La empresa israelí contratada por Interior colabora en el conflicto de Gaza: ¿Qué se sabe de IMI Systems?

El armamento utilizado contra palestinos incluye drones de ataque y vigilancia Hermes 900 y Hermes 450, cohetes de artillería guiados y tecnologías implementadas al Merkava Mark 4
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Imagen: Mujeres palestinas lloran durante el funeral de sus familiares, muertos en un ataque israelí contra una escuela convertida en refugio, en el hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza. AFP/Omar Al-Qattaa

Pocas horas después de que el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicara la formalización del contrato de compra a IMI Systems, y tras un enfrentamiento desatado en el seno del Gobierno de coalición con Sumar, Sánchez ha pedido al ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska que rescindiera la operación.

El armamento de IMI Systems se utiliza contra los palestinos

IMI Systems era, hasta 2018, una empresa israelí pública, cuando fue adquirida por el gigante de la tecnología militar Elbit Systems. Con sede en Israel, tiene unos 20.000 trabajadores en decenas de países e ingresos de unos 1.700 millones de dólares en 2024, según su página web.

Elbit Systems es también el principal proveedor de equipos terrestres y drones al Ejército israelí, muchos usados ​​en la actual ofensiva bélica en Gaza, tal y como informa Efe. Según el centro de investigación independiente Who Profits (‘¿Quién se beneficia?’), dedicado a exponer lazos comerciales de corporaciones israelíes e internacionales, «decenas de sistemas de armas de Elbit Systems han sido utilizados por el Ejército israelí en su actual invasión y ataque terrestre en Gaza, algunos por primera vez».

Según este centro, el armamento de Elbit Systems utilizado contra palestinos incluye drones de ataque y vigilancia Hermes 900 y Hermes 450, mortero de 120 mm ‘Iron Sting’ guiados por gps, munición de mortero, cohetes de artillería guiados y tecnologías implementadas al Merkava Mark 4, el principal tanque de batalla utilizado por el Ejército israelí, equipado con sensores y capacidades de inteligencia artificial.

El catálogo confirma que los sistemas de IMI Systems «están sometidos continuamente a pruebas de combate en las condiciones más extremas y duras donde opera el Ejército Israelí y otros ejércitos OTAN»; en alusión a los territorios palestinos ocupados y otros países soberanos como Líbano o Siria donde opera Israel.

Por su parte, Guardian Defense fue habilitada por el Ministerio del Interior de España en 2006 y fue establecida por “exmiembros de las distintas agencias de seguridad” de Israel, entre ellos de los servicios especiales, según este documento interno. Sus directores y fundadores, Ariel Mazouz e Ilan Arzooan, son exagentes especiales de inteligencia israelí, mientras que el general retirado Yom Tov Samia -quien lideró el comando sur encargado de operaciones militares en la Franja de Gaza hasta 2003-, ejerce de presidente.

En su perfil de Instagram, Guardian Defense publica contenido de la ofensiva israelí en Gaza, alabando el papel de las tropas y mostrando vídeos, como en el que se ve el cadáver de un joven en chándal junto al subtítulo: «Cara a cara con los terroristas de Hamás».

Una fotografía publicada en febrero de 2024, aparentemente de Jan Yunis (sur de Gaza) muestra a más de 30 detenidos hacinados, con los ojos vendados, de nuevo con el subtítulo: «Terroristas de Hamás, algunos que han participado en la masacre del 7 de octubre».

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La espera y el llanto: el horror como revelación

El cine de terror, en su vertiente más metafísica, tiene la capacidad de hacernos mirar más allá de lo visible, de sumergirnos en un espacio donde lo racional y lo irracional se entrelazan
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Imagen promocional de El Llanto (2024)

Decía Juan Eduardo Cirlot que los españoles estamos demasiado apegados al “sentido común” y que nuestra naturaleza, marcada por una pasionalidad vital y un realismo innato, nos aleja de la aceptación de mundos que escapan a esa concepción del universo. Cirlot sugiere que los españoles, en consecuencia, no podríamos comunicarnos con nuestro daimón ni ser sensibles al genius loci del lugar, al ser rehenes de nuestro áspero talante, que nos empuja hacia una comunicación artística de formas precisas, “reales”, y que, por lo tanto, nos priva de una sensibilidad plena hacia lo invisible, hacia las dimensiones más oscuras de lo que nos rodea, ya que nuestra cultura de lo concreto y lo visible se convierte en una barrera frente a lo intangible.

No le quitaré la razón, aunque seguramente se trate de una exageración del poeta, cuya propia obra viene a contradecirlo. A esta aparente contradicción se suma el nuevo cine de terror español, que en los últimos años ha producido ejemplos poderosos que parecen desafiar esa afirmación. Películas como La espera (2023) y El llanto (2024) revelan una capacidad latente para explorar lo inexplicable, lo numinoso, lo horrendum, en el sentido en que lo definía Rudolf Otto: como la experiencia o la dimensión aterradora e incomprensible de lo sagrado.

Estos dos filmes logran encarnar una tradición del horror que trasciende el simple susto o la explicitud, para adentrarse en las profundidades de lo metafísico y lo existencial. Aunque sus atmósferas son inequívocamente sobrenaturales, la crítica tiende a abordarlas desde una perspectiva social —particularmente en relación con la opresión o la violencia de género—, lo que, aunque relevante, corre el riesgo de despojarlas de su capacidad para interpelar a lo absolutamente otro.

La espera, de Francisco Javier Gutiérrez, es una obra que juega con la idea de lo telúrico, de aquello que trasciende lo humano y lo racional. En su universo, el horror no se presenta únicamente como una amenaza externa ni como la irrupción de un mal sobrenatural explícito. No sabemos con certeza qué ocurre, y está bien que así sea; de ese modo, La espera se transforma en la manifestación de un sistema que devora a sus habitantes, no solo en términos sociales o económicos, sino también metafísicos. La tierra misma, con su carga ancestral de sufrimiento y violencia, parece actuar como un ente anterior y ajeno a la voluntad humana, como si la historia ya estuviera escrita y los personajes, condenados a repetir sus papeles sin posibilidad de redención. En este espacio, lo humano y lo monstruoso se confunden, y la caza se convierte en una metáfora de la violencia heredada, un ciclo que se repite sin fin y del que no hay escapatoria. Aquí, la opresión no es solo una fuerza impuesta desde fuera, sino una condición inscrita en la estructura misma de la existencia.

