Catolicismo rancio e islamismo inclusivo

Cómo una cultura problemática puede estallar en un problema mayúsculo
The post Catolicismo rancio e islamismo inclusivo first appeared on Hércules.  Nací en los 90, y por aquella época estaba de moda revelarte contra la Iglesia. La rebeldía podía pasar por no confirmarse o simplemente cuestionar los métodos de enseñanza de los religiosos, ya fueran monjas, jesuitas, salesianos u otras órdenes. En cualquier caso, la presencia católica dominaba la educación en España, y lo cierto es que, para ser un outsider, había que ir en contra de todo aquello.

El papel de la religión en la cultura y en el sistema

Hoy en día, la balanza ha cambiado. Nos encontramos en un escenario donde la Iglesia ya no tiene tanta presencia, y ahora el flipao es quien se declara abiertamente a favor de Dios y decide caminar en esa dirección. Muchos jóvenes han dejado atrás los complejos, dando lugar a una ola de fe que alcanzó su punto más alto en aquellos conciertos donde la gente cantaba y bailaba al ritmo de música claramente religiosa, pero sorprendentemente animada. Algo a lo que no estamos acostumbrados y que, siendo honestos, resulta bastante gracioso. Mis respetos por lo que han logrado.

En este escenario, profundamente cultural (y subrayo la importancia que doy a la cultura para que este fenómeno religioso se dé de esta manera), surge la integración de un perfil muy específico de musulmán en España. Me refiero, concretamente, a la llegada de numerosas personas sin recursos provenientes del continente africano, que buscan en nuestro país una vida mejor.

Cierto sector mediático refleja ahora algo que no defendió en el pasado: la aceptación de un sistema de fe que trasciende la mera individualidad y que afecta a otras personas. Me refiero, en concreto, a la tolerancia de la propia religión hacia los demás, no tanto en relación con lo que dictan las Santas Escrituras, sino con el significado que cada creyente le da y las acciones que lleva a cabo a partir de ese significado.

Para alguien como yo, agnóstico, cuya única certeza es saber que no sabes nada, todo se reduce a una cuestión cultural. Para mí, esto es algo cristalino: si la fe desaparece, lo único que permanece es la tradición. Y, por supuesto, hay tradiciones mejores que otras. ¿O acaso no ocurre lo mismo con la tauromaquia?

La doble vara de medir

Mirar sin fe resulta tremendamente útil si lo que buscas es entender cómo la cultura influye en un determinado comportamiento. Para mí, no hay explicación teológica que trate de justificar un mal terrenal en nombre de un bien superior.  No existe tal calamidad, venga de donde venga. No debemos dar ni un paso atrás en cuanto a derechos otorgados a las mujeres o a tolerancia hacia personas que se sienten atraídas por su mismo sexo, por ejemplo. Al margen de lo que ciertas personas quieren hacer con la maravillosa religión del islam, y los “n” significados que hagan sobre sus creencias, hay dos cosas que me resultan profundamente frustrantes:

La primera es que, en la opinión publicada en los medios, no se trate por igual a la religión católica y a la musulmana. Mientras que la primera es tomada como rancia hasta el infinito, la segunda es tomada poco menos que por un estandarte de la tolerancia.

Pero en segundo lugar me molesta aún más que esto sea tomado por una cuestión religiosa, y no cultural. No existe una única forma de sentir la fe, y por tanto la forma de cada cual de tomarse sus creencias es diferente. No debemos abordar los temas de intolerancia desde la crítica a la religión, sino como la crítica hacia la cultura de cada uno, de los medios que tiene cada persona para salir adelante, y lo que puedes llegar a hacer si no tienes cubiertas las necesidades básicas en un momento determinado. Nos sorprenderíamos de la gente desesperada que se aferra a las religiones para volcar su frustración. En este punto, es cuando una cultura problemática puede estallar en un problema mayúsculo.

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