El «I’m back» del mejor baloncestista de todos los tiempos marcó su regreso a las pistas y el inicio de la segunda etapa de la dinastía más famosa con los Chicago Bulls.
The post A 30 años del comunicado que cambió la historia del baloncesto first appeared on Hércules. El 18 de marzo de 1995, F.A.M.E, la marca de representación de jugadores de la NBA dirigida por David Falk, dio a conocer un breve comunicado en nombre de su representado más famoso. Tan breve era que solo contenía dos palabras: “I’m back” (“Estoy de regreso”). Ni falta hacía la firma. El mundo entero sabía de quien se trataba. Michael Jordan volvía a jugar. Se ponía en marcha una nueva y espectacular historia, la segunda mitad de la dinastía que marcó para siempre el baloncesto.
Pero antes de ahondar en aquel momento, algo de contexto. Nos retrotraemos a octubre de 1993. Su Majestad venía de conseguir tres anillos al hilo con los Chicago Bulls y múltiples reconocimientos como MVP. Tenía 30 años, mucho para dar. Sin embargo, contra todo pronóstico y para sorpresa del mundo entero, Michael tomaba la decisión de retirarse. The Berto Center, centro de entrenamiento de los Bulls, fue el escenario de la conferencia de prensa en la que el 23 comunicó la bomba. Y las especulaciones comenzaron a rodar.
La versión oficial indicaba un cansancio. Falta de motivación, de deseo para seguir. Las extraoficiales fueron muchas. Al innegable impacto y tristeza que le provocó la muerte James, su padre, asesinado el 23 de julio de ese mismo año mientras dormía en su auto en una carretera de Carolina del Norte, se le sumó el abrumador escrutinio público que sufría. Michael era por aquel entonces la figura pública más famosa del planeta. Los medios lo perseguían y le cuestionaban absolutamente todo. El peso de ser tan reconocido le había generado un desgaste difícil de tolerar.
Pero había una versión más difundida y hasta el momento nunca reconocida que hablaba de una supuesta adicción al juego. La llamada “suspensión encubierta” por parte de la NBA. David Stern, comisionado de la liga, le habría pedido que se retire para evitar el escándalo que hubiera supuesto una suspensión oficial. También se decía que MJ ya venía considerando el retiro luego de la medalla dorada en Barcelona 1992 y que la muerte de su padre fue el empujón final. Sea como sea, Jordan dejaba el baloncesto para probar suerte en el baseball y de esa forma cumplir una promesa que le había hecho a James.
“I’m back”
“La palabra ‘retirarse’ significa que puedes hacer lo que quieras. Si en algún momento siento el deseo de volver a jugar, tal vez eso sea lo que quiera hacer”, había manifestado a la prensa allá por octubre de 1993. Y evidentemente, el deseo regresó. A menos de dos años de su retiro y con esas tres palabras que ya tienen entidad propia, Air Jordan volvía ser jugador de baloncesto. Ya no con su clásico 23, retirado en honor a él mismo, sino con la 45 en la espalda. Era solo un detalle. Volvía el show.
Se reestrenó un día después del comunicado, ante Indiana Pacers. Su 19 puntos no evitaron la derrota, pero a los pocos días marcaba 55 ante los Knicks en el mismísimo Garden. El 9-1 desde su vuelta levantó una discreta temporada de los Bulls y los depositó nuevamente en playoffs, donde tras superar a Cleveland en primera ronda, cayeron frente a los Orlando Magic.
“No se parece al Jordan de los viejos tiempos”, declaró Nick Anderson, escolta de Orlando, tras el primer juego de la serie. Y tenía razón: Michael perdió los dos últimos balones en el encuentro decisivo, algo inédito en su carrera. Era la primera vez que los Bulls eran batidos con Jordan en pista desde los Bad Boys de Detroit Pistons en 1990.
El segundo “three-peat”
Competitivo como nadie, Jordan se alimentó de aquella derrota. Se entrenó al máximo en el verano de 1995 y recuperó todo su fuego para la temporada. Ya con el dorsal 23 y con la incorporación de Dennis Rodman, los Bulls arrasaron con una marca de 72-10 que no sería superada hasta 2015/16 por los Warriors de Curry. Los Seattle Supersonics de Gary Payton y Shawn Kemp apenas dieron batalla en la final y los Bulls se calzaron un nuevo anillo.
En 1996/1997, Chicago estuvo a punto de volver a un registro superior a las 70 victorias, sin embargo dos caídas en el tramo final dejaron un saldo de 69-13. Jordan no fue elegido MVP de la temporada regular, distinción que le correspondió a Karl Malone. Pero poco le importó. En las finales contra el Utah Jazz del ‘Cartero’ y de John Stockton, sacó a relucir todo su repertorio, incluso en el recordado “Flu Game” que salió a jugar con fiebre y vómitos. Como era de esperarse, fue elegido MVP de las finales por quinta vez.
La mágica historia de su regreso se cerró en 1997/98, la temporada más terrenal de su segundo ciclo, al menos en el todos contra todos. Porque en la serie final el rival sería nuevamente Utah y el MVP, nuevamente Michael. Su impactante actuación en el sexto y definitivo juego en el Delta Center, robándole un balón clave a Malone y encestando el doble del triunfo con Bryon Russell desparramado en el suelo, fue el broche de oro de una etapa que marcó a fuego la historia del deporte. Y que colocó a Michael en el lugar de leyenda.
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