​En defensa del gafapasta 

 Últimamente he leído algún buen artículo sobre la caída en desgracia del cultureta, esa figura ya en desuso con la que se asocia a cualquiera que tenga la cultura entre sus hábitos cotidianos. 

​Últimamente he leído algún buen artículo sobre la caída en desgracia del cultureta, esa figura ya en desuso con la que se asocia a cualquiera que tenga la cultura entre sus hábitos cotidianos. 

La Garduña: el origen español de la mafia

Tendemos a pensar que la mafia, ya sea por la influencia del cine e incluso por lo etimológico, nació en Italia. Pero las famosas mafias italianas que dan origen a todo lo gánster, son hijas de una organización secreta de leyenda, nacida en tierras hispanas
The post La Garduña: el origen español de la mafia first appeared on Hércules.  Toledo, siglo XV

En el centro de España, la Ciudad Sagrada y el año de 1412. Una sociedad secreta conocida como la Garduña fue creada a la par que otras sociedades esotéricas. No es de extrañar pues esta ciudad tiene buena tradición de ello, no obstante ésta iba a tomar otros derroteros hasta escribir una de las páginas más oscuras de nuestra historia.

Todo comenzó como cualquier organización secreta  y esotérica: ritos iniciáticos, cofradías, juramentos, gestos, contraseñas e incluso signos de identidad; puesto que los miembros portaban un tatuaje en la palma de la mano compuesto por tres puntos, para reconocer a los garduños.

No obstante, lo que podría ser una organización que quería pasar desapercibida, investigada  por el Santo Oficio por cuestiones espirituales, y envuelta en un halo de misterio mágico, no fue así. La Garduña – cuyo nombre proviene de un animal con el mismo nombre, un roedor cazador que se mueve en las sombras de la noche; peligroso y astuto para capturar a su presa – se convirtió en una leyenda para asustar a los niños al estilo del hombre del saco en aquella época. Pues efectivamente, la organización haría honor al animal que les procede para comportase de esa manera no siendo casualidad el nombre escogido, puesto que sabemos poco de sus acciones por su secretismo, no llegando nunca a documentar nada por escrito y aniquilando sin piedad a todo posible “chivato” o “soplón”.  La razón, sus funciones consistían en realizar una persecución religiosa al modo justiciero, dispuesta a desenmascarar a falsos judeoconversos y moriscos asaltando sus  hogares.

Con dicha carta de presentación y con el paso del tiempo, es inevitable que La Garduña no tardase en expandir sus redes hacia la ciudad más rica del mundo en aquellos siglos, el gran y único puerto que controlaba todo el comercio con las maravillosas riquezas del Nuevo Mundo. Una ciudad de fama mundial, a la que solo les separaban 500km. Pues desde aquel origen, todo ello empezó a convertirse en algo más, en una verdadera sociedad criminal.

Sevilla, el mercado del mundo

Con su puerto en el río Guadalquivir, su Casa de Contratación, así como su Archivo de Indias, era una ciudad con infinidad de oportunidades políticas, económicas y sociales, tanto lúcidas como oscuras. Y para La Garduña no iba a ser menos, pues Sevilla sería su gran foco de actuación en los bajos fondos de sus entresijos comerciales, en las sombras de la ciudad.

Por ende se convirtieron en una sociedad dispuesta a tejer toda una telaraña de chantajes, sobornos, secuestros, asesinatos por encargo, robos o falsificación de moneda. Y amparados ojo, por toda una red de altos cargos políticos y económicos envueltos en la corrupción evidentemente, así como por una especia de impunidad divina, puesto que para los garduños y su Hermano Mayor o Gran Maestre nunca dejaron atrás su origen como orden religiosa. Su permeabilidad en todas las capas sociales, desde altos funcionarios y jerarcas de los tribunales hasta los mendigos y prostitutas provocaba la sensación de que se encontraban en todas partes.

Sombras que se van y otras que vienen

Finalmente y tras siglos de enriquecimiento, extorsión y control, la aparición del cadáver de una dama llamaba María de Guzmán, fue la pista que llevó a las investigaciones policiales de principios del siglo XIX hasta llegar a la casa del Gran Maestre y encontrar el Libro Mayor, la crónica que imputaba a la principal sede en Sevilla, por lo que fueron reconocidos, juzgados y ejecutados el Hermano Mayor y demás miembros en 1822; Poniendo fin a sus acciones.

No obstante, los juglares cuentan que ahí no se acabó todo. En plazas y mercados se contó la historia de tres hermanos pertenecientes a La Garduña, que tras vengar un asunto de honor familiar, tuvieron que huir de España refugiándose cerca de Sicilia, y por consiguiente a los entonces territorios españoles en el sur de la península itálica. Estos tres hermanos – Osso, Mastrosso y Cargagnosso – al ya separase allí, fundarían cada uno: Cosa Nostra siciliana, Camorra napolitana y Ndranguetta calabresa, las tres mafias madres italianas. Y es que tras su ajusticiamiento y condena, muchos huyeron para refugiarse en estas nuevas organizaciones o en la piratería caribeña, dando definitivamente al salto a Estados Unidos; el resto ya es historia.

