Hace tres lustros fundamos Twitter con la emocionada bisoñez de quien se encuentra ante un lienzo en blanco. Poco a poco la red se fue colapsando de desinformación y muchos decidimos mudarnos a su versión 2.0. ¿Cuántas veces fracasaremos hasta encontrar la armonía definitiva?
Hace tres lustros fundamos Twitter con la emocionada bisoñez de quien se encuentra ante un lienzo en blanco. Poco a poco la red se fue colapsando de desinformación y muchos decidimos mudarnos a su versión 2.0. ¿Cuántas veces fracasaremos hasta encontrar la armonía definitiva?