6 trucos para recuperar un esmalte de uñas seco o espeso

6 trucos para recuperar un esmalte de uñas seco o espeso

¿Sacaste tu esmalte favorito y descubriste que está espeso o con grumos? Es uno de los problemas más comunes entre quienes disfrutamos hacernos las uñas en casa. Y es que cuesta dejar ir ese color que tanto nos favorece y realza el aspecto de nuestras manos. Por suerte, en muchos casos, aún se puede recuperar
The post 6 trucos para recuperar un esmalte de uñas seco o espeso appeared first on Mejor con Salud.  ¿Sacaste tu esmalte favorito y descubriste que está espeso o con grumos? Es uno de los problemas más comunes entre quienes disfrutamos hacernos las uñas en casa. Y es que cuesta dejar ir ese color que tanto nos favorece y realza el aspecto de nuestras manos. Por suerte, en muchos casos, aún se puede recuperar sin dañar las uñas ni arruinar el acabado.

Hay varios motivos por los que la textura del pintauñas puede resultar alterada: la exposición al calor, la luz solar o el contacto con el aire por estar mal tapado. Al provocar la evaporación de su disolvente, su composición se altera y su fluidez termina estropeándose.

¿La buena noticia? En muchos casos es posible recuperarlo y alargar su vida útil. Siempre que se trate de un esmalte tradicional, puedes aplicar algunos trucos caseros que lo hacen más manejable. Eso sí, evita intentarlo con fórmulas en gel o semipermanente, ya que requieren productos específicos y un mal uso puede perjudicar la salud de tus uñas.

1. Sumérgelo al baño María para aflojarlo

Una inmersión corta al baño María puede ser todo lo que necesitas para recuperar ese esmalte de uñas seco. Al calentarse de forma gradual y sin contacto directo con el fuego, la fórmula recupera fluidez porque los componentes del esmalte ablandan y se mezclan de nuevo. 

Solo asegúrate de que el frasco esté bien cerrado y no lo mantengas demasiado tiempo en el agua para evitar sobrecalentarlo. Además, evita que toque el fondo de la olla mientras hierva, porque esto aumenta el riesgo de que el frasco estalle.

Paso a paso

  1. Llena una olla con agua para que cubra al menos la mitad del frasco del esmalte, sin que este llegue a quedar sumergido por completo.
  2. Pon a calentar a fuego medio bajo y evita que el agua burbujee en exceso.
  3. Ahora, asegúrate de que el frasco esté bien cerrado y llévalo al agua caliente. Para evitar que toque el fondo de la olla, puedes sostenerlo con un cucharón o una rejilla metálica (si cuentas con una).
  4. Déjalo durante 3 o 5 minutos para que el calor haga su trabajo.
  5. Con sumo cuidado, y preferiblemente con unas pinzas o una toalla, retíralo del agua.
  6. Agítalo por varios segundos para que la textura se vuelva uniforme.
  7. Por último, déjalo reposar unos minutos antes de utilizarlo.

2. Añade unas gotas de acetona o quitaesmalte

Si notas que tu esmalte está espeso o casi seco y no tienes otra opción, intenta restaurarlo con una o dos gotas de quitaesmalte o acetona. Su fórmula ayuda a disolver el producto y le devuelven textura. No obstante, debes utilizarlos con moderación, pues en exceso dañan el producto, afectan la adherencia a tus uñas y pueden debilitar su color y brillo.

Paso a paso

  1. Añade una o dos gotas del producto de tu elección en el frasco del esmalte. Puedes ayudarte con un gotero.
  2. A continuación, cierra bien el frasco y agítalo durante unos segundos para mezclar los componentes.
  3. Haz una pequeña prueba del producto en una de tus uñas o una superficie, para corroborar que quedó con la textura deseada.

3. Añade unas gotas de alcohol isopropílico

Una pequeña cantidad de alcohol isopropílico contribuye a diluir de forma parcial los componentes espesos o cristalizados de los esmaltes, dándoles una textura más homogénea y fluida. Aun así, como en el caso anterior, sobrepasar la cantidad altera la duración y el acabado del producto.

Paso a paso

  1. Añade 2 o 3 gotas de alcohol isopropílico en el esmalte que quieres recuperar.
  2. Tápalo bien y agítalo con fuerza por unos segundos.
  3. Observa la textura: si aún sigue espesa, añade una gota más y agita.
  4. Ahora, prueba el esmalte en una de tus uñas para asegurarte de que mantiene su color y adherencia.
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4. Rueda la botella entre las manos

Si la textura de tu esmalte solo está un poco alterada o más densa de lo normal, tal vez solo necesitas calentar un poco el frasco entre las manos. El calor corporal ayuda a que los componentes ablanden y a favorecer la mezcla de los pigmentos y solventes. 

Paso a paso

  • Coloca la botella de esmalte entre las palmas de tus manos para que reciban contacto directo con la piel.
  • Rueda la botella durante 3 minutos.
  • Luego, agita bien el frasco por unos segundos.
  • Revisa la consistencia, si aún sigue espeso, repite el proceso.
        <blockquote class="in-text">Antes de hacerlo rodar, dale la vuelta una vez para redistribuir bien el color que pudo asentarse en el fondo.</blockquote>

5. Añade unas gotas de aceite de oliva

El truco con aceite de oliva está reservado solo para momentos muy puntuales, en los que no puedes aplicar otro de los trucos antes mencionados. ¿El motivo? Aunque da una sensación temporal de fluidez en el producto, a la larga afecta su adehrencia y duración. Este crea una película grasa entre la uña y el producto que impide que se fije bien.

