Cómo respirar mientras corres o haces otros tipos de ejercicio

La mayoría de las personas asumen la respiración como un proceso automático que se realiza sin necesidad de atención consciente. Debido a esto, muchos corredores, en especial los principiantes, enfocan más sus esfuerzos en cuestiones como la velocidad y la distancia que en la técnica respiratoria. Sin embargo, ¿sabías que la forma de respirar es clave
The post Cómo respirar mientras corres o haces otros tipos de ejercicio appeared first on Mejor con Salud.  La mayoría de las personas asumen la respiración como un proceso automático que se realiza sin necesidad de atención consciente. Debido a esto, muchos corredores, en especial los principiantes, enfocan más sus esfuerzos en cuestiones como la velocidad y la distancia que en la técnica respiratoria. Sin embargo, ¿sabías que la forma de respirar es clave para alcanzar tu máximo potencial?

Piensa que mientras inhalas y exhalas estás permitiendo que tus músculos reciban el oxígeno necesario para funcionar con eficiencia. Mientras corres, o durante la práctica de otros tipos de ejercicios que implican un esfuerzo intenso, la demanda de oxígeno aumenta y puedes sentir que te falta el aire. Tras llegar al límite, ocurre una acumulación de ácido láctico en los músculos, que es lo que te causa calambres y agotamiento.

Debido a esto, los ejercicios de respiración han dejado de ser irrelevantes, y se han convertido en una herramienta clave para el éxito deportivo, independientemente de la disciplina. Si aún no los has integrado en tus entrenamientos, te invitamos a hacer un repaso de diferentes técnicas tanto para carrera como para otras modalidades de ejercicios aeróbicos y anaeróbicos.

Las mejores maneras de respirar mientras corres

No es difícil saber que estás respirando mal mientras corres. ¿Te falta el aire al poco tiempo de iniciar tu trayecto? ¿Respiras de forma rápida y superficial? ¿Experimentas flato (dolor punzante al costado del abdomen)? ¿Te fatigas antes de lo esperado? ¿Te mareas o sientes tensión en la parte baja de la espalda, los hombros o el cuello? Si es así, es momento de corregir tu respiración.

Ahora bien, ten en cuenta que hay diferentes técnicas y puedes elegir la que mejor se adapte a la intensidad de tu rutina, tu estado físico y comodidad personal. Lo más importante es encontrar un ritmo eficiente, con el que puedas asegurar una óptima oxigenación de tus músculos sin generarles tensión innecesaria.

Respiración diafragmática

La respiración diafragmática, también llamada respiración abdominal, es una de las más recomendables a la hora de mejorar el rendimiento en la práctica de running. Consiste en inhalar profundo usando el diafragma, un músculo ubicado debajo de los pulmones que permite expandirlos para lograr una mejor oxigenación.

Para hacerla de forma correcta, inhala profundo por la nariz, dejando que el abdomen se expanda. Luego, exhala por la boca, contrayéndolo de manera gradual. Aplicar esta técnica mientras corres puede disminuir la fatiga, maximizar la entrada de oxígeno y aumentar tu resistencia. Para sacarle el máximo provecho, puedes considerar lo siguiente:

Antes de correr, respira lenta y profundamente. Inhala en 3 o 4 segundos y exhala en el mismo tiempo. Esto con el fin de oxigenar bien el cuerpo y prepararte para la actividad.
Durante la carrera, y si el esfuerzo es moderado, procura mantener un ritmo 2:2, es decir, inhala en dos pasos y exhala en dos. Si la intensidad es alta, puedes usar el método 2:1 (inhala en dos pasos y exhala en uno).
Después de correr, lo ideal es volver a una respiración profunda y controlada; esto implica de 4 a 5 segundos por inhalación y exhalación. Con ello, favorecerás la recuperación y reducirás el ritmo cardíaco.

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Respiración nasal

La respiración nasal (inhalar y exhalar solo por la nariz) contribuye a filtrar, humidificar y calentar el aire antes de que llegue a los pulmones. Su práctica es bastante beneficiosa para corredores de climas fríos o que padecen asma, ya que disminuye la irritación causada por el aire seco. Pese a ello, cualquier amante del running puede implementarla.

Y es que permite una mayor absorción de oxígeno, dado que promueve la liberación de óxido nítrico, un compuesto que se encarga de dilatar los vasos sanguíneos y que ayuda a que los músculos se oxigenen mejor. Esto se refleja en beneficios como la disminución del estrés, una mejor eficiencia respiratoria y mayor resistencia.

Sin embargo, es importante destacar que no necesariamente es mejor que la respiración diafragmática, sino que puede complementarla. La elección de una opción u otra también depende de tu comodidad y de la intensidad de la carrera. Si debes hacer un esfuerzo intenso, puede que se te dificulte mantenerla. ¿Cómo se hace?

Empieza su práctica en reposo, respirando solo por la nariz mientras caminas o haces alguna actividad de tu día a día.
Una vez estés listo para integrarla a la carrera, establece el ritmo. Te sugerimos seguir un patrón 3:3, que quiere decir inhalar en tres pasos y exhalar en tres (solo por la nariz). Si la intensidad es moderada, puedes ajustarlo a un 2:2. Lo importante es que te concentres en igualar tu pisada con tu respiración.

Respiración bucal

La boca posibilita inhalaciones más rápidas y profundas, lo que puede generar una sensación de alivio durante el máximo esfuerzo. En situaciones como las carreras de alta intensidad, los sprints o si el corredor tiene congestión nasal, este tipo de respiración puede resultar útil, pues garantiza un flujo de aire constante sin restricciones.

No obstante, no es la mejor opción en cuanto a rendimiento y eficiencia. ¿La razón? Respirar por la boca, en especial de manera superficial, hace que al aire llegue más frío y seco a los pulmones, lo que tiende a causar irritación de las vías respiratorias. Además, minimiza la eficiencia en el intercambio de oxígeno, generando fatiga prematura.

Si te resulta cómodo respirar por la boca al correr, procura seguir estos consejos:

Inhala de manera profunda y controlada, de modo que el aire llegue hasta el diafragma en lugar de quedarse en el pecho.
Al exhalar, expulsa el aire con fluidez para que el dióxido de carbono no se acumule.
En la medida de lo posible, intenta combinar la respiración bucal con la nasal. Si estás haciendo un entrenamiento intenso, permite que la boca absorba más aire, pero sin perder el control de tu ritmo respiratorio.

Respiración al caminar

Al caminar es posible aplicar las mismas técnicas de respiración que al correr. Sin embargo, hay ciertas diferencias en cuanto a ritmo. En la mayoría de los casos, respirar por la nariz es suficiente, a un ritmo 2:2 (inhalar en dos pasos, exhalar en dos), dado que la demanda de oxígeno es inferior y el cuerpo puede abastecerse sin requerir respiraciones profundas y rápidas.

Aún así, la modalidad diafragmática es beneficiosa, ya que favorece un ritmo relajado y constante, disminuye la tensión muscular del cuello y los hombros y activa el sistema nervioso parasimpático, lo que se refleja en una sensación de calma y bienestar.

Cómo respirar al hacer ejercicios de fuerza

Durante los entrenamientos anaeróbicos o de fuerza, es clave sincronizar la respiración con el esfuerzo. A diferencia de los ejercicios aeróbicos, en los que la respiración es constante y fluida, estos se optimizan al inhalar antes del movimiento y exhalar en la fase mayor de esfuerzo. 

Esta técnica de respiración se destaca porque ayuda a una mayor estabilidad del core, evita un aumento excesivo de la presión intraabdominal y protege la columna vertebral. En cambio, respirar rápido o contener el aire por mucho tiempo puede generar mareo, aumento de la presión arterial y una disminución de la capacidad para generar fuerza.

Para practicar este tipo de respiración, ten en cuenta lo siguiente:

Inhala profundamente por la nariz antes de iniciar el movimiento para prepararte para el esfuerzo.
Mientras levantas, empujas o realizas la fase de mayor carga, exhala de forma controlada.
Por lo general, se sigue un patrón de respiración 1:1, es decir, inhalar en la fase de preparación y exhalar en la de esfuerzo. No obstante, en levantamientos pesados, como el peso muerto o la sentadilla con carga máxima, es necesario aplicar la maniobra Valsalva, que consiste en contener el aire de forma breve, con el fin de estabilizar el cuerpo. Luego, se exhala al final del movimiento.
Aquí es clave que controles la respiración, pues retener el aire por mucho tiempo puede generarte una sensación de presión en la cabeza y el pecho, que a veces se manifiesta con falta de aire y mareo.
En ejercicios abdominales, la técnica recomendada consiste en inhalar al bajar (fase de menor esfuerzo) y exhalar al subir (fase de contracción del abdomen). Lo mismo aplica para movimientos como las flexiones.

Respiración en HIIT o ejercicios cardiovasculares intensos

En los entrenamientos de alta intensidad como el HIIT, y en otras modalidades de entrenamiento cardiovascular de gran exigencia física, como por ejemplo: burpees, saltos pliométricos, sprints o ciclismo indoor a máxima velocidad, es necesario lograr un patrón respiratorio rápido y eficiente, que se adapte el ritmo del esfuerzo para lograr una buena oxigenación de los músculos y retrasar la fatiga.

Con este fin, es conveniente combinar la respiración nasal y bucal, pero evitando que sea superficial. Lo ideal es inhalar por nariz cuando sea posible y exhalar por la boca para expulsar el dióxido de carbono lo antes posible. Sin embargo, se recomienda mantener una respiración bucal en los intervalos de mayor exigencia, pues ayuda a tomar más aire en menos tiempo.

Si quieres implementarlo, considera esto:

Empieza con respiraciones profundas y controladas como preparación para el ejercicio.
Durante los ejercicios moderados, mantén un ritmo 2:2, es decir, inhala en 2 tiempos y exhala también en 2.
En intervalos intensos, usa la respiración bucal, pero sin perder el ritmo del movimiento.
Al exhalar, hazlo de forma fuerte y controlada para una eliminación eficiente del dióxido de carbono.
En los periodos breves de descanso, concéntrate en respirar de manera profunda y pausada para reducir la frecuencia cardíaca y lograr un mejor rendimiento en la siguiente ronda.

Cómo respirar en natación

En natación suele sugerirse la técnica de respiración bilateral, que consiste en alternar lados al respirar, cada tres o cinco brazadas. Su ejecución es clave para asegurar una buena alineación del nadador y prevenir desequilibrios musculares; además, mejora la técnica, optimiza el consumo de oxígeno y aumenta la resistencia.

Por el contrario, las respiraciones irregulares o muy frecuentes dificultan el avance, incrementan la fatiga prematura y pueden derivar riesgos como la entrada de agua a los pulmones. ¿Cómo ponerla en práctica?

Inhala por la boca de forma rápida y profunda cuando gires la cabeza de lado, fuera del agua.
Exhala de forma continua y controlada por la nariz y por la boca, cuando tu rostro esté sumergido.
Procura sincronizar la respiración con la brazada para prevenir interferencias en la técnica. Además, asegúrate de que sea bilateral para favorecer el equilibrio y evitar posibles tensiones a un solo lado del cuerpo.
No olvides que debes evitar contener el aire por mucho tiempo, pues esto genera acumulación de dióxido de carbono y, por ende, falta de aire y fatiga.

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Una respiración eficiente es clave para tu desempeño deportivo

Una buena técnica de respiración en el deporte es tan importante como otros parámetros como la técnica, la intensidad, la recuperación o la postura. No importa si eres atleta aficionado o si practicas alguna disciplina a nivel profesional. La manera en la que inhalas y exhalas es un determinante para tu desempeño: o lo mejora o hace que te fatigues más rápido.

De ahí la importancia de conocer cómo respirar de acuerdo al tipo de actividad, pero también de saber adaptarlo a tu condición física, estado de salud o necesidades individuales. Ten en cuenta que una respiración eficiente no se logra de la noche a la mañana, sino siendo consciente de esta y ejercitándola de acuerdo a los objetivos que quieres alcanzar.

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Beneficios de la elíptica para tu rutina y los músculos que trabaja

La elíptica es una máquina enfocada en el ejercicio cardiovascular de bajo impacto. Su nombre proviene del movimiento elíptico que hacen los pedales cuando los mueves. Al igual que la bicicleta estática y la cinta de correr, esta máquina es una de las más populares en los gimnasios. Por ello, muchos entusiastas del fitness han
The post Beneficios de la elíptica para tu rutina y los músculos que trabaja appeared first on Mejor con Salud.  La elíptica es una máquina enfocada en el ejercicio cardiovascular de bajo impacto. Su nombre proviene del movimiento elíptico que hacen los pedales cuando los mueves. Al igual que la bicicleta estática y la cinta de correr, esta máquina es una de las más populares en los gimnasios. Por ello, muchos entusiastas del fitness han optado por hacer el esfuerzo y adquirir una para el hogar, para evitar la larga espera para usarla en el gym.

Su fama se debe a que puede ser muy positiva tanto para la salud como para el entrenamiento. De hecho, uno de los beneficios más conocidos de la elíptica es que te permite hacer un entrenamiento de cuerpo completo, algo que muy pocas máquinas poseen.

1. Mejora la salud cardiovascular

Al igual que el entrenamiento con escaladora o la bicicleta estática, la elíptica forma parte de los llamados ejercicios cardiovasculares. Ellos son beneficiosos para el cuerpo, ya que pueden reducir la tensión arterial.

Al realizar este ejercicio de forma frecuente, fortalecerás los músculos del corazón, haciendo que bombee la sangre de manera más eficiente al cuerpo. Con esto se reduce la presión arterial, y, a su vez, el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.

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2. Aumenta la capacidad aeróbica

Este beneficio de la elíptica está muy ligado al anterior. Al usarla, tu sistema circulatorio trabaja de manera más eficiente, transportando mejor el oxígeno a los músculos, necesario para que lleves a cabo el entrenamiento. A esto se le conoce como capacidad aeróbica. Mientras mayor sea, mejor, porque significa que tus músculos pueden trabajar durante un tiempo superior sin cansarse.

3. Contribuye a la pérdida de peso

Para que exista pérdida de peso, aparte de reducir la ingesta de calorías, también es necesario que aumentes el gasto energético, y el entrenamiento en elíptica puede ayudarte.

Este ejercicio cardiovascular activa varios grupos musculares al mismo tiempo, lo que favorece un mayor consumo de calorías. Además, su impacto reducido en las articulaciones permite sesiones más largas y constantes, ayudando a mejorar la resistencia y acelerar el metabolismo, lo que contribuye a una quema de grasa más eficiente incluso después de terminar el entrenamiento.

Al hacer 30 minutos de elíptica, una persona de 56 kilogramos puede quemar unas 270 calorías, mientras que alguien de 83 kilogramos quemaría 378. Unos números para nada despreciables, considerando que —por ejemplo—, una ración de 100 gramos de papas fritas aporta 312 calorías. Esto para que tengas una referencia.

