros dio paso a un clima de crispación interna. “Los mercenarios, por ser soldados que permanentemente estaban en contacto con el combate, seguían siendo los preferidos”, nos cuenta Aitor Aguilar. Y es que en una de sus campañas decía el duque de Alba a los castellanos “he oído que os quejáis de mí, que no miro tanto por vosotros, como por los tudescos”. Las tropas originarias de la península ibérica se sentían menospreciadas o “infravaloradas” frente a los mercenarios e infantes “tudescos” (alemanes).

Algunas reformas militares

El 15 de noviembre de 1536 Carlos proclamó una nueva ordenanza, pretendía organizar a un contingente de 10.000 españoles, 24.000 alemanes y 26.000 italianos sin contar otras nacionalidades y algunos opinan que es el origen de los “Tercios españoles”. Algunos investigadores señalan que la verdadera aparición de estas unidades se daría en 1534 en la reforma de las tropas destinadas en los territorios italianos. Más tarde, en 1552, el nuevo reglamento estipuló que las unidades de guardas no debían salir de la península siendo los tercios lo que se encargaran de la defensa exterior.

Vida cotidiana de los combatientes

El veterano Núñez de Alba (1552) nos relata en sus escritos las largas travesías que tomaban estos hombres que, en numerosas ocasiones, terminaban con la caída del sol. La moral y la intendencia fueron vitales para la supervivencia del soldado medio. En lo que respecta al alojamiento, cuando no había dinero para acordar el acomodamiento de las tropas en las villas de paso, los hombres terminaban descansado al raso. Sin embargo, cuando esto pasaba la oficialidad mandaba fortificar el “asentamiento”. Por lo que una serie de cercos y trincheras guardaban a los hombres en el mejor de los casos.

En la urbe, señala Aitor Aguilar, “las ciudades italianas, por ejemplo, las obras pías y asistenciales eran clave para cuidar a este grupo social, que solía, además, ejercer la violencia en contextos donde no era propicio enriquecerse o, al menos, ahorrar algún dinero”. La vida del soldado de a pie en los ejércitos del emperador Carlos V era agotadora y muy sacrificada. Este artículo solo aporta unas pocas pinceladas de todo un mundo por descubrir en una época en la que la guerra era uno de los ejes de la sociedad. Cabe destacar una cita del propio Núñez de Alba que dice así:

“Pues está claro que, si los capitanes no obraran, los historiadores no tuvieran de qué escribir”.

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Trump y Biden se reunirán el 13 de noviembre en la Casa Blanca

Los dos líderes se reunirán para asegurar una transición pacífica
The post Trump y Biden se reunirán el 13 de noviembre en la Casa Blanca first appeared on Hércules.  El 13 de noviembre, Joe Biden y Donald Trump se reunirán en la Casa Blanca para discutir la transición de poder, un encuentro esperado en la política estadounidense. La reunión, que marca un paso importante en la tradición de las transferencias de poder pacíficas, surge en un contexto complicado. En 2020, Trump no aceptó la derrota electoral, y fue el primer presidente en más de 150 años en negarse a asistir a la toma de posesión de su sucesor. Cuatro años después, Trump regresa al poder tras el asalto al Capitolio, un evento que puso en riesgo la estabilidad democrática del país.

Este encuentro en la Casa Blanca, programado en el Despacho Oval, tiene un simbolismo fuerte en un momento político tenso. Biden, que asumió la presidencia en medio de la pandemia, ha afirmado que habrá una «transición pacífica del poder». Sin embargo, la división y desconfianza prevalecen, ya que Trump sigue cuestionando los resultados de las elecciones de 2020. Aunque Biden ha insinuado que podría asistir a la investidura de Trump en enero de 2025, no lo ha confirmado explícitamente, lo que refleja la complejidad de la relación entre ambos. La reunión será un paso clave para definir cómo se desarrollará este proceso de transición en un clima lleno de tensiones políticas, sociales e incluso judiciales.

La importancia de esta reunión no es solo simbólica; es crucial para restablecer la confianza en las instituciones democráticas de Estados Unidos, especialmente después del fallido intento de Trump y sus seguidores de interrumpir el traspaso de poder en 2021. De este modo, el encuentro del 13 de noviembre no es solo un gesto protocolario, sino una oportunidad para que ambos líderes, en diferentes circunstancias, aborden cuestiones nacionales claves, como la seguridad, la economía y la unidad en un país dividido.

