La elección de Trump se ha cimentado en muchos nichos de voto muy concretos e incluso extraños tales como los amish o los árabes estadounidenses. Descubre cuales son
The post Amish y musulmanes: los nichos de voto más extraños de Trump first appeared on Hércules. La resaca electoral tras las elecciones de EEUU nos ha dejado a un pletórico Donald Trump como nuevo presidente electo de los EEUU. En el otro lado de la moneda tenemos a una derrotada Kamala Harris con un partido demócrata que ha quedado muy tocado tras su resultado electoral. Lo cierto, es que a nivel demoscópico el voto trumpista no solo se ha predicado de los segmentos de voto tradicionales del Partido Republicano, también el voto trumpista ha calado ampliamente otros nichos sociales o sectores electorales más concretos.
Intentaremos dar una respuesta clara a cuales son esos sectores y cuál ha sido su incidencia electoral en la victoria de Trump en los comicios presidenciales. Una victoria que también ha servido para que los nichos tradicionales de voto demócrata viren sus posiciones, consiguiendo Trump una victoria holgada.
El «Cinturón del Óxido», la muestra de la desconexión de los demócratas con la clase obrera
Una de las notas que más han calado en la cimentación del voto de Trump es el hecho de que la clase trabajadora ha votado de forma masiva por el candidato republicano. Teniendo en cuenta que el conocido como «cinturón del óxido» ha sido determinante en la victoria de Trump y la demostración de que los demócratas han perdido el voto de las clases populares en favor del voto acomodado urbanita y del identitarismo de las minorías. Podría decirse que con el Partido Demócrata se demuestra el conocido dicho de «Get woke go broke».
Se parte de la base de que varios «swing state» conforman el cinturón del óxido, concretamente Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Estos tres estados constituyen el corazón del denominado cinturón del óxido (Rust belt, en inglés), término coloquial que sirve para hacer referencia a la región geográfica que abarca desde Nueva York hasta el Medio Oeste, hogar de un elevado porcentaje de votantes de clase trabajadora cuyos abuelos habitaron el que fuera el área más productiva y sindicalizada del mundo.
Esta zona fue bautizada primero como el “Cinturón de Acero” debido a la fuerza de la industria siderúrgica, automoción y minera. Ciudades como Detroit, Cleveland y Pittsburgh basan su economía gracias a estas actividades, convirtiéndose en uno de los bastiones de la economía estadounidense y atrayendo a miles de trabajadores.
El nombre vienen dado toma por la decadencia industrial que la zona vivió a partir de los años setenta. La mayoría de sus habitantes eran y son trabajadores y empleados no cualificados descendientes de obreros de las fábricas de vidrio, las minas de carbón y los altos hornos que forjaron la riqueza de la región desde el siglo XIX hasta el de la década de 1970, cuando comenzó la llamada desindustrialización, y los trabajos de fabricación comenzaron a desviarse al extranjero, aumentó la automoción y llegó la decadencia de las industrias del acero y el carbón el país.
Las consecuencias no se hicieron esperar, y mientras grandes ciudades como Nueva York o Boston consiguieron adaptarse a los nuevos tiempos, lugares como Detroit, Cleveland o San Luis continúan sufriendo dificultades por la huida de mano de obra. La globalización y la deslocalización de las empresas hacen que la clase trabajadora vean como una salvaguarda las políticas proteccionistas que garanticen sus empleos frente a las deslocalizaciones y a la desindustrialización de sectores tradicionales.
Para Trump, el arquetipo de los votantes no universitarios, preocupados por la zozobra económica que les rodeaba y con un tinte antiinmigración, eran su mejor opción para la Casa Blanca. El 40% del electorado total es blanco sin estudios superiores, y ha actuado y votado como una minoría más, solo que en su caso es la minoría mayoritaria. Y eso ha podido decantar las elecciones.
El rust belt, conformado por el votante blanco y obrero, ha votado por el candidato que prometía regresar a la América que ensueñan. Donald Trump capitalizó dicha identidad y sentimiento en un nicho demográfico demográfica que le ha entregado la presidencia de los Estados Unidos. Pero el relato identitario nacional existía con anterioridad: una narrativa basada en el panorama de que la juventud de clase trabajadora tiene al frente a un futuro sin demasiadas oportunidades laborales y que se manifestaba, de forma exagerada, en el abandono de ciudades como Detroit, desposeídas de su población y de su esplendor de antaño.