4. Reduce los niveles de estrés

La OMS indica que hacer ejercicio a diario puede ayudarte a reducir el estrés, y la elíptica es una de las múltiples opciones de ejercicios que podrías llevar a cabo. Al ejercitarte en ella liberarás endorfinas, responsables de las sensaciones de bienestar y perfectas para contrarrestar el estrés.

5. Mejora la postura

Ejercitarte en la elíptica puede contribuir a que mejores tu postura. Esto se debe a que trabajarás y fortalecerás los músculos de la espalda y core, necesarios para que te mantengas erguido y evites problemas de espalda.

6. Cuida las articulaciones

A diferencia de correr y saltar, el entrenamiento en elíptica es de bajo impacto en las articulaciones. Esto se debe al diseño elíptico de la máquina, que permite reducir las cargas en zonas como la cadera y las rodillas. Por ello es un buen ejercicio para personas con obesidad o quienes tengan padecimientos como la artritis de rodilla.

7. Contribuye a la recuperación post lesión

Ahora, la elíptica también puede ser una alternativa para personas que se encuentren en proceso de recuperación post lesión o quirúrgica. Al tener un bajo impacto, permite mejorar el rango de movimiento sin sobrecargar la zona lesionada. Si deseas utilizarla para este fin, es necesario que cuentes con la autorización de tu médico tratante, que hagas el ejercicio en un nivel bajo y sin sobre exigirte.

8. Fortalece los músculos

Al ejercitarte con la elíptica, fortalecerás y tonificarás los músculos tanto del tren superior, como inferior, al igual que los del core o centro. De igual manera, esta tonificación hará que tu cuerpo se esculpa de manera integral y proporcionada, para contribuir a una apariencia más atlética.

9. Favorece el equilibrio

Esta máquina también mejora el equilibrio y la marcha, debido al fortalecimiento que se da por la flexión alterna de la rodilla y la cadera durante el ejercicio. Otro motivo que podría contribuir es que fortalece el core y este se encarga de la estabilización del cuerpo.

10. Es amable con el suelo pélvico

Al ser un ejercicio de bajo impacto, entrenar con la elíptica reduce la presión sobre el suelo pélvico, a diferencia de los ejercicios de alto impacto, como el crossfit. De igual manera, al fortalecer el core, la elíptica también será beneficiosa para el suelo pélvico, ya que le brindará estabilidad.

Ventajas y desventajas de la elíptica

Todos los beneficios de la elíptica que te hemos indicado puedes tomarlos como ventajas, pero no son las únicas. Otro de sus pros es que es muy sencilla de utilizar, ya que no necesitas de instrucciones complejas para entrenar en ella. Además, te permite trabajar todo el cuerpo a la vez y entrenar en interiores.

También es versátil, no solo porque puede usarla desde un adulto mayor hasta un adolescente, sino porque vale para hacer variedad de entrenamientos. Por ejemplo, hay quienes la usan para entrenamientos en intervalos, variando la intensidad; mientras que otros la trabajan con una intensidad y tiempo fijo, como si fuera una caminata.

Ahora, si nos vamos al otro lado de la balanza, una de las principales desventajas es que no ayuda a reducir el riesgo de osteoporosis, por su bajo impacto, como indica la Clínica de Cleveland. Para ello, es necesario complementar su uso con algún entrenamiento de fuerza.

Otro punto a tener en cuenta es que quema una menor cantidad de calorías que correr a una intensidad moderada (378 vs. 420 calorías quemadas en una persona de 83 kilogramos, durante 30 minutos de ejercicio). Por último, las máquinas elípticas no son baratas. Los modelos domésticos más sencillos en el mercado inician entre los 250 o 300 euros.

¿Qué músculos trabaja?

Si tuviéramos que usar una palabra para describir el entrenamiento con elíptica, diríamos «completo». Y es que con esta máquina trabajarás una gran cantidad de músculos diferentes en todo el cuerpo, al combinar el pedaleo elíptico con el movimiento de los brazos. Algunos de ellos son los siguientes:

Tren inferior: en esta sección del cuerpo trabajarás los músculos de la pantorrilla; el cuádriceps, en la parte delantera del muslo; los isquiotibiales, ubicados en la parte posterior; así como también los flexores de cadera, que ayudan a mover las piernas hacia el tronco. Por último, pero no menos importante, la elíptica fortalece los glúteos, claves en la extensión de la cadera.
Tren superior: los bíceps y tríceps son unos de los músculos que más trabajarás en esta zona. Ellos se encargan de la flexión y articulación del codo. De igual manera, la elíptica contribuye a ejercitar los deltoides, el pectoral mayor y menor, el trapecio y los romboides
Core: ya te hemos indicado que la elíptica puede fortalecer el core y mejorar la estabilidad y postura. En específico, ella trabaja el músculo recto abdominal, los oblicuos, el erector de la columna y el dorsal ancho.

¿Cómo usar la elíptica?

Al igual que otras máquinas de ejercicio, como la air bike o la caminadora, la elíptica es muy intuitiva y fácil de utilizar. Basta con subirte a ella, colocando tus pies en el centro de los pedales, manteniendo la cabeza y el pecho erguido, así como la vista fija hacia adelante. Vas a tomar los manillares, flexionando de forma ligera los codos y haciendo el agarre a la altura de ellos. Hecho esto, comienza a pedalear y mover los brazos; la máquina te guiará en el movimiento.

Hay algunas elípticas que cuentan con sensor de frecuencia cardíaca en el manillar. Si este es el caso de tu máquina y llegar a él hace que tengas un agarre inadecuado, lo mejor es que priorices tomarla de la forma correcta. Si quieres medir ese dato, hazlo por medio de un reloj inteligente.

Con respecto al tiempo del ejercicio, se sugiere hacer por lo menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada a la semana (dentro de la cual se incluye la elíptica). Aunque, para beneficiar más tu salud, lo ideal es que hagas 300 minutos o más de actividad aeróbica moderada a la semana.

Puedes iniciar con sesiones cortas de 15 minutos al día e ir subiendo a medida que pase el tiempo. Además, recuerda que el tiempo semanal que sugieren los expertos no tiene que ser solo de elíptica, podrías combinarla con otras actividades como caminar, nadar o andar en bici.

¿Puedo usar la elíptica a diario?

Si te encanta la elíptica, no hay ningún problema en que la utilices a diario. Eso sí, lo ideal es combinar su uso con ejercicios de fuerza que desarrollen aún más tus músculos. De igual manera, es importante evitar la sobre ejercitación, para prevenir lesiones.

¿En cuánto tiempo se ven los resultados?

El tiempo que tardes en obtener los beneficios de la elíptica, como tonificación muscular o quema de calorías, depende de varios factores. Entre ellos el tipo de entrenamiento que lleves (si es de moderada o alta intensidad), la condición física que tenías al comenzar con el entrenamiento, o incluso de la alimentación que sigas.

Por ejemplo, en un estudio publicado en la Revista de Medicina Deportiva y Aptitud Física señalan que tras cuatro semanas de entrenamiento elíptico, tres veces por semana, por 30 minutos, disminuyó la frecuencia cardíaca submáxima. A modo general, podemos decirte que algunas personas notan una reducción del estrés durante las primeras semanas, y entre el primer y el tercer mes, observan tonificación muscular.

¿La elíptica engorda las piernas?

No, esto es un mito. Como te indicamos, la elíptica hace que quemes calorías, que si lo combinas con una alimentación en donde reduzcas su ingesta, contribuye a que también quemes grasas, no que la aumentes. De igual manera, esta máquina hace que fortalezcas y tonifiques los músculos de las piernas. En otras palabras, este ejercicio hará que tus piernas se vean más definidas y esculpidas.

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Una máquina versátil y divertida

Incluir la elíptica en tu rutina de ejercicios puede ser muy positivo. Como habrás notado, ofrece múltiples beneficios, entre ellos mejorar la capacidad aeróbica o mejorar tu salud cardiovascular. Además, vale para múltiples de personas, de diferentes edades y condiciones físicas.

Un último tip que podrías implementar para darle mayor variedad a tus sesiones de elíptica es hacer uno o dos días a la semana entrenamiento por intervalos. Realiza un par de minutos el pedaleo a alta intensidad y luego baja la potencia para recuperarte. Estos cambios de ritmo te ayudarán a llevar el ejercicio al siguiente nivel.

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La diferencia principal entre la menta y hierbabuena

La menta y la hierbabuena son dos hierbas muy populares en la cocina y en la medicina tradicional. Ambas especies pertenecen al género de las Mentha, por lo que es fácil confundirlas por su apariencia, sabor y aroma similares. Sin embargo, también cuentan con diferencias entre sí que es importante conocer para aprovecharlas al máximo.
The post La diferencia principal entre la menta y hierbabuena appeared first on Mejor con Salud.  La menta y la hierbabuena son dos hierbas muy populares en la cocina y en la medicina tradicional. Ambas especies pertenecen al género de las Mentha, por lo que es fácil confundirlas por su apariencia, sabor y aroma similares. Sin embargo, también cuentan con diferencias entre sí que es importante conocer para aprovecharlas al máximo.

Por un lado, la hierbabuena (Mentha spicata) se caracteriza por un sabor y un aroma más suave, así como por sus hojas redondeadas. Por otro lado, la menta piperita (Mentha x piperita), la variedad de menta más empleada, se distingue por un sabor mucho más fuerte y refrescante y hojas alargadas. Si quieres saber todas las diferencias en su apariencia, beneficios y usos, sigue leyendo.

Origen de la menta y la hierbabuena

Un dato sobre la menta es que existen más de 10 variedades, pero en general se asocia con la piperita, un híbrido entre dos tipos de hierbas: la menta acuática (Mentha aquatica) y la hierbabuena. Se cree que se originó en Europa, Asia y África boreal, en climas calurosos, y era usada en la antigüedad con fines terapéuticos. Según la mitología griega, una ninfa llamada Mente fue convertida en esta planta por la diosa Perséfone, debido a los celos que sentía entre ella y su esposo, Hades.

En el caso de la hierbabuena, es probable que esta variedad de menta sea originaria de Europa y Asia pero, a comparación de la menta, en climas más secos y templados. Su origen es desconocido, pero se trataría de una hibridación entre la menta negra y la blanca.

1. Características físicas

Las formas más sencillas de distinguir entre ambas hierbas es a través de sus características físicas. Aunque ambas pertenecen al mismo género botánico, con un poco de atención pueden identificarse.

Hojas

Es posible distinguir entre ambas hierbas por la forma, el color y el tamaño de sus hojas. La menta tiene hojas de color verde claro, estrechas como en forma de lanza. Una particularidad es que nacen desde un rabillo que las une al tallo.

Por su parte, a diferencia de la menta, la hierbabuena se reconoce por sus hojas, que son más ásperas al tacto, de un color verde más oscuro y una base más ancha. Además, están unidas directamente al tallo, sin un pecíolo o rabillo.

Las hojas de la menta son más alargadas y claras.

Flores

Ambas hierbas miden más de unos 30 centímetros, con flores que se agrupan en espigas. Por lo general, las de la menta tienen un color entre rosado y lavanda, rara vez blanco. Mientras tanto, las de la hierbabuena suelen tener coloración rosa, lavanda o blanco.

Tallo

En general, todos los tipos de Mentha se caracterizan por tallos con tonalidades rojizas, aunque pueden tener sutiles diferencias entre una variedad y otra. El tallo de la menta es cuadrado, erecto y de color un poco verdoso. Además, es relativamente liso. El tallo de la hierbabuena también es cuadrado y erecto. Sin embargo, su tonalidad es más roja o café.

Las hojas más redondeadas y ásperas, al igual que los tallos rojizos sirven para identificar a la hierbabuena.

2. Aroma

Debido a su gran contenido de mentol, la piperita es mucho más aromática. Es muy intensa, fresca y penetrante, gracias a su alto contenido de mentol. Este compuesto le da una fragancia fuerte y casi picante, que puede resultar revitalizante y estimulante.

En comparación, la hierbabuena tiene un aroma más suave, dulce y herbal. Su fragancia es menos intensa que la de la menta, pero igual de refrescante. Sus notas se deben a la carvona, su compuesto principal, lo que le da un perfil olfativo más relajante.

3. Sabor

Una diferencia fundamental entre la menta y la hierbabuena está en su sabor. La primera tiene un alto contenido de mentol (alrededor de un 40 %), lo que le otorga un gusto mucho más fuerte y hasta casi picante.

Por el contrario, la segunda es más suave y dulce, por lo que suele emplearse para hacer té. Esto se debe a que su contenido de mentol es mucho más bajo, de alrededor de un 0.5 %.

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4. Usos culinarios

En el ámbito de la cocina, la elección de una o de otra dependerá del platillo o bebida a preparar. Por su fuerte sabor, la menta puede eclipsar algunos sabores y, en su lugar, puede optarse por una variante más suave, como la hierbabuena. Sin embargo, al ser intensa, combina bien en los dulces y los pasteles, como en el caso de los medallones de menta, que incluye chocolate.

Como la hierbabuena es más suave, suele emplearse para preparar tragos o salsas. Podemos encontrarla en bebidas, postres y ensaladas. También, es muy utilizada como infusión, ya que tiene un sabor y aroma agradable. De todas maneras, ambas hierbas se preparan como té.

Propiedades y beneficios para la salud

Ambas hierbas cuentan con propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, así como antimicrobianas, y son conocidas por sus beneficios para la salud digestiva, pero tienen ciertas particularidades. En el caso de la menta, su componente principal es el mentol, conocido por su uso en pomadas, productos de higiene bucal y caramelos. Mientras tanto, la carvona es el compuesto que se encuentra en mayor proporción en la hierbabuena.

Como indican en Aromatic and Medicinal Plants, una característica del aceite de menta y sus hojas es que se suelen emplear para tratar el síndrome de intestino irritable, además de para aliviar el dolor estomacal y la indigestión. También, son útiles para mejorar la tos, el catarro, los resfríos, la bronquitis y la sinusitis; así como para mejorar los dolores de cabeza y musculares.

Por su parte, las propiedades de la hierbabuena la convierten en una hierba útil para disminuir las flatulencias y las infecciones por parásitos. Además, puede servir para la bronquitis, los resfriados, la sinusitis y el dolor muscular. Una particularidad es que el té con sus hojas se emplea para el cansancio, para bajar la fiebre, y para aligerar náuseas y vómitos.

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Contraindicaciones y efectos secundarios

Aunque es poco frecuente, la hierbabuena puede causar una reacción alérgica por contacto, debido a su contenido de carvona, lo que la diferencia de la menta, considerada segura cuando se aplica en la piel. Así mismo, cuando se consume en dosis muy altas, podría dañar el útero, por lo que está contraindicada durante el embarazo.

Por otra parte, a causa del mentol, el aceite esencial de menta puede ocasionar acidez, náuseas, vómitos, alergias y cefaleas. Además, inhalarla puede generar apnea y problemas para respirar en personas sensibles. Como punto en común, ambas están desaconsejadas en las personas que tienen problemas biliares o hepáticos, y pueden causar anemia si se consumen en exceso.

