No va a pasar, pero debería

Tres medidas simples. Radicales. Urgentes.
The post No va a pasar, pero debería first appeared on Hércules.  El otro día, no sé por qué, me dio un ataque de optimismo. Una especie de brote utópico. Como si me despertara en una España distinta. Una España que quiere avanzar, que quiere prosperar, que deja de mirarse el ombligo para mirar hacia delante. Una España sin complejos. Y entonces me pregunté: si pudiera cambiar tres cosas ahora mismo, solo tres, ¿por dónde empezaría?

No es fácil elegir, créeme. Pero sí: hay tres reformas urgentes que podrían cambiarlo todo. Y no hablo de medidas utópicas, ni de planes a veinte años, ni de frases bonitas con música de fondo. Hablo de cosas concretas. Urgentes. Vitales.

1. Liberalizar el mercado laboral de una vez por todas

En España el trabajo no es libre: es rígido, encorsetado y profundamente desconfiado. El sistema parte de una premisa absurda: que el trabajador siempre necesita protección y el empresario siempre merece sospecha. ¿Resultado? Un modelo laboral donde las relaciones no se basan en la confianza, sino en el miedo mutuo.

No hablamos solo de indemnizaciones o juicios laborales. Hablamos de un marco legal que convierte cada contratación en una trampa potencial. Que obliga a retorcer contratos, a buscar fórmulas intermedias, a contratar sin saber si podrás despedir, a trabajar rodeado de abogados.

La solución es tan obvia que ofende: libertad contractual. El empleo no florece en un campo de minas. Necesitamos otra lógica: que el trabajo vuelva a ser un acuerdo entre adultos, libre, claro y reversible. Flexibilizar el mercado laboral. Hacer fácil contratar y también despedir. Que lo que rija sea el acuerdo entre las partes, no el miedo a la sanción. Que el trabajo no sea una relación de poder, sino de mutuo interés.

Porque el verdadero progreso no llega cuando proteges artificialmente a un trabajador improductivo, sino cuando haces posible que quien vale pueda ser contratado sin miedo. Cuando el talento circula. Cuando el esfuerzo se premia. El empleo no lo crean las leyes, lo crean las condiciones para que se pueda contratar sin terror a las consecuencias.

2. Convertir el suelo en urbanizable por defecto

¿Quieres construir? Mala suerte. En España, todo el suelo es no urbanizable salvo que el burócrata de turno diga lo contrario. Es decir, todo está prohibido salvo lo que el poder autoriza. ¿Te suena de algo?

Este sinsentido bloquea la oferta de vivienda, encarece los precios y convierte el acceso a un piso en un infierno. ¿La solución? Darle la vuelta al planteamiento: todo el suelo debe ser urbanizable salvo que existan razones claras, objetivas y justificadas para limitarlo. Y no razones arbitrarias ni informes de 300 páginas para justificar la parálisis, sino motivos técnicos de verdad: impacto medioambiental real, riesgos geológicos, zonas de protección específica. Todo lo demás, vía libre.

Además, hay que incentivar fiscalmente los proyectos de construcción de vivienda, especialmente en alquiler. Y agilizar las licencias, desburocratizar los procedimientos y eliminar la discrecionalidad política. La vivienda no puede ser rehén de un urbanismo que se comporta como un cortijo, ni de políticos que regulan como si fueran señores feudales.

La falta de vivienda asequible no es un fallo del mercado. Es el resultado de un mercado estrangulado a conciencia. A menor oferta, mayor precio. Es de primero de economía. Pero aquí seguimos tratando la vivienda como si fuera un asunto moral o ideológico, cuando es un problema de incentivos, trabas y escasez artificial.

3. Hacer que ser autónomo no sea un castigo

Lo de los autónomos en España es un escándalo. Un despropósito. Un castigo legalizado. Gente que madruga más que nadie, que arriesga más que nadie, que paga religiosamente aunque no ingrese un céntimo, que vive en la cuerda floja… y encima los crujen. Cotizaciones absurdas, trabas por todos lados, persecución fiscal. ¿Qué país serio trata así a su gente más valiente?

No puedes cortar las alas del emprendimiento y luego quejarte de que no hay innovación, ni empleo, ni futuro. El riesgo que asume un autónomo respecto a un trabajador por cuenta ajena debe ser compensado con una situación fiscal mucho más favorable, no penalizado como si fuera un evasor en potencia.

La solución, otra vez, es sencilla: libertad. Que el autónomo elija cuánto cotiza. Que tribute por lo que realmente gana. Que el Estado deje de ser un socio abusivo que cobra por adelantado pero desaparece cuando hay problemas. Que ser autónomo no sea una heroicidad.

Ya está. Tres reformas. Tres ideas. Tres caminos para volver a creer. No lo veré, seguramente. Ni tú tampoco. Pero por un momento, déjame soñar. Déjame imaginar que en vez de perder el tiempo discutiendo tonterías, alguien se levanta un día y dice: “vamos a hacer esto”.

The post No va a pasar, pero debería first appeared on Hércules.