Un soldado criollo convertido en emperador, el Napoleón mexicano.
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Agustín de Iturbide: general y político del siglo XIX
Agustín de Iturbide es uno de esos generales emblemáticos de la América posnapoleónica, lo que los historiadores han definido como un “general político”.
Y es que no fueron dos o tres los militares que tomaron la pluma y subieron al estrado para dar forma a sus futuras naciones a través de los pronunciamientos (conspiraciones políticas cívico-militares presionando al Gobierno central desde las periferias con un líder carismático) o los golpes de estado (a través de la violencia y las fuerzas armadas) en el transcurso del siglo XIX hispanoamericano. En esta larga lista contamos con militares de la talla de San Martín, Bolívar, José María Morelos, Bernardo O’ Higgins, Antonio José de Sucre y un largo etcétera.
Todos estos militares y políticos tienen un nexo común y origen en los virreinatos de la Monarquía Hispánica y, curiosamente, todos ellos se vieron afectados de un modo u otro por la imagen del emperador francés Napoleón Bonaparte.
Recientemente el Dr. Joaquín E. Espinosa ha coordinado un monográfico sobre esta temática (las influencias de Napoleón en el continente americano) en Americanía: Revista de Estudios Latinoamericanos, que edita la Universidad Pablo de Olavide. En esta publicación el historiador señala que:
“la propia imagen del Corso (Napoleón) se convirtió en el modelo hegemónico del militar ideal para muchos espacios hispanoamericanos, muy concretamente en libertadores de la talla de Simón Bolívar y, sobre todo, Agustín de Iturbide, quien lo emularía al grado de convertirse en emperador de su recién independizada nación y que seguiría el ritual más semejante posible respecto al que en 1804 se escenificó en Notre-Dame de París”.
Joaquín E. Espinosa, del Centro de Investigaciones Históricas de América Latina-CIHAL, se ha dedicado los últimos años al estudio del proceso de independencia de la Nueva España, junto con el ejército virreinal y peninsular en la primera mitad del siglo XIX y la figura de Agustín de Iturbide. En este sentido, destacan sus libros “Bicentenario del fusilamiento de Agustin de Iturbide y de la consolidación de la República mexicana en Tamaulipas” (2024), “La empresa eternamente memorable. México hacia la independencia trigarante de 1821” (2023) y “Que se organicen sus pueblos. Agustín de Iturbide y la contrainsurgencia en la comandancia de Guanajuato (1813-1816)” (2022).
Procedemos a conversar con Joaquín y a bucear por la historia del México decimonónico:
¿Quién es Agustín de Iturbide y cuál es su papel en las independencias?
Iturbide representa en el proceso de independencia novohispano al personaje atípico a la vez que común. Me explico: se trata de un criollo que se enroló en la milicia provincial de su ciudad natal (Valladolid de Michoacán) a la edad de 14 años, en 1797, miembro de la élite provincial en una familia acomodada dentro del juego político (su padre fue un vasco que llegó a ser regidor perpetuo). Así, cuando en 1810 estalló la revolución armada de los insurgentes, él ya formaba parte de las fuerzas del rey, y no se separaría de ellas ni cuando la mayoría de sus compañeros de regimiento se ligaron a la rebelión. Esto lo hace atípico, ya que se ha pensado que la mayoría (cuando no la totalidad) de criollos sirvió a las fuerzas de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende (él mismo, capitán de milicia), en tanto que el núcleo principal del realismo fidelista tendría que ser peninsular. Pero esto es impreciso, y de ello da cuenta el propio Iturbide. Pues no solo él, sino también una serie de soldados, igualmente milicianos, ya estuvieran alistados antes de septiembre de 1810 (en la menor parte) o se sumaran a las filas virreinales a partir de entonces (los más), asumieron como suya la defensa del soberano y sus intereses, y no desistirían hasta muy pasados los años, cuando en pleno Trienio Liberal se abrió una nueva etapa y un nuevo proyecto de independencia. Es decir, que Iturbide no es sino el más visible de todo un grupo de criollos milicianos al servicio de la Corona hasta 1820, lo que hace su caso más común.
Agustín de Iturbide comenzó su carrera militar al servicio de la Monarquía ¿Nos puedes hablar más de esta etapa?
El estatus socioeconómico, las circunstancias de su ciudad (una de las más importantes del virreinato) y sobre todo sus ambiciones, considero que son los tres elementos que hicieron previsible su ingreso a uno de los cuerpos de milicias provinciales organizadas en los virreinatos americanos a partir de la crisis de ocupación de La Habana (1762). Y eso marcaría su actuar a partir de entonces, pues como dije ingresó a la temprana edad de 14 años, en calidad de subteniente de bandera, y de ahí llegaría hasta coronel, obteniendo la mayoría de los ascensos en el periodo de guerra, como es lógico. Durante esos años iniciales, y ya en vísperas de la crisis de ocupación napoleónica a la Península, Iturbide mantendría contacto con diversos futuros conspiradores y revolucionarios, pero su fidelidad seguiría firme, ocupándose de perseguir más que apoyar a esas células subversivas.