Entonces, ¿qué es mejor: menta o hierbabuena?

Más allá de todas las diferencias entre la menta y la hierbabuena, muchas veces, son utilizadas de forma indistinta. La elección entre una u otra dependerá de los objetivos que persigas y de tus preferencias. Si buscas un sabor más intenso en tus platos o si presentas problemas digestivos como el síndrome de intestino irritable, la mejor elección puede ser la menta.

Ahora bien, si te gustan más los platos o bebidas con un gusto sutil, o si tienes parásitos, fiebre o vómitos, es probable que la hierbabuena sea para ti. Es ideal si buscas frescura, sin una sensación tan intensa. De cualquier modo, ambas son maravillosas opciones, cada una con su propio conjunto de ventajas que puedes aprovechar según tus gustos, necesidades culinarias o de salud.

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Ejercicios aeróbicos y anaeróbicos, diferencias y beneficios

Los ejercicios aeróbicos y anaeróbicos se diferencian en cuestiones como su intensidad, duración y la manera en que el cuerpo se beneficia. Mientras que el aeróbico se basa en el uso de oxígeno para generar energía y está enfocado en la resistencia, como sucede en la natación o el running, el anaeróbico implica esfuerzos cortos
The post Ejercicios aeróbicos y anaeróbicos, diferencias y beneficios appeared first on Mejor con Salud.  Los ejercicios aeróbicos y anaeróbicos se diferencian en cuestiones como su intensidad, duración y la manera en que el cuerpo se beneficia. Mientras que el aeróbico se basa en el uso de oxígeno para generar energía y está enfocado en la resistencia, como sucede en la natación o el running, el anaeróbico implica esfuerzos cortos y de alta intensidad, como el levantamiento de pesas o los ejercicios pliométricos.

Ahora bien, hay quienes se preguntan cuál es el más efectivo para entrenar y desarrollar mayores habilidades deportivas. Sin embargo, al margen de sus particularidades, ambos se complementan y permiten progresos en cuanto a fuerza, resistencia, potencia y otros aspectos esenciales para cualquier disciplina deportiva, sea en modalidad profesional o amateur.

¿Tienes dudas de cuál es el más adecuado para acercarte a tus objetivos? Si aún no has profundizado en cada una de estas modalidades, te invitamos a descubrir de qué va cada una, cuáles son sus beneficios, cómo se contrastan y cómo su combinación estratégica puede maximizar los resultados de tu rutina de entrenamiento.

¿Qué son los ejercicios aeróbicos?

Los ejercicios aeróbicos son aquellos que implican esfuerzos de larga duración, con una intensidad que va de moderada a alta, en los que el cuerpo obtiene energía a través del oxígeno. Durante su práctica, las células utilizan hidratos de carbono y grasa como principal fuente de combustible, lo que favorece la resistencia, el rendimiento físico y el control del peso.

Tras iniciar su práctica, el corazón bombea más rápido y la frecuencia respiratoria aumenta para mantener el esfuerzo. A medida que la actividad avanza, los vasos sanguíneos se dilatan para optimizar el flujo de oxígeno hacia cada grupo muscular. En este proceso, tanto el sistema cardiovascular como el respiratorio aumentan su eficiencia y resistencia, lo que permite un trabajo continuo sin una fatiga inmediata.

Por supuesto, hay otras características que definen esta modalidad y que determinan en gran medida su impacto en la salud. Estas abarcan lo siguiente:

Duración: las sesiones de entrenamiento duran como mínimo 20 minutos y pueden extenderse por una hora o más, de acuerdo a los objetivos o la disciplina deportiva.
Entornos de práctica: no requiere material específico, aunque puede complementarse con algunas herramientas. Por eso, se puede hacer tanto en casa como en gimnasios, piscinas, parques, senderos o casi cualquier espacio.
Ejemplos de ejercicios: caminar a paso rápido, trotar o correr de manera continua, nadar, montar en bicicleta, hacer aeróbicos en grupo, bailar, practicar senderismo, hacer saltos de cuerda, entre otros. Cabe apuntar, además, que abarca deportes como el fútbol, el básquetbol y el tenis

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Principales beneficios

El entrenamiento aeróbico se considera esencial para el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades. Una de sus grandes ventajas es su adaptabilidad, pues puede integrarse a diferentes estilos de vida, edades y niveles de condición física. Además, sus muchas modalidades posibilitan su práctica sin que sea estrictamente necesario el uso de máquinas o elementos en particular.

Algunos de sus principales beneficios para el cuerpo y la mente son los siguientes:

Fortalecimiento del músculo cardíaco y los pulmones: lo que se refleja en un incremento de la capacidad cardiovascular y respiratoria.
Disminución del riesgo de enfermedades circulatorias y del sistema cardiovascular: este es el caso de la hipertensión, la aterosclerosis, el infarto y los accidentes cerebrovasculares.
Apoyo para el control del peso corporal: ya que estimula el gasto energético y la quema de grasa.
Reducción del riesgo de trastornos metabólicos: como la diabetes tipo 2, la dislipidemia, la obesidad y el síndrome metabólico.
Mejoras en el estado de ánimo y la gestión del estrés: induce a la liberación de hormonas del bienestar, como las endorfinas y serotonina.
Aumento de la resistencia física y el nivel de energía: optimiza tanto el rendimiento deportivo como en actividades cotidianas.

¿Qué son los ejercicios anaeróbicos?

El entrenamiento anaeróbico hace referencia a cualquier modalidad de ejercicio en los que se hace un esfuerzo a alta intensidad y de corta duración. En estos, el cuerpo no depende del oxígeno para generar energía, sino que aprovecha el sistema de fosfágenos y la glucólisis, es decir, las fuentes de energía que ya están almacenadas en los músculos.

Dado que los músculos trabajan de forma explosiva, en lapsos muy cortos, se genera una acumulación de ácido láctico y adaptaciones neuromusculares que, más tarde, dan lugar a un aumento de la fuerza, la potencia y la masa muscular. Todo lo anterior se traduce en un aumento de la capacidad de respuesta y mayor eficiencia en movimientos de alta demanda.

Esto quiere decir que su práctica es clave a la hora de desarrollar habilidades para hacer movimientos complejos y exigentes, con un mínimo gasto de energía y mayor precisión. También para reaccionar de forma rápida a un estímulo o situación como, por ejemplo, un cambio de dirección en un sprint o salto.

De manera más precisa, las actividades anaeróbicas se distinguen por estas características:

Duración: se hacen en intervalos de segundos o pocos minutos, separados con tiempos de descanso cortos.
Entornos de práctica: a menudo se practican en gimnasios o centros de acondicionamiento físico, pues suelen integrarse elementos como pesas, barras y máquinas de resistencia. Sin embargo, hay entrenamientos funcionales y con el propio peso corporal, ideales para hacer en casa, pistas deportivas, parques o áreas al aire libre.
Ejemplos de ejercicios: entrenamientos de alta intensidad (HIIT), saltos pliométricos, sprints cortos, ejercicios de agilidad y levantamientos de pesas. En cuanto a disciplinas deportivas, algunas modalidades populares son la gimnasia artística, el CrossFit, el boxeo, las artes marciales, la calistenia y el powerlifting.

Principales beneficios

Los ejercicios anaeróbicos también generan un estímulo a nivel cardiorrespiratorio durante los picos de alta intensidad, pero este es inferior al de los ejercicios aeróbicos. En cambio, tiene ventajas adicionales en el fortalecimiento de la masa muscular, el metabolismo y la capacidad neuromuscular. Para ser más precisos, brinda estos beneficios:

Aumento de la fuerza y la potencia muscular: favorece el desarrollo muscular y su capacidad para generar fuerza en períodos cortos.
Fortalecimiento de las habilidades neuromuscular: incrementa la coordinación y eficiencia en la activación de fibras musculares.
Estimulación del crecimiento de masa muscular: provocan microlesiones en las fibras musculares, lo que activa los procesos de reparación y fortalecimiento, claves para el crecimiento de los músculos.
Mejoras en la resistencia a la fatiga en esfuerzos intensos: aumenta el rendimiento en deportes de alta demanda física y actividades explosivas.
Elevación de la actividad metabólica: dado que generan una alta demanda energética que induce la quema de calorías, incluso al finalizar la actividad.

Diferencias entre entrenamiento aeróbico y anaeróbico

Llegando a este punto, es probable que ya hayas identificado algunas de las principales diferencias entre los ejercicios aeróbicos y anaeróbicos. Sin embargo, para que te quede claro, lo sintetizamos a continuación:

Enfoque energético: es su principal diferencia. En la actividad aeróbica, el cuerpo utiliza oxígeno para generar energía; en cambio, en el anaeróbico recurre a la energía almacenada en los músculos.
Intensidad y duración: los ejercicios aeróbicos requieren esfuerzos de intensidad moderada a alta, sostenidos o de larga duración. En contraste, los anaeróbicos implican actividades de máximo esfuerzo en períodos muy cortos (de segundos o pocos minutos).
Objetivos y adaptaciones corporales: el entrenamiento aeróbico está orientado a la mejora de la resistencia cardiovascular y la eficiencia pulmonar; por su parte, en anaeróbico se enfoca en la ganancia de fuerza, el crecimiento muscular y el aumento de la potencia.
Modalidades de práctica: los ejercicios aeróbicos abarcan actividades como correr, nadar, andar en bicicleta, bailar y otras actividades que pueden hacerse con facilidad en entornos deportivos, pero también al aire libre, en oficinas, casas y otros espacios. Los anaeróbicos, si bien también se pueden hacer al aire libre, abarca disciplinas de levantamiento de pesos, entrenamientos HIIT, calistenia, que requieren mayor control y vigilancia de técnica, además de herramientas adicionales (pesas, barras, máquinas, entre otros).

¿Qué modalidad es mejor?

Algo que te debe quedar claro es que la elección entre los ejercicios aeróbicos y anaeróbicos no debe regirse por cuál de los dos es «mejor», sino por los objetivos deportivos y de bienestar que tengas. Por ejemplo, si lo que deseas es prepararte para una maratón o una competencia de ciclismo, sin duda te beneficiarás más del entrenamiento aeróbico.

En cambio, si quieres levantar pesas, aumentar tu fuerza o dominar ejercicios de gimnasia, es preferible que priorices las rutinas anaeróbicas. Como sea, debes reconocer que ambas modalidades son componentes valiosos si quieres un acondicionamiento físico integral.

Sin importar si eres atleta profesional, o si practicas deporte por gusto, la combinación equilibrada de ambos enfoques te permitirá mejorar tu condición física general, reducir el riesgo de lesiones, favorecer una recuperación más rápida y desarrollar más habilidades deportivas.

Si quiero quemar grasa, ¿cuál debería elegir?

A menudo, se recomienda el ejercicio aeróbico para estimular la quema de grasa durante la actividad, pues al requerir esfuerzos de intensidad moderada a alta, en períodos prolongados, obliga a las células a utilizar las reservas de grasa como fuente de energía. Esto es particularmente beneficioso en contextos de sobrepeso y obesidad, en los que hay una mayor acumulación de grasa.

No obstante, esto no quiere decir que los ejercicios anaeróbicos no resulten útiles para este objetivo. Su funcionamiento, aunque distinto, favorece de forma significativa la mejora de la composición corporal. Al promover el desarrollo de masa muscular y fuerza, eleva el metabolismo basal, es decir, la cantidad de energía que el cuerpo emplea en reposo.

Así pues, en la mayoría de los casos, integrar ambos tipos de ejercicios a la rutina resulta óptimo, porque se potencia el gasto energético, tanto en la práctica como después de las sesiones.

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¿En qué casos debería evitar la combinación de ambos enfoques?

Por supuesto, hay ciertas circunstancias en las que combinar ambos tipos de entrenamiento no es la mejor opción. Tal es el caso de las fases de rehabilitación, en las que una sobrecarga y esfuerzos intensos pueden interferir con el proceso o empeorar la lesión. A menudo, estas requieren modalidades de baja intensidad, de ajuste gradual.

Tampoco es aconsejable hacerlo si el objetivo es maximizar un rendimiento concreto, pues esto puede interferir con la adaptación deseada, o bien, conducir a sobrecarga y lesiones. El entrenador será el encargado de precisar qué actividades elegir, según la meta establecida.

Otras situaciones en las que suele ser preferible concentrarse en un enfoque en particular son las siguientes:

Estados de fatiga crónica.
Estados de sobreentrenamiento.
Embarazo (es preferible que lo determine el médico).
Presencia de ciertas enfermedades, sobre todo si afectan las articulaciones, el sistema respiratorio, la presión arterial, los músculos o los huesos.

No los compares, úsalos a favor de tu rendimiento físico

Si no tienes una condición específica que te impida integrar el entrenamiento aeróbico con el anaeróbico en tu rutina, no dudes en hacerlo. Como puedes ver, lejos de ser modalidades opuestas o con ventajas una sobre la otra, su combinación planificada, adaptada a tus metas y necesidades, potencia de forma significativa tu rendimiento y salud.

De paso, podrás diversificar tus entrenamientos, a la vez que induces a un mayor estímulo muscular, más eficiencia metabólica y una mejor adaptación de tu cuerpo a distintas demandas físicas.

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Cuáles son los beneficios del aceite de onagra

El aceite de onagra (EPO), también llamado aceite de prímula, se extrae de la semilla de la flor amarilla de la planta que lleva el mismo nombre (Oenothera biennis), mediante la presión en frío. Sus principales componentes son dos ácidos grasos esenciales omega-6 que obtienes a través de la dieta: el ácido linoleico (70-74 %)
The post Cuáles son los beneficios del aceite de onagra appeared first on Mejor con Salud.  El aceite de onagra (EPO), también llamado aceite de prímula, se extrae de la semilla de la flor amarilla de la planta que lleva el mismo nombre (Oenothera biennis), mediante la presión en frío. Sus principales componentes son dos ácidos grasos esenciales omega-6 que obtienes a través de la dieta: el ácido linoleico (70-74 %) y el ácido gamma-linolénico (8-10 %), que tienen efectos antiinflamatorios.

A su vez, contiene polifenoles, reconocidos por sus propiedades antioxidantes que favorecen la salud de la piel, así como esteroles, que son lípidos capaces de contribuir a la disminución de los niveles del colesterol en la sangre y favorecer el sistema inmunológico.

La onagra, originaria del norte de América, se conoce como la «planta de la mujer», debido a que se ha utilizado para el tratamiento de afecciones femeninas, como la reducción de los trastornos hormonales y los sofocos que se presentan durante la menopausia. Aunque existen estudios relacionados con estas virtudes, la evidencia científica no es suficiente para respaldar su uso exclusivo en problemas de salud, sino como terapia complementaria.