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Tras las huellas de Robert H. Barlow, un maestro del horror cósmico discípulo de Lovecraft

Lovecraft y Barrow co-escribieron un total de 6 relatos, entre los que destaca el sugerente El tesoro de la bestia-maga, lleno de claves relativas al esoterismo. La obra de Barrow, supervisada por Lovecraft hasta la muerte del maestro, llegó a almacenar más de 40 relatos
The post Tras las huellas de Robert H. Barlow, un maestro del horror cósmico discípulo de Lovecraft first appeared on Hércules.  Las últimas páginas del relato La noche del océano rezan: «Entonces todo quedará sumido en la oscuridad, pues incluso se extinguirá la luna sobre las olas. No quedará nada, ni por encima, ni por debajo de las sombrías aguas. Y hasta el último milenio, y también después, el mar atronará y se sacudirá a través de la lúgubre noche». Es, tras la muerte de Howard Philips Lovecraft y antes del nacimiento de Thomas Ligotti, la cumbre del así llamado «horror cósmico»: donde ningún ser vivo transitará por la superficie del planeta tierra… Ahí, cuando los ciclos del tiempo se apaguen y sólo las aguas inconsútiles que escapan de los dominios del demiurgo prosigan agitándose bajo el oscuro manto de la noche: sin rastro alguno del hombre ni de su pasado a la vista.

El autor de las líneas anteriormente citadas es Robert H. Barlow, que al momento de escribirlas tenía apenas 19 primaveras. El relato fue terminado en 1937; que también fue el año de la muerte de Lovecraft, su maestro, mentor, amigo y hasta amor platónico, a consecuencia de un cáncer súbito. A partir de ese momento, Barlow se convertiría, por designación directa de HPL, en su albacea literario, en el Gran Maestro de su culto y, sobre todo, en hipotético guardián del grimorio real o legendario en el que, según se especula, se inspiraba el ficticio Necronomicón atribuido al poeta árabe Abdul Alhazred, en realidad un pseudónimo del genio de Providence; y fue ese legado, precisamente, el que con toda probabilidad le costara la vida a Barlow…

El 1 de enero de 1951, Barlow apareció “suicidado” en su apartamento de Azcapotzalco, Ciudad de México, y apenas 10 días después de tan perturbador suceso, otro genio con el que tuvo amistad, William S. Burroughs, a quien además dio clases de mitología azteca durante su estancia en México tratando de escapar de las garras del Gobierno de los Estados Unidos y su férrea política contra el consumo de estupefacientes, mandó una carta a Allen Ginsberg lamentándose por la muerte de Barlow, quien no sólo era un escritor de gran talento, sino que también fue un iniciado de alto grado en demonología, un sobresaliente profesor de antropología y un notable dibujante y escultor que, a pesar de sus graves problemas de salud (incluidos los oculares), nunca dejó de trabajar en el cultivo de su amplio talento. A principios de la década de los 50, con 33 años, Barlow apenas si escribía desde hacía más de diez años, puesto que estaba entregado por entero a la afasia poética propia de un Arthur Rimbaud hodierno.

Tiempo atrás, el 18 de junio de 1931, un jovencísimo Barlow escribió a la edad de 13 años una entusiasta carta al maduro escritor fracasado que entonces era Lovecraft, que en esos momentos acababa de regresar a Providence tras pasar unos terribles meses de convivencia marital en Brooklyn junto a la ucraniana Sonia Haft Greene. Aquel matrimonio jamás se consumaría, puesto que Lovecraft nunca conoció carnalmente a mujer alguna (que sepamos), relegado, como estaba, a una asexualidad puritana fruto de su homosexualidad reprimida… Lo que se unía a serios problemas económicos derivados de su escaso reconocimiento como escritor de relatos de género en publicaciones pulp como la ya célebre “Weird-Tales”: es un tiempo de decadencia civilizatoria y racial para Occidente, a ojos del genio de Providence, como se puede comprobar leyendo sus textos incluidos en la autopublicación “The Conservative”.

En ese contexto, como decimos, llega la misiva del adolescente Barlow: llena de admiración por sus relatos; preguntando directamente a Lovecraft por la existencia real del Necronomicón, que Lovecraft siempre negaría en su correspondencia, declarando una y otra vez ser «un escéptico», un ateo; y deslizando de forma poco velada una atracción homosexual latente hacia el escritor maduro y aún por consagrar. Quizás fue por este último elemento, que Lovecraft jamás reconocería abiertamente, que aceptó la propuesta de Barrow y se marchó a visitarlo a casa sus padres en Florida, donde HPL se establecería en dos largos períodos de 3 semanas, primero, y 2 meses, más adelante, en lo que constituye una de las escasas etapas de salud y bienestar en la vida de ambos artistas.

En uno de sus muchos fragmentos póstumos de signo autobiográfico, Barrow escribiría: «La vida se compone de literatura»; y fue precisamente esa entrega casi monacal al Arte, esa visión compartida por la necesidad de dejar una Obra tras de sí, esa reverencia común por las mismas deidades olvidadas y prestas a retornar (la dualidad comprende a «The Great Old Ones» y «the Elder Ones»), lo que más unió a Lovecraft con Barrow: ambos iniciaron una unión íntima, espiritual, que tenía tanto de amistad como de iniciación en Cthulhu, por lo que Barrow se convirtió en una suerte de secretario de HPL, cuya obra empezó a mecanografiar, y en algunos casos incluso a almacenar, de forma que los últimos relatos escritos por Lovecraft han llegado a nuestros días por vía de Barrow y sus propios albaceas testamentarios: es el caso de La sombra fuera del tiempo.