Paso a paso

  1. Si decides utilizarlo, solo debes agregar dos gotas de aceite de oliva dentro del frasco.
  2. Mezcla bien con el pincel aplicador, cierra y hazlo rodar entre tus manos por unos segundos.
  3. Luego, agita unos instantes y utilízalo.

6. Recupéralo con un diluyente profesional

En el mercado puedes conseguir diluyentes específicos para esmaltes, formulados con solventes compatibles con los compuestos de este producto. A diferencia de otras opciones como la acetona o el quitaesmalte, este no altera el color, el brillo o la duración del pintauñas. Su función en sí es reponer los disolventes que se evaporan.

Paso a paso

  1. Solo necesitas añadir 2 o 3 gotas, agitar bien y comprobar la textura.
  2. Si aún está denso, puedes incorporar una gota más y volver a mezclar.
  3. Evita excederte, ya que en exceso puede hacer que el esmalte pierda cobertura.

¿Cuándo no deberías intentar salvar un esmalte?

Aunque siempre es buena idea aprovechar al máximo nuestros productos de belleza, no todos merecen una segunda oportunidad. Usar un esmalte que ya está en mal estado no solo arruina el resultado final, sino que también puede comprometer la salud de tus uñas.

Si notas alguno de los siguientes signos, lo más recomendable es dejar de usarlo y optar por uno nuevo:

  • Ha cambiado de color o desprende mal olor: si notas que luce más oscuro, amarillento o con un tono diferente al original, es señal de que su fórmula se ha deteriorado. También debes desconfiar si el olor es más fuerte de lo habitual o rancio. Ambos signos indican que los ingredientes están descompuestos y ya no es seguro usarlo.
  • Tiene grumos, incluso tras intentar suavizarlo: esto significa que los componentes están demasiado deteriorados y ya no se integran bien entre sí.
  • Presenta signos de hongos en la tapa o el cuello del frasco: si ves manchas blancas, verdosas o cualquier residuo sospechoso en las zonas de contacto, no lo uses. Puede contaminar tus uñas y causar infecciones, sobre todo si tienes alguna lesión.
  • No se adhiere bien a la uña o tarda mucho en secar: un esmalte que se escurre, no se fija o tarda más de lo habitual en secar, ya no cumple su función. Continuar usándolo solo dañará tu manicura y puede incluso provocar que la capa se agriete o se desprenda con facilidad.

Recomendaciones para conservar tus esmaltes por más tiempo

Evitar que tu esmalte llegue al punto de secarse o estropearse es posible con buenos hábitos de almacenamiento y cuidado. Recuerda que cuidar tus productos no solo te ahorra dinero, sino que asegura que cada manicura luzca perfecta desde la primera capa. Pon en práctica las siguientes recomendaciones:

  • Guárdalos en un lugar fresco, seco y alejado del sol. El calor, la humedad y la luz directa aceleran la evaporación de los solventes del esmalte. Lo ideal es conservarlos en un cajón o caja organizadora, lejos de ventanas o zonas de baño.
  • No los guardes en el refrigerador. Aunque en el pasado se creía que el frío evitaba la decoloración, almacenar estos productos en la nevera puede alterar su composición química, hacerlos más densos y acelerar su deterioro.
  • Cierra bien el frasco después de cada uso. Muchas veces dejas el tapón mal ajustado y eso permite la entrada de aire. Asegúrate de cerrar firmemente hasta que escuches el clic o sientas que no hay espacio libre.
  • Limpia el borde del frasco con frecuencia. Usa un poco de algodón y quitaesmalte para retirar cualquier exceso que se haya acumulado en la rosca. Esto evita que la tapa se pegue o que entre aire. Además, hace que abrirlo sea más fácil la próxima vez.
  • Aplica vaselina en el cuello del frasco. Relacionado con el consejo anterior, puedes colocar una pequeña cantidad de vaselina alrededor del cuello del recipiente. Esto crea una barrera protectora que facilita abrirlo y cerrarlo sin esfuerzo.
  • Evita corrientes de aire al aplicar el esmalte. Cuando te estés pintando las uñas, procura mantener las ventanas cerradas y alejarte de ventiladores o aires acondicionados. Las corrientes de aire aceleran la evaporación del esmalte, incluso dentro del frasco.
  • Guarda los frascos en posición vertical. Evita almacenarlos acostados o boca abajo. Cuando los esmaltes se guardan en esta posición, la fórmula puede asentarse y secarse alrededor del cuello del frasco, formando residuos pegajosos que dificultan abrirlo y que lo exponen al aire.
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Si tu esmalte presenta deterioro grave, reemplázalo

Si tu esmalte ya no pinta como antes, está seco o espeso, saber cómo recuperarlo te permitirá darle otra oportunidad antes de arrojarlo en la basura. Sin embargo, por mucho que te guste un color, la salud de tus uñas siempre debe estar por encima. Si la laca ha cambiado su tonalidad original, huele extraño o presenta grumos persistentes, lo más recomendable es desecharla.

Debes tener presente que usar un pintauñas vencido o contaminado puede causar irritaciones, manchas en las uñas o incluso infecciones, sobre todo si hay pequeñas heridas o cutículas sensibles. Para ello, es preferible adoptar medidas preventivas y reemplazarlo por uno nuevo.

En todo caso, la clave está en el cuidado. Almacenarlo de forma correcta, cerrar bien el frasco y mantenerlo limpio son acciones simples que alargan su vida útil y garantizan una aplicación impecable cada vez. Tus uñas y tu manicura lo agradecerán.

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