1. Alivia afecciones de la piel y mejora su apariencia

El aceite de onagra se conoce por sus propiedades antiinflamatorias, gracias a que es rico en ácidos grasos, como el ácido linoleico y ácido gamma-linolénico. Estas grasas saludables son claves para la formación de eicosanoides: unos compuestos que contribuyen al control de la inflamación de tu organismo. En consecuencia, el tratamiento oral con este aceite aliviaría afecciones dérmicas, como la psoriasis y la dermatitis atópica.

Además, el ácido linoleico ayuda a la retención de humedad, estimula la elasticidad y suavidad de la piel, al tiempo que evita que se descame. A su vez, participa en la queratinización epidérmica, un proceso que ocurre en la capa más externa de la piel y permite la formación de una barrera protectora para mantenerla saludable.

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2. Evitaría la caída del cabello y promovería su crecimiento

Pese a que las investigaciones sobre la relación entre el aceite de prímula y la pérdida de cabello son limitadas, algunos de sus componentes se relacionan con la salud capilar.

Este es el caso del ácido gamma-linoleico, presente en el aceite de onagra, que puede contribuir a la reducción de la inflamación en el cuero cabelludo, relacionada con la caída de cabello y que afecta su producción. Si la causa de la pérdida capilar se debe a esta causa, la aplicación directa sería la mejor opción, siempre y cuando realices primero una prueba en tu piel para descartar una reacción alérgica. En cambio, si se trata de un estado hormonal, opta por recurrir a suplementos.

Por otro lado, ten presente que tu cuerpo tiene la capacidad de transformar el ácido linoleico en ácido araquidónico. Según un estudio con modelos in vitro e in vivo, este último estimularía el crecimiento del cabello, debido a que hace que las células que están donde nace el cabello (folículos pilosos) estén más saludables y sean más activas. Además, este aceite contribuye a que estos folículos se mantengan en la etapa de crecimiento capilar.

3. Ayuda con los sofocos de la menopausia

Las investigaciones científicas sugieren que el consumo de aceite de onagra sería beneficioso como tratamiento no hormonal para las mujeres que sufren por los sofocos de la menopausia. Así lo indica un estudio donde 56 participantes, con edades comprendidas entre 49 y 59 años, presentaron una disminución en la intensidad de estos episodios, una vez que tomaron dos cápsulas de este aceite por un lapso de seis semanas.

4. Contribuiría al control de la diabetes mellitus

La enzima que convierte ácidos grasos en ácido gamma-linolénico puede alterarse y no funcionar de forma adecuada en las personas con diabetes tipo 2. Frente a esto, la ingesta de aceite de onagra sería beneficiosa, debido a que aporta este ácido de forma directa.

En este sentido, un estudio con participantes diagnosticados recientemente con esta enfermedad analizó qué ocurría en dos grupos: uno que solo tomaba metformina y otro que combinó este medicamento con la ingesta de cápsulas de aceite de onagra.

El ensayo reveló que el grupo que tomó durante tres meses este medicamento tradicional para tratar esta afección, en combinación con la suplementación de aceite de prímula, mostró mejores resultados en la reducción de la insulina en ayunas, al igual que la resistencia a esta. Por eso, ayudaría a disminuir la inflamación que produce esta patología y a mejorar la función metabólica, convirtiéndolo en una terapia complementaria efectiva.

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5. Coadyuvaría a reducir los trastornos hormonales femeninos

La regulación hormonal es uno de los usos tradicionales del aceite de onagra. Sobre este aspecto, la evidencia científica, basada en estudios realizados en animales, precisa que ayudaría a la salud ovárica y la regulación del ciclo menstrual. En particular, un ensayo con ratas hembras obesas registró mejoras en sus ciclos menstruales, así como la reducción de la inflamación y los problemas en los ovarios.

En vista de esto, el EPO se considera prometedor como terapia para los trastornos reproductivos femeninos, que se relacionan con la obesidad, como el síndrome de ovario poliquístico (SOP). Esto sería posible gracias al ácido linoleico, conocido por su actividad antiinflamatoria. Pese a estos hallazgos, aún se requieren más investigaciones para asegurar que funciona en el tratamiento de este síndrome en mujeres.

6. Disminuiría los síntomas de la mastalgia

El aceite de onagra es uno de los remedios caseros para el alivio de la mastalgia. Un estudio determinó que la efectividad del EPO es superior a la del paracetamol en la reducción del dolor de los senos, después de la ingesta de 1300 miligramos, dos veces al día.

En función a estos resultados, los expertos sugieren que se considera seguro para tratar esta afección, ya que no registraron efectos secundarios diferentes a los que se presentan con otros tratamientos. No obstante, el resultado está condicionado por ciertas variables, como los trastornos hormonales. Otro aspecto a considerar es que, pese a que contribuye a mejorar la calidad de vida de las mujeres, los estudios aún no son concluyentes.

7. Reduciría el colesterol malo y los triglicéridos

Los niveles altos de colesterol en la sangre provocan daños en las arterias, que elevan el riesgo de sufrir un ataque al corazón. Respecto a esto, los estudios han revelado que la ingesta oral de aceite de onagra reduciría los niveles de colesterol malo, ya que sus grasas saludables ayudarían a mejorar estos daños, porque reducen la inflamación y contribuyen al funcionamiento de las arterias.
De igual forma, las investigaciones sugieren que la ingesta de una dosis menor o igual a 4 g/día hace posible la disminución de los niveles de triglicéridos y el aumento del colesterol bueno (HDL). 

8. Promueve la salud inmunitaria

El cuerpo utiliza el ácido gamma-linolénico, que contiene el aceite de onagra, para estimular la producción de prostaglandinas E1, que son unas sustancias con la capacidad de regular el sistema inmunitario. Además, su concentración fomenta la acción de los linfocitos T, que son claves para incrementar las defensas del cuerpo, frente al ataque de virus y bacterias.

¿Cuáles son los efectos secundarios y riesgos?

De acuerdo con el National Center for Complementary and Integrative Health, el aceite de onagra se considera seguro para los adultos, aunque —por falta de información— no hay certeza si ocurre lo mismo con los niños.

En algunos casos, puede producir dolor abdominal, náuseas o diarrea. Además, como no hay suficiente evidencia sobre su seguridad en el embarazo, la lactancia o la toma de medicamentos anticoagulantes, lo mejor sería evitar su ingesta sin supervisión médica.

El aceite de onagra es una terapia complementaria

Las virtudes potenciales del aceite de onagra como terapia complementaria son numerosas. En este sentido, puede ayudarte con afecciones de la piel, debido a sus propiedades antiinflamatorias, así como en el equilibrio de las hormonas femeninas. De igual forma, podría ser beneficioso para disminuir los triglicéridos y el aumento del colesterol bueno en las personas con problemas de lípidos.

Pese a estas prometedoras bondades, es necesario tomar los suplementos y recurrir a su aplicación tópica bajo supervisión médica, debido a que los efectos pueden variar de acuerdo a la condición de cada persona.

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Síntomas de la ansiedad en el trabajo y cómo manejarla

La ansiedad en el trabajo es la sensación de inquietud o nerviosismo que presentamos cuando nos vemos expuestos a situaciones estresantes en el entorno laboral. Entre esas situaciones estresantes —y posibles causas de la ansiedad— se encuentran la carga de trabajo excesiva, acoso por parte de compañeros o supervisores, horarios prolongados, discriminación, condiciones de trabajo
The post Síntomas de la ansiedad en el trabajo y cómo manejarla appeared first on Mejor con Salud.  La ansiedad en el trabajo es la sensación de inquietud o nerviosismo que presentamos cuando nos vemos expuestos a situaciones estresantes en el entorno laboral. Entre esas situaciones estresantes —y posibles causas de la ansiedad— se encuentran la carga de trabajo excesiva, acoso por parte de compañeros o supervisores, horarios prolongados, discriminación, condiciones de trabajo deficientes, entre muchos otros.

Ten en cuenta que todos en algún momento hemos sentido estrés y ansiedad en nuestro trabajo y esto no necesariamente implica que tengas un problema. Por ejemplo, si tienes una presentación especial, es normal que te sientas con nerviosismo e inquietud hasta que suceda. Si esto se vuelve frecuente y persiste en el tiempo, te impide desempeñar tus funciones y sobrepasa las fronteras de lo laboral, afectando tu vida personal; entonces ya estarías ante un problema patológico.

Aunque los expertos no consideran a la ansiedad laboral como un problema clínico (no se encuentra en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-5), sus síntomas sí pueden enmarcarse dentro de otras patologías, como lo es el trastorno de ansiedad generalizada. Si tienes algunos de los siguientes signos y síntomas, por más de seis meses, es muy probable que estés ante un trastorno de ansiedad cuyo origen tiene que ver con el trabajo.

1. Preocupación excesiva

El síntoma principal de la ansiedad laboral es la preocupación excesiva y recurrente sobre asuntos relacionados con el trabajo. Estos pueden ser desde considerar que tu rendimiento laboral es bajo y debes subirlo, hasta temor a perder tu trabajo o a cometer algún error. Por lo general, estos pensamientos son desproporcionados con la realidad.

Como señala el manual del DSM-5, esta preocupación se vuelve incontrolable e incluso puede afectar a tu funcionamiento psicosocial, tanto dentro como fuera del trabajo.
Por ejemplo, puede causar aislamiento laboral, disminución de tu confianza o incluso conflictos con tu familia o pareja.

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2. Fatiga y agotamiento

Si con frecuencia te sientes cansado (tanto física como mentalmente) y sin la energía para cumplir con tus funciones en la oficina, es probable que experimentes ansiedad laboral. De acuerdo con los expertos, la preocupación excesiva consume tiempo y energía, y esto hace que no tengas la necesaria para llevar a cabo tus actividades.

3. Problemas para dormir

La ansiedad laboral puede hacer que tengas problemas de sueño, debido a que tu mente está llena de pensamientos relacionados con el trabajo que impiden un buen descanso. Los problemas de sueño que suelen manifestarse en los trastornos de ansiedad son dificultad para conciliar el sueño, para volver a dormir y sueño insatisfactorio o de baja calidad.

4. Dificultad para concentrarse

Sabemos que hay días en los que cuesta más que otros iniciar con tus labores. Pero si esto te ocurre a diario, quedándote con la mente en blanco y sin saber cómo proceder con tus tareas, entonces podrías estar ante otra señal de ansiedad en el trabajo. De nuevo, las preocupaciones desmedidas evitan que te concentres y puedas hacer bien tu trabajo, causando errores, que no cumplas con los plazos establecidos y menor productividad.

5. Irritabilidad

En muchas ocasiones, la ansiedad hace que te sientas frustrado con el trabajo que realizas. Y esa frustración, en conjunto con el cansancio y el agotamiento constante, hace que reacciones de forma irritable en situaciones en las que normalmente no te enojarías. Por ejemplo, responderle de forma brusca a un compañero de trabajo o a un cliente por tan solo una consulta.

6. Problemas para tomar decisiones

Otro síntoma característico de los trastornos de ansiedad es la dificultad para tomar decisiones. Esto se traslada al plano laboral, con las dudas sobre ti mismo y tu trabajo, generando que te preocupe en exceso cometer un error.

Esto afecta tu capacidad de tomar decisiones, ya que percibes los escenarios que podrían derivarse de esa elección como catastróficos, generándote miedo. Ten en cuenta que la ansiedad puede influir hasta en las decisiones más pequeñas, como contestar un teléfono o responder un correo.

7. Negatividad

Si en tus horas de trabajo tienes pensamientos negativos recurrentes, como por ejemplo «no puedo hacer esta tarea». O incluso te atacan antes de llegar a la oficina, imaginándote que te va a ir mal en el oficina, entonces es muy posible que estés ante un episodio de ansiedad laboral.

En los trastornos de ansiedad es común la anticipación aprensiva. Es decir, preocuparse de forma desmedida por eventos que no han sucedido. Y por lo general, esos pensamientos resaltan los puntos negativos, cuando la realidad es que es muy probable que no suceda nada de ello.

8. Inquietud

Si bien es cierto que puedes experimentar inquietud o nerviosismo en el trabajo en algunos momentos —sobre todo si estás cerca de una entrega importante—, no deberías sentirlo todo el tiempo.  Si presentas inquietud, sensación de estar atrapado o con los nervios de punta, por un mínimo de seis meses, el DSM-5 lo considera un signo del trastorno de ansiedad generalizada.

De igual manera, es posible que te notes sobresaltado o en exceso tenso mientras intentas realizar tu trabajo. O incluso que experimentes esta sensación fuera del trabajo, cuando pienses en asuntos laborales.

9. Cambios en la alimentación

Tu alimentación también puede verse afectada por los sentimientos que te genera tu trabajo. Otra señal que puede ser indicativa de ansiedad es que haya cambios en los patrones de alimentación. La persona no come o come en exceso.

En el caso de la baja alimentación, la ansiedad hace que algunas personas experimenten molestias gastrointestinales que les impiden comer. Mientras que en los excesos, la comida viene a ser una manera de adormecer esos sentimientos negativos que genera el trabajo.
Ten en cuenta que una persona no solo puede usar la comida para gestionar estos sentimientos y emociones. También hay quienes lo hacen con el alcohol o las drogas, lo cual puede traerles consecuencias aún más negativas a su salud.

10. Síntomas físicos

Los síntomas de la ansiedad laboral no son solo psicológicos, también puedes observarlos en tu cuerpo. Las palpitaciones, tensión muscular, respiración acelerada, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, temblores y molestias gastrointestinales (náuseas, dolor abdominal o diarrea) son signos frecuentes de los trastornos de ansiedad.

Ellos aparecen como respuesta del organismo ante situaciones de estrés y ansiedad excesiva. Por ejemplo, en estos casos el sistema simpático se activa y libera hormonas, como el cortisol y la adrenalina. La primera hace que se tensen los músculos, mientras que la segunda, juega un papel en las palpitaciones y temblores.

¿Qué hacer si el trabajo te da ansiedad?

Si consideras que posees varios de los signos que indicamos antes, debes saber que hay distintas estrategias para hacerle frente a la ansiedad laboral, y que no necesariamente implican renunciar. Implementar algunos de los siguientes tips en tu día a día podría ayudarte a gestionar y controlar tus emociones y disminuir la inquietud.

1. Identifica la fuente

El primer paso para combatir la ansiedad laboral es saber qué la genera con exactitud. Sus causas pueden ir desde el exceso de trabajo, hasta un ambiente tóxico en la oficina.

Una manera de identificar esa fuente es llevando un diario, en el que plasmes las distintas actividades y vivencias en el trabajo, así como los sentimientos que experimentaste. Así desarrollarás el autoconocimiento y podrás tomar las vías más acertadas para mejorar tu ansiedad.

2. Organízate y gestiona tu tiempo

En muchos casos, el estrés y la ansiedad surgen por exceso de deberes. Para sacar adelante el trabajo y reducir tu ansiedad es necesario que tomes el control de tu tiempo. Planifica tu horario, organizando las actividades por orden de prioridad y destinándoles un tiempo estimado, que sea realista y razonable. El método pomodoro tal vez podría servirte para ello.