El maestro de Providence y Barrow

Lovecraft y Barrow co-escribieron un total de 6 relatos, entre los que destaca el sugerente El tesoro de la bestia-maga, lleno de claves relativas al esoterismo. La obra de Barrow, supervisada por Lovecraft hasta la muerte del maestro, llegó a almacenar más de 40 relatos, muchos de ellos todavía hoy inéditos en español. Barrow, barroco estilista y erudito precoz, fue percibido como un intruso en el círculo de Lovecraft: amigo de Robert Howard, compartió entusiasmo por los inefables «Mitos de Cthulhu» con Lin Carter; mientras que August Derleth lo declaró su enemigo público y Clark Ashton Smith no dudó en retirarle el saludo tras la muerte de Lovecraft.

El coronel Everett Davis Barlow, padre de Robert, fue retirado a la fuerza del ejército a causa de su delirio paranoide. Sin duda, su hijo heredó algo de esto, pero no se puede reducir su enorme conocimiento esotérico a la locura. Contra la versión oficial de su biografía, que achaca su muerte a un conflicto latente con su homosexualidad, existen otras versiones que hablan de un asesinato apenas encubierto como parte de una guerra teológica: el motivo para matar a Barlow sería el legado recibido de manos de Lovecraft, que estaría compuesto tanto del grimorio original en el que se basaba el Necronomicón ficticio como por un conocimiento mágico operativo de primer orden.

Según esta versión, la excusa de estudiar y enseñar arqueología prehispana y mesoamericana más allá de la frontera, financiado por sendas becas de los Rockefeller y los Guggenheim, y buscando manuscritos aztecas escritos en el idioma náhuatl que, junto al español, Barrow dominaba a las mil maravillas, se encontraría otro interés oculto: realizar una invocación a la verdadera deidad encubierta tras el nombre de Cthulhu en el mismo desierto de México donde, escasas décadas después, pernoctaría otro joven “ángel caído” de la historia norteamericana: Jack Parsons; y es que, al igual que Parsons mucho más tarde, al talentoso Robert H. Barlow esa frustrada tentativa le costaría la vida a una edad temprana.

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El Chicken Bar: una noche dentro del negocio de la prostitución en Tailandia

En Tailandia se contabilizan más de dos millones de trabajadoras sexuales. A veces, este servicio puede costar a los turistas menos de 200 bath, unos seis euros
The post El Chicken Bar: una noche dentro del negocio de la prostitución en Tailandia first appeared on Hércules.  Una pecera a la derecha de la entrada, con el agua turbia y los peces todavía aleteando, branquiabiertos. La primera mujer a la izquierda, de unos cuarenta años, acompaña a un extranjero de no menos de setenta; una canción de Boney M que sale de un altavoz degradado que corta y expande sin sentido, de forma atropellada, su estribillo; y dos menores en apariencia –»tienen 20 y 18, te lo prometo», me dice la dueña– recién traídas de la sureña provincia de Chumphon. Además de todo esto, un billar que es el centro neurálgico del Chicken Bar, donde la dueña te lleva de la mano a un baño, que aunque obsoleto, está prudentemente limpio. Antes de comentarle mis nulos deseos de embocar bolas, le pregunto por ese plato lleno de sustancias blancas en polvo, que en España y buena parte de Occidente acarrearía desde chistes fáciles a caminatas al aseo con billetes de bahts hechos turulos: «Es tiza para que los palos del billar no resbalen», me confirma. En Tailandia no es habitual el consumo de cocaína, aunque al estar cerca del Triángulo Dorado la droga, mal que les pese –metanfetaminas, ja va– corre a su aire. Y con dosis en forma de pastilla a medio dólar, la noche confunde al más pintado. 

La mesa de billar que reúne a los turistas al caer la noche

Chiang Rai es la capital de la provincia más al norte de toda Tailandia, que sin ser ciudad fronteriza –la barrera que separa Birmania de Tailandia, Mae Sai, dista a hora y cuarto en coche– es el centro neurálgico de esta zona del país. Además, en Chiang Rai los turistas, no precisamente pocos, añaden más personal a los 225.000 habitantes censados. Y mientras la noche se arrastra hacia la madrugada, con las tiendas y restaurantes cerrando, son los bares de luces, sobre todo rojizas, los que se abren, literalmente, de par en par. Y el Chicken Bar amonesta monetariamente a todos aquellos que no tenemos familia aunque parezca que la busquemos de forma insensata. 

Un señor llega a vender lotería. La suerte está echada, ha debido decirle la dueña, que sin comprar un sólo boleto, ni en realidad, hacerle mucho caso, le invita a seguir repartiendo la suerte por otros bares. La lluvia, de forma sutil, ayuda a que la sensación de frío –19 grados centígrados y bajando– avance, cuando las chicas, auténtica diana de este negocio, se ponen una chaqueta: aún no hay clientes, salvo yo, y taparse un poco –visten como si la minifalda acabara de inventarse y el escote fuera obligatorio– sigue siendo un permiso concedido de la dueña. 

El bar es chabacano en todo su esplendor. El botellero, además de ridículo, con marcas absolutamente desconocidas de licores como dolores perpetuos de cabeza, está algo polvoriento; roído. La dueña, en lo que ella cree un traje de noche –para mí es claramente un pijama con bordados–, eleva la voz a las chicas, aunque siempre sonriendo, en un idioma tan local que no puedo transcribir aquí su traducción. Ambas, a la carrera, se introducen en lo que podríamos denominar los camerinos, ya que a los cinco minutos salen, si no maquilladas de manera profesional, sí algo más artificiales: coloretes de aquella manera, sombra de ojos, uso del pintalabios de forma parecida a cómo los niños de corta edad colorean un muñeco, saliéndose de los límites marcados en la libreta. 

