La muerte del papa a los 88 años ha abierto el proceso de elección del próximo pontífice. Los cardenales electores, en su gran mayoría designados por Francisco, tendrán que elegir un candidato encerrados bajo llave: un líder espiritual y jefe de Estado, que gobernará sobre una de las últimas y más extrañas monarquías absolutas del mundo.
La muerte del papa a los 88 años ha abierto el proceso de elección del próximo pontífice. Los cardenales electores, en su gran mayoría designados por Francisco, tendrán que elegir un candidato encerrados bajo llave: un líder espiritual y jefe de Estado, que gobernará sobre una de las últimas y más extrañas monarquías absolutas del mundo.