COVID-19 y el rol del ejército chino: pistas apuntan a una manipulación con fines neurológicos antes del estallido global de la pandemia
The post China, COVID y neurología: ¿manipulación desde el origen? first appeared on Hércules. Nuevas revelaciones apuntan a que China podría haber anticipado efectos neurológicos del COVID-19 antes de que se identificaran clínicamente en Occidente. El descubrimiento de una patente temprana para una vacuna contra el COVID-19 en la que participaron científicos del Instituto de Cognición Militar y Ciencias del Cerebro de Beijing ha encendido las alarmas en la comunidad de inteligencia estadounidense.
Este hallazgo se suma a una serie de eventos que alimentan la teoría de que el virus SARS-CoV-2 no se originó de forma natural, sino que podría haber sido producto de una fuga de laboratorio en el Instituto de Virología de Wuhan. La presencia de investigadores militares especializados en neurología en el desarrollo temprano de una vacuna plantea preguntas fundamentales sobre los verdaderos intereses estratégicos de China en la gestión del brote.

Una vacuna temprana con sello militar
El 24 de febrero de 2020, apenas un mes después del primer caso confirmado de COVID-19 en Estados Unidos, tres entidades chinas ,incluyendo el Instituto de Medicina Militar de la Academia de Ciencias Militares de Pekín, registraron una patente para una vacuna contra el COVID-19. La solicitud detallaba una “vacuna de proteína” y un “medicamento para prevenir o tratar el COVID-19”.
Entre los once científicos firmantes destaca Zhou Yusen, experto en coronavirus, y colaborador previo del Instituto de Virología de Wuhan. Pero lo que más sorprendió a los investigadores estadounidenses fue la participación de dos científicos con afiliaciones directas al Instituto de Cognición Militar y Ciencias del Cerebro, una institución que colabora con el ejército chino para desarrollar capacidades en dominación cognitiva.
¿Por qué expertos en neurología en una vacuna respiratoria?
En los primeros compases de la pandemia, el COVID-19 se consideraba un virus respiratorio. El conocimiento sobre sus efectos neurológicos era muy limitado, tanto en China como en Occidente. Por eso resulta desconcertante que dos especialistas en neurociencia participaran en una vacuna en fases tan tempranas.
Según el Dr. Robert Kadlec, exsubsecretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. y figura clave en la Operación Warp Speed, la inclusión de estos neurocientíficos en la patente es “inusual”. En su informe Oculto a plena vista, afirma que no hay evidencia de que el equipo haya reportado neuroprotección o síntomas neurológicos en sus pruebas iniciales.
La participación de estos expertos sugiere que las autoridades chinas sabían más sobre el comportamiento del virus de lo que informaron públicamente. Según Kadlec, podría indicar que el propósito no era únicamente el desarrollo de una vacuna, sino también una posible experimentación militar neurológica.
Dominación mental: el nuevo campo de batalla
El Instituto de Cognición Militar de China no es solo un centro académico: es una unidad que estudia cómo manipular la percepción, emociones y decisiones del enemigo. Esto encaja con la estrategia del Ejército Popular de Liberación para lograr lo que denominan “dominación cognitiva”, una doctrina que busca la superioridad sin recurrir exclusivamente a la fuerza física.
La investigadora Elsa Kania, del Centro para la Nueva Seguridad Estadounidense, afirma que estas estrategias incluyen desde la manipulación de información hasta la interferencia neurocognitiva directa. En un artículo publicado en Prism, revista de la Universidad de Defensa Nacional de EE. UU., Kania relaciona a científicos de este instituto con unidades de guerra psicológica y tecnológica.
Uno de ellos, Zhou Jin, trabaja en ingeniería cerebral y participa en grupos de expertos dedicados a tecnologías cognitivas ofensivas. ¿Podría ser el COVID-19 una herramienta dentro de este arsenal.
Síntomas neurológicos: evidencia posterior confirma sospechas
Aunque la patente china se presentó en febrero de 2020, en Occidente los síntomas neurológicos del COVID-19 comenzaron a documentarse más tarde. Un estudio de la Universidad de Duke reveló en 2023 que algunos pacientes desarrollaron trastornos cognitivos, del sueño y neurológicos hasta tres meses después de haber contraído el virus.
La revista Nature publicó en 2022 que el COVID-19 puede causar efectos como ictus, pérdida de memoria, migrañas y convulsiones. Sin embargo, los primeros indicios en la literatura médica aparecieron en abril de 2020, con datos recopilados desde apenas cinco días antes de que la patente china fuese presentada.
Todo ello sugiere que el régimen chino podría haber anticipado estos efectos antes de que se volvieran evidentes para la comunidad médica internacional.
La teoría de la fuga de laboratorio: más vigente que nunca
Estas revelaciones reavivan la llamada teoría de la fuga de laboratorio, ampliamente desacreditada al principio por autoridades como Anthony Fauci, el presidente Joe Biden y buena parte de los medios tradicionales. Sin embargo, la evidencia se acumula.
Un estudio secreto de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), ahora publicado tras solicitudes bajo la Ley de Libertad de Información, concluyó que el virus SARS-CoV-2 fue probablemente diseñado genéticamente. El análisis genómico señala que la proteína “pico” del virus tiene características de una quimera. Una construcción artificial.
El informe vincula el virus con trabajos anteriores del Instituto de Virología de Wuhan, que colaboraba estrechamente con el ejército chino. Se refuerza la posibilidad de una manipulación genética con fines estratégicos.
El silencio de las instituciones y la geopolítica del encubrimiento
El congresista republicano Darin LaHood fue contundente en una reciente entrevista: “China quiere reemplazar a Estados Unidos en todos los frentes: militar, tecnológico, económico y diplomático”. Añade que el encubrimiento del origen del COVID-19 es parte de ese plan a largo plazo.
Casos como Huawei, TikTok o Deep Seek son ejemplos de herramientas tecnológicas chinas utilizadas como armas geopolíticas. Si el virus también formó parte de este plan, estamos ante uno de los episodios más oscuros y sofisticados de guerra híbrida contemporánea.
¿Una pandemia con propósito?
La participación del Instituto de Ciencias Cognitivas Militares en el desarrollo de la primera vacuna contra el COVID-19, junto con la precocidad de los síntomas neurológicos registrados por científicos chinos, sugiere que el brote del virus podría haber tenido motivaciones más complejas que un simple accidente biológico.
Aunque aún no hay pruebas concluyentes, el patrón de comportamiento ,silencio inicial, manipulación informativa, rápida respuesta militar y participación de unidades neurológicas, indica que el COVID-19 podría haber sido parte de una estrategia más amplia de dominación cognitiva global.
En un contexto de creciente rivalidad entre China y Estados Unidos, el conocimiento profundo del impacto neurológico del virus y su posible explotación abre una nueva dimensión en la comprensión de la pandemia: la de una guerra silenciosa que va más allá de lo biológico, penetrando en el terreno de la mente.
The post China, COVID y neurología: ¿manipulación desde el origen? first appeared on Hércules.