El llanto, dirigida por Pedro Martín-Calero, ofrece una interpretación radicalmente distinta del terror, aunque también participa de esa búsqueda de lo inefable. La historia, centrada en una presencia ominosa y un lamento femenino perturbador que se filtran en la vida de los personajes, no se limita a seguir los códigos tradicionales del género. Como en las mejores obras de terror metafísico, el mal en El llanto no es solo un enemigo concreto, sino un eco de lo sagrado y lo horrendum. El horror no aparece como un simple susto en la oscuridad, sino como una vibración de lo desconocido que se infiltra en el tejido mismo de la realidad. El llanto —esa presencia inmaterial— y la otra, más violenta y amenazante, se manifiestan como una fuerza que drena algo esencial de sus víctimas. Así, el terror se convierte en una alegoría del proceso de extracción, de un sistema que no solo ejerce violencia física, sino que también invade lo espiritual.

Sin embargo, la crítica de El llanto tiende a reducirla a una reflexión sobre el trauma y la violencia de género. Aunque válida, esta lectura corre el riesgo de minimizar su potencia como obra de terror sobrenatural. Si bien la violencia contra la mujer es un tema relevante —y este cine ha sido históricamente un espacio para explorar conflictos sociales y psicológicos—, limitar la película a una metáfora del sufrimiento femenino borra su dimensión sobrenatural y su capacidad de tocar las fibras de lo inexplicable. Al reducir el horror a un comentario social, se le priva de su potencial para confrontarnos con lo absolutamente otro.

Esta tendencia a racionalizar el terror —a traducirlo en términos psicológicos o sociológicos— se ha intensificado en las últimas décadas. Sin embargo, el verdadero poder del género reside precisamente en su capacidad para poner al espectador frente a lo que no puede comprender. Películas clásicas como La semilla del diablo (1968), El exorcista (1973) o El resplandor (1980) confrontan al mal no solo en su dimensión humana, sino también en su vínculo con lo sagrado y lo divino. Es en ese ámbito —donde lo horrendum se manifiesta— donde el terror alcanza su máxima expresión. Reducir lo sobrenatural a una simple proyección de traumas o conflictos sociales empobrece la riqueza simbólica del relato y neutraliza su capacidad para generar un horror auténtico: la atemorizante majestad que nos atrae y nos mantiene en una tensión constante entre el miedo reverente y la maravilla.

El cine de terror, en su vertiente más metafísica, tiene la capacidad de hacernos mirar más allá de lo visible, de sumergirnos en un espacio donde lo racional y lo irracional se entrelazan. Lo que nos aterra en estas películas no es solo lo que se ve, sino lo que se intuye, lo que está al margen de nuestra comprensión.

La espera y El llanto nos invitan a confrontar nuestros miedos más primitivos tanto como a cuestionar nuestra relación con la realidad misma, a explorar lo que se encuentra más allá del sentido común, ese que, según Cirlot, nos limita y nos priva de la posibilidad de conectar con el genius loci de nuestro mundo y nos recuerda que, tal vez, lo más aterrador no es lo que se muestra, sino lo que se oculta detrás de la realidad que conocemos.

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Elogio de la filosofía griega

El único Progreso admisible para el filósofo tiene lugar en el campo moral: como asistente de la Providencia. Aproximarse al mundo con pericia y vivir bien en él componen una y la misma cosa
The post Elogio de la filosofía griega first appeared on Hércules.  Dentro del teísmo occidental, hay que distinguir dos concepciones de Dios: la del Gran Arquitecto y la de la Providencia. Es decir, el Dios de Isaac Newton y, antes que él, el Dios de Agustín de Hipona. Este punto, en apariencia de carácter teológico, puede extenderse hasta terminar de dibujar dos cosmovisiones contrapuestas: Progreso y Providencia. La mera creencia en uno de los dos presupuestos, un Arquitecto Universal o el Progreso, por un lado, y la Providencia, por otro, descartan a su antagonista de forma natural.

Es preciso aclarar que lo que está en juego no es una pertenencia a la Ilustración o al cristianismo, sino en todo caso, a la civilización mediterránea, de la que procedían los griegos, o a los bárbaros del norte que hoy han terminado de fundar su obra con la indispensable colaboración de la técnica. El aparato inteligente, a la manera del teléfono móvil o las gafas de realidad virtual, representa la obra maestra del Progreso, para la que la psicología ha desplazado todo rastro de espíritu; mientras que, por su lado, el griego sigue sin ser capaz de encontrar nada mejor que Homero a la hora de aprovechar su tiempo de ocio.

Desde su primer instante, en cualquier tradición, la poesía se revela como aquello que funda el primer y primordial pilar de su civilización; el resto son citas, alusiones, devaneos, pies de página y, con el paso de los siglos, plagio, cuando no simple degradación. Ningún poeta tendrá jamás un contacto más íntimo con Sophia, la deidad de los filósofos y todos aquellos consagrados a la gnosis, que el propio Homero. Por eso la noción misma de Progreso resulta torpe, chabacana incluso, cuando de lo que se trata es de discurrir sobre el conocimiento, y no sobre la mera información.

El pensamiento de los griegos no es, por lo tanto, sistemático, ni aspira a ser cerrado; como sus lejanos vecinos, los hindúes, los antiguos fundadores de Eleusis conocían de sobra que la esencia del mundo es infinita, muy superior a la mermada capacidad de nuestros sentidos o de nuestra capacidad de medida, y que por lo tanto una metáfora alberga en sí mucha más sabiduría, cuando realmente está habitada por la poiesis, que el más complejo de los métodos cartesianos para circundar la realidad. Las articulaciones intelectuales de la filosofía analítica o del idealismo alemán resultan por completo ajenas a toda realidad mundana.

Lo verdadero, entendido como sinónimo de lo bueno y lo bello, es demasiado inconmensurable como para ser capturado en imágenes o en conceptos de procedencia humana. Sólo los mitos pueden corresponder a las preguntas de los dioses. Las contingencias de la materia o las vicisitudes de la existencia resultan vanas cuando se trata de apuntar hacia algo infinitamente superior, en grados de jerarquía natural, como es el espíritu. Igual que sucede con el ego en el plano de la búsqueda personal, la escala humanística resulta irrelevante, cuando no un serio contratiempo, cuando de lo que se trata es de conocer el ser.

