Cerrad RTVE

La pluralidad no la garantiza un canal estatal. La garantiza que ningún poder tenga su canal
The post Cerrad RTVE first appeared on Hércules.  Cómo estará el patio para que hasta los propios periodistas de RTVE firmen comunicados avergonzados. Cómo será el esperpento, cómo de bajo habrán caído, para que los mismos que llevan años tragando ahora digan “basta”. Cuando hasta los de dentro no pueden más, sabes que algo se ha roto. O quizá siempre estuvo roto, pero ahora ya ni siquiera pueden disimular.

Pero no nos engañemos. La vergüenza no empieza aquí. La vergüenza es sistémica. No es un accidente: es la naturaleza misma de nuestra televisión pública. La imagen: una reportera de telebasura, micrófono de RTVE en mano, enviada especial al Vaticano. Una cadena pública confundiendo periodismo con entretenimiento. Una cobertura solemne convertida en plató de programa rosa. Un reality en directo mientras el mundo miraba.

El Consejo de Informativos de RTVE emitió un comunicado. Condenaban lo ocurrido. Denunciaban el daño a la credibilidad. Pedían explicaciones. Hasta ellos sintieron vergüenza. Hasta ellos. Los mismos que callaron manipulaciones, silencios y consignas políticas durante años. Pero esto no es un error. Esto no es un accidente. Esto es RTVE siendo RTVE. Esto es la lógica inevitable de una televisión pública atrapada por el poder, secuestrada por el politiqueo, dependiente del presupuesto público, ajena al mérito y al público.

La última polémica no es una mancha. Es el tejido entero. RTVE no ha caído en el ridículo. RTVE es el ridículo. Lleva años siendo su propio chiste. Ya no informa, no educa, no entretiene. Solo sobrevive. Solo ocupa espacio. Solo quema dinero.

Dicen que la televisión pública es necesaria. ¿Para qué? ¿A quién sirve? ¿Qué garantiza? No asegura pluralidad. No asegura independencia. Solo asegura un micrófono al servicio del gobierno de turno. La televisión pública es una oficina de prensa encubierta. Es una franquicia del poder.

Los problemas de credibilidad de RTVE no empiezan aquí. Empiezan con ser una televisión estatal. Terminan con su cierre. El pecado original no es la manipulación. Es la existencia. Una televisión estatal nunca será libre. Nunca será neutral. Nunca será de todos. Será del que mande.

No importa quién nombre al presidente. No importa qué partido gane las elecciones. RTVE siempre será suya. Nunca nuestra.

Mil millones al año. Mil millones para pagar propaganda, colocados, tertulianos. Mil millones para una televisión que no compite, no lidera, no interesa. Una televisión que no puede quebrar porque ya nació quebrada. Dicen que hay que reformarla. Despolitizarla. Profesionalizarla. Es mentira. Es imposible. Nadie despolitiza lo que nace político. Nadie limpia un pozo negro. Cada día que sigue abierta es un día perdido. Cada euro gastado es un insulto al contribuyente. Cada minuto de emisión es una rendición cultural.

No necesitamos una televisión pública. Menos propaganda. Menos despilfarro. La pluralidad no la garantiza un canal estatal. La garantiza que ningún poder tenga su canal. La garantiza la libertad, no la subvención.

La televisión pública es el espejo de un país tutelado. Un país que aún cree que el Estado debe informar, educar, entretener. Un país que aún confía en que el poder sea neutral.

Cerrad RTVE. Apagad la luz. Cerrad la puerta. Devolvednos el dinero.

No es una petición. Es una obligación moral. RTVE no necesita un plan. No necesita una reforma. No necesita una nueva dirección. Necesita un cierre. El único servicio público que puede prestar es dejar de existir.

Y cuanto antes, mejor.

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