¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar, con la energía por el suelo, constantes dolores de cabeza y problemas digestivos que inclusive has normalizado? Aunque a veces lo pasas por alto, tu cuerpo te envía mensajes, sutiles o persistentes, para decirte que algo no está del todo bien. Y aunque ya es costumbre atribuirlo
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Así lo sugiere la dietista y nutricionista Sandra Moñino, quien comparte una experiencia muy personal con la que cambió su forma de entender la salud: “Mi cuerpo me pedía ayuda. Descubrí que era celíaca cuando aprendí a escucharme”. Desde entonces, una parte de su trabajo se ha orientado a enseñar a sus pacientes a escuchar las señales de su cuerpo y, sobre todo, a adoptar hábitos alimentarios para mejorarlo.
El cuerpo avisa que algo está fallando
Según el relato de Moñino, antes de ser diagnosticada con celiaquía, los dolores de cabeza eran una constante en su vida. Además, manifestaba síntomas de alergias primaverales “increíbles” como congestión nasal severa y picazón excesiva en los ojos. Su piel, ciertas veces, mostraba alteraciones como eccemas y urticarias que eran atribuidas al estrés.
La cosa no paraba allí. Problemas como el insomnio, la falta de energía y el malestar digestivo comenzaron a interferir en su día a día. Los gases intensos, sumados a la diarrea o a las heces pastosas, eran algo que la incomodaban y la hacían sentir avergonzada. “Una serie de cosas que no son normales y que nos invitan a prestar más atención”, apunta.
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De la normalización al descubrimiento
Como le sucede a muchas personas, Sandra cuenta que tardó muchos años en descubrir lo que le generaba tanto malestar. A pesar de su experiencia como dietista, normalizó las señales, atribuyéndolas a la tensión diaria. Los cambios fueron posibles solo tras cuestionarse si lo que comía estaba relacionado.
Después de años sintiéndose mal y sin una causa clara, su marido la impulsó a aplicar en sí misma los principios de nutrición que ya enseñaba a sus pacientes. Fue al eliminar algunos tipos de alimentos, entre ellos las fuentes de gluten, cuando observó una respuesta “brutal” en su cuerpo.
Descubrió que tenía celiaquía, una enfermedad en la que el consumo de gluten (una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno) genera una respuesta inflamatoria exagerada que afecta la pared del intestino delgado y la correcta absorción de nutrientes. Al notar que la alimentación lograba “neutralizar” su enfermedad, decidió especializarse aún más en este campo.
No es solo el gluten, son los procesos de refinamiento y ultraprocesado
En pacientes con celiaquía, el sistema inmunitario detecta el gluten como un peligro potencial, respondiendo con inflamación excesiva. Sin embargo, apunta Sandra, este no es el único problema del pan moderno y otros alimentos que contienen esta proteína. La harina de trigo actual y sus procesos de fermentación nada tienen que ver con el pan de antaño.
Este “pan de gasolinera”, como ella lo denomina, atraviesa procesos de refinado y ultraprocesado que reducen su contenido de fibra y nutrientes. Por eso, su consumo puede generar picos de glucosa más altos que, si se repiten con frecuencia, podrían contribuir a la resistencia a la insulina y a ciertos procesos inflamatorios, incluso en personas que no tienen intolerancia al gluten.
Su consumo excesivo también puede producir una alteración en el equilibrio bacteriano del intestino, favoreciendo un ambiente proinflamatorio. No sucede igual en todas las personas, pero el riesgo potencial aumenta con factores como una dieta poco equilibrada, sedentarismo o predisposición genética.
La clave es observar cómo reacciona tu cuerpo
Sin duda alguna, una de las principales lecciones que te deja Sandra Moñino con su experiencia es que el autocuidado empieza por la autoobservación. En medio de las ocupaciones diarias, es común minimizar esas señales que indican que algo no le está sentando bien a tu cuerpo.
Sin embargo, no es normal que te hinches siempre que comes, que pierdas energía y ánimo, ni mucho menos que sufras alteraciones en tu piel. Si te ocurre así, presta atención. Intenta hacer pequeños ajustes en tu alimentación, preferiblemente con asesoría médica o profesional, para asegurarte de cubrir todos los nutrientes y hacer un seguimiento de cómo reacciona tu cuerpo. No descubrirás todo de la noche a la mañana, pero empezar a ser consciente es un gran primer paso.
Créditos imagen: la Sandra Moñino en la emisora de radio española COPE (izquierda).
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