Cada edad relee y desprecia, simultáneamente, la trayectoria intelectual de sus antepasados. Se revisa con humildad y se descarta con soberbia el legado de nuestros antepasados. Por eso periódicamente vuelven a surgir debates solventados con pericia en el pasado, o se busca renombrar de forma vocacionalmente ardua algunos conceptos generales que siglos atrás recibieron un nombre con la característica precisión que hace de los clásicos maestros dignos de tal nombre. Cuando los renacentistas florentinos o los románticos ingleses buscaban retornar a la Idea de Belleza de los griegos en realidad estaban hablando de otra cosa por completo distinta.

El Progreso no es un medio, sino un fin en sí mismo, de la misma forma que el espíritu no lleva a ninguna parte: encuentra su sentido en su propia realización. Como vemos una vez más, el progresismo y la espiritualidad se descartan, aunque el sincretismo y la New Age nos hayan hecho creer en esta época que no es así. Con una marcada diferencia: que el Progreso queda fuera de la eternidad, redundará hasta el infinito en el plano de lo superficial, mientras que toda obra del Espíritu encuentra siempre un reflejo en lo eterno, puesto que la propia naturaleza de lo espiritual es una eternidad: no porque redunde en otro plano inalterable, pero sí porque está condenado a tener lugar en este plano inmanente, a ser perpetuamente, que diríamos, como una parte esencial de las formas que constituyen la realidad del cosmos.

Los griegos, por más que cultivaran con ahínco el Misterio, no dejaron de interesarse por el aspecto exterior del mundo: desplegaron su conocimiento, con la salvedad de los sofistas y de algún que otro socrático pernicioso, en base a una actitud expansiva a lo largo de la Tierra. La carne y el vino, por citar dos goces de naturaleza sensual, no les resultaban ajenos en absoluto, como atestigua Epicuro, pero su aristocracia destacaba sobre todo en un plano interior del hombre. No buscaban el dominio del mundo, los griegos, a la manera universalista de los cristianos y, por medio de la teología invertida, todas las ideologías posteriores fundadas en plena Modernidad, se contentaban con propagar su religión y sus costumbres en el marco de un camino abierto de libertad individual para que los hombres selectivos se sintieran llamados a fundar la eternidad en su propio espíritu.

El espíritu no está separado del mundo, ni mucho menos atrapado en él, en cambio se encuentra perfectamente acompasado con los movimientos inmortales de repetición que caracterizan a todo lo vivo, de forma que el orden externo es lo que mejor revela la sustancia interna, siguiendo una lógica perfecta que con acierto supieron ver los filósofos naturales de la Antigua Grecia. Compartimos el mundo con los dioses, dirían los hindúes y añadirían después, con su propia gama de matices, los griegos, sólo que ellos son invisibles y nosotros transitorios, el Olimpo jamás pasará y nosotros estamos aquí únicamente de paso. Cualquier proyecto humano parte de ese sano escepticismo, que es el de la alegoría y no el secularización, nociones míticas que en nada se parecen a aquellas por las que se fundó el humanismo, y por el cual todo proyecto humano aspira a lo sumo a componer una metáfora del ser.

Para el griego toda acción bien encauzada termina componiendo una oración. El salmo canta y entonando su verso acaba fundiéndose con la propia Naturaleza. Por eso en una civilización orgánica, como la griega, la física va de la mano de la ética y la política, igual que el siervo cumple su papel social con un grado de importancia que no es menor al del filósofo. El único Progreso admisible para el filósofo tiene lugar en el campo moral: como asistente de la Providencia. Aproximarse al mundo con pericia y vivir bien en él componen una y la misma cosa, porque la totalidad está presente en cada una de sus partes. En eso Plotino, como discípulo aventajado de Platón, fue más lejos que nadie. El Uno no reclama utilidad y beneficio de sus hijos, busca en ellos lo mismo que él derrocha por doquier: armonía y excelencia.

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Poipet, el circo humano que no sale en las guías de viajes

Poipet oficialmente alcanza los 100.000 habitantes, aunque cada noche de cada día, suele aumentar en varias decenas de miles su inventario de moradores. La ciudad es la más importante de la muy desconocida provincia camboyana de Banteay Meanchey. Y, sin duda, un lugar convertido en vertedero humano
The post Poipet, el circo humano que no sale en las guías de viajes first appeared on Hércules.  Yo llegué a Poipet dispuesto a comerme el mundo, tratando de enterarme de por qué menores tailandesas eran tratadas como perras sarnosas al cruzar la frontera con Camboya para poder atender a chinos tan ludópatas como viciosos en esos casinos montados para su placer situados en esas no man’s land donde campan aún más a su anchas que en ese Triángulo Dorado donde realizan el mismo tipo de tropelía salvo por una novedad: mientras en la frontera laosiana con la provincia china de Yunnan el 100% de los que por allí pululan son mandarines, en el espacio entre Aranyaprathet, ciudad fronteriza tailandesa, y Poipet, su homónima camboyana, la mayoría del público es siamés. Y otro detalle con importancia: en Poipet ya viven los suficientes chinos como para que la economía dependa de ellos. Y no sólo por sus casinos, tantas veces clandestinos, hoteles desconchados y casas de masaje que en realidad son burdeles. Pero vayamos por partes y hablemos de Poipet, una ciudad que no es que no vaya a ser jamás olímpica, sino que si padeciera un terremoto de alta intensidad dudo mucho coparan sus calles destruidas alguna portada en medios internacionales. Porque Poipet está fuera del sistema. Muy fuera. tan fuera que sólo este medio escribe sobre ella. 

Poipet, ciudad en la que estuve al menos tres veces en los años 2014, 2015 y 2016, y una de esas veces cubriendo la deportación masiva desde Tailandia de miles de jemeres que trabajaban ilegalmente en la pesca, demasiados de ellos menores de edad, y que embutidos en camiones-jaula eran devueltos a sus tierras. De aquello nadie fue capaz de escribir una sola línea. Ya saben: o negros, o subsaharianos en pateras o mujeres o niños o terremotos o tsunamis o secuestros o Netflix para hacerlo aún más real. Y para todo lo demás, silencio sepulcral. Y eso que los pobres jemeres sufrieron, y hace bien poco, la masiva violencia de Pol Pot, ese superhéroe maoísta que sigue sin ser estudiado en las escuelas occidentales, no fuera a ser que algunos padecieran un ataque de ideales difícil de justificar. 