Este evento no solo marca el futuro político de ambos líderes, sino también de un país que aún lucha por superar las secuelas del asalto al Capitolio y la polarización creciente.

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La Fuga de Varennes

la fuga de Paiporta”, como la de Varennes, creo que ha sellado su destino. Porque un presidente que huye de su pueblo, ya ha dejado de serlo
The post La Fuga de Varennes first appeared on Hércules.  La noche del 20 de junio de 1791, tras cumplir con el protocolo regio de la cena y la posterior despedida de los servidores, el rey Luis XVI de Francia, junto con su esposa María Antonieta y sus  hijos, llegados a sus aposentos cambiaron las lujosas vestiduras por otras más sencillas, que les permitieran parecer simples burgueses. Apenas pasada la media noche, individualmente, abandonaron el palacio de las Tullerías, en pleno centro de París, y ocuparon un pequeño carruaje que les esperaba. Su objetivo era alcanzar la fortaleza de Montmédy, bastión realista donde se pondrían a salvo. Tras lograr salir de París, realizaron diferentes cambios de coches, con la finalidad de ir despistando a sus posibles perseguidores, si bien su huída no fue descubierta hasta las 7 de la mañana, difundiéndose pronto la noticia por la capital. Durante el día 21 los fugitivos pudieron continuar su camino, aunque el rey fue reconocido en varios pueblos. A las once menos diez de la noche arribaron a la población de Varennes-en-Argonne; alertado el alcalde, hizo llevar a su casa al monarca y sus acompañantes, tras obligarles a abandonar el carruaje. Un juez, que había vivido bastante tiempo en Versalles fue llamado para reconocer al rey. Llegadas las tropas enviadas desde París por el marqués de La Fayette a las 9 de la mañana del día 22, Luis Capeto, como le llamaban los revolucionarios, fue obligado a regresar, con la familia real, a la capital, donde fueron recibidos con gran hostilidad por el pueblo.

El fracaso de la huida selló el destino de la monarquía francesa. La impopularidad de los reyes, que se cebaba especialmente en María Antonieta, condujo a la caída de la monarquía el 10 de agosto del siguiente año, y culminó con las ejecuciones de Luis XVI, el 21 de enero de 1793, y de la reina el 16 de octubre de ese mismo año. El pequeño Delfín, Luis Carlos, reconocido como Luis XVII, moriría en la prisión del Temple dos años más tarde.

Estos días hemos sido testigos de otra huída que, sin duda, también pasará a la historia. Aunque esta vez no ha sido protagonizada por un monarca –en nuestro caso, el rey Felipe VI demostró su valía personal y su saber ser Jefe del Estado, permaneciendo en su puesto y calmando, en una curiosa actualización de sus antepasados taumaturgos los soberanos franceses, a la gente indignada por la desastrosa actuación de los poderes públicos- sino por el presidente del Gobierno, quien, objeto principal de la ira popular, apenas comenzaron los incidentes huyó de un modo vergonzoso, tanto por la falta de gallardía ante los abucheos de los vecinos de Paiporta, como por su cobarde abandono del rey. Una huída que los voceros del régimen han tratado después de justificar, pues según la versión oficial habría sido objeto de un atentado de la ultraderecha, de modo que hubo que detener, en un despliegue policial inusitado e insultante frente a la lentitud de envío del Ejército y de otros medios a la zona, a los supuestos nazis, que finalmente resultaron no serlo.

En medio del drama, cuyos responsables, tanto autonómicos como nacionales deberían dimitir, ya sea el presidente Carlos Mazón, algunas de sus consejeras, la presidenta de la AEMET, el responsable de la Confederación Hidrográfica del Júcar, varios ministros y el propio presidente del Gobierno, la huída de éste invita a una reflexión especial. No soy optimista en cuanto a las dimisiones, en España nos hemos acostumbrado a que no pasen factura hechos gravísimos, cuando en otros países de nuestro entorno hechos en apariencia más nimios conllevan caída de gobernantes. Quizá, para salvar los papeles, el PP acabará obligando a Mazón a dimitir, pero en el caso del gobierno nacional, enrocado en el poder a toda costa, lo dudo mucho. Sin embargo, la huída de Paiporta puede sellar la carrera política del presidente, pues ha demostrado de una manera palmaria que no es digno del cargo que desempeña, fruto no de la voluntad popular sino de las alianzas y tejemanejes que han convertido a nuestro país en una almoneda en la que se vende el Estado a sus principales enemigos a cambio de prorrogar un poco más su agónica presidencia.

