“La vida no es corta, perdemos mucho de ella”: la guía estoica de Séneca para vivir sin remordimientos

“La vida no es corta, perdemos mucho de ella”: la guía estoica de Séneca para vivir sin remordimientos

Vivimos atrapados en la constante sensación de que el tiempo no alcanza. Nos levantamos todas las mañanas en piloto automático, y el día se pasa en medio de obligaciones laborales, dramas personales, notificaciones en el teléfono y un sinfín de estímulos que se roban nuestra atención.   Hace casi dos mil años, el filósofo estoico Séneca
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Hace casi dos mil años, el filósofo estoico Séneca advertía que podemos tener toda una vida por delante y aún así dejar que se nos escape por las manos. En su obra De la brevedad de la vida, este sabio pensador escribió que “no es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho”. Una verdad que sigue muy vigente en la actualidad. 

En qué perdemos el tiempo según Séneca

Los seres humanos somos criaturas curiosas. Vivimos creyendo que siempre habrá un mañana disponible, posponiendo las cosas importantes para después. Creemos que en el futuro tendremos tiempo de sobra para dedicarnos a lo que nos hace felices, pero los días pasan sin reparo y esos sueños rara vez se cumplen.

Para Séneca, este ingenuo autoengaño es una de las formas más sutiles de perder la vida sin notarlo. El filósofo romano hablaba de varios “ladrones de tiempo”, entre ellos la dispersión en cosas triviales, los compromisos que aceptamos por inercia, la búsqueda de aprobación y la procrastinación.

A pesar de los siglos, estos “ladrones de tiempo” nos siguen afectando y se disfrazan de reuniones que no llevan a nada, salidas con personas que no nos agradan, la necesidad de mostrar una vida perfecta y los proyectos que siempre dejamos para mañana. 

4 ejercicios estoicos para invertir mejor tu tiempo

Si quieres recuperar el control de tu vida y dejar de desperdiciar tus mejores años navegando en piloto automático, integrar en tu rutina las siguientes prácticas estoicas puede ayudarte a vivir con más intención.

1. Analiza qué haces en tu día a día

El primer paso para poder invertir mejor tu tiempo y vivir sin remordimiento es saber en qué se nos va el día. Durante una semana, registra con honestidad cómo usas tus horas. 

Luego, clasifica cada actividad en tres categorías. Lo esencial (aquello que nutre y te hace crecer), lo funcional (las cosas que debes hacer) y el tiempo perdido (lo que haces por inercia). Cuando identificas a los “ladrones de tiempo” que viven en tu rutina, recuperas el poder de decidir en qué quieres invertir tu vida.  

2. Reserva tiempo para hacer lo que te apasiona

La mayoría de nosotros intentamos encajar las actividades esenciales de nuestra vida (como leer, pintar, tejer, ejercitarte, aprender, descansar, etc.) en los huecos que quedan después de cumplir con nuestras obligaciones. Séneca proponía lo contrario, darle prioridad a lo que nutre la vida y protegerlo como un tesoro. 

Para ello, define en tu agenda un par de horas sagradas para hacer lo que te llena el corazón. Puedes salir a caminar en silencio, dedicar una hora a leer un libro, jugar con tu mascota o meditar en las noches. Eso sí, dale a estas actividades la misma seriedad que le pones a tus obligaciones. 

3. Crea una lista de cosas que dejarás de hacer

Los estoicos creían que no debíamos gastar nuestra energía en lo que no contribuye a una vida satisfactoria. Así que en lugar de hacer una lista de cosas por hacer, mejor identifica esas actividades en las que dejarás de perder el tiempo. Por ejemplo: 

  • No aceptaré salidas a las que no quiero ir. 
  • Dejaré de revisar el teléfono cada 5 minutos.
  • No voy a abrir el correo laboral fuera del horario. 
  • Evitaré participar en conversaciones inútiles en Internet. 
  • Controlaré el impulso de abrir Instagram u Tik-Tok cuando me aburra.
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4. Haz una revisión estoica al final del día

Para evitar que los días pasen sin darte cuenta, los estoicos practicaban un ejercicio sencillo, pero poderoso, analizar con honestidad cómo vivieron cada día. Antes de dormir, dedica 5 minutos para hacerte tres preguntas simples. ¿Qué hice bien hoy?, ¿qué podría mejorar? y ¿qué aprendí?

Este pequeño hábito puede convertirse en una gran herramienta de autoaprendizaje y de agradecimiento. Te permite cerrar el día con claridad y reconocer tus avances, apreciando lo bueno y lo malo que sucedió para evitar que la vida se vaya sin que lo notes.

Así que ya sabes, si sueles posponer tus sueños o las cosas que te hacen feliz porque “no tienes tiempo”, replantéate esa idea dos veces. Los días se pasan en un un abrir y cerrar de ojos, pero como recordaba Séneca, la vida en sí misma no es corta, es que la desperdiciamos en lo que no importa.

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