Cuando bajan las temperaturas, las uñas también pueden volverse más frágiles, abrirse en capas o partirse más de lo habitual. No es un descuido; el clima frío, la calefacción continua y los cambios bruscos entre el exterior y los interiores calientes crean un entorno que las vuelve más vulnerables. Ese contraste reduce la humedad natural
The post ¿Uñas quebradizas en invierno? Guía para hidratarlas y fortalecerlas appeared first on Mejor con Salud. Cuando bajan las temperaturas, las uñas también pueden volverse más frágiles, abrirse en capas o partirse más de lo habitual. No es un descuido; el clima frío, la calefacción continua y los cambios bruscos entre el exterior y los interiores calientes crean un entorno que las vuelve más vulnerables.
Ese contraste reduce la humedad natural de la uña y compromete la flexibilidad de la queratina, la proteína que le da estructura. Cuando la queratina se deshidrata, pierde elasticidad y la uña se vuelve más propensa a romperse. Por eso, durante el invierno, una estrategia de hidratación enfocada en retener agua dentro de la lámina puede marcar la diferencia entre uñas que se quiebran y uñas que permanecen fuertes.
¿Por qué las uñas se quiebran más en invierno?
La lámina ungueal es porosa y pierde agua con facilidad. Cuando el ambiente se vuelve más seco, esa pérdida se acelera y la queratina no logra retener la hidratación suficiente para mantenerse elástica. Al volverse rígida, cualquier presión —golpes leves, fricción, incluso teclear— puede provocar quiebres o capas que se desprenden (onicorrexis).
Lavar platos sin guantes, usar detergentes fuertes o exponer las manos a agua muy caliente erosiona la barrera lipídica que protege la uña. Sin esa película, el agua se evapora más rápido y la deshidratación se intensifica.
Incluso uñas resistentes pueden resentirse en estos meses porque su estructura tarda más en recuperarse en ambientes secos. Reforzar la hidratación y sellarla con productos emolientes ayuda a conservar el agua dentro de la lámina y reduce la fragilidad.
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La hidratación: el paso más importante para mejorar su flexibilidad
Hidratar las uñas implica usar productos diseñados para retener agua dentro de la lámina, no solo crema de manos. Los bálsamos enriquecidos con aceites vegetales —como jojoba, almendra o argán—, ceramidas o mantecas ligeras ayudan a restaurar la superficie y a mantenerla flexible. Aplicarlos varias veces al día, sobre todo después de lavarte las manos, mejora la resistencia frente al uso cotidiano.
Los aceites para cutículas complementan este cuidado. Aunque están formulados para la piel del contorno, penetran de manera parcial en la uña y favorecen que se mantenga maleable, algo especialmente útil si usas gel o esmalte tradicional, ya que reducen el desgaste entre aplicaciones.
Antes de dormir, usa una crema rica en emolientes. Durante la noche, estos ingredientes permanecen más tiempo sobre la piel y ayudan a mantener la hidratación en la uña. Con constancia, la lámina se vuelve más uniforme y menos propensa a romperse.
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Hábitos que protegen tus uñas
Usar guantes de goma puede ayudarte, ya que evitan el contacto directo con agua caliente, jabón y detergentes que desgastan la superficie de la uña. Al salir, unos térmicos serán útiles para proteger la queratina de las uñas del impacto del clima frío.
Mantener una longitud moderada también reduce el riesgo de quiebre. Las uñas largas se doblan más y reciben mayor presión en las tareas cotidianas. Cuando vayas a limarlas, hazlo siempre en una sola dirección, así evitarás microfisuras.
Finalmente, las bases fortalecedoras con queratina, calcio o biotina crean una capa protectora adicional. Aportan estabilidad a la lámina y mejoran su resistencia cuando notas que se vuelve más frágil durante el invierno.
Cuidar las uñas en invierno no exige rutinas complejas, solo constancia. Mantener la hidratación, protegerlas durante las tareas del día y evitar el desgaste innecesario hará que se mantengan más flexibles y resistentes. Con estos hábitos, tus uñas podrán enfrentar el frío sin romperse ni debilitarse.
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