Bronca, ruptura y reproches en la Conferencia de Presidentes

La cumbre autonómica acaba sin acuerdos y marcada por la tensión entre el Gobierno y los presidentes del PP, que reclaman elecciones anticipadas
The post Bronca, ruptura y reproches en la Conferencia de Presidentes first appeared on Hércules.  Barcelona fue escenario este viernes de una Conferencia de Presidentes que terminó convertida en un campo de batalla política, sin acuerdos sustanciales y con un Pedro Sánchez decidido a agotar la legislatura hasta 2027 pese al creciente desgaste de su Ejecutivo. El clima de confrontación se tradujo en escenas de máxima tensión entre líderes autonómicos, con un choque directo entre Isabel Díaz Ayuso y la ministra Mónica García, y con los presidentes populares exigiendo al jefe del Ejecutivo que convoque elecciones generales.

El catalán, detonante de un enfrentamiento anunciado

La cita arrancó con una calma tensa que se rompió en cuanto comenzaron las intervenciones. El uso del catalán y del euskera, permitido por primera vez en este foro, encendió los ánimos. Salvador Illa abrió el fuego al pronunciar la mitad de su intervención en catalán, defendiendo que “el catalán es una lengua de todos” y equiparándolo con la esencia de España. La presidenta madrileña, fiel a su advertencia, abandonó la sala cuando el lehendakari Imanol Pradales tomó la palabra en euskera, aunque regresó después del discurso de Illa.

El gesto fue interpretado como un desplante y desató una estampida mediática. El protocolo tuvo que intervenir horas antes para separar físicamente a Ayuso y Mónica García, después de que esta última se negara a saludarla por las acusaciones de “asesina” proferidas en la Asamblea madrileña.

La oposición planta cara y exige elecciones

Más allá de la disputa lingüística, el clima se volvió aún más denso cuando Juanma Moreno, presidente de Andalucía, reclamó abiertamente a Sánchez que convoque elecciones generales. “Ante las turbulencias, hay que permitir que los españoles decidan”, argumentó. A esta exigencia se sumaron Alfonso Rueda (Galicia) y María José Sáenz de Buruaga (Cantabria), en una clara muestra de que el descontento con el Gobierno ya no es solo territorial, sino estructural.

Lejos de ceder, Sánchez respondió con firmeza: “Las elecciones serán en 2027, cuando tocan”. En su intervención, intentó reconducir el debate a sus propuestas estrella, como los 7.000 millones en inversión en vivienda y 175 millones para la educación infantil gratuita, sin lograr sofocar la creciente rebelión de las autonomías.

Uno de los puntos más conflictivos fue, una vez más, la financiación autonómica. Illa, alineado con Moncloa, defendió una “prosperidad compartida” —eufemismo habitual del PSOE para aludir a un posible cupo catalán— y reivindicó una “financiación singular” para Cataluña, instando a las demás comunidades a alejarse del “ruido” y los “estereotipos”.

García-Page, el verso suelto del PSOE, se desmarcó del relato oficial, criticando los “regímenes especiales” y defendiendo que el nuevo modelo de financiación se pacte entre todas las comunidades. Por su parte, líderes populares como Carlos Mazón o María Guardiola aprovecharon para denunciar el olvido de sus regiones en cuestiones como la reconstrucción tras la DANA o el control migratorio.

La reunión terminó sin ningún pacto concreto y con la sensación generalizada de que el encuentro había sido otro escaparate del enfrentamiento político que paraliza España. La única propuesta amable fue la del socialista Adrián Barbón, que sugirió que el próximo cónclave autonómico se celebre en Asturias, sin que nadie llegara a respaldar siquiera esa idea de forma clara.

“O dejamos la crispación en el perchero o este encuentro servirá para muy poco”, había dicho Sánchez al inicio de la jornada. Pero el perchero quedó vacío, como también la agenda de resultados concretos de una conferencia más simbólica que resolutiva.

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