El yihadismo evoluciona en Europa: actores solitarios, radicalización online y nuevas amenazas como Estado Islámico Jorasán
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La amenaza terrorista en Europa ha cambiado radicalmente en la última década. Los atentados masivos perpetrados por células organizadas del Estado Islámico han dado paso a acciones individuales de actores solitarios radicalizados en línea, una evolución que ha obligado a las autoridades a replantear sus estrategias de prevención.
Así lo recoge el último informe del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET), titulado Evaluación e impacto del terrorismo yihadista en la seguridad europea durante la última década (2014–2024), elaborado por su director, Carlos Igualada. El análisis coincide con las valoraciones del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) en su reciente Informe de Seguridad Nacional 2024.
Fin del califato, inicio de nuevas tácticas
La pérdida de capacidades del Estado Islámico central, especialmente tras la caída del autodenominado califato en 2019, marcó un punto de inflexión. Aunque los atentados de París (2015) y Bruselas (2016) fueron perpetrados por células coordinadas, desde 2017 se ha observado una transición hacia un terrorismo de baja complejidad, según Igualada.
Este nuevo modelo se caracteriza por su escasa planificación y un alto grado de improvisación. Los atentados individuales con armas blancas o vehículos se han vuelto recurrentes, como los ataques en Niza o en el mercado navideño de Berlín en 2016. “Estas acciones requieren poca logística y responden a una lógica de actuación inmediata promovida desde canales digitales del yihadismo global”, explica el director del OIET.
El poder del entorno digital
Uno de los pilares de esta evolución ha sido el uso masivo de Internet y redes sociales como herramientas de radicalización y propaganda yihadista. Plataformas como Telegram, TikTok o foros encriptados permiten una difusión casi ilimitada de ideología violenta y manuales de ataque.
“El ciberespacio se ha convertido en el entorno perfecto para captar simpatizantes, difundir mensajes de odio y ofrecer instrucciones prácticas”, advierte el DSN. La autorradicalización es cada vez más veloz y afecta a perfiles diversos: desde menores hasta personas jubiladas, todos potencialmente expuestos a estos contenidos extremistas.
Este fenómeno ha ampliado el espectro de perpetradores y ha complicado la labor de las fuerzas de seguridad. Detectar a tiempo a un actor solitario que decide actuar sin red de apoyo se ha convertido en uno de los mayores desafíos para el contraterrorismo europeo.
Estado Islámico Jorasán, una nueva amenaza global
El informe también destaca el papel emergente de las franquicias del yihadismo internacional, especialmente Estado Islámico Jorasán (ISKP). Esta filial, activa en Afganistán, ha demostrado su capacidad operativa en atentados fuera de su zona de influencia, como los ataques en Kermán (Irán) y Moscú en 2024.
“Igual o incluso más peligrosa que la estructura central del Estado Islámico, ISKP tiene la capacidad y la intención de proyectar su violencia en Europa”, subraya Igualada. Su carácter descentralizado y su habilidad propagandística la convierten en una amenaza prioritaria para los servicios de inteligencia.
Retos clave en la lucha contra el yihadismo
El director del OIET identifica varios desafíos para las instituciones europeas:
- Prevención de la radicalización juvenil: Programas educativos y sociales eficaces son cruciales para impedir que más menores abracen el extremismo.
- Vigilancia de los centros penitenciarios: Las cárceles se han convertido en focos de captación y adoctrinamiento yihadista. La reincorporación de radicalizados a la sociedad tras cumplir condena plantea riesgos adicionales.
- Control de retornados: Los combatientes extranjeros que vuelven a sus países tras luchar en Siria o Irak representan un peligro por su experiencia militar y capacidad de liderazgo ideológico.
- Monitorización digital: La tecnología debe ser aliada para rastrear señales de radicalización en redes y prevenir ataques.
La transformación del terrorismo islamista desde estructuras organizadas hacia modelos descentralizados ha provocado que los esfuerzos se orienten cada vez más a la detección preventiva y al seguimiento de individuos potencialmente peligrosos antes de que actúen.
Una amenaza persistente, aunque menos letal
Desde los atentados de Barcelona y Cambrils en 2017, que causaron 16 muertos, no se ha producido ningún ataque yihadista en Europa con más de cinco víctimas mortales. Sin embargo, los expertos advierten que esta menor letalidad no implica una amenaza reducida, sino más difusa y compleja.
“El éxito actual del yihadismo no está tanto en la destrucción material como en su capacidad de mantener viva su narrativa, reclutar nuevas generaciones y desestabilizar con actos imprevisibles”, concluye el informe.
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