De igual manera, es importante que la organización también la lleves a tu espacio de trabajo, al mantener ordenado tu escritorio y PC. Como indica la Asociación Estadounidense de Ansiedad y Depresión (ADAA), esto puede evitarte una crisis ansiosa en el futuro.

3. Pon límites

Si eres de los que suele llevarse el trabajo a casa, lo ideal es que dejes de hacerlo. Esto, a la larga, te hará más difícil desconectarte del mismo y aumentará tu ansiedad y agotamiento. De igual manera, también es conveniente que evites revisar los chats y correos laborales fuera de las horas de trabajo, así como en vacaciones.

4. Toma un descanso

Un truco que puede ayudarte a reducir la ansiedad en el trabajo es darte un break. Por ejemplo, si estás haciendo un informe y te sientes tenso y frustrado con él, levántate del escritorio y sal a caminar. No es necesario que vayas muy lejos, con andar un par de calles bastará para despejarte y reducir tus niveles de estrés y ansiedad.

De igual manera, si tienes vacaciones pendientes y te sientes muy ansioso y cansado, es un buen momento para tomarlas. Esto te permitirá desconectar, reevaluar de forma profunda tu trabajo y recargar energías.

5. Sé razonable

Muchas personas toman mayor cantidad de trabajo del que tienen tiempo para hacer, por miedo a quedar mal con compañeros y jefes. Lo que a la larga les aumenta la ansiedad e impide que puedan cumplir con los plazos. Por ello, es necesario que seas realista y honesto en este punto y no te comprometas a hacer más de lo que realmente puedes.

6. Gestiona el estrés

El estrés laboral y la ansiedad van de la mano: cuando el primero aumenta, la segunda también suele hacerlo. De manera que si reduces tus niveles de estrés, esto contribuirá a que también lo haga tu ansiedad laboral. Hay muchas formas de hacer esto. Por ejemplo, hacer ejercicio, meditar o practicar técnicas de respiración, como la respiración cuadrada.

De igual manera, la OMS señala que las prácticas de atención plena, como el mindfulness, podrían ser de gran ayuda en casos de trastornos de ansiedad. Esto se debe a que contribuyen a regular y gestionar mejor las emociones, aparte de reducir el estrés.

7. Habla con tu jefe

Si bien es cierto que es algo que puede parecer intimidante para muchos, es de gran importancia que tu jefe se encuentre al tanto de tu situación. Sobre todo si consideras que la causa de tu ansiedad es el exceso de trabajo, la incertidumbre, el acoso o la discriminación laboral, ya que son puntos que no puedes resolver tú solo.

Ten con él una plática privada y honesta, en donde le expongas con claridad el punto que te genera malestar, y propón ideas para solucionarlo. También es importante que mantengas la calma y el respeto al expresar tus ideas. Es muy probable que entre los dos puedan encontrar soluciones conjuntas, que puedan ayudarte a reducir y controlar la ansiedad.

8. Busca ayuda profesional

Si consideras que tu ansiedad laboral ha persistido por mucho tiempo, te impide llevar a cabo tus actividades y está afectando otros aspectos de tu vida, es momento de que acudas con un especialista.

La terapia cognitiva conductual es una de las intervenciones más avaladas para el tratamiento de los trastornos de ansiedad. En ella, y con la ayuda del especialista, podrás identificar el origen de tu problema y aprender nuevas formas de hacerle frente. Para así recuperar tu bienestar y salud mental.

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¿Cuándo es el momento de renunciar?

Antes de tomar la decisión de renunciar al trabajo, es necesario que analices tus opciones y lo que ya has hecho. Si lo que causa tu ansiedad laboral es el exceso de trabajo, has organizado tu horario lo más posible y hablado con tu jefe, sin que observes una mejora o cambio en este punto, entonces es momento de plantearte dejar tu empleo.

Otro caso en donde esta podría ser la mejor alternativa es si sufres de acoso laboral por parte de otro compañero o jefe, el cual está afectando tu salud mental. Lo has comunicado a tus superiores y no ves que se tomen medidas para resolverlo.

Para ayudarte a encontrar la mejor solución, te recomendamos hablar de tu ansiedad laboral y opciones con un amigo o familiar de confianza. Su punto de vista puede darte una perspectiva que no habías notado. Por último, recuerda que lo más importante es que evalúes de forma honesta y con cabeza fría tu sentir. Si consideras que esa renuncia representa el camino para dejar atrás la ansiedad laboral y recuperar tu bienestar, síguelo sin remordimientos.

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Hanasaki, el sistema japonés de 9 pilares para vivir más y mejor

Japón es reconocido por tener una de las poblaciones más longevas del mundo. Pero más allá de los números, lo que realmente llama la atención es cómo muchas personas llegan a edades avanzadas con buena salud, lucidez y una actitud serena frente a la vida. Esto no ocurre por casualidad: es el resultado de una
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Dentro de esa sabiduría de vida surge el sistema Hanasaki, un enfoque que reúne nueve pilares esenciales para vivir con más equilibrio, sentido y bienestar. Sus enseñanzas son universales y pueden adaptarse a cualquier persona que busque sentirse más en paz consigo misma. Aquí no se trata de fórmulas mágicas ni de frases motivadoras vacías, sino de hábitos simples que, con constancia, pueden transformar tu día a día. Si te resuena esta idea, te invitamos a descubrir de qué se trata.

¿Qué es el sistema Hanasaki?

El sistema Hanasaki es un método creado por el autor Marcos Cartagena, inspirado en los hábitos y principios que sostienen la longevidad y el bienestar en Japón. Su propuesta surge tras un profundo análisis de la cultura del país del sol naciente, especialmente en Okinawa, una región reconocida como una de las cinco zonas azules del mundo: lugares donde las personas viven más y con mejor calidad de vida.

En Okinawa, el envejecimiento no se asocia al deterioro. Muchas personas superan los cien años manteniéndose activas, con buena salud física y mental. Enfermedades crónicas —como la diabetes o el cáncer— tienen una incidencia baja, el suicidio es casi inexistente y el concepto de «jubilación» no forma parte del lenguaje cotidiano. Quienes llegan a edades avanzadas lo hacen con autonomía y propósito, disfrutando de una vida que sigue teniendo sentido hasta el final.

A partir de estas observaciones, Cartagena identificó nueve pilares fundamentales que explican ese estilo de vida pleno. Estos están relacionados con aspectos como la conexión con la naturaleza, la paz interior, el cuidado de la salud, una actitud positiva ante la vida, la simplicidad, la mejora continua (kaizen), el propósito vital (ikigai), las relaciones humanas y los principios éticos.

El término Hanasaki proviene de la combinación de dos caracteres japoneses: 花 (hana), que significa «flor», y 咲 (saki), que se traduce como «que florece». En conjunto, simboliza el florecimiento personal, es decir, el desarrollo de una vida consciente, equilibrada y llena de significado. Este método no solo propone vivir más, sino mejor, cultivando cada día lo que nos hace sentir vivos.

¿Cuáles son los 9 pilares del sistema Hanasaki?

Las claves de este sistema tienen el propósito de transitar un camino para vivir una vida plena, mediante la conjugación de prácticas japonesas que estimulan la longevidad y la felicidad. A continuación, precisamos sus características:

1. Kaizen

La palabra kaizen proviene de dos términos japoneses: kai, que significa «cambio», y zen, que se traduce como «bueno». Juntas, estas raíces dan forma a un concepto que se enfoca en generar cambios positivos y sostenibles en el tiempo.

Este pilar del sistema Hanasaki está ligado a la mejora continua. Se trata de comprometerse con el crecimiento personal, con la intención de hacer las cosas un poco mejor cada vez, ya sea en el ámbito profesional, en nuestras relaciones o en la forma en que enfrentamos los desafíos diarios.
La meta no es alcanzar la perfección de inmediato, sino mantener una actitud constante de evolución.

Quienes practican el kaizen no se detienen a pensar en un límite para mejorar; por el contrario, entienden que siempre hay margen para crecer y aprender. La clave está en dar pequeños pasos de manera constante, en lugar de buscar grandes cambios de golpe.

Aunque este principio es muy conocido en el mundo empresarial —en especial en compañías japonesas reconocidas por su eficiencia y precisión— su verdadero valor va más allá de lo laboral. Aplicado a la vida cotidiana, este pilar nos invita a revisar nuestras acciones, pensamientos y decisiones con una mentalidad abierta al cambio, orientada a construir una mejor versión de nosotros mismos, día tras día.

Aplica el kaizen en tu vida

Hay muchas formas de aplicar el kaizen para permanecer en continua mejora. A continuación, enumeraremos las que son las más importantes.

1. Aprende de tus errores

Equivocarse es parte natural del proceso de crecimiento, pero los errores, por sí solos, no enseñan nada. Para que realmente se transformen en oportunidades de aprendizaje, es necesario analizarlos con atención. La clave está en observar qué hicimos, qué salió diferente a lo esperado y por qué no logramos el resultado deseado.

Este ejercicio de reflexión es una de las herramientas más poderosas que tenemos como seres humanos. Después de cada intento fallido, vale la pena detenerse, identificar los fallos y ajustar la estrategia. A través de este ciclo —acción, resultado, análisis y cambio— se genera una mejora constante.

Incluso cuando se alcanza un objetivo, conviene preguntarse si existía una manera más eficiente o consciente de haber llegado a ese mismo punto. Esa actitud de evaluación continua es fundamental para el crecimiento personal y está directamente alineada con el espíritu del kaizen.

Un error que no se revisa y del que no se aprende queda como un fracaso. En cambio, cuando se extraen lecciones valiosas y se introducen cambios para evitar repetirlo, ese error se convierte en un paso necesario hacia el progreso.

2. Suaviza tus carencias

Todos, sin excepción, cargamos con ciertos aspectos de nuestra personalidad que dificultan nuestro camino. A veces se manifiestan como reacciones impulsivas, inseguridades o patrones que se repiten y sabotean nuestros esfuerzos. Son como un lastre invisible que nos limita, afecta nuestras relaciones y entorpece la conquista de nuestros objetivos. Identificarlos es incómodo, pero también necesario si queremos avanzar hacia una vida más plena.

Estas carencias no aparecen de la nada. Muchas veces son el resultado de experiencias tempranas, modelos familiares, contextos sociales o incluso predisposiciones genéticas. No es justo culparse por aquello que no elegimos ni pudimos evitar, pero sí es nuestra responsabilidad tomar conciencia y actuar si deseamos cambiar.

Quizá no sea posible borrar del todo ciertas tendencias que llevamos dentro, pero sí podemos reducir su impacto al punto de que apenas interfieran en nuestra vida diaria. El primer paso es observarnos con honestidad: ¿qué rasgos nos generan conflicto?, ¿en qué momentos suelen aparecer?, ¿qué actitudes nos han alejado de lo que queremos lograr?

Una buena práctica es responder preguntas como las siguientes:

¿Qué aspectos de mi forma de ser me cuesta aceptar?
¿Qué conflictos tienden a repetirse en mis relaciones y por qué?
¿Qué me impide avanzar hacia lo que deseo?
¿Qué episodios emocionales intensos se repiten y qué los detona?

También puede ser útil pedir retroalimentación a personas cercanas. Eso sí, es importante aclarar que buscamos una opinión sincera, incluso si puede incomodarnos. La verdad, cuando se da con respeto, puede abrir puertas hacia el crecimiento.

Una vez que tenemos más claridad sobre nuestras áreas de mejora, el trabajo comienza. No será rápido ni fácil. La personalidad se moldea a lo largo de los años, y modificar lo que ya está arraigado requiere constancia, paciencia y mucha compasión hacia uno mismo. Es como tallar una escultura en piedra: exige intención y esfuerzo continuo.

Por eso, durante este proceso es fundamental dejar a un lado la culpa. Nadie llega a la adultez completamente formado por elección propia. Somos el resultado de múltiples influencias que escapaban de nuestro control. Sin embargo, ahora que somos conscientes, sí está en nuestras manos decidir qué hacer con ello. No somos culpables de cómo llegamos hasta aquí, pero sí seríamos responsables de no hacer nada por cambiar.

3. Potencia tus fortalezas

Una parte esencial del desarrollo personal es identificar lo que ya hacemos bien y enfocarnos en potenciarlo. En lugar de esforzarnos por ser buenos en todo o compararnos con los demás, el verdadero crecimiento ocurre cuando aceptamos quiénes somos y utilizamos nuestras habilidades como punto de partida.

Reconocer nuestras fortalezas implica observar aquello que se nos da con naturalidad, que disfrutamos hacer y en lo que solemos obtener buenos resultados. Al invertir energía en fortalecer esas capacidades, no solo mejoramos nuestro rendimiento, sino que cultivamos un estilo propio, auténtico y difícil de replicar.
Aprovechar lo que ya tenemos a favor puede marcar una gran diferencia en el camino hacia una vida más plena y alineada con nuestro propósito.

4. Adquiere nuevas habilidades

Aprender cosas nuevas no solo enriquece nuestra vida personal, sino que también nos vuelve más versátiles y preparados para adaptarnos a distintos escenarios. No se trata de intentar abarcarlo todo ni de convertirnos en expertos en cada tema. La clave está en construir un repertorio variado de habilidades que realmente nos resulten útiles o nos generen interés.

Recuerda: la meta no es la perfección, sino aprender lo suficiente como para poder aplicar ese conocimiento en el momento adecuado. Por ejemplo, saber cómo arreglar una falla sencilla en casa puede ahorrarte tiempo, dinero y molestias. Lo mismo ocurre con habilidades prácticas, como cocinar, manejar herramientas digitales o incluso saber cómo organizar mejor tu día.

Cada nueva destreza que sumas te acerca a una vida más autónoma, flexible y satisfactoria. Es una forma de crecer de manera constante, como propone el principio del kaizen: paso a paso, sin presión, pero con intención.

5. Persigue el conocimiento

La curiosidad es una cualidad innata en el ser humano. Desde la infancia sentimos el impulso de explorar, entender y aprender. Esta necesidad de saber ha sido clave en el desarrollo de nuestra historia y sigue siendo un motor fundamental para el crecimiento personal.

El conocimiento alimenta la mente y nos permite expandir nuestra visión del mundo. Adoptar una actitud de aprendizaje continuo no significa memorizar datos sin sentido, sino mantener una mente abierta, hacer preguntas y buscar comprensión en aquello que nos rodea.

En Japón, esta búsqueda de saber se vive con disciplina y profundidad. De hecho, existe un fuerte interés por comprender a fondo cualquier tema que se emprenda, lo que refleja una cultura que valora el conocimiento como herramienta para mejorar. Incorporar este enfoque en la vida diaria es una forma sencilla de crecer. Basta con leer, observar con atención o interesarse por nuevas ideas. Aprender algo cada día no solo enriquece nuestra mente, sino que fortalece nuestra capacidad para adaptarnos y evolucionar.

