Te destruyen en un día. Luego callan para siempre
The post ¿Y ahora quién limpia la mierda? first appeared on Hércules. Hay algo todavía peor que una injusticia: que cuando se demuestra que era una injusticia, no pase absolutamente nada. Nadie repara el daño. Nadie paga por difamar. Nadie pide perdón. Los mismos que arrastraron tu nombre por el barro ahora callan como putas.
Eso es lo que le ha pasado a Nacho Cano. Hace meses, bastó una denuncia oportunamente filtrada para que toda la jauría mediática, alimentada a golpe de subvención pública, se lanzara a destrozarlo. Titulares escandalosos. Tertulias rumiando indignación impostada. X (antiguo Twitter) convertido en un lodazal de linchamiento organizado. La consigna era clara: machacar.
¿La acusación? Que si explotación laboral, que si trata de personas, que si esclavismo moderno. ¡Qué importa! Lo importante era el daño. El escarnio público. Marcarlo como enemigo del régimen y pasarlo por la picadora mediática.
Ayer, la Audiencia Provincial archivó el caso. Sin medias tintas: no había delito. Ni explotación, ni trata, ni esclavismo, ni nada que se le pareciera. Todo era una farsa.
¿Y ahora qué?
¿Dónde están los mismos que abrieron telediarios, escribieron editoriales, pidieron cabezas?
¿Dónde están los justicieros de plató?
¿Dónde están los fiscales de Twitter?
Silencio. Silencio absoluto.
Ni un “lo siento”. Ni una portada de disculpas. Ni un miserable tuit reconociendo el error. Nada. Porque el objetivo nunca fue hacer justicia. El objetivo fue destruir.
Y lo peor de todo es que Nacho Cano no es una excepción. En este país, basta con señalar a alguien, fabricar un escándalo y prenderle fuego mediáticamente. Lo hemos visto de todas las formas y con todos los colores. La maquinaria está engrasada y funciona sola: filtraciones interesadas, medios serviles, linchamiento público.
Y cuando meses después se demuestra que todo era humo, que no había delito, que no había caso, los mismos que jaleaban el escarnio simplemente miran hacia otro lado. Nadie pide perdón. Nadie asume responsabilidades. Porque el objetivo nunca fue buscar la verdad: el objetivo siempre fue destruir.
Lo más repugnante es que ni siquiera es por errores: es por obediencia. Porque muchos de esos periodistas, esos tertulianos, esos “influencers”, no son informadores: son sicarios del poder. Les pagan para manchar reputaciones cuando hace falta. Y les pagan para callar después.
Que no nos engañen: esto no es una excepción. Es el procedimiento estándar. Hoy ha sido Nacho Cano. Mañana puede ser cualquiera que no se arrodille ante el poder.
Así que la pregunta es sencilla:
¿Y ahora quién limpia la mierda?
Respuesta: Nadie. Porque la mierda, en España, ya es parte del sistema.
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