EE. UU.: Documentos filtrados muestran cómo se ocultaron efectos adversos de vacunas COVID

Un informe del Senado denuncia que los CDC y la FDA ocultaron durante meses información sobre la relación entre las vacunas de ARNm contra la COVID-19 y casos de miocarditis, especialmente en jóvenes.
The post EE. UU.: Documentos filtrados muestran cómo se ocultaron efectos adversos de vacunas COVID first appeared on Hércules.  Un informe preliminar del Senado de Estados Unidos señala que altos funcionarios de los CDC y la FDA fueron advertidos en febrero de 2021 sobre la posibilidad de que las vacunas de ARNm contra la COVID-19 pudieran provocar miocarditis en algunos pacientes. A pesar de las señales tempranas, las agencias tardaron meses en emitir alertas públicas sobre este riesgo cardíaco potencialmente grave. Según documentos internos, los funcionarios minimizaron deliberadamente el problema, a pesar de conocer sus posibles implicaciones desde el inicio.

El informe, titulado “Advertencia ignorada: cómo las agencias federales minimizaron los riesgos de miocarditis tras la vacunación contra el COVID-19”, fue publicado por el senador republicano Ron Johnson, presidente del Subcomité Permanente de Investigaciones. Junto con él, se divulgaron más de 2.400 páginas de documentación interna que sustentan las conclusiones del informe.

El subcomité sostiene que las autoridades sanitarias conocían los primeros indicios de inflamaciones cardíacas relacionadas con la vacunación, pero optaron por no informar de forma inmediata al público. Johnson también acusa a la administración Biden de bloquear el acceso a información clave y dificultar la supervisión del Congreso. En respuesta, emitió una citación al Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) para obtener los documentos sin censura.

Aunque la mayoría de los casos de miocarditis son tratables, su severidad puede variar considerablemente. Las primeras alertas llegaron en febrero de 2021, apenas dos meses después de que se autorizara el uso de emergencia de las vacunas de Pfizer y Moderna. Funcionarios israelíes fueron los primeros en advertir a los CDC sobre un número inusual de casos en jóvenes vacunados, ya que Israel había empezado a vacunar a adolescentes desde los 16 años.

La advertencia israelí coincidió con informes del sistema VAERS en EE. UU., que ya registraba muertes y complicaciones cardiovasculares. Una reunión técnica celebrada el 26 de febrero reveló que muchas muertes notificadas estaban vinculadas a eventos cardíacos, especialmente en residencias de larga estancia.

Tras recibir la advertencia, los CDC comenzaron a revisar individualmente los casos de miopericarditis. Aunque su análisis preliminar indicaba tasas bajas, el sistema de vigilancia pasiva tenía limitaciones importantes: subregistro, falta de controles y datos incompletos. Pese a ello, la FDA aprobó en mayo la vacuna de Pfizer para adolescentes de 12 años en adelante, y poco después, la directora de los CDC, Rochelle Walensky, fue informada de reportes similares desde Europa.

El 17 de mayo, un grupo técnico concluyó que se debía emitir una advertencia formal a los médicos, pero la intervención de altos cargos de la FDA detuvo su publicación. Janet Woodcock, entonces comisionada, y Peter Marks, director de productos biológicos, expresaron su preocupación por el impacto negativo que una alerta clara podría tener sobre la confianza pública en las vacunas.

Como resultado, los CDC descartaron la advertencia y publicaron en su lugar una nota clínica menos visible en su sitio web el 28 de mayo. La versión final omitió recomendaciones clave, como evitar la actividad física intensa en pacientes con miocarditis, lo que, según el subcomité, contribuyó a minimizar la percepción del riesgo real. Los memorandos internos revelan que esta decisión fue tomada sabiendo que podría comprometer la seguridad de ciertos grupos vulnerables.

Además, el informe denuncia que los puntos de conversación distribuidos por la Casa Blanca contenían afirmaciones engañosas, como que la miocarditis era “extremadamente rara” y que los CDC estaban siendo completamente transparentes, a pesar de que internamente se reconocían problemas para cuantificar su incidencia real.

Lo que inicialmente fue etiquetado como “conspiración” terminó siendo el centro de una investigación oficial. El informe concluye que las agencias priorizaron mantener la narrativa oficial sobre la seguridad de las vacunas, incluso a costa de no alertar oportunamente sobre los riesgos reales para ciertos sectores de la población.

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