Cuáles son los tipos de asma que existen

Cuáles son los tipos de asma que existen

Existen muchos tipos de asma, como la alérgica, la no alérgica, la estacional, la inducida por el ejercicio, la ocupacional, la severa o la leve. Si bien todas se caracterizan por causar inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias, tienen diferencias en cuanto a sus desencadenantes, frecuencia e intensidad de los síntomas y la respuesta
The post Cuáles son los tipos de asma que existen appeared first on Mejor con Salud.  Existen muchos tipos de asma, como la alérgica, la no alérgica, la estacional, la inducida por el ejercicio, la ocupacional, la severa o la leve. Si bien todas se caracterizan por causar inflamación y estrechamiento de las vías respiratorias, tienen diferencias en cuanto a sus desencadenantes, frecuencia e intensidad de los síntomas y la respuesta al tratamiento.

Esto explica por qué algunas personas experimentan crisis ocasionales, mientras que otras afrontan episodios frecuentes que comprometen su calidad de vida. De hecho, es posible que alguien presente más de un tipo de asma a lo largo de su vida, ya que los factores involucrados en su aparición pueden cambiar con el tiempo.

En cualquier caso, una adecuada clasificación de la enfermedad es clave para determinar sus causas y, en función de estas, adoptar estrategias efectivas para su control.

1. Asma alérgica

El asma alérgica tiene lugar cuando el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada a la inhalación de alérgenos como el polen, los ácaros del polvo, la caspa de animales, el moho o los hongos. Al hacer esto, provoca un aumento de inflamación en las vías respiratorias, lo que a su vez causa su estrechamiento y dificultades para respirar.

Al igual que otros tipos de asma, cursa con sibilancias, tos, falta de aire y dificultades para dormir; estos síntomas pueden ser leves o graves, dependiendo de la sensibilidad individual al alérgeno y el nivel de exposición. Por lo general, se presenta con más recurrencia en pacientes con antecedentes de alergias y niños pequeños.
El asma alérgica es la forma más común de esta enfermedad; se estima que alrededor del 80 % de los casos de asma infantil y más del 50 % de los casos de asma en adultos pueden tener un componente alérgico. 

¿Cómo es su tratamiento?

Reconocer y evitar los alérgenos involucrados en el asma alérgica es el punto de partida del tratamiento. Para ello, el médico puede realizarte pruebas de alergia, y te puede sugerir llevar un registro de cuándo y en qué condiciones aparecen los síntomas.
Para el control de las crisis, es posible la administración de antihistamínicos o corticosteroides inhalados, que permiten disminuir la inflamación y producen broncodilatación. En casos específicos, el profesional puede evaluar la posibilidad de aplicar vacunas antialérgicas para reducir el riesgo de futuros episodios.
Dado que la prevención es clave, otras estrategias como asegurar una óptima limpieza del hogar y evitar el contacto con los alérgenos son determinantes. Por ello, asegúrate de aspirar y remover el polvo y la caspa de las mascotas, limita las actividades al aire libre si los niveles de contaminación y polen son altos y utiliza purificadores de aire.

2. Asma no alérgica

El asma no alérgica, también llamada asma intrínseca, es una variante en la que las vías respiratorias se inflaman por factores que no se relacionan con alérgenos, como cambios de temperatura (sobre todo condiciones de aire frío y seco), infecciones respiratorias (como gripe y resfriados), exposición a irritantes químicos (humo, fragancias fuertes, contaminación) y estrés.

Sus síntomas no difieren de otras formas de la enfermedad: tos, falta de aire, opresión en el pecho y sibilancias. Sin embargo, estos suelen ser más impredecibles, ya que no dependen de una sustancia específica, sino de múltiples factores. Además, aparece con mayor frecuencia en la edad adulta, lo que también puede dificultar su control.

¿Cómo es su tratamiento?

Los casos leves de asma no alérgica suelen resolverse con autocuidado y evitando los factores que pueden detonar crisis. En este sentido, es primordial asegurar una buena salud respiratoria mediante una alimentación equilibrada que ayude a fortalecer el sistema inmunitario, la práctica de ejercicio físico y respiratorios y la adecuada gestión del estrés.
La vacunación contra la gripe y otras infecciones puede ser una medida preventiva útil, sobre todo si hay antecedentes de asma por estas causas. También es clave utilizar mascarillas en ambientes contaminados o fríos y evitar la exposición directa a humo de tabaco, químicos o cualquier otro irritante.
En formas más persistentes o severas, se requieren corticosteroides para el control a largo plazo. Además, para crisis puntuales, el médico puede recomendar broncodilatadores de acción rápida.

