Cristina Ortiz «La veneno» y su trágica muerte

El todavía caso sin resolver de uno de los personajes más icónicos de la historia reciente de España
The post Cristina Ortiz «La veneno» y su trágica muerte first appeared on Hércules.  Allá por 1986, fue encontrada en la calle por un entrevistador a la espera de su próximo cliente. Su desparpajo ante la cámara y su frescura fueron tales que insistieron en llevarla al programa. Desde sus primeras apariciones, Cristina Ortiz se convirtió en un ícono del mundo trans y de positividad. Siempre estaba sonriendo, a pesar de que su vida fue muy trágica. En 2016, su muerte, aún no aclarada o más bien poco investigada, acabó con la sonrisa de «La Veneno». Ella nació con el nombre de José Antonio Ortiz en Adra (Almería).

Mucho de lo que sabemos de su infancia es contado en sus memorias. Tenía cinco hermanos más. Según contaba Cristina, desde muy pequeña se identificaba como mujer, aunque en su libro, cuando se refiere a ella en pasado, utiliza su nombre masculino. En sus entrevistas siempre relataba lo difícil que fue para ella crecer como persona trans, soportando abusos y discriminación en el colegio y dentro de su propia familia.

En ese momento, en España, este tipo de colectivo era considerado lo más bajo de la sociedad y, en todo caso, muy incomprendido. A pesar de todo, Cristina siempre intentó ser fiel a lo que era y superar las situaciones adversas que la vida le presentó. Trabajó en su adolescencia como modelo masculino y ganó algún premio a la belleza dentro de su comunidad. Ella siempre tuvo en mente ser alguien en los escenarios, y en la década de los 80 pasó por diversos programas que le dieron mucha fama y dinero.

En los 90, comenzó su cambio hormonal y, con ello, también su nombre, consiguiendo al fin ser lo que ella quería. Cristina se apodó a sí misma como «La Veneno», en honor a una amiga trabajadora sexual fallecida. Se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en la calle. Como relata en sus memorias, le costó mucho hacerse un lugar debido a la seria competencia y a que no quería estar sujeta a ningún proxeneta.

Sin embargo, la meta de Cristina seguía siendo el arte y comenzó a aparecer desde 1996 en el programa Esta noche cruzamos el Mississippi, en una sección dedicada a las personas trans. Su carisma y actitud, además de su belleza, lograron que el público la adorara, y eso supuso un empujón para la carrera que ella pretendía tener. Esto le permitió alcanzar la fama, con todo lo bueno y malo que conlleva. A pesar de todo esto, sus padres seguían sin aceptarla y no mantenían contacto. Se había hecho famosa y comenzó a trabajar en musicales y como vedette. En el año 2003, Cristina le prendió fuego a su apartamento para cobrar el seguro, y por ello fue a la cárcel durante tres años. Este momento trágico en su vida supuso un antes y un después en «La Veneno». Relata que fue el peor momento de su vida, con violaciones continuas y abusos por parte de otros reclusos (con la venia de los funcionarios), ya que la incluyeron en una cárcel masculina. Cuando obtuvo la libertad, Cristina quedó con huellas imborrables (por si ya tenía pocas) que la marcarían para siempre. Subida de peso y bajo tratamiento psiquiátrico, intentó volver a ser la misma y recuperar su presencia en los medios. Pero nunca fue la misma.

Desde 2007, comenzó a escribir sus memorias con la periodista Valeria Vegas. No conseguían una editorial que las publicara ni interesaba, así que decidieron financiar el proyecto ellas mismas. Las memorias, tituladas ¡Digo! Ni puta ni santa, salieron a la luz en 2016, siendo un éxito y agotando cuatro ediciones.

En este contexto, el día 5 de noviembre de 2016, un mes después de la publicación de sus memorias, la pareja de Cristina, Andrea, la encontró ensangrentada y golpeada, al borde de la muerte en su apartamento. Cuatro días después, murió a causa de sus heridas, que parecían provocadas por alguien y de forma muy brutal. Según la policía, no había indicios para creer que fuera un asesinato, sino un accidente o incluso que la propia Cristina se hubiera suicidado. El esfuerzo por aclarar el caso fue nulo, aunque era evidente que los moretones en piernas, espalda y el trauma craneoencefálico severo no podrían habérselos hecho ella misma. En apenas nueve días, las investigaciones se finalizaron y fueron cerradas.

«Cristina probablemente estaba bajo el efecto de algún sedante y fue fácil empujarla o golpearla», asegura su editora. Tampoco le agradaba la pareja de Cristina, ya que, según Valeria, solo le robaba el dinero para cubrir sus adicciones. Un día antes de su muerte, Cristina había puesto una denuncia por malos tratos hacia su pareja.

Una de las hipótesis que cobró fuerza tras su muerte se refiere a que el hecho pudo ser un ajuste de cuentas de gente muy poderosa que no le importaba asesinar para tapar sus fechorías y detener las investigaciones. «La Veneno» contó en platós y en su libro cómo parte de su clientela eran políticos, jueces, adinerados empresarios, celebridades, etc., y aunque no aparecen nombres, sí hace referencias con iniciales en sus memorias. Además, con la fama, así como ganó admiradores, también aparecieron muchas personas que la odiaban, ya fuera por su condición o simplemente por ser ella. Su familia ha intentado que se reabran las investigaciones en numerosas ocasiones, incluso con informes forenses que aseguran que existieron graves irregularidades en la autopsia, pero las peticiones fueron rechazadas. El caso permaneció cerrado y continúa así hasta hoy, a pesar de las grandes discordancias entre lo expuesto por los testigos y lo relatado en los informes.

¿Qué sabía «La Veneno»? ¿Alguien quiso callarla? ¿Fue un accidente? Parece que nunca lo sabremos... pero Cristina será inimitable e inolvidable.

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