La relevancia del “Cinturón del Óxido” concretamente en Pensilvania el mapa electoral de Estados Unidos responde a dinámicas relacionadas con la estructura de la sociedad norteamericana, que se intensifican en momentos de incertidumbre. En esta región, la batalla electoral entre Harris y Trump tiene un impacto directo en la vida de millones de trabajadores que esperan, desde hace años, políticas efectivas que reviertan su situación de precariedad.
Desde un punto de vista crítico, la crisis estructural que afecta al “Cinturón del Óxido” forma parte de una contradicción que el capitalismo estadounidense no puede resolver sin afectar a la clase trabajadora. En este sentido, las y los ciudadanos de Pensilvania y del “Cinturón del Óxido” en general se encuentran atrapados en una geopolítica electoral que gira en torno a sus votos, pero que en realidad no ofrece soluciones de fondo a sus necesidades.
Cada partido en disputa ajusta su discurso según las circunstancias electorales, pero al final responde a un mismo sistema que perpetúa las desigualdades y la explotación de la llamada “gente del común”.
En las elecciones de 2016, que llevaron a Trump a la Casa Blanca, sólo tres estados del “Cinturón del Óxido” votaron por la candidata demócrata Hillary Clinton: Minnesota, Illinois y Nueva York. En 2020, las elecciones ganadas por la fórmula demócrata Biden-Harris, sólo cuatro estados de esa región se volcaron por Trump. Pensilvania, en 2016, quedó del lado republicano y, en 2020, del lado demócrata. Como si fuera premonitorio, quien gana allí, gana la elección nacional.
El análisis de la elección de 2024, centrado en el “Cinturón del Óxido” y, específicamente, en Pensilvania, pone de relieve una paradoja esencial en el sistema político estadounidense: los estados decisivos en la contienda electoral suelen ser también los más golpeados por las políticas económicas y el abandono estructural. En esta región, las promesas de los partidos no alcanzan a resolver las demandas estructurales de la población. La batalla en el Cinturón del Óxido, especialmente en Pensilvania, es un reflejo de cómo el enfrentamiento entre capital y trabajo sigue determinando el curso de las elecciones en un sistema que, en esencia, permanece al servicio de los intereses capitalistas, particularmente de una aristocracia financiera y tecnológica, fracturada a dos bandos.
Sin cambios profundos en las estructuras económicas y políticas, la ciudadanía del “Cinturón del Óxido” seguirá siendo, en el mejor de los casos, un instrumento electoral y, en el peor, una víctima de políticas que apenas maquillen una crisis sistémica mucho más profunda. La promesa electoral de una auténtica “recuperación” sigue siendo escenario cuasi utópico mientras no se enfrente con decisión la reconstrucción de una economía que se aleje de los intereses partidistas y mercantilistas para, de manera definitiva, atender las necesidades crecientes de la ciudadanía.
El apoyo de Trump a Israel no capitaliza la totalidad del voto judío, los árabes castigan a los demócratas
Si hay una de las cosas que pueden determinar un resultado electoral en EEUU esa es la geopolítica. Durante muchos años EEUU se ha constituido como la policía del mundo, interviniendo de forma directa e indirecta en conflictos bélicos, manipulando gobiernos o interviniendo económicamente en terceros países. La posición del gigante americano respecto de los distintos conflictos bélicos es mirada con lupa y en un país tan grande y con tantos segmentos poblacionales los votos pueden caer de un lado o de otro.
En una etapa tan caliente a nivel geopolítico como es la era actual el conflicto entre Israel y Hamás tras el ataque del 7 de octubre de 2023 entro en la escena política norteamericana. La comunidad judía en Estados Unidos es una de las más grandes del mundo, con una población estimada de alrededor de 7,6 millones de personas en 2020. Esto representa aproximadamente el 2,4% de la población total del país. Los judíos estadounidenses están distribuidos principalmente en grandes ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Miami.
La historia de los judíos en Estados Unidos se remonta a los tiempos coloniales, con las primeras comunidades establecidas en el siglo XVII. A lo largo de los siglos, ha habido varias olas de inmigración judía, especialmente desde Europa del Este y Alemania, que han contribuido a la diversidad y el crecimiento de la comunidad. La comunidad judía en Estados Unidos es diversa, con una mezcla de judíos laicos y religiosos, y representa todas las ramas del judaísmo, incluyendo el reformista, conservador y ortodoxo. Además, los judíos estadounidenses han tenido una influencia significativa en la política, la cultura y la economía del país.