Poipet, que se sitúa al oeste de Camboya, justo en la frontera tailandesa camino de Bangkok, es una ciudad lamentable, pordiosera, apestosa, putera, peligrosa y de esas que su población se dobla en un lustro y triplica en una década mientras muchas calificaciones sin base alguna la muestran como ejemplo de no sé qué para la geopolítica y el PIB. Y la razón a su violento aumento de censo y dinero a raudales sólo hay que buscarla en el vicio y el fornicio. Como repetiré varias veces en ese texto, no verán a ningún corresponsal patrio e incluso extranjero, si este proviniera de países primermundistas, escribir nada sobre este amasijo de crueldad. Poipet como séptimo continente y jamás como séptimo arte. Poipet como la antípoda del turista. 

Yo regresé hace unos meses, tras siete años y medio, y aunque me habían hablado de muchos cambios y todo eso, jamás imaginé nada parecido. Porque desde el mismo paso fronterizo, el drama humanitario salta a la vista con miles de personas caminando de forma atropellada en busca de casinos, alcohol, sexo y drogas. Esencialmente, el tailandés que cruza la frontera lo hace únicamente para apostar, práctica prohibida en su país si de casinos hablamos. Pero antes de acceder al infierno de Poipet, hay que toparse con la muy corrupta policía camboyana, que a sabiendas de los intereses ludópatas del personal, buscan la manera de afanar billetes de cualquier divisa extraídos directamente de sus bolsillos como si tal cosa. Y por cierto, en el afán del caos, en el barrio aún más lejano de la ilegalidad más exacta, los bahts tailandeses, los dólares americanos y los yuanes chinos, junto con los casi ninguneados rieles camboyanos, se promueven como una verdad monetaria que no es fácil de encontrar en otra parte del mundo. Porque atravesar el edificio que sella los visados de entrada al país es una odisea lamentable, donde siempre, absolutamente siempre, el funcionario uniformado de turno, que suele ser gordo y alcohólico, trata primero de cobrarte de más, cuando finalmente te devuelve el cambio errado, intentando que la vergüenza controle tu ira.

Para llegar hasta ese lugar del que nadie habla –como casi nadie habla en público de sus vicios y perversiones–, tomé un tren de la de red nacional de ferrocarriles tailandesa que desde Bangkok me entregó a la ciudad siamesa de Aranyaprathet, que aunque parezca mentira y posiblemente por la cercanía con el infierno, cobra de más por cenas junto al paso fronterizo, cuando además se cocina peor; como si por una sola vez Camboya generara influencia en la muy superior Tailandia; influencia muy negativa. 

Tras esquivar los 50 dólares que me dijo el policía que debía pagar por el clásico visado de un solo mes –en realidad son 35–, me di cuenta de que no existían en todo el edificio gubernamental cajeros automáticos, por lo que tuve que negociar con el oficial para que me buscara una moto con chofer. Con él me adentré, sin permiso ni pasaporte –tanto mi documentación como mi maleta se quedaron custodiadas–, en la, ya sí, ciudad de Poipet, a la búsqueda de dinero contante y sonante. 

Tras quince minutos sobre una motocicleta muy mejorable, uno comprende la enorme diferencia visual no sólo entre Tailandia y Camboya, sino entre los casinos adjuntos al paso fronterizo, donde se agolpa el 95% de la población de la zona, y aquella única avenida que me llevó a un cajero donde uno encuentra la verdad verdadera: de las máquinas que expenden efectivo en Camboya salen dólares americanos cuando la moneda local es el riel. Ya en plena noche, que es cuando todos los gatos son pardos, descubres que en casi cualquier establecimiento se aceptan los citados dólares además de los baths tailandeses, los yuanes chinos, y a modo de calderilla, los rieles camboyanos que hacen de monedas, las cuales, en realidad, no existen. 

Tras entregar mis 35 dólares al oficial para poder recoger mi pasaporte y maleta, y así volver a entrar a Camboya, esta vez de manera oficial, accedí a los dos mejores casinos, al menos por su envergadura, donde el caos era absoluto: cielos estrellados artificiales, fuentes ostentosas que manaban agua sin cesar, columnas jónicas de yeso, y decenas de azafatas en minifalda, croupiers y miembros de seguridad, muchos de ellos traídos desde la República Popular China que fundó el 1 de octubre de 1949 Mao Zedong. Allí descubrí que además de todo esto, existían, por primera vez desde que tengo uso de razón en el sudeste asiático –sólo me faltan las Filipinas por visitar–, personas que se dedicaban de forma habitual al hurto, la estafa, e incluso, para darte suerte, según ellos anunciaban. 

Y chinos y, sobre todo, tailandeses muy jóvenes, exhibían su orgullo moldeable tirando fichas poco importantes por sus valores contra los innumerables tapetes. Eso sí, conforme ibas escarbando te iban ofreciendo desde créditos instantáneos hasta compañeros de partida, y cómo no, chicas de compañía. Claro está, que en los numerosísimos reservados eran los chinos con poder los que se juntaban para apostar lo que no está escrito, a la vista de prácticamente nadie. 

Los hoteles levantados por los chinos rodean la zona de casinos. Allí se trata de captar a los que acaban esquilmados y/o borrachos, cuando no esquilmados, borrachos y acompañados por sonrientes damas, tantas veces tan jóvenes como tailandesas. De esas que cruzan la frontera por la tarde y regresan a casa por la mañana, contándoles a sus padres, supongo, que los trabajos de empleadas en los casinos son muy duros. Ojos que no ven, corazón que no siente. 

Camino de mi hotel, a kilómetro y medio del epicentro del mal, sito en la misma avenida que nace en la frontera con Tailandia y finaliza en la estación de autobuses, me fui topando con más prestamistas, proxenetas y conductores de motocicleta que te llevan adonde tú quieras y a por lo que realmente desees. Pero caminar cuando el almanaque avanza un día más, con la noche estrellada y el olor a carbón quemándose en las numerosas parrillas que hacen de riberas de la avenida, y donde se agolpan no pocas personas a llenar el buche tras otra noche de pérdidas y alcoholismo, suele resultar agradable, dado que la contaminación lumínica y sonora de la zona de casinos, poco a poco, comienza a dispersarse. 