De pronto, aparecen dos señores, que para mi sorpresa, son locales. Además de un holandés errante, ya bien beodo, que también atraviesa la entrada, tambaleándose. La suerte, de nuevo, está echada. Y la dueña vuelve a elevar la voz, que seguramente sea su tono de voz habitual. Las cervezas locales Singha y Chang se destapan con facilidad y las dos chicas comienzan a jugar al billar con los dos nativos. El holandés aún ni ha tomado asiento; sigue entre dubitativo y soñoliento. Yo, como el auditor responsable, sólo aporreo el teclado de mi portátil, porque perder esta secuencia de vida sería, al menos para mí, un absoluto pecado capital. 

Ahora suena country. Y no precisamente en honor a Donald Trump. O quién sabe. Las chicas, ya sin abrigo, embocan mejor que ellos, presumiblemente faltos de puntería, sin concentración. Las invitaciones a las señoritas, auténtica facturación de este tipo de antros, comienzan a salir de la barra en forma de extrañisimos combinados, cuando la dueña me pregunta si quiero jugar tras ellos al billar. Como sólo quedamos el holandés y yo, y en realidad, no sé jugar a casi nada, desisto sonriendo. 

Imagen del plato utilizado para la tiza en el billar

Tailandia, por si alguien cree que me fijo sólo en los pequeños detalles, en un país reconocido internacionalmente entre el heterosexual clásico por ser un imponente y concreto destino sexual. Aquí las religiones no han fomentado la vergüenza propia ni ajena. Cada uno –y una– hace de su capa un sayo, y viendo el profundo desnivel porcentual entre hombres y mujeres occidentales que por aquí vacacionan, uno siempre había sospechado que el sexo fácil debía ser la razón esencial de sus destinos. 

Seguramente no es el tonto del pueblo, aunque es –¡otra vez!– holandés, pero ha aparecido tocando una armónica. Por supuesto, también está borracho. En él se aprecia claramente, por la confianza que maneja con la dueña y las chicas, que este debe ser su lugar vital, quién sabe si lo equivalente a su oficina. Se me acerca con la armónica en la mano derecha. «Llevo cincuenta y ocho años en Asia», me confiesa sin que le hubiera preguntado; y de golpe y porrazo, atraviesa la barra y se sirve un whisky. Cuando se aleja de mi silla le pregunto a la dueña en pijama: «No, es nuestro mejor cliente. No es el dueño». Si a lo que ahora hay que llamar Países Bajos supiera adónde van parte de sus jubilaciones paralizarían las mismas. 

De vez en cuando las chicas –siempre por separado– se acercan a la barra donde sus móviles descansan cargándose, a ver –supongo– qué les dicen sus amigas, sus novios, amantes, padres, la abuela. Y entonces, entre el horrendo country trastabillado por el pésimo altavoz, reaparece la voz de la madame que hace que la que aparenta aún menos edad que la otra regrese disparada al billar. La verdad, es una suerte que la jefa no sea hombre, porque o si no le caerían varias denuncias: por acoso laboral, proxenetismo. Pero claro: es mujer.

Hay que reconocer que la doña es perspicaz: de vez en cuando sale hasta el umbral de la puerta de lo que aseguro debe de ser su negocio y grita –cómo le gusta– a los escasos viandantes que buscan una estufa moral con cervezas tratando de atraerlos al calor del billar. Casi todos omiten la respuesta y siguen caminando. Pero de pronto, un australiano, entre jubilado y mortecino, accede al Chicken Bar. «¿Y tú qué haces aquí?», me pregunta; «Escribir sobre ti», le respondo. Luego pide una Singha y se aleja. Afortunadamente. 

Todo esto acontece hasta las diez de la noche, que es cuando la degradación, en forma de locura, comienza a dominar las cuatros esquinas del bar: ya somos veinte, si no veinticinco; la música y el billar casi son lo de menos; y las chicas, e incluso la dueña, beben como cosacas: hay que alimentar la caja. Hay que facturar. Los hígados por la ventana. 

«Un chupito de vodka», me comenta la señora. Llevará doce. Las menudas aún más. Según sospecho los rebajan con agua, para que ellas puedan seguir trabajando y para que el coste sea aún menor. Porque las invitaciones a las señoritas son, repito, la razón de este tipo de negocios, donde no hay facturas, ni pagos con tarjeta, ni por supuesto, cocina, y mucho menos, libro de reclamaciones.

Un ladyboy, que llegó hace sólo media hora, ha tomado el testigo de la función teatral. El travesti, muy seguro de sí mismo, gasta medio bote de desodorante roll-on contra sus axilas frente a toda la clientela. La vergüenza, como les decía antes, no existe en este tipo de lugares. Además grita, sumiendo el espacio, al que la dueña ha subido el volumen de sus altavoces, en un establo social. Parte de la clientela comienza a acercarse a su próxima presa la cual, porque es su trabajo, está deseosa de facturar. Como prácticamente cada noche de su vida. Alguien le ha preguntado a una de las chicas por su tarifa. Ni Wall Street podría superar todo esto. 

