Trump lanza revisión de seguridad sobre científicos chinos en EE. UU. por posible espionaje, robo de tecnología y riesgos para la seguridad nacional
The post científicos chinos investigado por espionaje first appeared on Hércules. La administración Trump ha puesto en marcha un proceso confidencial de revisión de antecedentes dirigido a cientos de científicos extranjeros que trabajan en Estados Unidos, muchos de ellos provenientes de países de interés como China. La iniciativa, que implica a múltiples agencias de seguridad e inteligencia, se activó semanas atrás por la creciente preocupación de que los gobiernos anteriores no evaluaron con suficiente rigor los lazos de estos investigadores con el Ejército Popular de Liberación o el Partido Comunista Chino (PCCh).
Según revelaron altos funcionarios a distintos medios, la investigación se centra en científicos que obtuvieron visas gracias al patrocinio de organismos como los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y otras agencias federales dedicadas a la investigación biomédica y tecnológica.
Alarmas por biopeligros y patógenos
La preocupación se intensificó luego de que el mes pasado tres científicos chinos fueran arrestados en EE. UU. tras ser sorprendidos intentando introducir de contrabando patógenos peligrosos, incluidos hongos tóxicos y lombrices intestinales capaces de afectar severamente los cultivos nacionales. El incidente hizo saltar las alarmas en Washington por el potencial surgimiento de una nueva forma de agroterrorismo.
En este contexto, fuentes del gobierno aseguraron que unos 1.000 científicos procedentes de países considerados sensibles han sido identificados tan solo en el entorno de los NIH, desencadenando una exhaustiva investigación a cargo de la oficina de seguridad de inteligencia de dicha agencia.
La respuesta oficial
“El presidente Trump está comprometido con la protección de la seguridad nacional y económica de Estados Unidos. Los contribuyentes no deben financiar el espionaje extranjero que amenaza la infraestructura científica del país”, declaró Kush Desai, portavoz de la Casa Blanca.
Este esfuerzo apunta a corregir lo que muchos dentro del gobierno consideran una política de revisión permisiva durante los mandatos de Francis Collins y Anthony Fauci en los NIH. Aunque ambos se retiraron antes del ascenso de Trump, las prácticas heredadas continuaron bajo la presidencia de Joe Biden, pese a las repetidas advertencias de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO).
Informes críticos de la GAO
La GAO, brazo auditor del Congreso, ha emitido numerosos informes en la última década denunciando la falta de controles en agencias federales que otorgan fondos a científicos con vínculos potenciales con gobiernos extranjeros. En un informe reciente, la oficina fue clara: “China es el principal adversario estratégico de Estados Unidos. La influencia extranjera indebida sigue siendo un riesgo latente en las universidades y centros de investigación del país”.
Otra evaluación de 2021 advirtió sobre la escasa capacidad de las universidades receptoras de fondos federales para gestionar conflictos de interés no financieros, un vacío legal que permite a consultores y académicos operar para ambas potencias simultáneamente, beneficiando a Beijing con el acceso a tecnología sensible y propiedad intelectual.
La denuncia de la viróloga desertora
Una voz que ha resonado con fuerza en este debate es la de la doctora Li-Meng Yan, viróloga china que desertó en 2020. En entrevista con Just the News, Yan aseguró que la mayoría de los científicos chinos que obtienen visas estadounidenses lo hacen tras firmar acuerdos con el gobierno comunista para favorecer sus intereses.
“Desde el inicio, muchos ya han hecho un trato con el PCCh. Vienen, absorben tecnología, captan personal, se llevan información crítica. Son como parásitos que infiltran el cuerpo del sistema estadounidense”, denunció Yan.
Apoyo desde el Congreso
El Congreso también se ha hecho eco de las advertencias. El representante republicano Nathaniel Moran criticó la permisividad de las administraciones pasadas: “China ha robado nuestra propiedad intelectual tanto con espionaje encubierto como con tácticas visibles. Infiltraron nuestras universidades con apoyo financiero y lo hicimos posible”.
Para Moran, el momento actual exige una respuesta contundente. “No podemos seguir pasivos. Debemos reforzar nuestro sistema interno y contrarrestar estas prácticas en el terreno comercial, científico y diplomático. Se necesita un Ejecutivo fuerte, y claramente lo tenemos ahora”.
Casos recientes de científicos implicados
Durante el último mes, el FBI arrestó a tres investigadores chinos en Michigan por contrabando ilegal de patógenos. Dos fueron sorprendidos con un hongo altamente tóxico y el tercero transportaba lombrices que podrían devastar plantaciones enteras. Estos hechos aumentaron la presión sobre las autoridades para vigilar de cerca los riesgos de bioseguridad.
Casos previos también han generado preocupación. En 2020, el ingeniero Hao Zhang fue condenado por espionaje económico tras robar secretos sobre semiconductores para abrir una empresa en China. Y este año, el FBI allanó la casa del profesor Xiaofeng Wang, experto en ciberseguridad en la Universidad de Indiana, quien fue despedido sin explicación pública. Aunque no se presentaron cargos, su desaparición posterior levantó sospechas.
Nuevas restricciones y brechas persistentes
La administración Biden implementó recientemente ciertos protocolos de seguridad en la investigación federal, pero eximió a proyectos con presupuestos inferiores a 50 millones de dólares, lo que, según expertos, deja fuera a un número significativo de investigadores extranjeros.
“Existe una gran brecha de seguridad, y un desconocimiento alarmante sobre las vinculaciones externas de algunos científicos. Esta revisión es crítica, y requiere de recursos humanos, inteligencia y trabajo conjunto entre agencias”, señaló un alto funcionario implicado en el operativo.
Restricción de fondos e investigaciones en el extranjero
Paralelamente, los NIH anunciaron en abril la prohibición de destinar fondos públicos a socios extranjeros mediante subcontratos, salvo en casos excepcionales. “Si no se justifica claramente por qué el trabajo debe hacerse en el extranjero y no aquí, el proyecto debe cerrarse”, indicó el doctor Matthew J. Memoli, subdirector del NIH, en un memorando interno.
Por su parte, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) también actuó. A inicios de este mes detuvo todos los ensayos clínicos que enviaban células humanas estadounidenses a laboratorios en países hostiles, una medida destinada a proteger contra el uso indebido de datos genéticos en investigación de ingeniería genética.
Seguridad científica en el centro del debate
Aunque el Departamento de Salud y los NIH se negaron a divulgar cifras específicas sobre científicos extranjeros, citando razones de seguridad, la preocupación general es clara: durante años, Estados Unidos ha sido generoso en la admisión de talento internacional, pero poco riguroso en el control de riesgos asociados.
Con la nueva revisión en marcha y los cambios regulatorios ya visibles, la administración Trump parece decidida a dar un giro radical a la política científica exterior de Estados Unidos, en una jugada que ya está transformando la relación entre la ciencia, la seguridad nacional y la geopolítica global.
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