3. Asma estacional

Cuando las crisis de asma se manifiestan en ciertas épocas del año, como la primavera u el otoño, se habla de asma estacional. Es un subtipo que puede tener componentes alérgicos, ya que a menudo se produce como respuesta inmunitaria a sustancias ambientales, como el polen y las esporas del moho, cuya concentración aumenta en estas estaciones del año.

Aun así, ciertos casos se pueden catalogar como no alérgicos, dado que se originan por cambios bruscos de temperatura o condiciones de humedad. Su principal diferencia respecto a otros tipos de asma es que los síntomas suelen aparecer y exacerbarse solo en la temporada en la que el desencadenante está más presente en el ambiente. Por eso, también se considera una variante intermitente.

¿Cómo es su tratamiento?

Es preferible acudir al médico para evaluar los casos de asma estacional, ya que sus desencadenantes pueden llegar a ocasionar crisis graves o síntomas intensos que afectan la calidad de vida. Es frecuente el uso de broncodilatadores de rescate para calmar las crisis cuando aparecen.
Si hay alérgenos involucrados, el profesional puede recetar antihistamínicos (que calman la alergia) y antileucotrienos (que disminuyen la inflamación de los bronquios y las mucosas).
Por supuesto, prepararse para las estaciones de riesgo también es determinante. Procura estar atento a los reportes del clima que dan información sobre la calidad de aire y los niveles de polen. Esto para evitar la exposición tanto como te sea posible. También utiliza mascarillas al salir al exterior y protégete del viento y del frío (abrigos, bufandas, gorros, etcétera).

4. Asma inducida por el ejercicio

El asma inducida por ejercicios puede presentarse tanto en contextos de asma alérgica como en aquellos de no alérgica. Se estima que, en general, hasta un 90 % de los pacientes asmáticos pueden verse afectados con esta variante. Su particularidad es que los síntomas, como tos, falta de aire, sibilancias, dolor de pecho y fatiga, ocurren durante o después de la actividad física.

Sus crisis ocurren específicamente por el esfuerzo físico y no por exposición a alérgenos o irritantes. Esto es así porque, al ejercitarse, la respiración se vuelve más rápida y profunda, lo que hace que el aire frío y seco irrite las vías respiratorias y genere broncoconstricción (que es la que limita el flujo de aire).

¿Cómo es su tratamiento?

Para estos casos, es crucial adoptar medidas concretas antes y durante el entrenamiento físico. Lo primero es prepararse con un calentamiento adecuado antes del esfuerzo y con el uso de inhaladores de acción corta (como el salbutamol). Este último, tenlo a mano mientras realizas cada actividad.
Si tienes gripe, resfriado o cualquier infección viral, opta por descansar. Esforzarte en estas afecciones aumenta el riesgo de que haya crisis.
Evita entrenar en ambientes fríos o con aire seco. Si lo haces al aire libre, procura cubrirte nariz y boca con una mascarilla o bufanda.
Personaliza tu rutina para adaptarla a tu condición. Empieza con actividades moderadas, que no dificulten la respiración. Si sientes que te falta el aire, suspende la actividad.

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5. Asma ocupacional

La principal característica del asma ocupacional es que sus síntomas aparecen o empeoran en el entorno laboral y mejoran al alejarse de este. No es una categoría aislada por completo del asma alérgica o no alérgica, sino que puede ser un subtipo de ambas. Si ocurre por una reacción a un alérgeno ambiente, es alérgica; si es provocada por irritantes, se categoriza como no alérgica.

En todo caso, se desarrolla en el trabajo, sea por la exposición repetida a productos químicos, polvos industriales, polen, humos, proteínas de origen animal y otras partículas. Sin un manejo oportuno, puede convertirse en una enfermedad crónica, incluso fuera del campo laboral.

¿Cómo es su tratamiento?

Lo primero y más importante es identificar y reducir la exposición al desencadenante ambiental de asma en el trabajo. Esto implica mejoras en la ventilación, uso de mascarillas e implementos de seguridad, y cambios en las tareas laborales.
Si el asma empeora o no mejora, puede ser necesario un cambio de puesto o de empleo.
Para el manejo de las crisis, como en otros casos, el médico recomienda broncodilatadores de acción rápida o corticosteroides inhalados. Según su causa, otros fármacos pueden ser los antihistamínicos y antileucotrienos.

6. Asma eosinofílica

El asma eosinofílica es menos común que otros tipos de asma, pero no es extremadamente rara. Se produce porque hay una sobreproducción de eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco que hace parte de los mecanismos de defensa del cuerpo. Esta disfunción causa a su vez una reacción inflamatoria que compromete las vías respiratorias, lo que da lugar a las crisis de asma.

Se diferencia de otros subtipos porque sus síntomas son más severos y difíciles de controlar; además, tiene una respuesta baja a los tratamientos convencionales con broncodilatadores o corticosteroides inhalados, por lo que requiere de terapias específicas.

