España se queda sin mano de obra: la caída histórica de la fuerza laboral amenaza el crecimiento económico

El porcentaje de activos entre 25 y 54 años cae por debajo del 72%, un mínimo histórico que pone en jaque a todos los sectores productivos
The post España se queda sin mano de obra: la caída histórica de la fuerza laboral amenaza el crecimiento económico first appeared on Hércules.  España está perdiendo a su columna vertebral laboral. El grupo de personas entre 25 y 54 años, el núcleo más activo y productivo de cualquier economía, ha caído a mínimos históricos. Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), en 2024 este colectivo representa apenas el 71,9% de los activos, una cifra muy inferior al 80% registrado hace solo una década.

Lejos de tratarse de una oscilación estadística menor, este descenso evidencia una realidad alarmante: el país se está quedando sin mano de obra en edad óptima para trabajar, justo cuando la economía necesita más músculo laboral para sostener su crecimiento.

Los datos lo confirman: en términos absolutos, el número de activos en edad ‘prime’ ha disminuido un 6,1% desde 2012, mientras que la población activa total ha crecido un 4,2%. El resultado es un desequilibrio demográfico que afecta directamente a la capacidad productiva del país.

Sectores estratégicos, en problemas por la falta de relevo generacional

El impacto de este fenómeno se extiende a todos los sectores. En especial, los que dependen de un flujo constante de mano de obra física: construcción, logística, hostelería, comercio y agricultura.

En el sector de la construcción, por ejemplo, las empresas alertan del envejecimiento progresivo de su plantilla: la edad media ha pasado de 37 a 45 años en solo 15 años. “En 2039, el 60% del personal estará en edad de jubilarse”, advierte Xavier Villajoana, presidente de la Asociación de Promotores de Catalunya. Pese a ofrecer salarios muy por encima del SMI, el sector no consigue atraer a jóvenes, cuya percepción del trabajo es negativa.

En el campo, la situación es aún más crítica. España depende en gran medida de la mano de obra migrante y estacional, muchas veces en condiciones precarias. Según el informe europeo SafeHabitus, España figura entre los países con mayor dependencia de trabajadores migrantes en el sector agrícola. Las campañas de recogida de frutas y verduras se sostienen gracias a mujeres marroquíes contratadas en origen o personal extranjero en situación irregular. Sin embargo, el envejecimiento también alcanza a la población migrante, lo que complica aún más el futuro.

Un mercado laboral en tensión permanente

La caída de la mano de obra no se debe solo al envejecimiento. También está influida por el retroceso de jóvenes incorporándose al mercado laboral. En 2024, la búsqueda del primer empleo cayó un 18%, señal clara de que los nuevos trabajadores están desmotivados o postergan su entrada laboral. A esto se suma que los mayores de 55 años —más estables y menos propensos al cambio— han aumentado un 73% desde 2011.

Esto ha transformado por completo la composición del mercado laboral: los jóvenes menores de 25 años representan apenas el 7,3% de los activos, mientras los mayores de 55 ya son uno de cada cinco trabajadores.

El debate político y social gira en torno a dos posturas: mientras las patronales exigen más migración y flexibilidad, los sindicatos insisten en mejorar las condiciones laborales. Aunque en los últimos años han aumentado los salarios y ha repuntado la inmigración, la caída de la mano de obra ‘prime’ no se ha revertido.

Esto sugiere que las soluciones tradicionales ya no bastan. El problema no reside únicamente en los sueldos o las condiciones, sino en una transformación estructural del mercado laboral. España debe repensar su modelo productivo y hacer frente a una carrera contra la demografía que va perdiendo.

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