Tras esquivar a un ladrón de poca monta –es muy extraño que se robe con violencia, y más a un señor de metro noventa que camina de manera extraña– y decir quince veces que no a masajistas que desde las puertas del spa te ofrecen a grito pelado masajes de madrugada, llegué a mi habitación a quince dólares la noche –sin aire acondicionado; con ventilador–, donde pude dormir tras introducirme dentro de la mosquitera y aplastar con mi chancla a una inmensa cucaracha. 

Poipet oficialmente alcanza los 100.000 habitantes, aunque cada noche de cada día, suele aumentar en varias decenas de miles su inventario de moradores. La ciudad es la más importante de la muy desconocida provincia camboyana de Banteay Meanchey. Y, sin duda, un lugar convertido en vertedero humano. El dinero corre a mansalva así como las pastillas de ja va y metanfetaminas, cuando por qué no decirlo, las enfermedades venéreas suelen ser el tratamiento más popular en las numerosas clínicas de chichinabo, que cerca de la zona de casinos, ofertan las pastillas tanto para desprenderse del problema tras un sexo sin protección como para cazarlo: la viagra y el cialis, que traídos de manera ilegal desde China, se venden sin cesar para que la frustración del perdedor del tapete y alcoholizado sin erección suficiente, mejore. Aunque sea por una hora y poco. porque la vida es presente y casi nunca futuro. 

Pero en Poipet también hay colegios. Y bancos. Y hasta una especie de hospital para los nativos. Además, una estación de autobuses patética, donde los baches y el barro –sobre todo en época de lluvias– te pueden alejar lo máximo posible del auténtico epicentro del mal. Yo aquella mañana elegí un destino notable: la histórica ciudad de Battambang. Y sólo a los cinco minutos de trayecto, que es donde regresan los arrozales, los campesinos y las sonrisas, Camboya volvió a ser Camboya y no un experimento bacteriológico de dimensiones aberrantes donde los seres humanos aumentan las posibilidades de ser robados, golpeados, violados, estafados e incluso, fallecidos por sobredosis. 

Antes de tomar el bus, tirándole una foto con el móvil a una inmensa montaña de bolsas de basura del que un ejército de ratas daba buena cuenta, fui a introducir a mi móvil una tarjeta SIM jemer para poder viajar por el país conectado. Y cuando le pregunté a la señorita, la cual muy educadamente y en un inglés más que suficiente me atendía, que qué significaba toda esta odisea humana, me contestó de manera segura y orgullosa el auténtico tiro de gracia: “we are a developed country, sir”.

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La Agencia Tributaria sabía que la empresa de Aldama “MTM 180 Capital SL” estaba en la trama de las mascarillas

MTM 180 no contaba con los medios humanos ni financiación para acometer algún proyecto en solitario según el informe de la inspección fiscal
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La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, en un encuentro informativo en Sevilla. Fuente: Europa Press

La Agencia Tributaria, dependiente del Ministerio de Hacienda que dirige María Jesús Montero, descubrió, tras una inspección fiscal, que la empresa holding del empresario y cabecilla de la trama de los hidrocarburos, Víctor de Aldama —‘MTM 180 Capital SL’—, estaba vinculada con la red relacionada con la distribución de mascarillas y trajes EPI.

Esta inspección forma parte de un informe elaborado por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y divulgado por el escritor y abogado Guillermo Rocafort. Según se ha podido saber, la holding MTM continúa operando actualmente bajo la gestión de los hermanos Cristian y Rubén Corvillo, quienes son accionistas de la empresa desde mayo de 2022.

Extracto informe de la UCO. Fuente: Guillermo Rocafort

Así mismo, el informe de la UCO señala que en relación a la inspección fiscal llevada a cabo por la Agencia Tributaria y realizada a las empresas MTM 180 Capital SL y Deluxe Fortune SL, de Víctor de Aldama “este aportó literalmente: MTM, a través de Aldama tuvo conocimiento de que el Ministerio de Transportes necesitaba adquirir EPIS para sus entes dependientes, y que dicha contratación se iba a realizar por el trámite de emergencia”.

La primera empresa que forma parte del entramado de empresas pantalla es ‘Pilot Real State’

El informe redactado tras la inspección fiscal señala que la empresa MTM 180 Capital “no disponía de medios materiales y humanos y financiación suficientes para acometer el proyecto en solitario, y junto con Deluxe Fortune, SL contactó con Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas SL, y con el Grupo Cueto para unir fuerzas en el proyecto”.

Hay que destacar que la primera empresa que forma parte del entramado de empresas pantalla con la que de Aldama defrauda el IVA es la mercantil inmobiliaria ‘Pilot Real State’. Esta última disfrutó de un aplazamiento privilegiado de una fiscal millonaria por el número dos de María Jesús Montero y exjefe de Gabinete, Carlos Moreno.

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“China Track”, un mecanismo financiero secreto con que Rusia y China esquivan el dominio bancario occidental

Rusia y China han creado un sistema financiero paralelo, el “China Track”, que permite transacciones sin pasar por redes occidentales, eludiendo así sanciones. Esta estrategia refleja un mayor acercamiento económico entre ambos países ante la presión de EEUU
The post “China Track”, un mecanismo financiero secreto con que Rusia y China esquivan el dominio bancario occidental first appeared on Hércules.  Los principales bancos de Rusia han implementado un canal financiero especial, denominado “China Track”, para facilitar las transacciones con China sorteando las sanciones impuestas por Occidente y el control normativo. Así lo reveló Reuters, citando fuentes dentro del sistema bancario. En 2023, el volumen comercial entre ambos países alcanzó un máximo histórico de 245 mil millones de dólares, logrado pese a dificultades en los pagos y comisiones elevadas, algunas de hasta un 12 %. Esto se debió a que los bancos chinos, cada vez más cautos, redujeron sus operaciones con Rusia por temor a represalias de EEUU, que había advertido sobre la imposición de sanciones secundarias si mantenían vínculos con entidades rusas.

El mecanismo bancario alternativo entre Moscú y Pekín

Este asunto fue abordado directamente por los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping en mayo de 2024. La visita próxima del mandatario chino a Moscú, con motivo del Día de la Victoria, se enmarca en un escenario de creciente tensión comercial entre China y Estados Unidos, lo cual incrementa el valor estratégico del comercio con Rusia. “No descarto que los bancos chinos dejen pronto de temer las sanciones secundarias”, declaró Alexander Shokhin, líder del influyente gremio empresarial ruso RSPP, a Reuters.