Comienzan a escucharse te quieros. El de la armónica le ha prometido al travestido con pechos operados amor eterno. Dejo de teclear porque las posibilidades de que rocíen mi portátil de bebida comienza a ser alta. Alguien se ha llevado a una de las chicas al baño. Salen a los tres minutos para que él pague la multa –unos catorce euros– para llevársela a su casa u hotel. Lo que hayan negociado entre ellos no lo sabremos nunca con exactitud aunque lo sospechemos. Y entre la jauría, otro travesti y una extrañísima pareja de teutones, los cuales se disponen a jugar al billar. Pero, ¿qué harán en un bar de chicas de pago una pareja de europeos?, me pregunto muy sorprendido. Aunque claro, ¿qué estarán pensando ellos de mí? O que soy el clásico extranjero putero o incluso, que podría ser el dueño: me siento en la barra, muy seguro de mí mismo, junto a la dueña –al ir en pijama debe confundirles– y la caja registradora que jamás expulsa ticket alguno. 

En medio del desbarajuste entra una niña –literal– vendiendo cacahuetes. No debe llegar ni a los diez años. No ocurre nada, nadie se altera. Y aunque ella siga tratando de ganarse el pan, llevará tiempo entendiendo que la vida de adultos es bastante fea. O al menos lo parece. Al salir tras vender un paquetito juega con los peces de la deplorable pecera, que en realidad, sólo necesitan agua limpia y algo más de atención. 

En un abrir y cerrar de ojos –porque no me da tiempo a seguir a toda la clientela–, los alemanes conversan de manera jocosa con el último travesti que llegó. Antes de que siquiera me lo plantee salen los tres juntos, no sin antes haber pagado el fee a la dueña, que cada vez grita menos y sonríe más. Llegados a este punto me hice la pregunta de la noche: ¿a qué se dedica un bar como este si se queda sin chicas ni ladyboys? ¿Organiza campeonatos de snooker? ¿Se plantea inventariar? ¿Acaso cierra?

En Tailandia la prostitución es algo clamorosamente aceptado. Da igual la ciudad o el pueblo que siempre encontrarás calles –o según el tamaño, barrios– dedicados única exclusivamente al fornicio y el alcoholismo. Las casas de masaje con final feliz se cuentan por decenas de miles mientras que los tugurios como el Chicken Bar abundan mucho más que la suma de farmacias y panaderías. Generalmente, son Bangkok –la capital– y Phuket –el lugar más turístico del país– donde las más jóvenes acuden a comenzar su nueva vida ya que allí no sólo son más solicitadas sino que por sus horas de trabajo cobran mucho más que en ningún otro lugar del país. Cuando comienzan a desprestigiarse, la siguiente estación es Pattaya, posiblemente la ciudad del mundo con más prostíbulos, casas de masajes y señoritas de compañía por metro cuadrado. No es una exageración, pero Pattaya es el antónimo del Vaticano. 

Los destinos habituales

Otro destino cuando pierdes fuelle –pasas de los treinta años y ya no eres tan llamativa– es Hua Hin, una ciudad balneario de media capa, cuando otras regresan a sus lugares de origen –la región de Isan es el mayor abastecedor de carne fresca del país– cuando otras tratan de asentarse en la ciudad más importante del norte: Chiang Mai –no confundir con la que estoy: Chiang Rai–. Cuando aún no has encontrado pareja –generalmente un extranjero jubilado con bastón y cajas de taladafilo en los bolsillos–, restan ciudades de tercera categoría, fronterizas, donde como en Chiang Rai te pueden salir de un seto ofreciéndote sexo rápido y callejero por 200 bahts, que equivale a algo menos de seis euros.

Algunos estarán horrorizados pensando que estiro el chicle del sexo en Tailandia, pero nada más lejos de la realidad: todo lo que cuento es tan cierto como que las comitivas de políticos españoles que acuden al antiguo reino de Siam a tratar de abrir líneas de negocio buscan, cuando llegan al hotel sin más reuniones a la vista, el famoso Nana, centro comercial de sexo en Bangkok donde la atracción favorita de los visitantes es ver a señoritas expulsando pelotas de ping pong cuando no cadenas en sus partes nobles. Porque no lo olviden: si todas esas trabajadoras acuden a sus centros de trabajo y estos últimos existen es porque la clientela no es de cartón piedra. Sí. No se eche las manos a la cabeza. No existen subvenciones ni a los burdeles ni a sus empleadas. 

Cuando el de la armónica se puso a vomitar fue cuando pedí mi cuenta. «¿Te puedo invitar a algo?», me dijo la dueña; «No, gracias», le contesté con educación. De camino a casa, en tropecientos bares similares que seguían abiertos de par en par debieron acontecer anécdotas como las que en este relato sobre la vida misma les he narrado. Tailandia en estado puro. Y sus turistas y extranjeros afincados por aquí dando rienda suelta a sus necesidades más básicas. Nunca lo olviden. 

En Tailandia, se contabilizan alrededor de dos millones de trabajadoras del sexo, la práctica totalidad nativas –también las hay birmanas, camboyanas, laosianas, chinas, y últimamente venidas de Nigeria y naciones vecinas de esta–, cuando quedan exentas las masajistas, que aunque en su mayoría sólo ejerzan el bonito arte del masaje, también las hay que negocian bajo la mesa.

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Vox critica la gestión del Gobierno ante la gota fría y pide un mando único estatal ante este tipo de crisis

Vox critica la gestión del Gobierno ante la gota fría exigiendo mando único y el reconocimiento a los voluntarios
The post Vox critica la gestión del Gobierno ante la gota fría y pide un mando único estatal ante este tipo de crisis first appeared on Hércules.  Vox ha criticado duramente la reacción del Gobierno central y autonómico ante la gota fría en Valencia, señalando que su gestión ha contribuido a la alta cifra de muertes. Además, exigen que se reconozca la labor de la sociedad civil y los voluntarios que han ayudado en las zonas afectadas.

