Los británicos inundan a diario y sin control un espacio marino protegido por la UE con aguas fecales y otros desechos
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Imagen: iStock
El 10 de septiembre, Día Nacional de Gibraltar, el rey Carlos III elogió la labor de la colonia británica en materia de conservación ambiental. Reconoció el esfuerzo de Gibraltar por preservar más del 30% de su territorio mediante reservas naturales marinas y terrestres y por implementar estrategias de cambio climático. Entre las iniciativas, destacó la conversión de plazas de aparcamiento en áreas verdes. Sin embargo, este mensaje, aunque esperanzador, contrasta con las prácticas actuales del Peñón que siguen afectando gravemente el entorno natural.
Contaminación en aguas internacionales y zona protegida
Uno de los problemas ambientales más persistentes y controvertidos es la falta de tratamiento de aguas residuales en Gibraltar, que se vierten sin procesar en aguas circundantes. España reclama la soberanía de estas aguas, amparándose en el Tratado de Utrecht de 1713, aunque Reino Unido las considera de su jurisdicción. Este vertido constante de residuos sin depuración ha motivado la denuncia de conservacionistas como Verdemar-Ecologistas en Acción, que alertan sobre los daños en la Zona de Especial Conservación del Estrecho Oriental, un espacio de alto valor ecológico y protegido por la Unión Europea.
Las reacciones de conservacionistas y políticos locales
Las imágenes de residuos en las redes de pesca y restos de toallitas y desechos en el agua generaron críticas. La organización Verdemar-Ecologistas en Acción, uno de los pocos grupos críticos de la gestión ambiental en Gibraltar, recalca que estos vertidos representan una amenaza para la biodiversidad de un área con especies como el delfín mular, la tortuga boba y la marsopa común. A nivel político, el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, se ha manifestado enérgicamente contra el impacto ambiental y territorial de Gibraltar, denunciando la expansión de su superficie a costa de las aguas españolas y pidiendo una respuesta oficial por parte del Gobierno central.
El desafío de abastecimiento y tratamiento del agua
Con apenas seis kilómetros cuadrados y sin fuentes de agua dulce propias, Gibraltar se abastece mediante un sistema de ósmosis inversa que convierte agua de mar en potable. El agua salobre se emplea para necesidades sanitarias y limpieza, pero toda el agua residual, debido a las complejidades técnicas y financieras, se descarga sin tratamiento al mar. Aunque Gibraltar intenta desde hace años construir una planta de tratamiento, el proyecto ha enfrentado retrasos debido a la insolvencia de empresas seleccionadas previamente. La estación depuradora, que se construirá en Punta Europa, sigue en proceso, y el ministro de Medio Ambiente de Gibraltar, John Cortés, estima que su finalización será posible en dos años.
Ambiciosos proyectos urbanísticos y el límite del territorio
A la falta de tratamiento de aguas residuales se suma la expansión territorial de Gibraltar mediante rellenos sobre aguas españolas, una práctica denunciada por los conservacionistas. La Fiscalía de Medio Ambiente en España ha admitido a trámite una denuncia por la extracción de materiales de una cantera en Málaga, destinados a uno de estos proyectos de expansión en la Zona Este de Gibraltar. La denuncia recalca los impactos negativos de estos rellenos sobre la Zona de Especial Conservación y advierte de los posibles efectos de esta expansión sobre la fauna y flora protegidas del Estrecho.
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