Caos en Georgia, entre el fuego y la repetición electoral

La vorágine de protestas en Georgia en una nueva noche de protestas. Esta vez un líder de la oposición ha sido detenido y el uso de pirotecnia ha marcado una nueva jornada de disturbios
The post Caos en Georgia, entre el fuego y la repetición electoral first appeared on Hércules.  Decenas de miles de personas en Georgia participaron el domingo en un cuarto día consecutivo de protestas contra la decisión del gobierno de suspender las conversaciones sobre la membresía de la UE, mientras el primer ministro rechazó los llamados a nuevas elecciones.

Cuarta jornada de un ciclo de protestas cada vez más violento

Georgia, una nación ubicada en la región del Mar Negro, ha estado sumida en una creciente agitación política desde que el partido gobernante Sueño Georgiano se declaró vencedor en las elecciones parlamentarias del 26 de octubre. La oposición proeuropea ha calificado estos comicios como fraudulentos, intensificando la tensión en un ambiente cada vez más enrarecido, donde las protestas se han vuelto cada vez más violentas.

La oposición ha decidido boicotear el nuevo Parlamento, mientras que la presidenta pro-UE, Salomé Zurabishvili, ha solicitado al Tribunal Constitucional que anule los resultados electorales, argumentando que tanto la nueva legislatura como el gobierno son «ilegítimos». Esta postura refleja la creciente fractura entre el gobierno y las fuerzas proeuropeas del país.

Los críticos acusan a Sueño Georgiano, que ha estado en el poder durante más de una década, de haber alejado a Georgia de la Unión Europea en los últimos años y de haberse acercado a Rusia, una acusación que el partido rechaza tajantemente. La situación se agudizó el jueves cuando el primer ministro, Irakli Kobakhidze, anunció que Georgia no buscaría conversaciones de adhesión con la UE hasta 2028. Este anuncio desató una ola de protestas en la capital, Tiflis, y otras ciudades del país, marcando un nuevo punto álgido en la crisis política que enfrenta Georgia.

El Ministerio del Interior ha informado que alrededor de 150 manifestantes fueron arrestados durante la última ola de protestas en Georgia, aunque la Asociación de Jóvenes Abogados de Georgia ha elevado esta cifra a 200. En varios episodios, la policía persiguió a los manifestantes por las calles, utilizó balas de goma y gases lacrimógenos, y en muchos casos, también los golpeó.

El domingo por la noche, decenas de miles de personas se concentraron frente al Parlamento, ondeando banderas europeas y georgianas en un acto de protesta que fue observado de cerca por periodistas de la AFP. Algunos manifestantes reaccionaron de manera violenta, lanzando piedras y fuegos artificiales a la policía antidisturbios, mientras que otros intentaron golpear la puerta metálica que bloqueaba el acceso al Parlamento, en un intento por irrumpir en la sede legislativa.

Acusaciones de gobierno ilegitimo

La situación en Georgia se intensificó cuando la policía desplegó cañones de agua para dispersar a los manifestantes, sin embargo, no lograron dispersar a la multitud. Durante las protestas, Levan Khabeishvili, líder del partido opositor Movimiento Nacional Unido, informó que fue atacado por un grupo de 15 policías enmascarados que intentaron arrestarlo, aunque logró escapar con la ayuda de los manifestantes.

Uno de los manifestantes, Alexandre Diasamidze, un camarero de 32 años, expresó su frustración con el gobierno, calificándolo de «gobierno pro-ruso» y exigiendo su salida: «Sueño georgiano… es un gobierno [pro] ruso, y deben irse». La protesta se extendió a diversas ciudades del país, incluyendo una significativa manifestación frente a las oficinas de la Emisora Pública de Georgia (GPB), acusada por muchos de servir como herramienta de propaganda del partido gobernante.

La presión de los manifestantes provocó que la emisora cediera a sus demandas y le otorgara a Zurabishvili un tiempo de emisión que previamente le había sido negado. Sin embargo, la tensión continuó cuando Kobakhidze, líder del parlamento, descartó la posibilidad de nuevas elecciones, afirmando que «la formación del nuevo gobierno basado en las elecciones parlamentarias del 26 de octubre se ha completado». Esta postura aumentó aún más la ira popular, al verse la ciudadanía privada de su derecho a decidir el futuro político del país a través de elecciones libres y justas.

A principios de esta semana, el partido nominó al exfutbolista de extrema derecha Mikheil Kavelashvili para el cargo de presidente, en gran medida ceremonial. Pero Zurabishvili dijo a la AFP en una entrevista exclusiva el sábado que no dimitirá hasta que se repitan las controvertidas elecciones parlamentarias del mes pasado.

La UE no reconoce el resultado

La crisis política en Georgia ha alcanzado un punto crítico tras las elecciones de octubre, cuyos resultados no han sido reconocidos por Bruselas debido a «graves irregularidades electorales». El Parlamento Europeo ha exigido la repetición de los comicios y sanciones contra altos funcionarios, entre ellos Kobakhidze, lo que ha intensificado las tensiones en el país.

La presidenta Salomé Zurabishvili ha reafirmado su legitimidad, declarando que «es la única institución legítima en el país» y que su mandato continuará hasta que se celebren nuevas elecciones. Sin embargo, el nuevo Parlamento, que aprobó sus propias credenciales en contravención de un requisito legal, ha sido declarado inválido por expertos en derecho constitucional, incluido Vakhtang Khmaladze, uno de los autores de la Constitución georgiana. Esta irregularidad pone en duda tanto el nombramiento de Kobakhidze como primer ministro como las futuras elecciones presidenciales.

La decisión de Kobakhidze de posponer las negociaciones de adhesión a la Unión Europea ha generado amplia condena interna y externa. Cientos de funcionarios, incluidos trabajadores de los ministerios de Relaciones Exteriores, Defensa y Educación, así como jueces y diplomáticos, emitieron declaraciones conjuntas calificando la medida como una violación de la Constitución y un paso hacia el «aislamiento internacional». En señal de protesta, varios embajadores presentaron su renuncia, y aproximadamente 100 escuelas y universidades suspendieron actividades académicas.

Las protestas en Georgia han sido reprimidas con una fuerza que ha provocado una ola de condenas internacionales. Estonia, Letonia y Lituania han impuesto sanciones conjuntas contra quienes participaron en la represión de las manifestaciones. Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Matthew Miller, condenó el «uso excesivo de la fuerza contra los georgianos que ejercen su libertad de protesta».

Esta crisis no solo ha profundizado la polarización política interna, sino que también ha deteriorado la imagen de Georgia en la esfera internacional, poniendo en riesgo sus aspiraciones de integración europea y su estabilidad democrática.

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