Pocas veces se ha visto, en la reciente historia de España, un hecho más humillante para un gobernante como lo ocurrido en Paiporta. Es verdad que el rey, en algunos momentos, ha debido de soportar, especialmente por parte de nacionalistas, insultos, ultrajes y humillaciones. Pero consciente de la dignidad del cargo, los ha afrontado con templanza, mostrando un verdadero saber estar. Pero lo del fugitivo de Paiporta es totalmente distinto; no se trata de un rechazo político desde una posición ideológica contraria, sino de un furor popular que expresaba la repugnancia cada vez más generalizada ante un personaje que poco a poco, fuera del círculo de palmeros y turiferarios, va alcanzando, en la sociedad española, niveles de verdadero odio. No hay más que estar atento a conversaciones sobre él. Pocas veces creo que un político ha generado tales sentimientos entre un sector amplio de los ciudadanos. Una antipatía cada vez más extendida, fruto de un personaje que rebosa ambición, amoralidad, falta de escrúpulos; carente de la más mínima empatía hacia los otros – el “si necesita más recursos, que los pida” recuerda a aquel “si no tienen pan, que coman pasteles”, atribuido, sin demasiadas pruebas, a María Antonieta-, narcisista patológico que ha hecho del poder un fin absoluto, al que ha supeditado a la nación, a la sociedad, a su propio partido. Sólo cuando hayan pasado largos años y tengamos la suficiente perspectiva, seremos conscientes del daño que ha hecho a todas las instituciones, totalmente desprestigiadas por el uso sectario, comenzando por su partido y alcanzando al Tribunal Constitucional, al CIS, al Banco de España, entre otras muchas.

Pero “la fuga de Paiporta”, como la de Varennes, creo que ha sellado su destino. Porque un presidente que huye de su pueblo, ya ha dejado de serlo.

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​La discreta vida de Miriam de Ungría: princesa por partida doble, madre del heredero de la casa real búlgara y discreción en la corte hachemita 

 Los cuentos de hadas ya no son un camino de rosas, pero en algunos casos, como en el de Miriam de Ungría, pueden tener un final feliz. Repasamos cómo ha sido la vida de la hoy princesa jordana que ha elegido mantenerse en un discreto segundo plano. 

​Los cuentos de hadas ya no son un camino de rosas, pero en algunos casos, como en el de Miriam de Ungría, pueden tener un final feliz. Repasamos cómo ha sido la vida de la hoy princesa jordana que ha elegido mantenerse en un discreto segundo plano. 

​“Que la reina repita significa que se siente bien con nuestras prendas”: Galcon, la firma habitual en el armario de Letizia 

 Hablamos con una de sus fundadoras y su directora creativa, Pilar González Alcón, sobre el éxito de su firma y la clave para que sus prendas sean perfectas para ir de boda y un día en la oficina. 

​Hablamos con una de sus fundadoras y su directora creativa, Pilar González Alcón, sobre el éxito de su firma y la clave para que sus prendas sean perfectas para ir de boda y un día en la oficina. 

​Marina Carmona: “Tengo muchos vídeos en Marbella en los que estoy pintándome los labios y llamando a Antonio Flores; él se partía de risa, yo estaba como enamorada de él” 

 Marina Carmona creció rodeada de música, como demuestra esta imagen que nos cede en la que aparece junto a tres de los artistas más importantes de nuestro país: su padre, Antonio Carmona; Antonio Flores y Antonio Vega. 

​Marina Carmona creció rodeada de música, como demuestra esta imagen que nos cede en la que aparece junto a tres de los artistas más importantes de nuestro país: su padre, Antonio Carmona; Antonio Flores y Antonio Vega.