Vox ha registrado una moción en el Congreso para que el Gobierno asuma el mando único en la crisis provocada por la DANA . La propuesta incluye elevar el estado de emergencia a nivel tres en la Comunidad Valenciana, donde el temporal ha causado más de doscientas muertes.

La moción surge tras una interpelación urgente del diputado de Vox, Javier Ortega Smith, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, sobre la actuación de las Fuerzas Armadas. Vox considera que la gestión de Robles ha sido «nefasta».

El texto podría ser aprobado, ya que cuenta con el apoyo de otros grupos parlamentarios como el Partido Popular, Podemos y Compromís, que también ven necesaria la declaración del estado de emergencia para que el Ministerio del Interior asuma el control del operativo.

Además, Vox denuncia que la reacción del Gobierno central y autonómico ha sido una de las causas de la terrible cifra de muertes que ha causado la gota fría en Valencia. Exigen al Gobierno que reconozca la labor de la sociedad civil, en especial de los voluntarios que han acudido a las zonas afectadas.

En lo relativo a las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, los de Abascal quieren que el Ejecutivo «reconozca» la «impecable» labor de los agentes en su servicio a las tareas de limpieza y rescate de las zonas damnificadas. Asimismo, incluyen un último punto para que se reconozca la labor de la sociedad civil y los voluntarios que han acudido a ayudar y a «apoyar a sus compatriotas».

Desde que se inició la DANA, Vox ha acusado al Gobierno de Pedro Sánchez de no responder al «interés general» sino al interés «partidista». Además, según sostienen en la iniciativa, el Ejecutivo se esconde detrás un «supuesto» respeto a la distribución competencial.

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La casa de los imposibles

España no tiene un proyecto común, sino un mercado persa donde los votos se venden al mejor postor, dejando al país como rehén de quienes solo buscan defender su parcela
The post La casa de los imposibles first appeared on Hércules.  España se ha convertido en una casa de los imposibles, un experimento político donde los extremos conviven por necesidad, no por convicción, mientras el país se ahoga en un desgobierno que lleva ya años enquistado. En el centro de este circo de intereses cruzados, el nacionalismo juega el papel del cáncer que corroe el sistema: une a los irreconciliables e impone su identidad sobre el interés general. ¿Cómo puede un país avanzar cuando quienes lo dirigen no comparten ni un mínimo denominador común?

El último episodio de este drama tiene como protagonista a la reforma fiscal, convertida en un circo parlamentario. El Gobierno, obligado por Bruselas a transponer la directiva del impuesto mínimo del 15% a las multinacionales, decidió que era una buena idea cargar en ese mismo proyecto su paquete fiscal, un Frankenstein legislativo que intenta contentar a todos y fracasa estrepitosamente. Junts quiere suprimir el impuesto a las energéticas y el PNV, con la misma lógica nacionalista disfrazada de pragmatismo, exige que el impuesto a la banca sea temporal y controlado por las haciendas forales vascas. Al otro lado, la izquierda exige perpetuar esos tributos y cargar contra los ricos, los bancos y las empresas, como si el castigo fiscal fuera el antídoto mágico para la desigualdad.

El resultado es una jaula de grillos donde cada facción tira de la cuerda en direcciones opuestas. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, intenta tejer acuerdos imposibles, pactando hoy con unos para enfadar mañana a otros. El despropósito es evidente: no se gobierna con remiendos ni se construyen países desde el chantaje constante. España no tiene un proyecto común, sino un mercado persa donde los votos se venden al mejor postor, dejando al país como rehén de quienes solo buscan defender su parcela, aunque eso implique dinamitar cualquier posibilidad de progreso.

Nacionalismo: el cáncer que une a los extremos

El nacionalismo, en todas sus formas, es la raíz del problema. Es una ideología que apela a la identidad por encima de la razón, capaz de alinear a extremos ideológicos que, en cualquier otro contexto, se repelerían como imanes invertidos. ¿Qué tienen en común el PNV y Bildu? ¿O ERC y Junts? Nada, salvo la bandera que ondean. Pero esa bandera pesa tanto que consigue que sus diferencias irreconciliables en política económica, social y fiscal se disuelvan como azucarillos en el café cuando se trata de reclamar más poder para su territorio.

El PNV, que históricamente se presenta como un partido “de gestión”, no tiene reparos en coincidir con Bildu cuando el objetivo es reforzar su influencia sobre Euskadi. Lo mismo ocurre en Cataluña, donde la pugna por el poder entre ERC y Junts pasa a un segundo plano si pueden usar su peso en el Congreso para obtener más recursos o exenciones. En este contexto, no hay proyecto común para España, solo el interés de quienes entienden la política como un botín a repartir.

El peligro de este modelo es evidente: una parte del país no puede controlar al resto. Ni los extremos territoriales deben dictar las reglas al conjunto, ni la solución pasa por recentralizarlo todo. Pero sí es imprescindible un equilibrio que respete tanto la diversidad como la igualdad de condiciones para todos los ciudadanos, vivan donde vivan.

Un desgobierno sin rumbo

Desde 2018, España está atrapada en un bucle de inestabilidad política. Seis años de gobiernos que no gobiernan, de reformas que no se aprueban o que se deshacen antes de que el BOE las publique. Es el precio de pactar con la nariz tapada y pedir prestado las mayorías, donde cada voto tiene un coste que los contribuyentes acaban pagando. En el caso de la reforma fiscal, ese coste no es solo el retraso en cumplir con las exigencias de Bruselas, sino también la parálisis que impide avanzar en medidas que el país necesita desesperadamente.