En las últimas décadas, entre el 20% y el 30% de los judíos norteamericanos han apoyado a los republicanos en las elecciones nacionales. El Partido Republicano alcanzó una cumbre en 1980, cuando Ronald Reagan ganó alrededor del 40% de los votos hebreos, pero la división más típica hace que los judíos estén entre los nichos más fiables de demócratas en los Estados Unidos.
El National Election Pool, que elabora una recopilación estadística de salida para un consorcio de importantes organizaciones de noticias, concluyó que el 79% de los judíos dijeron que votaron por los demócratas, en comparación con el 21% que votó por los republicanos. En cambio para Fox News, cuyas encuestas se realizaron por una empresa neutral y que utilizó datos de Associated Press, encontró un apoyo menor, pero aún sustancial, para Harris. Concluyendo que el 66% de los judíos votaron por ella.
Fox News, que aunque tiene una tendencia derechista pero una reputación de encuestas fiables, realizó su propio “análisis de votantes” el día de los comicios presidenciales que, según dijo, resolvió algunos de los problemas de las encuestas a pie de urnas. Encontró que el 66% de los judíos votaron por Harris, en comparación con el 31% de Trump. La encuesta aún encontró que los judíos votaron por Harris en tasas más altas que los miembros de cualquier otra religión.
El análisis de Fox News, que fue realizado por la firma no partidista NORC usando datos recopilados por Associated Press, cubrió más estados y también desglosó los resultados por estado, lo que permitió un análisis del voto judío por estado. Lo que se determina que si bien el apoyo de los judíos por el partido demócrata es evidente, la línea dura de Trump hace que los judíos con planteamientos sionistas radicales opten por apoyarle.
También se destaca que en los estado claves o también denominados como «swing states» el voto judío por Trump aumentase, siendo el candidato republicano que más voto hebrero acumuló en dichos estados.
HISTORIC: President Donald J. Trump received the largest share of the Jewish vote in decades in key states!
There’s no doubt about it: Jewish voters were a major part of last night’s winning coalition.
75 Days until Inauguration! pic.twitter.com/212rbfWnaQ
— RJC (@RJC) November 6, 2024
Los patrones de voto de los estadounidenses de origen árabe en las elecciones estadounidenses se han inclinado tradicionalmente hacia el Partido Demócrata debido a la postura del partido sobre los derechos civiles y las políticas internas. Sin embargo, las últimas elecciones han mostrado un cambio en esta tendencia. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2024, hubo un notable aumento del apoyo al candidato republicano Donald Trump entre los estadounidenses árabes y musulmanes. Este cambio se atribuyó en gran medida a la insatisfacción con el manejo del conflicto entre Israel y Palestina por parte de la administración Biden.
En estados indecisos clave como Michigan, Pensilvania y Arizona, el voto árabe-estadounidense jugó un papel crucial. La frustración de la comunidad con la política exterior de Estados Unidos, particularmente con respecto a Medio Oriente, llevó a una división en los votos entre Trump, la candidata demócrata Kamala Harris y candidatos de terceros partidos como Jill Stein.
La comunidad árabe en Michigan es una de las más grandes e influyentes de los Estados Unidos. Ciudades como Dearborn y Hamtramck tienen importantes poblaciones árabes, y a menudo se hace referencia a Dearborn como la «capital árabe de los Estados Unidos». La comunidad es diversa, incluyendo árabes musulmanes y cristianos, así como inmigrantes recientes y familias que han estado en los EE. UU. durante generaciones.
En las últimas elecciones, el voto árabe en Michigan se ha vuelto cada vez más importante. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2024, la insatisfacción de la comunidad con la política exterior de Estados Unidos, en particular con respecto al conflicto entre Israel y Palestina, llevó a un cambio notable en los patrones de voto. Aunque tradicionalmente se inclinan hacia el Partido Demócrata, muchos árabes estadounidenses en Michigan apoyaron al candidato republicano Donald Trump debido a su postura sobre el conflicto
En las elecciones presidenciales de 2024, Dearborn, Michigan, conocida por su importante población árabe-estadounidense, experimentó un cambio notable en los patrones de voto. Tradicionalmente un bastión demócrata, muchos árabes estadounidenses en Dearborn apoyaron a Donald Trump debido a la insatisfacción con el manejo de la administración Biden del conflicto entre Israel y Palestina2.
