Twin Peaks, obra de arte total, está más allá del tiempo: es una summa, un estado de la conciencia del espectador, que por eso mismo nunca empieza del todo ni acaba del todo
The post El esoterismo de Twin Peaks first appeared on Hércules. 1991 fue un año complicado para David Lynch quien, al tiempo que grababa la teleserie más importante jamás rodada, acababa de estrenar Corazón Salvaje mientras trabajaba en videoclips, cortometrajes, anuncios y el proyecto de lo que terminaría siendo Fuego Camina Conmigo (1992). No debe extrañarnos, por ello, que reconociera en una de las entrevistas del libro Espacio para soñar (2018) que, llegado cierto punto, apenas si se dejaba ver por el plató de Twin Peaks, tras delegar la responsabilidad creativa en el talento del escritor Mark Frost, uno de los responsables del éxito de Canción triste en Hill Street (1981-7).
El primer y principal sueño de Lynch fue dedicarse a la pintura, tras la estela de sus mayores influencias, René Magritte y Edward Hopper, y eso se nota a lo largo de Twin Peaks, para la que adoptó un refinado lenguaje visual y restauró el mitologema del Mago de Oz tal y como antes lo había creado L. Frank Baum, tras los pasos de Lewis Carroll, con la historia real de la Dalia Negra (Elizabeth Short). En la dupla creativa de Twin Peaks, Frost aparece como el teósofo estudioso del gnosticismo y Lynch como el artista visionario que se deja guiar por la intuición. Al primero debemos la creación de la Logia Negra, mientras que el segundo es el responsable de un espacio que se repetirá en otras películas como Mulholland Drive (2001): la Habitación Roja.
Para crear su noción de la Logia Blanca y la Logia Negra Frost se basó tanto en las enseñanzas de Helena Blavatsky como en las de Dion Fortune en su obra Autodefensa psíquica (1930), según señaló Paul Weston, mientras que el nombre de Laura Palmer proviene tanto de Francisco Petrarca como de Otto Preminger, por un lado, y de Vera Palmer, el nombre real de la actriz Jayne Mansfield, por otro.
Quizás a estas alturas sería conveniente recordar que, en 2017, pasados 25 años de la teleserie original, en efecto se estrenó una tercera temporada donde al final se revela que todo lo acontecido no era más que un sueño de la propia Laura Palmer, maltratada por su padre, Leland. Por su parte, el propio título nos habla del personaje más importante de la serie, junto a la angelical y fatal Laura, al buenazo de Dale y al inquietante Bob, esto es, la propia geografía de una montaña «gemela», al igual que las dos logias a las que nos hemos referido. Un cronotopo (Mijaíl Bajtín), el de la montaña, que remite tanto a Moisés como al Sabio de la Montaña, pasando por Alamut o por la película de 1973 dirigida por Alejandro Jodorowsky, La Montaña Sagrada, inspirada en el libro de René Daumal de 1952, El Monte Análogo, a su vez remitente a la obra de René Guénon.
La teosofía de Blavatsky es el punto que imbrica todas estas ramificaciones con un espacio sagrado, el del Tíbet, y sobre todo con un asunto del que también se ocupará Guénon, el del Centro del Mundo, donde están implicados dos bandos que aspiran a manifestarse como sinarquía global, uno encarnado al Bien y otro al Mal. Una de las posibles influencias para Lynch y sobre todo para Frost sería, en este sentido, la novela The Devil´s Guard, escrita por Talbot Mundy y publicada en 1926, en la que dos viajeros buscan a un amigo desaparecido en el Himalaya, para acabar los tres atrapados en la terrible Logia Negra de la que, a pesar de todo, lograrán escapar.
Este añadido de Mundy respalda la intención original de Blavatsky al situar la lucha entre la Logia Blanca y la Logia Negra en el Tíbet: es una trasposición de la guerra entre los gelupkas ortodoxos, identificados por un característico gorro amarillo, y los dugpas heterodoxos, identificados por un característico gorro rojo, dos facciones del budismo enfrentadas por el dominio de las artes mágicas. Este punto aparece expuesto directamente en Twin Peaks por medio de la figura de Windom Earle, la némesis de Dale Cooper por cuanto representa al agente del FBI captado por la Logia Negra, quien presenta a los dugpas de la Logia Negra como unos adoradores de Kali encomendados al Sendero de la Mano Izquierda.