El problema no es solo que los socios de investidura no se pongan de acuerdo, sino que el propio Gobierno carece de un plan coherente. ¿Qué mensaje envías cuando pactas con Junts la supresión del impuesto a las energéticas y con Sumar su perpetuación? ¿Cómo esperas atraer inversiones estratégicas si los tributos a banca y energéticas se convierten en armas arrojadizas que cambian con cada negociación? En lugar de certidumbre, España ofrece un caos legislativo que espanta a empresas e inversores.

El espejismo del consenso

Nos hemos acostumbrado a la idea de que el consenso es siempre deseable, pero lo que vemos en la política española no es consenso: es capitulación. Pactar con todos significa renunciar a tener un proyecto propio. El Gobierno, atrapado entre las exigencias de Bruselas, las demandas de sus socios y la presión de la oposición, se limita a sobrevivir. Pero gobernar no es sobrevivir, es tomar decisiones, incluso cuando son impopulares.

El problema es estructural. Un sistema que permite que un puñado de diputados decidan el destino de un país entero es una bomba de relojería. No hay estabilidad posible cuando el precio de mantener la legislatura en pie es ceder constantemente al chantaje de los nacionalistas y las facciones más extremas.

No se puede avanzar sin rumbo, sin un camino claro que seguir. Pero ese camino es imposible de trazar cuando el Gobierno se sostiene sobre un pacto de intereses irreconciliables, donde cada decisión es una negociación interminable. España necesita algo más que un parche o un pacto puntual: necesita un proyecto de país. Y ese proyecto solo será posible cuando la política deje de ser un juego de supervivencia. En la casa de los imposibles, nadie gobierna. Y España paga la factura.

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Scholtz desafía a Europa con su llamada a Putin para aliviar tensiones

Scholz dialoga con Putin, desafiando el aislamiento de Occidente y abriendo un posible canal diplomático para aliviar tensiones entre Alemania y Rusia
The post Scholtz desafía a Europa con su llamada a Putin para aliviar tensiones first appeared on Hércules.  En un movimiento inesperado que ha causado revuelo en la escena política internacional, el canciller alemán Olaf Scholz ha sostenido una llamada telefónica con el presidente ruso Vladimir Putin. La comunicación, que tuvo lugar en un momento de tensas relaciones entre Rusia y Occidente, ha sido vista por muchos como un intento de Alemania por reabrir canales diplomáticos con Moscú. Esta llamada representa un giro significativo en la postura que han mantenido los países europeos, especialmente tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022.

El diálogo entre Scholz y Putin, según se ha informado, tuvo como objetivo discutir temas clave relacionados con la seguridad europea, la situación en Ucrania y las implicaciones de las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea. Alemania, que ha sido uno de los principales impulsores de estas sanciones junto con otros países miembros de la UE, parece ahora estar buscando vías para aliviar las tensiones y reestablecer un cierto nivel de diálogo con Rusia.

Un intento de mediación diplomática

La llamada telefónica de Scholz a Putin ha sido interpretada por algunos como un esfuerzo por parte de Alemania para retomar su tradicional papel de mediador en los conflictos internacionales. Sin embargo, la decisión ha generado críticas tanto dentro como fuera de Alemania, ya que muchos consideran que podría socavar los esfuerzos colectivos de Occidente para presionar a Rusia a poner fin a su agresión en Ucrania.

Desde el inicio de la guerra, la comunidad internacional, liderada por Estados Unidos y la Unión Europea, ha buscado aislar diplomáticamente a Rusia, imponiendo fuertes sanciones económicas y restringiendo su acceso a mercados internacionales. No obstante, en medio de la creciente presión interna debido a la crisis energética y el aumento de los costos de vida, algunos países europeos, incluidos Alemania, están explorando formas de reducir las tensiones con Rusia sin renunciar a su apoyo a Ucrania.

Según fuentes oficiales, Scholz expresó en su conversación con Putin la necesidad de alcanzar una solución pacífica al conflicto y subrayó la importancia del respeto al derecho internacional. Por su parte, Putin reiteró su posición de que las sanciones impuestas por Occidente están exacerbando las dificultades económicas a nivel global, y culpó a la OTAN de agravar la situación al seguir proporcionando armamento a Ucrania.

Una jugada estratégica de Putin

La reacción de Rusia ante esta llamada ha sido mixta. Según reportes de los medios rusos, el Kremlin ha interpretado el acercamiento de Scholz como un signo de debilidad dentro del bloque occidental. Algunos analistas creen que Putin podría estar utilizando esta oportunidad para sembrar divisiones en Europa, especialmente entre aquellos países que dependen en gran medida del gas ruso, como Alemania.

De hecho, informes recientes señalan que Rusia ha estado tratando de influir en las políticas energéticas de Europa mediante la manipulación de los precios del gas, con el objetivo de forzar a los países europeos a flexibilizar las sanciones. El gobierno alemán ha estado bajo una presión considerable para buscar alternativas al gas ruso, y aunque ha logrado diversificar parcialmente sus fuentes de energía, la dependencia de Alemania del suministro ruso sigue siendo un punto débil.