6. Vive nuevas experiencias

Cada experiencia que atravesamos moldea nuestra forma de pensar, sentir y actuar. No seríamos quienes somos hoy si hubiéramos habitado en un entorno diferente o tomado decisiones distintas. Las vivencias no solo influyen en nuestra personalidad, también impulsan nuestro desarrollo personal y amplían nuestra visión del mundo.

La madurez no siempre llega con los años, sino con la variedad y profundidad de las experiencias que acumulamos. En este contexto, personas de la misma edad pueden tener niveles muy distintos de entendimiento, empatía y resiliencia, según lo que hayan vivido.

Explorar nuevas situaciones, salir de la rutina y enfrentarse a lo desconocido son formas efectivas de crecer. Viajar, por ejemplo, es una de las maneras más enriquecedoras de adquirir experiencias en poco tiempo. Siempre que se haga con una actitud abierta, permite conocer otras formas de vida, cuestionar creencias y adoptar aprendizajes que transforman.

2. Minimalismo

El minimalismo es una filosofía de vida que propone enfocarse en lo esencial y soltar aquello que no aporta valor real. No se trata de vivir sin objetos ni renunciar a las comodidades, sino de aprender a elegir conscientemente lo que necesitamos y valorar lo que realmente usamos y apreciamos.

Las posesiones materiales pueden hacernos la vida más cómoda, pero si basamos nuestra felicidad en acumularlas, es probable que sintamos una insatisfacción constante. El bienestar no está en lo que obtenemos, sino en la relación que tenemos con lo que ya forma parte de nuestra vida.

Adoptar una mirada minimalista también implica aceptar que nada es permanente. Las cosas van y vienen, y aferrarnos a ellas solo genera ansiedad. Comprender esto nos permite vivir con mayor ligereza, apreciar más lo que tenemos y dejar de poner el foco en lo externo para empezar a cuidar lo interno. Al reducir el ruido de lo innecesario —en nuestras pertenencias, compromisos y pensamientos— ganamos claridad y espacio para aquello que de verdad importa.

Aplica el minimalismo en tu vida

No hace falta adoptar el minimalismo como un estilo de vida estricto para beneficiarte de él. Pequeños cambios en tu relación con lo material pueden ayudarte a vivir con más ligereza, claridad y bienestar. Se trata de tomar decisiones más conscientes sobre lo que posees, lo que consumes y cómo interactúas con tu entorno. Aquí tienes algunas acciones prácticas para comenzar:

1. Haz limpieza en casa

Revisa tus espacios con una nueva mirada. Es posible que encuentres objetos que antes creías importantes, pero que ahora reconoces como innecesarios. Para hacerlo de forma efectiva, ve habitación por habitación y no pases a la siguiente hasta terminar con la anterior. Al decidir qué conservar y qué descartar, hazte preguntas como:

¿Lo he usado en los últimos dos años?
¿Este objeto mejora mi vida de alguna manera?
¿Me produce una sensación positiva cuando lo veo o lo uso?

Si respondes «no» a una o más de estas interrogantes, es una señal clara de que ese objeto ya no tiene lugar en tu vida.

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2. Ve ligero de equipaje

Aprender a moverte con menos también aplica cuando sales de casa. Empacar solo lo necesario te libera de cargas innecesarias, reduce el estrés y te enseña que puedes estar bien sin depender de tantas cosas. Esta práctica te ayuda a priorizar lo útil y a valorar más lo esencial.

3. Compra menos y alquila más

No todo lo que deseas necesitas tenerlo en propiedad. A menudo asociamos el disfrute con la posesión, pero alquilar puede ser una alternativa más práctica, económica y sostenible. Ya sea un coche, una herramienta o incluso una prenda para una ocasión especial, alquilar evita gastos innecesarios y responsabilidades asociadas al mantenimiento. Además, reduce el espacio que ocupan los objetos que apenas usas.
En muchos casos, alquilar significa menos preocupaciones, menos acumulación y mayor libertad.

4. Cuida lo que tienes

El valor de un objeto también está en el uso responsable que hacemos de él. Si lo mantenemos en buen estado, no solo prolongamos su vida útil, sino que evitamos gastos y residuos innecesarios. Cuidar lo que ya tenemos es una forma simple pero poderosa de practicar el minimalismo y ahorrar tiempo, dinero y energía.

5. Simplifica

Menos no significa vacío; significa claridad. Reduce lo complejo, elimina lo que te abruma y quédate con lo que realmente importa. Esto puede aplicarse a tus objetos, tu rutina diaria, tus compromisos e incluso tus pensamientos. Al simplificar, haces espacio para lo que aporta valor y paz a tu vida.

3. Paz interior

La paz interior es un estado de equilibrio en el que la mente se mantiene serena y el cuerpo libre de tensión. Implica poder observar lo que sucede a nuestro alrededor sin dejarnos arrastrar por emociones desbordadas o reacciones impulsivas. Este nivel de calma interior permite tomar decisiones con mayor claridad, afrontar desafíos con más templanza y proteger nuestra salud emocional. Sin duda, es uno de los pilares fundamentales para vivir con bienestar y longevidad.

Sin embargo, alcanzar y mantener esa paz no siempre es fácil. Existen factores que la amenazan constantemente y tres de los más frecuentes son el estrés, la mala gestión emocional y la preocupación excesiva.

El estrés es una reacción natural del cuerpo ante lo que percibimos como un reto o amenaza. En niveles moderados, puede ayudarnos a reaccionar mejor ante ciertas situaciones. Pero cuando se vuelve crónico o desproporcionado, empieza a dañar nuestro organismo. Lo más preocupante es que hoy en día ese estrés no se activa solo en situaciones de peligro real, sino también frente a estímulos cotidianos: exceso de trabajo, tensiones familiares o presiones sociales. El cuerpo, al mantenerse en un estado de alerta constante, se desgasta como si funcionara a máxima velocidad sin descanso.

Las emociones mal gestionadas también alteran nuestra paz mental. Toda emoción tiene una función: el miedo nos protege, la tristeza nos lleva a sanar, el placer nos invita a repetir lo que nos hace bien. Pero si no sabemos interpretarlas o regularlas, su intensidad puede volverse dañina. Una emoción desbordada y sostenida en el tiempo puede impactar tanto como el estrés, afectando tanto el cuerpo como la mente.

La preocupación constante es otra gran fuente de malestar. Muchas veces dedicamos tiempo y energía a pensar en escenarios que nunca ocurren. Preocuparnos por adelantado nos deja atrapados en la incertidumbre, sin margen para actuar con claridad. Aprender a distinguir entre lo que podemos resolver y lo que escapa de nuestro control es clave para no agotar nuestros recursos mentales en vano. Como suele decirse: si puedes hacer algo, ocúpate. Si no puedes, suelta.

Cultivar la paz interior no es aislarse del mundo, sino aprender a vivir en él con más conciencia y equilibrio. Se trata de identificar lo que nos roba serenidad, regular nuestras respuestas internas y recuperar el control sobre nuestro bienestar emocional.

El camino hacia la paz interior

Ahora que identificamos los principales factores que amenazan nuestra paz interior, es momento de dar un paso más: entender qué prácticas pueden ayudarnos a cultivarla y mantenerla en el día a día.

1. Meditación

La meditación es una práctica milenaria que ha acompañado al ser humano a lo largo de su historia y cuyos beneficios hoy cuentan con respaldo científico. A través de su práctica constante, se fortalece la capacidad de observar la mente, calmarla y entrenarla para dejar de divagar entre recuerdos del pasado y anticipaciones del futuro.

Uno de sus grandes aportes es que ayuda a centrar la atención en el momento presente. La mente suele comportarse como un mono inquieto que salta de pensamiento en pensamiento. La meditación no pretende eliminar estos saltos, sino enseñarnos a observarlos sin juzgarlos y, poco a poco, a reducir su intensidad para vivir con mayor enfoque y claridad mental.

2. Silencio

Complementaria a la meditación, la práctica del silencio nos brinda un espacio valioso para reconectar con lo esencial. Al callar el ruido exterior, se abre la posibilidad de escuchar nuestro mundo interno. En muchos retiros de tradición budista, el silencio absoluto se mantiene durante días y, aunque al principio puede resultar incómodo, con el tiempo se convierte en una herramienta poderosa para calmar la mente y alcanzar un estado de serenidad profunda.
Darse unos minutos diarios de silencio, sin distracciones, permite descansar de la sobreestimulación habitual y cultivar una mayor tranquilidad emocional.

3. Momento presente

Vivir en el presente es uno de los mayores desafíos en una vida acelerada. Es común que la mente se pierda entre lo que fue y lo que podría ser, lo que dificulta disfrutar y concentrarse en el ahora.

Una forma sencilla de recuperarlo es mediante un ejercicio de atención plena. Cada vez que te descubras distraído, di en voz baja o mentalmente: «Estoy aquí y ahora». Luego, describe lo que está ocurriendo: lo que ves, lo que escuchas, lo que sientes. Por ejemplo, si estás corriendo en un parque, puedes enumerar: el viento en el rostro, el color de los árboles, los pasos sobre el suelo, el ritmo de tu respiración.

Este ejercicio permite reconectar con lo real y poner freno a la dispersión mental. En lugar de vivir como si vieras una película mientras revisas el celular, comienzas a estar verdaderamente presente en tu propia historia.

4. Relativizar

No todo lo que nos ocurre es tan grave como creemos en un primer momento. Muchas veces, el sufrimiento se intensifica por la interpretación que hacemos de los hechos. La capacidad de relativizar consiste en mirar con más perspectiva lo que sucede y rebajar el impacto emocional negativo que ciertas situaciones provocan.

Ante un contratiempo, puedes elegir entre enfocarte en lo que perdiste o valorar lo que aún tienes. Este cambio de mirada no elimina el problema, pero sí reduce el sufrimiento. No se trata de negar lo que duele, sino de entrenar la mente para ver que muchas veces las cosas podrían haber sido peores, y aun así seguimos de pie.
Relativizar nos da libertad: la de no quedar atrapados por nuestras propias emociones.

5. Piensa sencillo

Marcos Cartagena expresa que, durante una visita al pueblo de Ogimi, en Okinawa, una de las zonas más longevas del mundo, surgió una enseñanza inesperada. Muchos de sus habitantes, pese a su avanzada edad y buena salud, no sabían explicar cómo lograban vivir tanto y tan bien. La respuesta era simple: no se complicaban. Cultivaban su huerta, realizaban sus tareas cotidianas y disfrutaban de los momentos con sus seres queridos. Allí se usa la palabra tegewa, que podría traducirse como «no lo hagas más difícil de lo que es». Esta filosofía invita a vivir con sencillez, a no enredarnos en pensamientos innecesarios y a resolver lo que se presenta con calma y sentido común.
Pensar más sencillo no significa ignorar los problemas, sino abordarlos desde una mente más clara, menos agobiada y más centrada en lo esencial.

4. Naturaleza

Acercarnos a la naturaleza es mucho más que una pausa en la rutina: es una manera de volver a lo esencial. En medio de ciudades agitadas y entornos dominados por pantallas, recuperar el vínculo con lo natural nos ayuda a recordar quiénes somos y desde dónde venimos.

Caminar entre árboles, sentir la tierra bajo los pies, respirar aire puro o solo observar el paisaje son acciones sencillas que pueden tener un impacto profundo. Estos momentos nos invitan a bajar el ritmo, calmar la mente y recuperar el equilibrio que a menudo perdemos en la vida diaria.

No hace falta hacer grandes planes. Un paseo por un parque, cuidar una planta en casa o mirar el cielo unos minutos pueden bastar para despejar la mente y renovar el ánimo.

5. Salud

La salud es el pilar que sostiene nuestro bienestar general. Cuando el cuerpo funciona con armonía, tenemos mayor energía, claridad mental y capacidad para afrontar los retos diarios. Cuidarnos no es solo una cuestión física: es una decisión consciente de estar presentes y disponibles para todo lo que nos importa.

Ser fuertes no implica alcanzar un ideal físico, sino desarrollar una base sólida que nos permita recuperarnos con facilidad y mantenernos activos a lo largo del tiempo. Esto se logra incorporando hábitos sostenibles, como una buena alimentación, ejercicio regular, descanso reparador y gestión emocional.

Ignorar las señales de fatiga o malestar puede llevarnos al desgaste. En cambio, aprender a escucharnos y atender nuestras necesidades nos permite prevenir, adaptarnos y sostenernos con mayor estabilidad.
El verdadero cuidado se construye desde lo diario: en lo que comemos, en cómo nos movemos, en cuánto nos permitimos pausar. Estar sanos no es un objetivo que se busca solo cuando algo falla, sino una forma de vivir con conciencia y respeto hacia uno mismo.

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6. Relaciones

Los lazos cercanos con familia y amigos influyen directamente en nuestra estabilidad emocional. Son el sostén en los momentos difíciles y quienes comparten con nosotros los instantes más valiosos. Cuidar esos vínculos es clave para una vida con sentido. No se trata de estar rodeados de muchas personas, sino de compartir el tiempo con quienes nos nutren de manera emocional. Y para que esas relaciones crezcan de forma sana, es importante cultivar ciertas actitudes:

Sé agradecido. Valora lo que los demás hacen por ti, por mínimo que parezca. La gratitud genera cercanía y fortalece cualquier interacción.
Sonríe con autenticidad. Una sonrisa sincera tiene el poder de relajar, conectar y generar confianza de inmediato.
Preocúpate por los que quieres. Escucha, acompaña y haz sentir a los tuyos que pueden contar contigo. Estar presente marca la diferencia.
Sé tolerante. No todos piensan como tú, y está bien. La tolerancia es una forma de sabiduría que evita conflictos innecesarios.
Escucha de manera activa. No interrumpas, no acapares la palabra. Cuando escuchas de verdad, el otro se siente valorado.
Evita las apariencias. No necesitas demostrar constantemente tus logros. Quien te aprecia lo hace por lo que eres, no por lo que tienes.
Sé educado. La cortesía abre puertas. Ser amable y respetuoso nunca está de más y crea un ambiente más amable.
Sé generoso. Ya sea tiempo, atención o recursos, dar con generosidad crea una conexión más profunda y sincera.
No intentes agradar a todos. No encajarás con todo el mundo y eso es natural. Enfócate en quienes realmente suman a tu camino.
Sé asertivo. Decir «no» también es una forma de cuidarte. La asertividad te permite proteger tu bienestar sin herir a los demás.
Elige bien con quién te rodeas. Tu tiempo y energía son limitados. Invierte en quienes te hacen sentir bien y con quienes puedes ser tú misma.

Cuando nuestros vínculos son sanos, la vida se siente más liviana. Rodearte de personas que te valoran y con quienes puedes crecer es una forma de bienestar que no se compra ni se improvisa: se construye cada día.
De nuestras interacciones con amigos, familiares y desconocidos, surgen gran parte de la alegrías que experimentamos a lo largo de los años. Según Marcos Cartagena, las relaciones se pueden clasificar en dos grandes grupos: las relaciones personales y las relaciones en comunidad.