¿Militar o político? ¿De estos dos roles, cuál era el predominante?
Como en cualquier caso, la vida de este personaje es cambiante y no lineal, es decir, que no siempre fue el mismo su pensamiento ni las motivaciones que dieron origen a sus acciones, y eso lo menciono para señalar que podríamos ver al Iturbide militar (miliciano) y al Iturbide político con algo de autonomía el uno del otro, e incluso en medio de ciertas contradicciones.
El militar/miliciano, que surgió en 1797, concluyó sus servicios en 1821, cuando fue nombrando Generalísimo y Almirante del Imperio mexicano, al tiempo que se le concedía el encargo de regente del mismo Estado, abriéndose simultáneamente su etapa de político. Esto dicho en términos de sus ocupaciones. Ahora bien, si nos referimos a su perfil de militar y de político, he de decir que ambos existieron de manera conjunta desde su paso a la vida adulta, y que no desistiría hasta el último de sus días, pues mi propuesta interpretativa (planteada en mi tesis doctoral) es que el sentido de pertenencia a la corporación armada fue la que marcó sus acciones y perfiló su identidad política, primero fidelista y luego independentista, pero siempre como un seguidor del orden y la paz, la cual buscó conquistar en ambas etapas.
En el dossier publicado en “Americanía” señalas la estrecha relación entre la figura de Iturbide y la de Napoleón. ¿Nos puedes exponer más ejemplos?
En el texto de presentación al dossier “Ecos Napoleónicos en Hispanoamérica” se menciona brevemente el impacto y ascendiente que alcanzó la figura de Napoleón Bonaparte en América, ligándose muy estrechamente con las figuras de libertadores como Simón Bolívar (que habría estado en la coronación del emperador francés), José de San Martín y Agustín de Iturbide, quienes no estarían alejados de posturas monárquicas. De hecho, sería este último quien llegaría a emular lo hecho por el francés, ya que en 1822 sería coronado emperador mexicano, siguiendo muy de cerca el rito y ceremonial ejecutado en Notre-Dame en 1804. Tal como sucedió en Europa, también en América el perfil napoleónico se volvió el hegemónico entre los militares de su época, teniendo su eco inmediato en España con Rafael del Riego y luego pasando a las nuevas repúblicas ultramarinas en personajes como los mencionados jefes de las independencias.
¿En qué consistió el Imperio de Iturbide? ¿Cuáles fueron los motivos de su caída?
Nutrido de la corriente política gaditana, y sobre todo basándose en el proyecto de gobernanza que promovieron Riego y los militares pronunciados en Las Cabezas de San Juan en 1820, Iturbide trazó un gobierno monárquico constitucional para regir el país una vez conseguida su independencia.
Por ello, en su Plan de Iguala (publicado en esa población el 24 de febrero de 1821) destacó junto a las Tres Garantías (Religión, Independencia y Unión) la forma monárquica, que fue puesta en vigor a partir del mes de septiembre de ese mismo año y se prolongaría hasta enero de 1824, cuando se declaró la federación. Iturbide fungiría como titular de los organismos en que estuvo depositado el poder ejecutivo, primero como regente y luego como emperador, mas su impericia política y sus errores provocaron una prematura declinación de su autoridad y lo llevaron a abdicar apenas 10 meses después de haber sido proclamado emperador.
¿Es Iturbide un personaje histórico desconocido para el público español?
A mi parecer, sí que lo es. Recorriendo el parque del Oeste de Madrid, donde se encuentran algunas estatuas de libertadores americanos, resulta que no es él quien destaca como héroe mexicano, sino el cura Miguel Hidalgo, iniciador del movimiento de emancipación. Lo mismo si se visitan las estatuas que figuran en los alrededores del Parque María Luisa de Sevilla, donde se observan otros tantos monumentos, pero de Iturbide nada. Solo una calle con su nombre en el Pinar del Rey en la capital española.
Algo habrá tenido que ver el hecho de que, a diferencia de los demás dirigentes de las independencias en Hispanoamérica, el mexicano fue un soldado del rey que luchó en alguna etapa de la guerra civil a favor de su causa, para después dar un vuelco hacia la causa americana. El rey Fernando VII lo consideró una traición, lo mismo que con el teniente general Juan de O’ Donojú, con quien Iturbide firmó un tratado en el que se buscaba legitimar la independencia mexicana. En 1824, cuando el monarca español otorgó un perdón generalizado a los que colaboraron en el Trienio liberal y apoyaron a las independencias ultramarinas, esos dos nombres destacarían por figurar como sendas excepciones, negándose a brindarles su regia indulgencia. A la fecha, Iturbide no es un personaje conocido ni reconocido siquiera en su propio país; y poco podría esperarse de cualquier otro contexto.
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