Este sistema alternativo es operado por diversos bancos rusos sancionados. Para sus transacciones utilizan intermediarios establecidos en países que Moscú considera aliados. Según el informe de Reuters, esta infraestructura ya opera desde hace tiempo y con estabilidad.

¿Cómo se estructura este sistema? Cada banco implicado dispone de múltiples agentes validados que gestionan los pagos relacionados con exportaciones e importaciones. Las liquidaciones se realizan de forma centralizada, garantizando la fiabilidad de las operaciones para todas las partes. Este esquema prescinde completamente de la red internacional Swift y evita cualquier relación con bancos occidentales. “Tuvimos que redirigir los flujos financieros a través de jurisdicciones amistosas para resguardarlos de bloqueos”, explicó una fuente anónima.

Señalan que es posible transferir fondos directamente a bancos chinos, siempre que los productos no estén sancionados y las empresas involucradas estén ubicadas en alguna de las once provincias chinas habilitadas. Las comisiones dentro del sistema “China Track” rondan el 1 % en importaciones y el 0,5 % en exportaciones, lo cual representa una gran reducción frente a las tasas externas, que oscilan entre el 2 % y el 4 %, con picos de hasta el 12 %.

“Todos los fondos se transfieren sin incidentes. No hemos tenido ningún caso de devolución de pagos”, aseguró un banquero implicado. Hoy en día, las sesiones de compensación son semanales, aunque se evalúa aumentar la frecuencia ante el creciente uso. Reuters no reveló los nombres de las entidades participantes para evitar mayor presión internacional, aunque confirmó que se trata de instituciones entre las 20 más grandes del país.

La gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, reconoció que las sanciones de Occidente han dificultado los pagos internacionales, pero subrayó que ya se están implementando rutas de pago alternativas.

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La Universidad contra el Algoritmo: Cómo las universidades estadounidenses reprimen la crítica interna disfrazándola de violación informática

Brown amenaza con sanciones a un estudiante por un proyecto que denuncia la burocracia universitaria usando datos públicos; el caso pone a prueba los límites de la libertad de expresión estudiantil
The post La Universidad contra el Algoritmo: Cómo las universidades estadounidenses reprimen la crítica interna disfrazándola de violación informática first appeared on Hércules.  Un mandatario intentó retirar beneficios informativos a un medio que se negó a adoptar su nomenclatura preferida para un accidente geográfico, pero los tribunales frenaron su intento. Algo similar amenaza a la Universidad de Brown, que amonestó a un estudiante por enviar masivamente correos a empleados con un algoritmo que evalúa la eficiencia administrativa, basado en datos públicos y bajo el nombre de un periódico estudiantil no oficial.

El proyecto de Alex Shieh, llamado “Bloat@Brown”, criticó directamente al personal encargado de diversidad, equidad e inclusión (DEI), al que responsabilizó por la pérdida de 510 millones en fondos federales. En respuesta, la universidad convocó al estudiante a una audiencia disciplinaria por supuestas infracciones como “falsedad” o “incumplimiento de normas internas”. Curiosamente, retiraron el cargo de “daño emocional” sin justificación y también matizaron su posición sobre la confidencialidad de los datos empleados, reconociendo que ya no eran considerados reservados. Shieh argumenta que utilizó únicamente información accesible públicamente, como páginas web institucionales, artículos, perfiles de LinkedIn y ofertas laborales.

Elon Musk calificó de “irreal” la situación y respaldó a Shieh, quien pidió a sus seguidores que presionaran a autoridades universitarias. En tono irónico, preguntó si podría trabajar para DOGE en caso de ser expulsado.

Shieh declaró al Washington Times que estudia medidas legales si Brown impone sanciones como la libertad condicional, lo que limitaría su vida académica. Al Just the News añadió que tiene agendada una reunión con el órgano revisor.

Desde Brown, Brian Clark, vicepresidente de comunicaciones, negó que se trate de un conflicto sobre libertad de expresión, alegando que el foco está en el uso indebido de sistemas internos y en la posible identificación de empleados. Sin embargo, su versión contradice los propios documentos de la universidad, donde se omite cualquier referencia explícita a la confidencialidad de la información usada.

Clark aseguró que los procedimientos internos asegurarán un proceso justo para determinar sanciones, si corresponde.

El conflicto ha impulsado a Shieh a expandir su activismo. Esta semana lanzó el “Ivy League Bloat Tracker”, que replica su método en otras universidades como Columbia, Cornell, UPenn y próximamente Harvard. La herramienta filtra cargos relacionados con DEI y automatiza el envío de denuncias por supuestas violaciones a derechos civiles, utilizando inteligencia artificial.

La organización FIRE (Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión), aunque no lo representa, se ha mostrado solidaria. Compartieron la carta enviada a Shieh el 7 de abril, donde se le acusa de haber usado datos de Workday —sistema institucional interno— sin autorización. Sin embargo, Brown admite que no puede vincular técnicamente esos accesos al estudiante, lo cual debilita su acusación.

Las pruebas se limitan a registros vagos de actividad que muestran descargas de organigramas internos, disponibles para cualquiera con acceso al sistema. La propia Oficina de Tecnología afirma que todo usuario puede obtener la estructura organizacional completa y que no puede precisar qué datos fueron realmente consultados.

En la misma carta, se mantiene la acusación de que Shieh se presentó como reportero de un medio estudiantil oficialmente inactivo, el Brown Spectator, lo que califica como tergiversación. Sin embargo, Shieh asegura que está en proceso de reactivarlo.

Un día antes de su audiencia, el vicepresidente Carey le exigió que eliminara supuestas falsedades de su sitio web. Particularmente, lo acusó de divulgar información incorrecta al culpar al personal DEI por una pérdida económica no confirmada por ninguna entidad gubernamental.

Carey no refutó la fuente de esa información: una nota del New York Times que vinculaba la reducción de fondos a medidas federales. Tampoco desmintió el historial de acciones del gobierno Trump contra programas DEI.

Carey advirtió que, si no se clarifica que tales conclusiones son opiniones personales asistidas por IA, o si no se eliminan las afirmaciones cuestionables, el estudiante podría enfrentar sanciones conforme al código institucional.

