¿Duermes con una almohada vieja? Estos 5 riesgos te afectan cada noche

¿Duermes con una almohada vieja? Estos 5 riesgos te afectan cada noche

Las almohadas suelen pasar desapercibidas en la rutina del dormitorio, pero su estado puede influir más de lo que parece en la calidad del descanso. Con el uso diario, los rellenos se comprimen, pierden firmeza y dejan de ofrecer el soporte cervical necesario. Además, acumulan ácaros, humedad y residuos que afectan tanto la salud como
The post ¿Duermes con una almohada vieja? Estos 5 riesgos te afectan cada noche appeared first on Mejor con Salud.  Las almohadas suelen pasar desapercibidas en la rutina del dormitorio, pero su estado puede influir más de lo que parece en la calidad del descanso. Con el uso diario, los rellenos se comprimen, pierden firmeza y dejan de ofrecer el soporte cervical necesario. Además, acumulan ácaros, humedad y residuos que afectan tanto la salud como el confort. Aunque cada material tiene una vida útil distinta, los expertos recomiendan reemplazarlas cada uno o dos años para evitar estos problemas.

Si no recuerdas cuándo compraste la tuya, haz esta prueba rápida de doblado: coge la almohada (sin la funda) y dóblala por la mitad. Si vuelve a su forma original rápidamente, todavía tiene vida útil. Si tarda mucho en recuperarse, ha perdido su soporte y es hora de cambiarla.

Para que lo tengas en cuenta, a continuación te contamos cinco riesgos comunes de seguir usándola más tiempo del recomendable.

1. Dolor cervical por falta de soporte

Una almohada vieja tiende a aplanarse y perder firmeza con el uso. Al dejar de ofrecer el soporte necesario, ya no cumple su función principal: mantener la alineación correcta entre la cabeza, el cuello y la columna durante el descanso. Como resultado, la cabeza puede inclinarse en ángulos incómodos durante horas, lo que favorece el dolor cervical, la rigidez en los hombros e incluso los dolores de cabeza tensionales al despertar.

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2. Acumulación de ácaros del polvo y alérgenos

Con el tiempo, las almohadas se transforman en un ecosistema ideal para los ácaros del polvo, que se alimentan de las células muertas de la piel. También acumulan sudor, saliva y aceites corporales, creando un entorno propicio para alérgenos. En personas con alergias o asma, esto puede provocar estornudos al despertar, congestión nasal o picor en los ojos.

3. Problemas en la piel y acné

La funda de la almohada absorbe aceites de la piel, productos para el cabello y bacterias del rostro. Si además la almohada que estás usando es vieja y está saturada de suciedad acumulada, esa mezcla se transfiere nuevamente a la cara cada noche. Esto puede obstruir los poros, favorecer brotes de acné y provocar un tipo específico llamado “acné mecánico”, causado por la fricción constante.

4. Interrupción del sueño y menor calidad del descanso

Una almohada que ha perdido su forma, está plana o tiene bultos es incómoda. Esto nos obliga a cambiar de postura constantemente durante la noche en un intento inconsciente por encontrar una posición cómoda, lo que provoca microdespertares que interrumpen los ciclos de sueño profundo. El resultado es que, aunque hayas “dormido” ocho horas, te despiertes con sensación de cansancio.

5. Crecimiento de moho y malos olores

La humedad del sudor y la saliva queda atrapada en el relleno de la almohada. En un ambiente cálido y oscuro, esta humedad crea las condiciones perfectas para el crecimiento de moho y bacterias. Además de los malos olores que esto genera, dormir sobre una almohada contaminada puede exponerte a esporas que afectan la salud respiratoria.

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¿Cómo cuidar tu almohada para prolongar su vida?

Aunque el reemplazo es inevitable, puedes mantener tu almohada en mejores condiciones durante más tiempo. Para ello, sigue estas recomendaciones:

  • Usa un protector de almohada: es una barrera eficaz contra la humedad, los ácaros y los alérgenos.
  • Lava las almohadas cada 3-6 meses: siempre que el material de relleno lo permita (revisa la etiqueta).
  • Airea tus almohadas regularmente: preferiblemente al sol, para eliminar la humedad y refrescarlas.

Dormir bien no depende solo del colchón o de la cantidad de horas. La almohada que usas cada noche también influye en tu descanso, tu piel y tu salud respiratoria. Si has notado molestias al despertar o simplemente no recuerdas cuándo la cambiaste, quizá sea momento de revisar su estado. Renovarla no es un gasto innecesario: es una inversión sencilla y efectiva en tu bienestar diario.

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