Los esfuerzos de campaña de Trump en Dearborn incluyeron visitas a negocios locales y acercamiento a la comunidad árabe, lo que le ayudó a asegurar una victoria en la ciudad. Sin embargo, este apoyo también ha llevado a llamados de la comunidad para que Trump presione por un alto el fuego en el Medio Oriente, lo que refleja sus preocupaciones sobre los conflictos en curso en la región.
El voto de los Amish da Pensilvania a Trump
Otra de las minorías que han alcanzado una repercusión determinante en los comicios presidenciales de 2024 son los amish. Este hermético y peculiar grupo es uno de los colectivos más llamativos de EEUU, en este caso hablamos de su incidencia a nivel electoral y el como han conseguido ser un importante apoyo para Trump en el estado de Pensilvania.
Los amish son un pueblo religioso de religión protestante que habita determinadas zonas de Canadá y de los Estados Unidos. Formando un enorme grupo etnocultural, los amish son una comunidad diversa conformada por 40 subgrupos por toda la zona de Norteamérica, estando unidos por características comunes como son su estilo de vida o sus orígenes germanos y suizos.
Debemos tener en cuenta que los amish, actualmente, varían mucho sus tradiciones y características dependiendo de los distintos subgrupos, siendo un tercio de todos los amish los llamados de la Antigua Orden, los cuales son los más reconocidos y los que todo el mundo relacionan con los amish. Hablamos de grupos que por norma general viven al margen de las sociedades modernas. Lo que conlleva un estilo de vida tradicional sin avances tecnológicos más propio de la vida rural del siglo XIX.
En la actualidad población amish cuenta con unas 350.000 personas que habitan diversas zonas de Estados Unidos, estando sus principales asentamientos en los estados de Ontario, Ohio, Indiana y Pensilvania. Profesan el culto protestante, concretamente la rama interna del anabaptismo, aunque con los años han evolucionado a una tradición religiosa propia muy distinta a cualquier tipo de rama habitual.
Los amish hablan una variedad lingüística del alemán que se suele denominar como alemán de Pensilvania, aunque algunos grupos hablan otro tipo de alemán llamada suizo. La mayoría de amish también usan el inglés, pero tan solo para comunicarse con el resto de habitantes de EEUU.
Las normas de vida las marca el Ordnung, siendo el reglamento interno de cada comunidad de amish, el cual puede cambiar entre los distintos subgrupos. Están alejados de las comunidades externas que no son amish, poseyendo poca relación con los Estados Unidos y no aceptando ni su sanidad ni su ejército, siendo una comunidad basada en la no resistencia.
La mayoría de amish son tecnófobos , viviendo de una forma tradicional como si habitaran una tierra de otra época; aunque algunos subgrupos si usan alguna tecnología como cortacésped o inodoros. La vestimenta de los amish suele estar fijada por la sociedad, con normas curiosas como la prohibición de usar botones. Por otro lado, los varones deben estar afeitados cuando son solteros y dejarse barba al contraer matrimonio. La vida económica de los amish se basa en el trabajo agrícola y en la construcción de muebles y casas.
La comunidad amish, conocida por su estilo de vida tradicional y su compromiso limitado con la tecnología moderna, generalmente vota en tasas mucho más bajas que la población general. Sin embargo, cuando votan, tienden a inclinarse fuertemente hacia el Partido Republicano o a tendencias conservadoras.
En las elecciones presidenciales de 2024, hubo un notable acercamiento a la comunidad amish, particularmente en Pensilvania, un estado indeciso clave. Los esfuerzos incluyeron iniciativas de votación por correo y la provisión de transporte a los centros de votación. Estos esfuerzos tenían como objetivo aumentar la participación de los votantes amish, que históricamente ha sido bastante baja, con solo alrededor del 10% de los votantes amish elegibles participando en las elecciones.
La comunidad amish, ha sido tradicionalmente apolítica. Según el Amish PAC, una fundación constituida en 2016 para movilizar el voto amish, el porcentaje de amish que participan en elecciones presidenciales ha sido bajo, normalmente menos del 10% de la población de esta comunidad en Estados Unidos.
De acuerdo con Scott Presler, fundador de este grupo, lideró una campaña puerta a puerta en mercados agrícolas y talleres de trabajo amish en el condado de Lancaster, distribuyendo materiales de registro de votantes y promoviendo el voto anticipado por correo para evitar la presión social de votar en presencialmente en el colegio electoral. En estas elecciones, se estima que la participación amish aumentó notablemente en condados de alta concentración amish como Lancaster.
