Ahora apretamos nosotros
The post Apreteu first appeared on Hércules. Que no aflojen. Que sientan la presión. Que sepan que ya no controlan el relato sin respuesta.
Apreteu.
Ahora les duele, porque por primera vez en décadas, alguien les planta cara. Ya no pueden dictar lo que está bien y lo que está mal desde sus tribunas pagadas. Ya no cuela. Se les acabó el monopolio de la verdad. Y lo saben.
Hablo de la mafia mediática. De los mercenarios del micrófono. De los fabricantes de relatos al servicio del poder político y económico que les paga. Los que viven del BOE, los que se reparten las subvenciones, los que cobran de gobiernos, partidos, bancos, ONGs con agenda y fundaciones con apellido. Esos que se hacen llamar “periodistas independientes” mientras están más en nómina que un asesor de confianza.
La mayoría de ellos no informa: dirige. No analiza: dispara. No pregunta: condena. Y lo hacen desde platós blindados, columnas impunes y tertulias pagadas con dinero público o privado, pero siempre orientado a una cosa: mantener sus privilegios y ahogar cualquier voz que desafíe su chiringuito ideológico. Esos que te miran con superioridad moral desde la pantalla de la televisión, cobrando de tu bolsillo, mientras te llaman radical por pensar diferente. Esos que se creen intocables, cuando en realidad son el tumor que impide que este país respire libertad.
¿Y qué hacemos nosotros? Apretamos.
Porque ahora tenemos herramientas. Tenemos redes, tenemos canales, tenemos comunidad. Tenemos la verdad cruda que ellos maquillan. Y tenemos sobre todo una cosa que ellos han perdido: credibilidad. Desde las redes, desde los micrófonos libres, con cada mensaje, cada captura, cada corte donde los dejamos en evidencia con sus propias palabras. Ya no tienen la exclusiva de la narrativa, y eso les aterra. Porque sin relato, no son nadie. Sin poder construir enemigos imaginarios, se derrumban.
Y hay que seguir. Con nombres. Con datos. Con vídeos. Hacerles sentir vergüenza. Hacerles sentir el foco que ellos mismos han usado para linchar al disidente. No se trata de jugar sucio, se trata de jugar igual. De entender que la batalla cultural también se gana acorralando al que manipula.
Apreteu. Porque mientras existan los Ferreras, Évoles, Escolares, Pardos, o Barcelós dictando qué se puede pensar y qué no, España seguirá enferma.
Porque ladran para arriba, pero muerden hacia abajo
Mientras sigan mamando del BOE, el sistema seguirá podrido. Mientras nadie les señale, seguirán mintiendo con la seguridad de que nadie les va a toser.
Y eso ya no. Ahora, tosen. Ahora se defienden. Ahora están incómodos. Y eso es buena señal.
Y no, no se trata de censurarlos. Se trata de dar la batalla en el mismo terreno en el que ellos llevan años disparando sin oposición: el relato.
Porque no basta con decir la verdad: hay que decirla mejor que ellos. Más claro. Más valiente. Más constante.
La batalla cultural no se gana pidiendo permiso. Se gana apretando. Y cuando empujas con razón, con claridad y con huevos, se tambalean.
Apreteu.
Porque cada tuit que desmonta una mentira, cada vídeo que corta una manipulación, cada artículo que les deja en evidencia, es una piedra más contra el muro que han construido durante décadas.
Apreteu.
Porque el país no cambiará si seguimos dejando que el pensamiento lo marquen los que viven de su corrupción.
Apreteu.
Porque si no les duele, no están perdiendo. Y si no los señalamos nosotros, nadie más lo hará.
Así que ni un paso atrás. Que tiemblen cada vez que lanzan una consigna. Que duden cada vez que sueltan una falacia. Que sientan que hay millones que ya no se tragan su farsa.
Apreteu. Hasta que revienten.
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