El ataque a Irán sacude al Líbano: presión sobre Hezbolá, advertencias saudíes y amenaza hutí, en un nuevo capítulo de tensión regional
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El reciente ataque a instalaciones nucleares de Irán por parte de Estados Unidos ha encendido las alarmas en todo Oriente Medio, y el Líbano emerge como uno de los escenarios más sensibles. Mientras Teherán presiona a Hezbolá para que se sume al conflicto, el gobierno libanés intenta mantener su neutralidad frente a una sociedad agotada y en crisis económica.
Las repercusiones de la operación, que afectó gravemente los sitios nucleares de Natanz, Isfahán y Fordow, no solo han provocado reacciones en las capitales regionales, sino que han puesto a prueba la cohesión interna del Líbano, dividido entre la lealtad al “eje de la resistencia” liderado por Irán y su propio interés nacional.
Beirut teme una nueva guerra: la presión sobre Hezbolá
En palabras del presidente libanés Joseph Aoun, el país “ha pagado un precio demasiado alto por guerras ajenas” y no tiene intención de hacerlo de nuevo. Aoun alertó que el ataque a Irán puede generar una escalada regional, llamando a la moderación y a una salida diplomática.
El primer ministro Nawaf Salam fue aún más explícito: “Debemos evitar involucrar al Líbano en el actual conflicto regional”. Las declaraciones reflejan el temor generalizado de que una acción de Hezbolá —incluso limitada— desde el sur del país, pueda desencadenar una respuesta militar israelí de gran escala.
El líder de Hezbolá, Naim Qassem, no ha cedido a la presión pública. En su última declaración, reafirmó su compromiso con Irán y denunció lo que calificó como “agresión sionista-estadounidense”. Qassem aseguró que el movimiento chií “no es neutral” y que apoyará a Irán como considere necesario.
Diplomacia entre bastidores: advertencias de EE.UU. a Beirut
Mientras el ambiente se torna más tenso, surgen detalles sobre gestiones diplomáticas tras bambalinas. El enviado del expresidente Trump para Siria, Tom Barrack, transmitió en Beirut un mensaje inequívoco: si Hezbolá interviene, las consecuencias serán graves. En sus conversaciones con figuras clave como el presidente del Parlamento, Nabih Berri, escuchó garantías de que Líbano no será arrastrado al conflicto.
La advertencia coincide con el objetivo declarado de Washington de contener el conflicto sin extenderlo a otros frentes. Pero la capacidad de control sobre los actores no estatales como Hezbolá o los hutíes en Yemen sigue siendo limitada.
Los hutíes amenazan con responder militarmente
Los rebeldes hutíes en Yemen, aliados de Irán, no tardaron en reaccionar. El dirigente Mohammed al-Bukhaiti aseguró a Al Jazeera que “la respuesta a Estados Unidos es solo cuestión de tiempo”. Anunció ataques contra fuerzas estadounidenses en el Mar Rojo, acusando a Washington de querer “reconfigurar Oriente Medio”.
En su comunicado oficial, el movimiento condenó el ataque a las instalaciones nucleares de Irán como una “violación flagrante del derecho internacional” y prometió intensificar su respuesta militar. Declararon su respaldo absoluto a Irán, posicionándose como uno de los primeros actores en alinearse con Teherán.
Hamas también condena la operación de EE.UU.
Desde Gaza, el movimiento Hamas se unió al coro de condenas, acusando a EE.UU. de seguir ciegamente la agenda israelí. En su comunicado, calificó el ataque como “una amenaza directa a la paz internacional” y atribuyó a Washington y Tel Aviv la responsabilidad de las posibles consecuencias.
Arabia Saudita: agradecimiento a Trump y neutralidad estratégica
Una fuente de la familia real saudí, citada por N12, reveló que Riad pidió a Estados Unidos que no atacara el reactor nuclear de Bushehr para evitar filtraciones radiactivas al Golfo. Trump habría aceptado esta solicitud. Además, se confirmó que EE.UU. no utilizó el espacio aéreo de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), en un gesto de respeto hacia la soberanía regional.
La misma fuente insistió en que Arabia Saudita mantiene una “neutralidad estratégica”, señalando que no tiene “ni un camello ni un gemido” en esta guerra. “Deseamos seguridad para los ciudadanos y protección ambiental para Oriente Medio”, añadió.
En línea con esta postura, el Ministerio de Relaciones Exteriores saudí emitió una declaración cautelosa, expresando “gran preocupación” por los eventos en Irán y reiterando su llamado a evitar más escaladas militares.
Reacciones en el mundo árabe: entre la condena y la prudencia
El gobierno de Irak fue uno de los más contundentes al calificar el ataque como una “grave amenaza a la paz en Oriente Medio” y pidió reabrir canales diplomáticos de forma urgente. Qatar, por su parte, solicitó el cese inmediato de las operaciones militares, advirtiendo sobre sus “consecuencias devastadoras” tanto a nivel regional como global.
Desde Omán, tradicional mediador en las negociaciones entre Irán y EE.UU., se hizo un llamado a preservar el derecho internacional, subrayando el derecho de cada nación a desarrollar programas nucleares con fines pacíficos. A la vez, pidió detener el ciclo de guerra antes de que se vuelva incontrolable.
Vigilancia radiactiva en el Golfo: sin indicios de fuga
En medio de las tensiones, Kuwait y Arabia Saudita aseguraron que no se han detectado niveles anómalos de radiación tras el ataque a las instalaciones nucleares iraníes. La Autoridad Reguladora Nuclear Saudí confirmó que “no hay signos de radiación radiactiva en el aire o el agua”.
Esta calma técnica contrasta con la inestabilidad política, mientras el mundo observa si el ataque a Irán marcará el inicio de una nueva etapa en la geopolítica regional o será contenido como un acto puntual de disuasión.
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