7. Principios

En la cultura japonesa, valores como el respeto, la humildad, la honestidad y la gratitud no son solo virtudes individuales, sino cimientos sobre los que se construye la convivencia. Aunque estos principios existen en muchas partes del mundo, en Japón se practican de forma más transversal, como parte del tejido social y no únicamente como una opción personal.

Adoptar principios sólidos no implica rigidez, sino tener una brújula interna que guíe nuestras decisiones, incluso cuando nadie está mirando. Actuar con integridad, no por obligación ni por miedo a las consecuencias, sino porque creemos en lo correcto, es lo que da profundidad y coherencia a nuestra forma de vivir.

Los principios universales son atemporales. No dependen de modas ni de contextos específicos. Cuando los integramos en nuestra vida diaria, nos ayudan a tomar mejores decisiones, fortalecer nuestras relaciones y sentirnos más en paz con nosotros mismos. Este pilar nos invita a vivir de forma más consciente y alineada con valores que trascienden el beneficio propio.

8. Ikigai

El ikigai es aquello que te impulsa a levantarte cada mañana con motivación. En Okinawa, muchas personas aseguran que tener claro este propósito influye en su bienestar y longevidad.

Descubrirlo requiere introspección. Un buen punto de partida es hacerse tres preguntas clave: ¿qué disfrutas hacer?, ¿en qué destacas?, ¿qué puedes ofrecer a los demás? Cuando encuentras el cruce entre estas respuestas, comienzas a trazar tu camino. Nombrarlo y ponerlo en práctica es lo que permite que empiece a tomar forma en lo cotidiano.

Cuando logras alinear eso que te mueve con tu trabajo o tus actividades principales, todo fluye con mayor naturalidad. No se trata solo de encontrar una pasión, sino de vivir desde ella.

Eso sí, hay obstáculos frecuentes: distracciones, exceso de compromisos, ocio sin control o una mala organización del tiempo pueden hacer que pierdas el enfoque. Incluso algo tan simple como dormir más de lo necesario puede volverse una forma de evasión.

No hay que esperar a tener todo resuelto para empezar. El mejor momento para buscar tu ikigai es ahora. Para Marcos Cartagena, fue una experiencia difícil la que lo llevó a descubrirlo y a partir de ahí desarrolló el sistema Hanasaki, como una guía para quienes también quieren vivir con intención y plenitud.

9. Actitud

Más allá de lo que nos sucede, lo que en realidad marca la diferencia es cómo decidimos enfrentarlo. La actitud es esa elección consciente que adoptamos frente a cada experiencia, ya sea favorable o desafiante.

De acuerdo con Marcos Cartagena, este pilar no se trata de forzar una sonrisa ni de negar lo que duele, sino de posicionarnos de manera constructiva frente a las circunstancias. Tener una buena actitud no significa ser optimista todo el tiempo, sino desarrollar la capacidad de responder con entereza, flexibilidad y apertura.

Cada situación trae consigo una oportunidad para decidir cómo reaccionar. En esa elección está la clave de nuestra satisfacción, resiliencia y bienestar emocional. La actitud es lo único que siempre está en nuestras manos, incluso cuando todo lo demás escapa a nuestro control.

Cultivar una postura mental que favorezca el aprendizaje, la adaptación y la calma no solo mejora nuestras decisiones, sino que también transforma la forma en que vivimos. En definitiva, no se trata solo de lo que ocurre, sino de lo que hacemos con eso.

Un sistema para ser feliz y vivir mejor

El sistema Hanasaki no es una fórmula mágica ni un conjunto de reglas rígidas. Es una invitación a vivir con más intención, equilibrio y propósito. Cada uno de sus pilares ofrece herramientas concretas para fortalecer lo que somos y cómo nos relacionamos con el mundo.

Al integrar estos principios en lo cotidiano, no solo cultivamos hábitos más sanos o vínculos más genuinos, sino que nos acercamos a una vida más alineada con lo que realmente importa. Una vida en la que cuerpo, mente y espíritu caminan en la misma dirección.

No se trata de cambiarlo todo de golpe, sino de comenzar por lo posible: hacer espacio para lo esencial, cuidar de uno mismo, valorar a quienes nos rodean y buscar aquello que nos enciende por dentro. Porque cuando vivimos desde ese lugar, no solo vivimos más… vivimos mejor.

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Los beneficios de la ashwagandha en la menopausia

No es casualidad que la ashwagandha destaque como una aliada para la salud de la mujer. Con beneficios que van desde la reducción del estrés, la ansiedad y los sofocos hasta mejoras en la salud ósea y la calidad del sueño, esta planta se ha convertido en un remedio prometedor para mitigar el impacto físico
The post Los beneficios de la ashwagandha en la menopausia appeared first on Mejor con Salud.  No es casualidad que la ashwagandha destaque como una aliada para la salud de la mujer. Con beneficios que van desde la reducción del estrés, la ansiedad y los sofocos hasta mejoras en la salud ósea y la calidad del sueño, esta planta se ha convertido en un remedio prometedor para mitigar el impacto físico y emocional de la menopausia.

Su nombre científico es Withania somnifera y proviene de la medicina ayurvédica, utilizada desde hace siglos en la India y otras regiones de Asia por sus efectos reguladores y revitalizantes. Si bien la evidencia aún es limitada, algunos estudios sugieren que sus compuestos activos, en especial los withanólidos, le confieren propiedades adaptógenas, antiinflamatorias y neuroprotectoras que mejoran la salud en general.

Ahora bien, ¿qué tan efectiva es y cómo puedes incorporarla en tu rutina? Si tienes dudas de si te conviene o no utilizarla, te invitamos a repasar en detalle sus principales aportes en la menopausia, así como sus formas de consumo, contraindicaciones y consejos para su consumo seguro.

1. Reduce el estrés y la ansiedad

Los cambios hormonales que ocurren con la menopausia, sobre todo la disminución de los niveles de estrógenos, interfiere en la adecuada producción de neurotransmisores, como la serotonina (asociada al bienestar) y el GABA (que disminuye la actividad del sistema nervioso). Producto de esto, es frecuente experimentar más estrés, ansiedad e irritabilidad.

La ashwagandha contribuye a la disminución de estos síntomas, ya que tiene sustancias naturales con efecto adaptógeno, como los withanólidos, que mejoran la respuesta del cuerpo frente al estrés y reducen los niveles de cortisol. Estos, entre otras cosas, favorecen la función de los receptores GABA, lo que es clave para calmar la sensación de ansiedad, mejorar el estado de ánimo y promover la relajación.

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2. Mejora la calidad de sueño

Los beneficios de la ashwagandha para reducir los niveles de cortisol y potenciar la actividad del GABA generan un impacto indirecto sobre la calidad de sueño. Esto es importante para las mujeres menopáusicas, dado que algunas experimentan insomnio o dificultades en su descanso, debido a los sofocos, el estrés y las alteraciones en la producción de melatonina (hormona del sueño).

En particular, sus propiedades calmantes aumentan la predisposición al descanso y contribuyen a regular los ciclos de sueño al reducir la excitación neuronal. La evidencia, aunque sigue siendo escasa, sugiere los withanólidos y otros compuestos de la planta, como el triethylene glycol, son los responsables de esta respuesta.

3. Disminuye la severidad de los sofocos

Tomar remedios de ashwagandha no eliminará los sofocos de la menopausia de forma instantánea. A pesar de esto, su capacidad para modular los niveles de cortisol y ayudar al equilibrio del sistema nervioso, puede ser favorable en este sentido. ¿La razón? Ambas propiedades influyen de forma positiva en la regulación de la temperatura corporal.

Para ser más precisos, los componentes adaptógenos de la planta se asocian al equilibrio del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS), implicado en la respuesta al estrés y en el equilibrio hormonal. Es así como su consumo puede favorecer una mejor respuesta del cuerpo a los cambios hormonales, que dan lugar a los incómodos sofocos.

De hecho, un estudio precisó que el extracto de esta raíz sería segura y eficaz para la mitigación de los bochornos entre leves y moderados en las mujeres que atraviesan la perimenopausia. Pese a esto, los ensayos clínicos no abundan, por lo que no se considera un tratamiento específico contra este síntoma y se recomienda su uso solo a modo de complemento.

4. Aumenta la energía y vitalidad

El descenso de estrógenos que se produce en el climaterio y la menopausia puede generar estados de fatiga y cansancio con más regularidad. Tomar ashwagandha puede contribuir a su alivio, siempre que se incluya en el marco de una dieta balanceada y hábitos saludables.

Estudios preliminares han determinado que la suplementación con esta planta incrementa la resistencia al estrés y aumenta la vitalidad, además de mejorar el rendimiento físico y mental. Aunque se requieren investigaciones más amplias, y enfocadas en mujeres menopáusicas, su uso tradicional y los reportes positivos de quienes la consumen, sugieren que puede ser efectiva.

5. Fortalece el sistema inmunitario

Los cambios propios del envejecimiento, sumados a las alteraciones hormonales que se dan con la menopausia, aumentan la susceptibilidad a infecciones y enfermedades, dado que las defensas del organismo empiezan a debilitarse. Por sus propiedades, la ashwagandha puede ayudar a contrarrestarlo.

Su aporte de antioxidantes como withanólidos, flavonoides y saponinas, compuestos antiinflamatorios y minerales, como el hierro y el zinc, favorecen la función inmunitaria. En conjunto, estos protegen las células contra el daño causado por los radicales libres y ayudan a modular la inflamación, mejorando la respuesta inmune y la salud general en esta etapa.

6. Ayuda a cuidar la salud cognitiva

La ashwagandha puede contribuir al cuidado de la salud cognitiva en la menopausia por varios motivos. Su capacidad para disminuir el cortisol y generar un efecto adaptógeno brinda un efecto protector contra el deterioro cognitivo, asociado al estrés crónico.

Por otro lado, sus compuestos antioxidantes tienen efectos neuroprotectores, ya que disminuyen el daño celular causado por el estrés oxidativo y la inflamación. Esto se traduce en mejorías para la memoria, la concentración y la claridad mental, que pueden verse perjudicadas por la reducción de estrógenos.
La evidencia preliminar, aunque prometedora, debe interpretarse con precaución. Se requieren estudios más amplios, específicos en mujeres menopáusicas, para confirmar su efectividad. 

Presentaciones y dosis sugeridas

Por la gran difusión de sus propiedades medicinales, la ashwagandha está disponible en cientos de países. Puede encontrarse en línea, en tiendas naturistas y farmacias, en cápsulas, tabletas, polvo y extracto líquido. Aunque no hay una dosis oficial establecida, para el caso concreto de la menopausia oscila entre 125 y 600 miligramos diarios de su extracto estandarizado.

El polvo se puede emplear en dosis de 1 a 5 gramos por día, sea añadido en agua, infusiones o batidos. Si es la primera vez que consumes la planta, lo mejor es que empieces con la cantidad más baja para evaluar su tolerancia. Una vez tu cuerpo se adapte, puedes aumentarla de manera gradual hasta llegar al máximo sugerido.

En cualquier caso, como ocurre con otros suplementos, lo mejor es que consultes con tu médico antes de tomar la decisión de ingerirla de forma habitual. Esto es bastante importante si estás tomando otros medicamentos o si tienes alguna enfermedad preexistente.

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¿En qué casos es preferible evitar esta planta?

Pese a sus beneficios potenciales, la ashwagandha no es adecuada para todas las personas. De hecho, hay que tener bastante precaución antes de iniciar su consumo, pues algunos de sus componentes, como los alcaloides, son perjudiciales en ciertos contextos de enfermedad o tratamientos con fármacos.

Evita su consumo si te identificas con alguno de los siguientes grupos:

Embarazo y lactancia, pues induce a contracciones uterinas y no se conoce sus efectos en el bebé.
Personas con trastornos autoinmunes, como artritis reumatoide, lupus o esclerosis múltiple, ya que puede empeorar sus síntomas.
Pacientes con lesiones o enfermedades hepáticas.
Pacientes diabéticos, hipertensos o hipotensos; no es inherentemente dañina, pero puede causar alteraciones en la glucosa y la presión arterial, que requieren control y vigilancia.
Personas en tratamientos con sedantes, ansiolíticos y antidepresivos. Al interactuar con estos fármacos, potencia sus efectos y puede generar reacciones adversas, como somnolencia excesiva.

Posibles efectos secundarios

Los suplementos de ashwagandha suelen tolerarse bien en la mayoría de los casos; sin embargo, algunas personas, y en especial si la toma es excesiva, pueden experimentar síntomas como los siguientes:

Náuseas
Heces blandas
Malestar estomacal
Sensación de somnolencia

Recomendaciones para el uso seguro de ashwagandha en la menopausia

Si buscas un complemento para sobrellevar los efectos de la menopausia en tu salud y estado de ánimo, la ashwagandha (Withania somnifera) puede ser una buena opción. No obstante, ten en cuenta que no tiene superpropiedades ni está exenta de riesgos; por eso, asegúrate de poner en práctica los siguientes consejos para su uso adecuado:

Consulta con tu médico: es preferible usar este suplemento con supervisión profesional para descartar afecciones o situaciones en las que no es aconsejable su consumo.
Respeta la dosis: lee las instrucciones del producto de tu elección (polvo, cápsulas o extractos) y respeta la dosis sugerida de cada presentación. Recuerda iniciar por la cantidad mínima y ajustarla, de acuerdo a tu tolerancia o necesidades.
Considera el momento de consumo: si quieres mejorar tu calidad de sueño, es preferible ingerirla por la noche. Para aumentar tu energía o reducir el estrés, tómala en la mañana.
Elige un producto confiable y de calidad: asegúrate de comprar ashwagandha de laboratorios reconocidos y que cuenten con certificaciones de calidad. Opta por las marcas que proporcionen información clara sobre la procedencia de la planta y su contenido de withanólidos.

Un remedio complementario en esta etapa

Si decides probar ashwagandha durante la menopausia, considera que es un complemento con efectos modestos sobre el estrés, la calidad del sueño y el bienestar general, pero no un remedio milagroso. Muchas mujeres manifiestan sentir mejoras significativas, aunque no siempre es así. La tolerancia individual, el estado de salud y el estilo de vida inciden en que resulte útil o no.

Por eso, más que intentar mejorar la calidad de vida en esta etapa con estos remedios, asegúrate de dar prioridad a cuestiones más importantes, como una buena alimentación, ejercicio físico, práctica de técnicas de manejo del estrés, una buena rutina del sueño y chequeos médicos regulares. Cuídate de forma integral y sobrellevarás los cambios sin dejar de sentir bienestar.

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Orgasmo cervical o punto C, ¿qué es y cómo tener uno?

Al hablar de placer femenino, es probable que hayas escuchado hablar sobre el orgasmo clitoriano y el punto G, pero ¿conoces el orgasmo cervical? Lejos de ser un mito de alcoba, la correcta estimulación del cuello uterino, o punto C, puede desencadenar un orgasmo intenso y profundo que muchas mujeres adoran. El orgasmo cervical no
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El orgasmo cervical no es inmediato ni superficial. Requiere de tiempo, relajación y un alto nivel de excitación para despertar todo su potencial. La sensibilidad individual, la estimulación correcta y una buena comunicación con la pareja son factores clave para alcanzarlo y disfrutarlo al máximo. Te contamos todo lo que necesitas saber.