Desde FIRE, Dominic Coletti respondió directamente a la presidenta Paxson, señalando que la universidad actúa en contradicción con sus propios compromisos sobre libertad de expresión. Denunció que se le imputa conducta por provocar incomodidad emocional sin sustento legal y que la Universidad ha difundido afirmaciones incorrectas al negar que sus correos hayan generado cobertura mediática.

Coletti recordó que la ley estatal de Rhode Island protege a periodistas estudiantiles y que, incluso si Shieh incurriera en falsedad, esta estaría amparada por la normativa universitaria, salvo en casos graves como difamación o fraude. Además, calificó de absurda la exigencia de que el Spectator esté formalmente registrado para que Shieh pueda escribir en su nombre, ya que ese criterio invalidaría colaboraciones con cualquier medio externo.

Finalmente, FIRE exigió que Brown detalle exactamente qué norma se infringió para que el estudiante pueda ejercer su defensa, y cuestionó que la Universidad afirme que usó información “no pública” cuando muchos de esos datos figuran en directorios oficiales o estructuras organizacionales accesibles.

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Lo más destacado de la declaración de David Sánchez

El hermano del presidente admite que asumió que ganaría el puesto antes de conseguirlo, mientras una candidata denuncia que el proceso fue ficticio
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David Sánchez // Azagra – Europa Press

El caso que investiga la presunta contratación irregular de David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, ha dado un nuevo giro tras su segunda comparecencia ante la jueza Beatriz Biedma en los Juzgados de Badajoz. Durante su declaración, el músico intentó justificar su anticipada búsqueda de vivienda antes de conocer el resultado del concurso público que finalmente ganó. Sin embargo, su testimonio contrasta con el de Cristina de Frutos, una de las aspirantes al puesto, que ha descrito el proceso como “un trámite ficticio”. Ambos testimonios, junto con la documentación ya en poder de la justicia, refuerzan las sospechas sobre una plaza diseñada a medida y una red de relaciones personales que habría influido en la adjudicación.

David Sánchez se defiende: “Quería demostrar solvencia”

David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha declarado este viernes por segunda vez ante la jueza Beatriz Biedma, instructora del caso que investiga las presuntas irregularidades en su contratación por parte de la Diputación de Badajoz. En su testimonio, el músico reconoció que simuló que el puesto ya era suyo para convencer al propietario de un piso que quería alquilar en el casco histórico de la ciudad.

Según explicó Sánchez, utilizó el seudónimo «Hermit» para contactar con el arrendador a través de la plataforma Airbnb. A preguntas de la jueza sobre por qué buscaba vivienda antes de haber ganado la plaza, respondió que lo hizo “de manera prospectiva”, por si finalmente era seleccionado, y para “demostrar que era solvente”. Asegura que fue un gesto para poder hablar con el casero con fechas concretas, aunque aún no se había publicado la resolución del concurso.

“Un trámite ficticio”: la otra versión

Minutos antes que Sánchez declaró Cristina de Frutos, directora de orquesta y una de las aspirantes a la misma plaza. Lo hizo como testigo, por lo que tenía obligación de decir la verdad, a diferencia del hermano del presidente. Su testimonio fue demoledor: “Tuve la sensación de que el concurso fue un trámite ficticio”, dijo ante la jueza, confirmando la sospecha de que la plaza estaba teledirigida.

De Frutos denunció que no hubo igualdad de oportunidades y relató que ni siquiera le hicieron preguntas durante la fase de entrevistas. Sin embargo, en la resolución se recogía que David Sánchez “contestó muy bien” a las preguntas formuladas. “A mí me felicitaron por el currículum, pero no me interrogaron”, afirmó.

Además, reveló que en su entorno alguien le advirtió de que “la plaza estaba dada”, aunque prefirió no señalar quién. A pesar de esa advertencia, decidió concurrir confiando en la limpieza del proceso. También explicó que informó al Ministerio Fiscal de las irregularidades por correo electrónico, pero nunca recibió respuesta.

Plaza a medida

Durante su comparecencia, David Sánchez también fue preguntado por la figura de Luis María Carrero Pérez, exasesor de La Moncloa que fue incorporado a la Diputación de Badajoz en circunstancias similares. El músico admitió que mantienen una amistad de más de dos décadas y que le tiene un “profundo respeto”. No obstante, negó haber influido en su contratación, algo que Carrero también ha negado en su propia declaración.

La jueza considera que hay “indicios de criminalidad” en ambos procesos de selección. En un auto anterior ya advirtió que, según correos intervenidos por la Guardia Civil, tanto Sánchez como Carrero “daban por sentada su incorporación” incluso antes de que se publicaran las bases del concurso.

A la pregunta sobre el funcionamiento de la oficina de artes escénicas que dirigía, David Sánchez no supo explicar ni dónde se encontraba ni qué hacía exactamente. Se limitó a describirla como un “paraguas de actividades”, sin concretar más detalles. Esta falta de definición vuelve a despertar sospechas sobre la verdadera naturaleza del cargo que ocupaba.

Cinco investigados en un caso que salpica a Moncloa

Además de Sánchez y Carrero, también han prestado declaración como investigados el diputado de Cultura de la Diputación de Badajoz, Ricardo Cabezas, y Manuel Candalija, dirigente socialista. La jueza Biedma ha reunido este viernes en su juzgado a un total de cinco personas en el marco de una causa que amenaza con tener consecuencias políticas de mayor calado.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, no ha dudado en calificar el caso como una “cacicada gigantesca” que, a su juicio, afecta directamente a la Presidencia del Gobierno. “No pueden cometerse más actos presuntamente delictivos en un solo sumario”, aseguró el dirigente popular, instando a la ciudadanía a no ver esta situación como algo normal.

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¿Y ahora quién limpia la mierda?

Te destruyen en un día. Luego callan para siempre
The post ¿Y ahora quién limpia la mierda? first appeared on Hércules.  Hay algo todavía peor que una injusticia: que cuando se demuestra que era una injusticia, no pase absolutamente nada. Nadie repara el daño. Nadie paga por difamar. Nadie pide perdón. Los mismos que arrastraron tu nombre por el barro ahora callan como putas.

