El encarcelamiento del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, ha desatado una tormenta política en Turquía. Las maniobras del gobierno afectan gravemente la economía y erosionan la confianza de los inversores
The post Fuga de capitales sin precedentes en Turquía tras los episodios de represión a la oposición de Erdogan first appeared on Hércules. La intensificación del enfrentamiento entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su principal opositor, el alcalde de Estambul Ekrem Imamoglu, ha generado un terremoto político que también está golpeando con fuerza los cimientos económicos del país, según economistas y observadores internacionales.
Imamoglu, candidato presidencial del Partido Republicano del Pueblo (CHP), fue arrestado el 23 de marzo tras su detención cuatro días antes, acusado por el gobierno de corrupción y vínculos con terrorismo, cargos que su entorno niega y que sectores opositores consideran un intento de eliminarlo del tablero electoral.
Analistas consideran que este arresto marca una nueva fase en la estrategia de Erdogan para desarticular cualquier alternativa política significativa antes de las elecciones. Sin embargo, este movimiento también ha tenido repercusiones inmediatas en el ámbito económico, particularmente en los mercados financieros.
Selva Baziki, economista de Bloomberg, señala que el Banco Central de Turquía (CBRT) respondió al caos político con fuertes intervenciones cambiarias. Desde el 19 de marzo hasta el 10 de abril, las reservas netas del banco central cayeron en 42.200 millones de dólares. A pesar de ingresos adicionales por exportaciones y oro estimados en 6.500 millones, la estimación total sugiere un gasto de hasta 49.000 millones para frenar la caída de la lira.
Baziki advierte que esta respuesta refleja el aumento de la incertidumbre financiera, amplificada por decisiones políticas con escasa transparencia. Datos oficiales corroboran esta evaluación: las reservas brutas bajaron de 154.300 a 147.500 millones en solo una semana, mientras que las reservas netas cayeron a 38.900 millones. Si se descuentan los acuerdos de swap, el colchón real se reduce a apenas 20.800 millones de dólares.
La detención de Imamoglu también ha erosionado la confianza de los mercados. El 16 de abril, Rasim Ozan Kütahyalı —un comentarista cercano al gobierno— insinuó en televisión que se nombraría un interventor para liderar el CHP, citando presuntas irregularidades internas. La reacción fue inmediata: caída en los futuros de la bolsa Borsa Istanbul y una ola de incertidumbre.
Kütahyalı fue detenido poco después por difundir información falsa, un hecho inusual en el manejo de voces aliadas al poder. Incluso Devlet Bahçeli, líder del MHP y socio de gobierno de Erdogan, criticó duramente la insinuación, llamando al comentarista “uno de los demonios entre nosotros”.
Desde el nombramiento de Mehmet Şimşek como ministro de Finanzas en 2023, Turquía había empezado a recuperar el interés de inversores internacionales gracias a políticas más ortodoxas y tasas elevadas. Esto impulsó operaciones de carry trade, donde los inversores aprovecharon las altas tasas turcas convirtiendo divisas en liras para obtener rendimientos.
Estas operaciones alcanzaron un máximo de 36.500 millones de dólares en marzo. No obstante, desde el arresto de Imamoglu, el capital extranjero ha comenzado a retirarse. Datos del CBRT y del ente regulador bancario indican que 13.200 millones abandonaron las posiciones de carry trade en cuatro semanas. Solo en la última semana, se perdieron 2.100 millones en swaps, reflejando el aumento de la aversión al riesgo.
Şimşek defendió públicamente la caída de las reservas, argumentando que están diseñadas para momentos de crisis. Pero las críticas se acumulan. El líder del CHP, Özgür Özel, acusó al gobierno de usar el dinero público con fines partidarios: “Las reservas no pertenecen a un hombre, sino a todo el país”, afirmó.
El Banco Central subió el 17 de abril su tasa de interés del 42,5 al 46 por ciento, el tercer ajuste del año. También incrementó otras tasas clave, en un intento por contener la inflación y sostener la lira en medio de la inestabilidad.
Aun así, Erdogan no parece dispuesto a retroceder. En una reunión partidaria, arremetió contra el CHP y afirmó que habría más revelaciones legales y políticas. Argumentó que los procesos contra los municipios opositores responden a disputas internas del CHP y no a injerencia oficial.
“¿Por qué nos culpan por un proceso legal que ellos mismos desataron?”, preguntó el presidente. Acusó a la oposición de proteger a figuras corruptas y manipular a la ciudadanía para encubrir sus propias redes de sobornos.
La campaña mediática progubernamental ha reforzado esta narrativa, con reportes diarios sobre presuntos escándalos en gobiernos locales dirigidos por el CHP. Sin embargo, las encuestas reflejan escepticismo creciente: la mayoría de los ciudadanos cree que Imamoglu está preso por razones políticas, no por delitos reales.
Incluso Bahçeli, generalmente alineado con Erdogan, pidió claridad y legitimidad en el proceso judicial. “El Estado debe actuar con pruebas y garantizar la confianza del pueblo”, expresó esta semana.
La presión no recae solo sobre Imamoglu. Al menos cinco alcaldes más del CHP están en prisión preventiva. En zonas clave de Estambul, como Şişli y Esenyurt, el gobierno ha impuesto fideicomisarios para administrar municipios, desplazando a las autoridades elegidas en bastiones de oposición con millones de habitantes
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