Reacciones mixtas en la comunidad internacional

La noticia de la llamada entre Scholz y Putin ha suscitado reacciones mixtas entre los aliados de Alemania. Mientras que algunos funcionarios de la Unión Europea han acogido con cautela la idea de reabrir el diálogo con Rusia, otros temen que esto pueda ser interpretado como una señal de división dentro del bloque. Estados Unidos, por su parte, ha mantenido su postura de presión constante sobre Moscú, instando a sus aliados europeos a no relajar las sanciones.

En Alemania, las críticas también han surgido desde el propio parlamento, donde algunos miembros de la oposición han cuestionado la efectividad de esta llamada, argumentando que podría socavar la posición de la UE y debilitar la presión colectiva sobre Putin. No obstante, Scholz ha defendido su decisión, afirmando que el diálogo es una herramienta esencial en la búsqueda de la paz.

Perspectivas futuras

Con la guerra en Ucrania aún en curso y sin un fin a la vista, las tensiones entre Rusia y Occidente parecen lejos de resolverse. Sin embargo, la llamada entre Scholz y Putin podría abrir una nueva etapa en la relación entre Alemania y Rusia, especialmente en un contexto donde Europa se enfrenta a crecientes desafíos económicos y energéticos.

Queda por ver si este acercamiento diplomático será el primero de muchos pasos hacia una desescalada del conflicto, o si simplemente servirá para aumentar las tensiones dentro de la alianza occidental. En cualquier caso, la decisión del canciller alemán de comunicarse directamente con Putin ha marcado un hito en la política europea y podría tener repercusiones importantes en el futuro de la seguridad y estabilidad del continente, probablemente no hacia el beneficio para la Unión Europea, solo para la economía alemana.

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La llamada de la incertidumbre entre Scholz y Putin

El canciller alemán, Olaf Scholz, tuvo una conversación telefónica con Putin en la que se debatieron múltiples asuntos como el apoyo a Ucrania y la cooperación energética
The post La llamada de la incertidumbre entre Scholz y Putin first appeared on Hércules.  El presidente Vladimir Putin y el canciller alemán, Olaf Scholz, hablaron por teléfono el viernes, anunciaron Moscú y Berlín, en un momento de gran incertidumbre sobre el continuo apoyo de Occidente a Ucrania.

Scholz y Putin hablan tras 2 años sin hacerlo

Scholz dijo el domingo que estaba interesado en hablar con el líder del Kremlin sobre posibles soluciones para poner fin a la guerra en Ucrania, que se acerca al tercer año. La última vez que ambos hablaron fue en diciembre de 2022, cuando el canciller alemán instó a Putin a retirar sus tropas de Ucrania.

«El canciller instó a Rusia a estar preparada para negociar con Ucrania con el objetivo de lograr una paz justa y duradera», dijo un portavoz del gobierno alemán en una declaración escrita publicada el viernes. Según el portavoz, Scholz notificó al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, antes de llamar a Putin y tenía la intención de volver a llamar a Zelensky después.

Scholz habría reiterado la condena de Berlín a la invasión a gran escala de Ucrania, pidió la retirada de las tropas y enfatizó «la determinación inquebrantable de apoyar a Ucrania en su lucha defensiva contra la agresión rusa durante el tiempo que sea necesario».

La posición de Alemania sobre Ucrania y un posible viraje

La agencia de noticias estatal rusa TASS, citando a un funcionario anónimo del gobierno alemán, informó que Scholz y Putin acordaron mantener contacto entre sí. Alemania también planea informar a «aliados y socios» sobre las conversaciones de Scholz con Putin, agregó.

Más tarde el viernes, el Kremlin confirmó que la llamada telefónica había tenido lugar, describiéndola como «detallada y franca». Se dice que Putin repitió sus afirmaciones de que la OTAN era la culpable de la guerra en Ucrania, y agregó que Rusia «sigue abierta a reanudar las negociaciones que fueron interrumpidas por el régimen de Kiev».

También se dijo que detalló la «conocida» postura negociadora de Rusia, incluidos los intereses de seguridad del país, sus posiciones actuales en el frente y, «lo que es más importante, la eliminación de las causas fundamentales del conflicto». Putin lamentó la «degradación general sin precedentes» en las relaciones ruso-alemanas debido al «curso hostil» de Berlín, dijo el Kremlin, y agregó que Moscú está listo para la cooperación energética «si hay interés» de Berlín.

Rusia y Alemania planean mantener contactos a niveles más bajos, agregó el Kremlin.

Ucrania muestra su disconformidad

La conversación telefónica del viernes se produce en un momento precario, tanto para las perspectivas de un continuo apoyo occidental a Ucrania como para el propio futuro político de la canciller alemana. Scholz está lidiando con una crisis de gobierno tras el colapso la semana pasada de la «coalición del semáforo» del parlamento alemán, y se enfrenta a una votación de confianza a mediados de diciembre.

Ucrania criticó el llamado de Scholz a Putin, calificándolo de «intento de apaciguamiento». Mientras tanto, la histórica reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha generado preocupaciones entre los socios europeos de Washington sobre si Estados Unidos mantendrá su papel de liderazgo en el apoyo a la defensa de Ucrania contra las fuerzas rusas que avanzan rápidamente. Alemania, el segundo mayor proveedor de ayuda militar de Ucrania después de Estados Unidos, ha prometido un apoyo continuo bajo el liderazgo de Scholz.

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Se acelera la expulsión de ‘okupas’ por error de Bildu y ERC

Bildu se disculpó por el «error injustificable», mientras ERC no ha comentado nada públicamente.
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