¿En qué consiste un orgasmo cervical?: sensaciones y características

El orgasmo cervical es una respuesta sexual que se origina en el cuello uterino, la estructura que conecta la vagina con el útero. Aunque no es una zona con tantas terminaciones nerviosas, como el clítoris, debido a la inervación del cuello uterino por el nervio vago, su estimulación puede generar sensaciones placenteras únicas.

A diferencia del orgasmo clitoriano, que se describe como más puntual, eléctrico y corto, el orgasmo cervical puede producir una sensación más difusa, profunda y prolongada. Muchas lo describen como espasmos rítmicos que continúan incluso después del clímax.
El orgasmo cervical se siente como una oleada de placer profundo que se expande por el cuerpo. Requiere de una alta excitación y muchas mujeres lo califican como una experiencia emocionalmente intensa.

Acorde con una investigación de The Journal of Sexual Medicine, que contó con la participación de 307 mujeres, el 16 % experimentó placer mediante la estimulación del cuello uterino. Sin embargo, aquellas con procedimientos ginecológicos cervicales reportaron menor excitación y mayor dolor ante la estimulación clitoriana, vaginal y cervical.

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Factores que influyen para alcanzarlo

Los expertos han resaltado que el orgasmo femenino depende de múltiples factores, como la comunicación, la intimidad emocional, la imagen corporal, la autoestima, el contacto adecuado y el conocimiento del placer propio. En el caso del orgasmo cervical, algunos elementos incluyen las siguientes variables:

Sensibilidad individual: no todas las mujeres tienen la misma sensibilidad en el cuello uterino. De hecho, mientras algunas disfrutan mucho de este tipo de orgasmo, para otras puede resultar incómodo o doloroso.
Relajación y comodidad: si hay tensión, distracciones o nervios, es poco probable que el cuello uterino responda de la misma manera. Un ambiente de seguridad y confianza es indispensable.
Tiempo de excitación: los orgasmos cervicales no se alcanzan con la misma rapidez que los clitorianos. Es importante que te tomes el tiempo de una estimulación progresiva para alcanzar una mayor sensibilidad.
Conexión emocional: estimular el punto C no es solo una cuestión de técnica, sino también de conexión. La intimidad emocional con la pareja y la confianza juegan un papel fundamental.
Cambios hormonales: el ciclo menstrual puede influir en la sensibilidad del cuello uterino. Este factor hace que, en algunos casos, se sienta más placer y, en otros, posible incomodidad.

5 consejos para tener un orgasmo cervical

La sexualidad está para disfrutarse y explorarse. Y aunque estimular el punto C puede ser una experiencia profundamente placentera, requiere paciencia, conocimiento del propio cuerpo y una comunicación abierta con la pareja. Para disfrutarlo de manera segura, es importante seguir las siguientes recomendaciones:

1. Relájate y crea el ambiente adecuado

Alcanzar un orgasmo cervical requiere de una relajación total para disfrutar de cada sensación de tu cuerpo y encontrar tanto el ritmo como la intensidad adecuada. Así que tómate el tiempo para excitarte, explorar tus zonas erógenas y concentrarte en el momento. Ya sea con una pareja o en solitario, la paciencia es esencial.

2. No apresures tu placer

A diferencia del orgasmo clitoriano, que puede alcanzarse en pocos minutos, el punto C requiere de una estimulación progresiva para ir construyendo poco a poco la intensidad del placer.

El cuello uterino se encuentra en la parte más profunda de la vagina y su sensibilidad puede aumentar con buenas penetraciones profundas. Comienza con delicadas caricias externas y avanza con la estimulación interna, prestando siempre atención a tus sensaciones.

3. Usa buena lubricación

El orgasmo cervical requiere de una penetración profunda para estimular el punto C, por lo que la lubricación es necesaria para evitar molestias y disfrutar al máximo del sexo.

Ya sea que te estés masturbando con un consolador o te encuentres en pareja, usa un buen lubricante a base a agua o silicona. De esta manera, todo entrará con mayor facilidad y no sufrirás irritaciones o dolor que dañen todo el momento.

4. Elije la postura correcta

Existen algunas posiciones sexuales que facilitan las penetraciones profundas y el acceso al cuello uterino. Si estás sola, prueba acostándote con las piernas flexionadas y usa un juguete para alcanzar mayor profundidad. Con pareja, la cucharita o la amazona son poses ideales. La terapeuta sexual Nan Wise en conversación con la revista Glamour recomienda:

            Las posiciones que permiten una penetración profunda, como el <a href="https://mejorconsalud.as.com/postura-del-perrito-lo-saber-esta-posicion-sexual/">estilo perrito</a>, suelen ser las mejores para tener un orgasmo cervical. Pero asegúrate de no intentarlas hasta que estés completamente excitada. 
            Dra. Nan Wise

5. Disfruta y escucha tu cuerpo

Más allá de obsesionarte con tener un orgasmo cervical, procura disfrutar al máximo de toda la experiencia y cómo el placer va aumentando de a poco. Recuerda que el cuello uterino no puede ser penetrado, así que concéntrate en estimularlo con el ritmo y la presión que más te guste para evitar incomodidad y dolor.

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El orgasmo cervical puede ser muy placentero

Existen múltiples maneras en las que las mujeres pueden llegar al clímax. Ya sea mediante la estimulación del clítoris, la vagina, el ano, los pezones o el cuello uterino, el cuerpo es una máquina de sensaciones que puede llevarnos a maravillosos lugares.

Si quieres tener un orgasmo cervical, la relajación, la excitación y la comunicación con tu pareja son claves. Más que una meta, este tipo de placer es un viaje de autoconocimiento y conexión emocional en el que cada sensación cuenta.

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Insecticidas caseros: recetas y cómo aplicarlos correctamente

Incluso el jardinero más experimentado debe lidiar con las plagas. Por eso, antes de desesperarte y recurrir a un pesticida químico, prueba con un insecticida casero para plantas. Estos son efectivos, fáciles de hacer, económicos y, lo mejor, no son tóxicos. Solo ten presente que debes usarlos cuando percibas una gran cantidad de insectos o
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Solo ten presente que debes usarlos cuando percibas una gran cantidad de insectos o veas que las hojas están muy brillantes o pegajosas, la planta crece con debilidad o hay deformaciones en brotes y flores.

Si las señales son claras, pues manos a la obra. Con algunas opciones, como el ajo, la leche, tomate, aceite de neem y cáscaras de huevo, podrás preparar distintos insecticidas. Te enseñamos los pasos y para qué tipo de plaga podrás emplearlos.

1. Cebolla y ajo

Un insecticida hecho con estos ingredientes resulta efectivo para un gran número de plagas: pulgón, mosca blanca, la araña roja, hormigas y orugas. Prepáralo con estos ingredientes y simples pasos:

Ingredientes y materiales

¼ de cebolla
1 litro de agua
Media cabeza de ajo
1 cucharada de ralladura de jabón blanco
1 rociador

Procedimiento

Tritura la cebolla, de preferencia grande, junto con el ajo.
Mezcla con el agua y la ralladura de jabón blanco.
Deja reposar por al menos cinco días.
Cuela y vierte el líquido en un rociador.
Aplica en tus plantas por la noche, una vez a la semana, hasta eliminar la plaga.

2. Ajo

El ajo resulta muy bueno para ahuyentar pulgones, aunque también puedes usarlo para repeler ácaros, babosas y caracoles. Ten presente que la luz del sol puede disminuir la efectividad de este insecticida, por lo que te recomendamos aplicarlo a tempranas horas de la mañana o cuando caiga el sol por la tarde.

Ingredientes y materiales

1 litro de agua
5 dientes de ajo
1 olla pequeña
1 rociador

Procedimiento 1

Hierve el ajo en el agua por unos 30 minutos.
Deja reposar hasta que enfríe.
Vierte la mezcla en un rociador y aplícalo diariamente en las plantas hasta que percibas que los insectos se han alejado o las señales de daño han mejorado. También, puedes rociar un poco en la tierra circundante.

Este insecticida casero de ajo también puede combinarse con el clavo de olor para alejar la plaga y prevenir su aparición. En ese caso, sigue estos pasos:

Procedimiento 2

En una licuadora procesa una cabeza de ajo, unos clavos de olor y un vaso de agua.
Pasa la mezcla a un recipiente grande y añade tres litros de agua.
Deja reposar 24 horas.
Con la ayuda de un pulverizador, rocía las hojas hasta notar la desaparición de la plaga.
Luego, puedes usar este insecticida como preventivo, aplicando una vez por semana o cada 15 días.

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3. Leche y harina

La leche es un fungicida común en la jardinería, que se usa para combatir la roya, oidio y el mildiu. También, sirve para repeler ácaros y matar los huevos de insectos indeseados. A continuación, precisamos cómo prepararlo:

Ingredientes y materiales

1 taza de leche de vaca no pasteurizada
10 litros de agua
3 tazas de harina
1 pulverizador

Procedimiento

Une la leche de vaca de pasteurizada con agua.
Incorpora la harina.
Coloca un poco en pulverizador y aplica en tus plantas hasta eliminar la plaga. Después, a modo preventivo, cada 15 días.

4. Plaguicida de hojas de tomate

Ricas en alcaloides, las hojas del tomate pueden usarse para repeler a las orugas, los gusanos y pulgones. Sin embargo, debes tener precaución con tus mascotas, pues puede resultar tóxico. Mejor mantener a las plantas alejadas de tus animales, mientras usas este insecticida.

Ingredientes y materiales

2 tazas de hojas picadas de tomate
1 rociador

Procedimiento

Pon en remojo, durante la noche, las hojas picadas de tomate.
Al día siguiente cuela la mezcla y agrégala a tu rociador.
Aplica en la parte inferior de las plantas afectadas por la plaga.
Usa una vez por semana, temprano en la mañana o por la tarde.

        Si quieres hacerlo más potente, puedes agregar ajo, aceite de neem o jabón potásico.

5. Repelente casero de cáscara de huevos

Si tienes una huerta en casa, guarda las cáscaras de huevo, pues podrás utilizarlas como fertilizante y para alejar orugas y caracoles. Solo deberás triturarlas hasta hacer un polvo, luego espárcelo en la tierra alrededor de las plantas para impedir el paso de los insectos.

6. Cilantro

El olor característico del cilantro se aprovecha para repeler a los ácaros, aunque también puede ser útil contra pulgones, la araña roja y los escarabajos de la patata.

Ingredientes y materiales

Cilantro
Agua
1 atomizador

Procedimiento

Hierve un poco de cilantro y agua por 15 minutos.
Cuela y deja enfriar.
Llena un spray con la mezcla y rocía las plantas.

Si tienes una huerta, puedes plantar el cilantro junto a tus hortalizas para protegerlas.

7. Aceite vegetal y jabón líquido

Este es un insecticida con el que puedes combatir las cochinillas, las orugas, los pulgones y los ácaros. Además, es mejor aplicarlo cuando no haya luz solar, porque con las altas temperaturas se puede quemar la planta.

Ingredientes y materiales

2 tazas de aceite vegetal
½ taza de jabón líquido puro
Agua
1 atomizador

Procedimiento

Diluye en agua el aceite vegetal y el jabón líquido puro.
Vierte la mezcla en un pulverizador y rocía las plantas.
Usa hasta eliminar la plaga.

8. Pimienta

La pimienta puede usarse como insecticida contra la mosca blanca y sus huevos. Para gozar de sus beneficios, toma nota de lo que necesitas y realiza el procedimiento descrito:

Ingredientes y materiales

1 cucharada de pimienta
3 tazas de agua
1 pulverizador

Procedimiento

En una licuadora procesa una cucharada de pimienta en dos tazas de agua.
Agrega una taza de agua más.
Deja reposar toda la noche, al día siguiente filtra.
Coloca en un pulverizador y rocía en tus plantas hasta que la plaga desaparezca.

9. Aceite de neem

Con el aceite de neem puedes hacer un insecticida casero para el tratamiento de pulgones y de la mosca blanca. También, puede ser efectivo contra otras plagas como la araña roja, la cochinilla y los trips.

Ingredientes y materiales

15 mililitros de aceite de neem
1 litro de agua
1 pulverizador

Procedimiento

Mezcla el aceite de neem con el agua.
Lleva el líquido a un pulverizador y esparce sobre las partes afectadas de tus plantas.
Aplica cada dos días o todo un mes.

        Este insecticida no debe almacenarse por más de ocho horas, así que el líquido que te sobre es mejor echarlo en la tierra.

10. Jabón potásico

Este es un jabón vegetal que se utiliza ampliamente como insecticida contra los pulgones. Aunque si no tienes, podrías recurrir al jabón en barra blanco y disolverlo en agua.

Ingredientes y materiales

20 mililitros de jabón potásico
1 litro de agua
1 atomizador

Procedimiento

Mezcla el jabón potásico con el agua.
Rocía sobre toda la planta, incluyendo la parte posterior de las hojas y los brotes.
Reaplica cada 15 días hasta ver desaparecer la plaga.

11. Insecticidas especiales para hormigas

Debes prestar especial atención a estos insectos porque son atraídos por la melaza que excretan los pulgones y, debido a ello, los defienden de depredadores. Ambos pueden hacer estragos en tus plantas. Las hormigas puedes eliminarlas o repelerlas con las siguientes alternativas:

Mezcla a partes iguales de agua y detergente. Después, vierte en el hormiguero.
Esparce sal por el camino que recorren los insectos.
Llena un rociador con agua y el jugo de tres limones o 20 mililitros de su aceite esencial y aplica en los tallos y ramas de las plantas.

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¿Qué hacer para prevenir la plaga en tu jardín?

Además de las preparaciones antes mencionadas, hay otra serie de medidas que puedes adoptar para proteger a tus plantas.

Evita los abonos con demasiado nitrógeno, porque provocan un crecimiento acelerado y exagerado de las plantas, provocando tallos más tiernos.
Elimina la maleza, pues la misma puede convertirse en el escondite de numerosos insectos. Limpia tus macetas o tu jardín con frecuencia.
La albahaca, la lavanda, la menta, la caléndula y el romero pueden repeler insectos. Por ello, es una buena idea plantarlas junto con otras plantas más delicadas o susceptibles a la plaga.

No olvides los cuidados y la nutrición

Si te tomas el tiempo de proveerle a tus plantas los cuidados necesarios crecerán con salud, haciéndolas más fuertes contra los ataques de los insectos y las enfermedades. Permanece atento a cualquier cambio en su apariencia, a la presencia de bichos y asegúrate de que tengan un adecuado riego, sustrato y acceso a luz solar.

En cuanto a los insecticidas caseros, aplica el que corresponda de acuerdo con la situación y no te excedas en el tiempo. Pronto verás que tus plantas se recuperan sin sustancias nocivas.

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