Según The Economist, entre 2016 y 2020, el número de votantes registrados entre los amish en Lancaster se duplicó, superando los 4,000. De estos votantes registrados, más del 90% están registrados como republicanos, lo que refleja una afinidad ideológica con la postura conservadora de Trump en temas clave como el control gubernamental y la libertad religiosa. La guerra antiwoke de Trump supone una de las bazas para ganar el voto amish.
Un hecho que resonó con fuerza en este grupo religioso fue el caso de Amos Miller, un granjero amish sancionado por el Departamento de Agricultura por distribuir productos lácteos sin licencias. Las sanciones se presentaron como un ataque a la autonomía y libertad de los amish, lo que alimentó un sentimiento de injusticia hacia las autoridades federales. Para esta comunidad, las políticas demócratas no han sido favorables, y Trump supo aprovechar ese descontento.
El voto vasco en la diáspora de Idaho y Nevada
La diáspora vasca en Idaho, particularmente en Boise, es una historia fascinante de migración y preservación cultural. Las raíces de la comunidad vasca en Boise se remontan al siglo XIX, cuando los inmigrantes vascos llegaron a los Estados Unidos, ya sea como parte de la fiebre del oro o para escapar de las dificultades políticas y económicas en su tierra natal.
Boise se ha convertido en un centro cultural para la comunidad vasca, con el Bloque Vasco en el centro de Boise que alberga el Centro Vasco, el Museo y Centro Cultural Vasco, el Bar Gernika, el restaurante Leka Ona y el Mercado Vasco. Esta área sirve como un centro vibrante para la cultura vasca, preservando las tradiciones y fomentando los lazos comunitarios
Los vascos de hoy son una parte integral del tejido social del estado, especialmente en Boise. Destacados funcionarios electos vasco-estadounidenses en Idaho incluyen al veterano Secretario de Estado Pete T. Cenarrusa, su sucesor Ben Ysursa, ambos republicanos. Por otro lado destaca J. David Navarro, el actual Secretario, Auditor y Registrador del Condado de Ada, el condado más poblado de Idaho.
La figura del republicano Peter T. Cenarrusa fue clave en el acercamiento entre el gobierno vasco y la diáspora en Boise. El que también fuera congresista republicano siempre ha estado muy vinculado a la defensa y promoción de la cultura y la política vasca en EE. UU.
En 1977 viajó a Euskadi como observador de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Francisco Franco, y en 2003 creó a través de la fundación que lleva su nombre el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Boise, el centro que reúne el mayor número de estudiantes de temas vascos en el mundo. En 2002 logró sacar adelante en Idaho una resolución a favor de la autodeterminación de Euskadi y es el impulsor asimismo de la ikastola de Boise.
Idaho es un bastión republicano donde el apoyo a Trump es masivo, en muchos casos los descendientes vascos han conseguidollegar a formar importantes formas ganaderas que ven con buenos ojos el proteccionismo de Trump. La conexión de los jeltzales con el sector más ultraconservador del Partido Conservador tiene dos nombres que surgen con fuerza: Pete Cenarrusa y la familia Laxalt.
El lazo vasco de Donald Trump se llama Adam Laxalt, un político republicano del Estado de Nevada, procedente de una familia de pastores del País Vasco francés y cuyo abuelo es Paul Laxalt, uno de los hombres de confianza de Ronald Reagan y quien consiguió que el expresidente norteamericano recibiera al lehendakari José Antonio Ardanza en la Casa Blanca en 1988.
Adam Laxalt, prosigue esa tendencia conservadora de la familia. Se declara un firme defensor de Donald Trump siendo uno de los principales promotores del ‘The Basque Fry’, una feria que se organiza desde hace varios años en Nevada y que busca conservar las raíces vascas. En dicha cita en la que se mezclan las comidas populares, los desfiles y las imágenes de la bandera americana y la ikurriña, por dicha feria han pasado los principales referentes de la derecha ultraconservadora americana.
Pese a todo el Eusko Buru Batzar se ha ido alejando de los sectores más conservadores, tal es así que Andoni Ortuzar acudió directamente a la convención del Partido Demócrata este mismo año pidiendo el voto para Harris. En EEUU la diáspora vasca está muy enraizada en estados eminentemente trumpistas.
The post Amish y musulmanes: los nichos de voto más extraños de Trump first appeared on Hércules.