¿Qué es aquello de la Odisea y la Ilíada que parece seguir imponiendo su lectura? ¿Cuáles son las distancias que nos sitúan entre Ogigia e Ítaca y nos hacen volver al poeta?
The post Homero, el desconocido first appeared on Hércules. Claramente no solo una añoranza patriótica, sino residir en la mente antigua. Jaeger diría: “Sólo puede propiamente educadora una poesía cuyas raíces penetren en las capas más profundas del ser humano y en la que aliente un ethos, un anhelo espiritual, una imagen de lo humano capaz de convertirse en una constricción y un deber.”[1] No solo pues se trata de una cuestión ética, sino también de morar en lugares seguramente extraños pero a la vez antiguos, de cohabitar en espacios donde la lectura se convierte en necromancia y terapia[2]. Despertamos así a aquello de Homero que nos es propio y fundamental, haciendo de su recitación una verdadera liturgia sapiencial.
¿Es este ritual interior? Homero lo ignora. Y es que aquí reside lo ajeno del teólogo[3] y poeta. En una época donde por un lado la experiencia sensible y cognitiva es casi exógena y superficial, pero también donde las nuevas espiritualidades hacen un llamamiento hacia una interioridad enfermizamente subjetivista, Odiseo y Aquiles parecen estar a otra cosa.
No pocos han estudiado esta cuestión, pues en los testamentos épicos y espirituales del bardo helénico la persona, la mente o conciencia, la subjetividad o interioridad parece ausentarse. Las respuestas que dan a la cuestión suelen fundamentarse en un evolucionismo materialista, afirmando que la introspección, la conciencia, la persona, es fruto de un desarrollo tardío. Según autores como Julian Jaynes[4], en ausencia de conciencia, Héctor experimentaría casi una hemiplejia cerebral, esquizofrénica y cartesiana, donde una parte receptora y pasiva escucharía unas voces identificadas como Divinas. Conforme a Dodds, más bien se trata de una racionalidad la cual parece emerger progresivamente, pero que en Homero es casi inexistente. En el héroe homérico, el desconocimiento de una causa de un fenómeno, “sea por la conciencia del propio sujeto, sea por la observación de otros, se atribuyen a un agente sobrenatural”[5], y parece no haber reflexión alguna con respecto a ello.
Otros autores simplemente piensan que la psicología individual en Homero es fruto de una posición social[6] y el reconocimiento en la comunidad[7], que esa psicología en realidad es una fragmentación múltiple[8] de la percepción.
¿Y si precisamente esto fuera lo que Homero buscase provocar? ¿Y si el propósito pedagógico y espiritual de la épica fuera no partir de lo irracional sino precisamente dispersar los modos más dispersos de experiencia y cognición para dar lugar a otro tipo de existencia?
Las descripciones de Homero de los hombres suelen ser radicalmente descentralizadas. Hablará de una parte del cuerpo, de las armaduras, e incluso nociones como psyché, thymos o nóos (literalmente aliento, exhalación e inteligencia o girar mental) parecen ser vistas en tercera persona. Es más, estas fuentes vivificantes parecen más bien sobrevenir, incluso poseer a hombres, ríos[9] o animales[10]
Homero parece plantear sedes de poder, haciendo al héroe y lector absolutamente incapaz de reposar en ninguna de ellas, no reduciendo por ello aquello que somos a cosa alguna. Y no porque no seamos “algo”, sino porque el somos lo que se escapa a todas las cosas.
Cuando Néstor dice “Consideremos,… como el nóos puede llevar a cabo algo”[11], da cuenta por un lado de la imposibilidad de limitar las potencias a un “yo” limitado, y por otro, el carácter Divino de dichas, pues son ellas las que operan, las que forjan los destinos. De la misma manera, todas estas potencias parecen responder a una cartografía física, el cuerpo se hace residencia de la ira, del padecimiento; “¡Átrida! Ahora, pues, acaso el funesto corazón de Aquiles se regocija en su pecho viendo la matanza y huida de los Aqueos, ya que no hay en él entendimiento, ni un poco.”[12]
En el campo de batalla como en retorno a casa todo queda desplazado, el hombre como hombre conoce que como tal no es causa, y esa certeza, casi socrática, induce las causas de la totalidad en su causas, valga la redundancia. Bruno Snell diría: “En Homero los Dioses son el origen de todo nuevo rumbo que toman los acontecimientos… siempre hay dos acciones paralelas, una se desarrolla en una escena superior, entre los Dioses; la otra en la tierra, y todo cuanto sucede aquí abajo viene determinado por lo que negocian los Dioses entre ellos.”[13]
Esta mirada por un lado unifica al mundo y a sí, “el hombre homérico no tiene ni el concepto ni la experiencia del conocimiento”[14] dirá Adkins, precisamente porque la reflexividad es una dualidad ausente en los Dioses, pero también en los héroes. Y no es que no conozcan, sino que solo atienden a Principios.
Homero pues sigue siendo un desconocido, alguien que nos propone disolver lo que pensamos de lo que pensamos para que, como también afirmó Platón, nos asentemos en aquello que escapa a la mera percepción y la opinión. Sea esto pues un humilde acicate para volver a Homero, para desatender a lo humano y a Calipso, y fijar mirada en lo alto.
[1] Jaeger,Werner. (Fondo de cultura económica). Paideia: Los Ideales de la Cultura Griega (49)
[2] El término θεραπεία implica cuidados médicos, pero también el cuidado que un devoto honra a un Dios. El cuidado del cuerpo y del alma, junto con el servicio a la trascendencia, son comprendidos en un solo término.
[3] El término θεολογία aparece en Platón (República 379a) para referirse a aquello que se dice de las cuestiones Divinas, razón por la cual filósofos como Proclo llama teólogos a Orfeo, Homero o Hesíodo.
[4] Jaynes, Julian. (Mariner Book). The Origin of Consciousness in the Break-Down of the Bicameral Mind (73)
[5] Dodds, E. R. (Alianza Editorial). Los Griegos y lo Irracional (26)
[6] Williams, Bernard. (University of California Press). Shame and Necessity
[7] Finley, M. I. (Penguin Books) The World of Odysseus
[8] Vernant, Jean Pierre. (La Découverte). Mythe et pensée chez les Grecs
[9] Ilíada XX. 73
[10] Iliada XVI.469; XXIII.23; Odisea 10.163; 16.469
[11] Ilíada XIV.61
[12] Ilíada XIV.139-141
[13] Snell, Bruno. (Acantilado). El Descubrimiento del Espíritu. Estudios sobre la Génesis del Pensamiento Europeo en los Griegos (65)
[14] Adkins, A.W.H (Constable London). From the Many to the One
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