Lo que esconde la geografía de Twin Peaks es revelado a Cooper por el Garland Briggs durante una acampada en el bosque del lugar y se refiere a un proyecto secreto llamado Blue Book. Al parecer, Twin Peaks formaría parte de una investigación gubernamental relacionada con los objetos voladores no identificados y el citado Windom Earl sería parte de dicha iniciativa, antes de acabar atrapado en la Logia Negra.
Para terminar de entender por qué Twin Peaks pertenecía al inconsciente colectivo, al Ánima Mundi, en tanto que perfecta representación moderna del Álter Mundus: debemos acercarnos a la leyenda del Rey Arturo. En el último episodio de la segunda temporada, titulado «Más allá de la vida y de la muerte» y emitido por primera vez el 10 de junio de 1991, ocurre que, frente a un mapa de la Cueva del Búho, el sheriff Harry S. Truman (así llamado por el primer Presidente de los EEUU que reconoció la existencia de los OVNIs) menciona Glastonbury Grove, a lo que Cooper exclama «El legendario lugar de entierro del Rey Arturo». Ese sería pues, el lugar de procedencia de Bob, la siniestra figura que al final del capítulo habrá poseído a Cooper: otro espacio de resonancias míticas.
La obra literaria más importante referida a dicho lugar sería A Glastonbury Romance (1932), una de las más largas de la novela inglesa moderna. Su autor, John Cowper Powys, se inspiró en la mitología artúrica relativa al Grial para narrar una epopeya histórica que comienza con la fundación del misterioso monumento de Stonehenge, para después trasladarse a Glastonbury a lo largo de varios siglos, atravesando múltiples épocas y diversos personajes, y donde Cowper Powys, como más tarde harán Lynch y Frost, convierten el paisaje en el verdadero protagonista de su historia.
Aquello de «nos vemos en 25 años» remite a una obra clásica, El sueño del Pabellón Rojo (1791), novela china de la Dinastía Qing que se abre con el siguiente mito: la creación del Pico de la Cresta, más conocido como la Montaña de la Inmensa Soledad, a partir de los desechos que le sobran a la diosa Nüwa tras la reparación de la bóveda celeste. Allí aparecerán dos monjes, uno tibetano y otro budista, que transformarán al melancólico pico en «Jade de las Comunicaciones trascendentales». Un taoísta apodado «Vanidad de Vanidades» leerá la inscripción del jade para a continuación transportarse junto a los dos monjes a la «Tierra de la Ilusión del Gran Vacío».
En este reino puramente onírico los monjes verán a un jardinero, el sabio Zhen Shiyin, quien, en su afán por traer un niño varón al mundo, plantó una planta que finalmente se convirtió en ser humano, pero con cuerpo de mujer, y no de hombre. Entonces el monje budista le exigirá a Zhen Shiyin que le entregue a la niña y al negarse su padre, el monje lo maldecirá: «Esta criatura de triste destino será la desgracia de sus padres». Añadiendo a renglón seguido: «Esa habrá de ser un nenúfar sepultado por la nieve». En ese momento, el taoísta observará una inscripción en dos columnas simétricas: «Cuando lo falso es tomado por lo verdadero, lo verdadero se torna falso» y «Cuando de la nada surge el ser, el ser permanece nada».
Después de esto, los dos monjes se marcharán de la «Tierra de la Ilusión del Gran Vacío», dejando allí al taoísta atrapado, al que prometerán volver: «Te espero dentro de tres kalpas en el monte para decirle a la Diosa del Desencanto que la deuda está saldada». En esta leyenda, como acabamos de comprobar, están los motivos principales de Twin Peaks: la Montaña Sagrada, la niña maltratada por su padre y el viajero que llega a un nuevo lugar. Twin Peaks, obra de arte total, está más allá del tiempo: es una summa, un estado de la conciencia del espectador, que por eso mismo nunca empieza del todo ni acaba del todo.
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