¿Cómo es su tratamiento?

Antes de iniciar cualquier tratamiento, es fundamental confirmar el diagnóstico a través de pruebas adicionales, como el recuento de eosinófilos en sangre o esputo y la espirometría (utilizada para evaluar la función pulmonar).
Una vez se confirme, y si es un caso grave, el médico puede sugerir algunas terapias biológicas orientadas al bloqueo de acción de los eosinófilos, como los anticuerpos monoclonales como mepolizumab, benralizumab y reslizumab, fármacos de administración intramuscular o intravenosa.

7. Asma intermitente leve

Es importante aclarar que el asma intermitente leve no es una categoría independiente del asma alérgica, no alérgica o de otros tipos, sino que puede aplicarse a cualquiera de ellas, ya que se basa en la frecuencia y gravedad de los síntomas. Se llama así porque causa episodios ocasionales de dificultad para respirar, tos, aumento de mucosidad y sibilancias, que pueden ser de dos o menos veces por semana.

¿Cómo es su tratamiento?

Como la función pulmonar suele ser normal entre crisis y sus manifestaciones clínicas son esporádicas, el médico no suele recetar medicamentos diarios, sino el uso puntual de broncodiltadores de acción rápida (salbutamol) en caso de síntomas. Si se reconoce algún factor desencadenante, también se recomienda evitarlos y hacer un seguimiento médico.

8. Asma persistente leve

En estos casos, los síntomas ocurren más de dos veces por semana, aunque no a diario. Los pacientes también pueden tener despertares nocturnos más de dos veces al mes. Si bien aún no es tan severa como para afectar la calidad de vida, los episodios sí pueden interferir con las actividades diarias si no hay un control adecuado.

¿Cómo es su tratamiento?

Además de considerar el uso de fármacos de acción rápida, el médico puede sujgerir el uso de corticosteroides inhalados a dosis bajas. Esto con el fin de reducir la inflamación de las vías respiratorias y prevenir crisis.
Como en los casos anteriores, otras estrategias dependen de si hay detonantes alérgicos, irritantes o ambientales.

9. Asma persistente moderada

A medida que la función pulmonar empieza a verse más comprometida, los síntomas del asma comienzan a manifestarse a diario. Es allí cuando se clasifica como asma persistente moderada, en la que además se producen despertares nocturnos más de una vez por semana. Dadas estas características, tiende a limitar las actividades diarias.

¿Cómo es su tratamiento?

Su principal diferencia respecto a los tipos de asma leves es que, además de corticosteroides inhaladados, suele ser necesario el uso de broncodiltadores de acción prolongada para un óptimo manejo de los síntomas.
Si el asma es activada por alergias, se sugieren medicamentos específicos como los antihistamínicos.

10. Asma persistente severa

La forma más grave de asma es la que se conoce como persistente severa. En este punto, la función pulmonar está bastante reducida y la respuesta a los tratamientos convencionales suele ser insuficiente. De hecho, los pacientes pueden sufrir síntomas tan severos y repetitivos, que requieren atención médica hospitalaria o ingreso a unidad de cuidados intensivos.

¿Cómo es su tratamiento?

Todo depende de la respuesta individual a las terapias y la severidad de los síntomas. En primera instancia, se busca estabilizar los síntomas con dosis altas de corticosteroides inhalados combinados con broncodiltadores de acción prolongada y otros fármacos (según la causa). Hay que considerar que esto implica un mayor riesgo de efectos secundarios.
Si hay hospitalización o ingreso a UCI, el tratamiento es intensivo y puede incluir desde oxigenoterapia, para evitar complicaciones respiratorias, hasta broncodiltadores de acción rápida aplicados por inhalador o nebulizador, o corticosteroides vía intravenosa u oral para reducir la inflamación.
En casos críticos, cuando estas medidas no funcionan, se emplea terapia de ventilación invasiva o no invasiva (si hay insuficiencia respiratoria grave) y sulfato de magnesio intravenoso (para broncoespasmo severo).
El médico también hace un monitoreo constante de la función pulmonar y los signos vitales para ajustar el tratamiento según se requiera.

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El diagnóstico médico es fundamental

Ahora que conoces las principales características de cada uno de los tipos de asma es posible que tengas una idea de cuál se asemeja más a tu caso o al de alguien cercano. No obstante, debes considerar que la palabra final la tiene el médico, quien es el único capacitado para confirmar el diagnóstico y clasificar con precisión la enfermedad.

Como pudiste observar, cada variante de esta enfermedad tiene causas y tratamientos concretos, que es mejor no tomarse a la ligera debido a su complejidad. Si es que tienes crisis, ya sea esporádicas o recurrentes, prioriza la consulta médica y trabaja junto al profesional para darles un manejo personalizado y exitoso.

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