Eso es lo que le ha pasado a Nacho Cano. Hace meses, bastó una denuncia oportunamente filtrada para que toda la jauría mediática, alimentada a golpe de subvención pública, se lanzara a destrozarlo. Titulares escandalosos. Tertulias rumiando indignación impostada. X (antiguo Twitter) convertido en un lodazal de linchamiento organizado. La consigna era clara: machacar.

¿La acusación? Que si explotación laboral, que si trata de personas, que si esclavismo moderno. ¡Qué importa! Lo importante era el daño. El escarnio público. Marcarlo como enemigo del régimen y pasarlo por la picadora mediática.

Ayer, la Audiencia Provincial archivó el caso. Sin medias tintas: no había delito. Ni explotación, ni trata, ni esclavismo, ni nada que se le pareciera. Todo era una farsa.

¿Y ahora qué?

¿Dónde están los mismos que abrieron telediarios, escribieron editoriales, pidieron cabezas?
¿Dónde están los justicieros de plató?
¿Dónde están los fiscales de Twitter?

Silencio. Silencio absoluto.

Ni un “lo siento”. Ni una portada de disculpas. Ni un miserable tuit reconociendo el error. Nada. Porque el objetivo nunca fue hacer justicia. El objetivo fue destruir.

Y lo peor de todo es que Nacho Cano no es una excepción. En este país, basta con señalar a alguien, fabricar un escándalo y prenderle fuego mediáticamente. Lo hemos visto de todas las formas y con todos los colores. La maquinaria está engrasada y funciona sola: filtraciones interesadas, medios serviles, linchamiento público.

Y cuando meses después se demuestra que todo era humo, que no había delito, que no había caso, los mismos que jaleaban el escarnio simplemente miran hacia otro lado. Nadie pide perdón. Nadie asume responsabilidades. Porque el objetivo nunca fue buscar la verdad: el objetivo siempre fue destruir.

Lo más repugnante es que ni siquiera es por errores: es por obediencia. Porque muchos de esos periodistas, esos tertulianos, esos “influencers”, no son informadores: son sicarios del poder. Les pagan para manchar reputaciones cuando hace falta. Y les pagan para callar después.

Que no nos engañen: esto no es una excepción. Es el procedimiento estándar. Hoy ha sido Nacho Cano. Mañana puede ser cualquiera que no se arrodille ante el poder.

Así que la pregunta es sencilla:
¿Y ahora quién limpia la mierda?

Respuesta: Nadie. Porque la mierda, en España, ya es parte del sistema.

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Hacienda exprime al contribuyente: un 41% más de recaudación con 94 subidas de impuestos

La presión fiscal se dispara hasta los 294.734 millones de euros en 2024, 86.000 millones más que cuando Sánchez llegó al poder en 2018
The post Hacienda exprime al contribuyente: un 41% más de recaudación con 94 subidas de impuestos first appeared on Hércules.  La recaudación fiscal en España alcanzó en 2024 una cifra histórica: 294.734 millones de euros, un 8,4% más que el año anterior. Desde que Pedro Sánchez asumió el Gobierno en 2018, el incremento ha sido de 86.000 millones de euros, lo que equivale a una subida del 41%. La responsable de esta escalada es una política fiscal basada en 94 subidas de impuestos y cotizaciones, según datos del Instituto Juan de Mariana.

Pese a estos datos, el Ejecutivo insiste en la “necesidad” de seguir incrementando la carga tributaria. Lo hace ignorando el impacto que esta política tiene en familias y empresas, que han soportado no solo nuevos tributos, sino también la negativa del Gobierno a deflactar el IRPF ante la inflación, lo que se traduce en más impuestos en términos reales.

Fin de las ayudas y subida del IVA energético

El fin de las rebajas fiscales impulsadas para aliviar los efectos de la inflación ha supuesto un golpe adicional para los contribuyentes. Solo la retirada de la reducción del IVA de la electricidad y el gas natural, junto al restablecimiento del Impuesto sobre la Electricidad, ha generado a Hacienda unos ingresos extra de 2.120 millones de euros.

En conjunto, los cambios normativos en los impuestos indirectos se tradujeron en una recaudación adicional de 2.820 millones, lo que evidencia que la política fiscal del Ejecutivo no busca aliviar la carga del ciudadano medio, sino reforzar el músculo recaudatorio del Estado a toda costa.

El IRPF y el IVA, pilares de la voracidad fiscal

El impuesto que más dinero dejó en las arcas públicas fue el IRPF, con 129.408 millones de euros recaudados, un 7,6% más que en 2023. Según la Agencia Tributaria, este crecimiento responde al aumento del empleo, los salarios y las pensiones. No obstante, también reconoce que las modificaciones normativas han tenido un efecto negativo de 3.200 millones, lo que sugiere que sin ellas la recaudación habría sido incluso mayor.

En paralelo, el IVA aportó 90.541 millones, un 7,9% más. Este incremento se explica tanto por el aumento del consumo como por la ya mencionada subida de los tipos impositivos energéticos, que ha impactado directamente en la factura de los hogares.

Impuestos especiales y presión sobre las empresas

Los Impuestos Especiales también experimentaron un notable crecimiento, con 22.128 millones recaudados, un 6,6% más que el año anterior. Destacan las subidas en el impuesto sobre hidrocarburos, el tabaco (6.927 millones, un 3,2% más, máximo desde 2012), el alcohol (0,8%) y la cerveza (1,4%). El único que retrocedió fue el impuesto a los envases de plástico no reutilizables, que cayó un 3,3%.

En cuanto a las empresas, el Impuesto de Sociedades ascendió a 39.096 millones de euros, lo que supone un incremento del 11,5% respecto al ejercicio anterior. Un dato que pone de relieve el peso creciente de la fiscalidad sobre el tejido productivo del país, en un momento en que muchas compañías reclaman mayor margen para invertir y generar empleo.

A pesar del esfuerzo fiscal récord de los españoles, el Gobierno no ha anunciado ninguna intención de revertir esta política de aumentos. Al contrario, insiste en mantener la senda de subidas mientras se eliminan medidas de alivio fiscal, como las rebajas del IVA energético o las deducciones por inflación.

Con 94 subidas tributarias en seis años, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha consolidado una política que prioriza la recaudación sobre la competitividad económica y el poder adquisitivo de los ciudadanos. Y lo ha hecho sin el respaldo de una mejora visible en la eficiencia del gasto público o en la calidad de los servicios prestados.

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