El posible nuevo conflicto entre potencias nucleares

El sur de Asia vuelve a encontrarse envuelto en un conflicto entre dos rivales históricos, India y Pakistán con poca voluntad de reconciliar sus tensiones
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Soldados indios I El Confidencial

Una historia marcada por el conflicto

India y Pakistán nacieron con una herida abierta: la partición del Imperio Británico en 1947. Este proceso, que dio origen a la India independiente y al recién creado Estado de Pakistán, estuvo marcado por una violencia sectaria masiva y el desplazamiento forzado de más de 10 millones de personas. Desde entonces, la desconfianza y el antagonismo se han convertido en elementos estructurales de su relación bilateral.

La disputa por Cachemira, una región estratégicamente vital y de mayoría musulmana, ha sido el principal foco del conflicto. Ambos países reclaman la totalidad de este territorio, pero actualmente lo administran de manera dividida. Han librado tres guerras convencionales (1947, 1965 y 1999) y numerosos enfrentamientos armados menores. La guerra de Kargil en 1999, en particular, fue notable por haber ocurrido cuando ambos países ya eran oficialmente potencias nucleares.

La dimensión nuclear: un peligro latente

India y Pakistán poseen arsenales nucleares estimados en más de 150 ojivas cada uno. Aunque ambos mantienen doctrinas nucleares distintas (India proclama una política de “no primer uso”, mientras que Pakistán ha evitado adoptar tal compromiso), la presencia de estas armas en manos de gobiernos enfrentados genera una preocupación constante.

Pakistán ha desarrollado armas nucleares tácticas para posibles conflictos limitados, lo que algunos analistas consideran una forma de disuasión creíble frente a un posible ataque indio. Por su parte, India ha continuado modernizando sus sistemas de entrega, incluidos misiles balísticos de medio y largo alcance capaces de alcanzar cualquier punto del territorio paquistaní.

El hecho de que las tensiones puedan escalar rápidamente, incluso por provocaciones menores o ataques terroristas, hace que este equilibrio sea frágil y potencialmente catastrófico.

Situación actual: tensiones persistentes

Desde 2019, las relaciones entre ambos países han sufrido un deterioro significativo. Ese año, un atentado suicida en Pulwama, en la Cachemira india, mató a 40 paramilitares y fue atribuido al grupo Jaish-e-Mohammed, con base en Pakistán. En respuesta, India lanzó ataques aéreos en Balakot, lo que marcó una escalada sin precedentes desde la guerra de Kargil.

Pakistán respondió derribando un avión de combate indio y capturando a su piloto, aunque lo liberó poco después en un gesto que buscaba desescalar la situación. No obstante, el incidente mostró lo rápidamente que un acto de terrorismo puede llevar a una confrontación directa entre estos países.

En agosto del mismo año, India revocó el estatus especial del estado de Jammu y Cachemira, intensificando aún más las tensiones. Esta medida fue rechazada por Pakistán, que redujo los lazos diplomáticos y suspendió el comercio bilateral. Desde entonces, el diálogo se ha congelado y las posturas se han endurecido.

En 2024, se han reportado múltiples incidentes menores a lo largo de la Línea de Control (LoC), la frontera de facto en Cachemira, incluyendo fuego cruzado, movimientos militares sospechosos y denuncias de espionaje. Además, ambos gobiernos han intensificado la retórica nacionalista, apelando al sentimiento patriótico de sus poblaciones.

Posibles escenarios de conflicto

La escalada de tensiones entre India y Pakistán tras el atentado en Pahalgam, que dejó 26 turistas hindúes muertos, ha generado una serie de medidas y declaraciones por parte de ambos gobiernos. A continuación, se detallan los escenarios potenciales de conflicto, respaldados por las acciones y pronunciamientos recientes de las autoridades de ambos países.

Escalada militar limitada

India ha adoptado una postura firme tras el atentado, responsabilizando a Pakistán por su presunto apoyo al terrorismo transfronterizo. El Ministro de Asuntos Exteriores, S. Jaishankar, afirmó que “las acciones tienen consecuencias” y que India responderá en consecuencia . Además, el Primer Ministro Narendra Modi declaró que “la nueva India no tolera el dolor del terrorismo, sino que enseña una lección severa a quienes recurren a tales ataques” .

Pakistán, por su parte, ha negado cualquier implicación en el atentado y ha advertido sobre posibles represalias. El Ministro de Información, Attaullah Tarar, señaló que Pakistán tiene inteligencia creíble que sugiere un ataque militar indio inminente y que cualquier agresión sería respondida de manera decisiva .

Este intercambio de declaraciones y la movilización de fuerzas en la región sugieren la posibilidad de una escalada militar limitada, con enfrentamientos localizados que podrían intensificarse rápidamente.

Conflicto diplomático

Ambos países han tomado medidas diplomáticas y económicas que agravan la situación:

  • India suspendió su participación en el Tratado de las Aguas del Indo, una acción sin precedentes que amenaza un recurso vital para más de 300 millones de personas .
  • Pakistán respondió cerrando su espacio aéreo a las aeronaves indias y expulsando a diplomáticos indios, además de advertir que cualquier intento de restringir el flujo de agua sería considerado un “acto de guerra” .

Estas medidas podrían derivar en un conflicto diplomático y económico prolongado, afectando no solo a ambos países, sino también a la estabilidad regional.

Escenario de guerra total

Aunque menos probable, no se puede descartar la posibilidad de un conflicto armado a gran escala. La acumulación de fuerzas militares en la región, junto con la retórica beligerante de ambos gobiernos, podría llevar a un enfrentamiento directo. Dada la capacidad nuclear de ambos países, este escenario tendría consecuencias catastróficas no solo para el sur de Asia, sino para la seguridad global.

¿Hay espacio para la paz?

A pesar del pesimismo generalizado, aún existen canales de comunicación entre ambos países. Las conversaciones militares periódicas y la coordinación para el intercambio de información sobre instalaciones nucleares son mecanismos importantes que han evitado mayores enfrentamientos en el pasado.

Asimismo, la sociedad civil, especialmente en Cachemira, sigue clamando por una solución pacífica. Organizaciones de derechos humanos, periodistas y académicos de ambos lados han abogado por retomar el diálogo y centrarse en el desarrollo humano antes que en la militarización.

El papel de terceros países, como Estados Unidos o Emiratos Árabes Unidos, también puede ser crucial como mediadores. Sin embargo, cualquier avance requerirá voluntad política sostenida, algo que hasta ahora ha sido escaso.

Lo que está claro es que India y Pakistán se enfrentan nuevamente a un momento crítico. La historia, las armas nucleares, el nacionalismo y la falta de confianza mutua forman una combinación peligrosa.

El desafío para ambos gobiernos no es solo evitar una guerra, sino construir un camino hacia una coexistencia estable. En un mundo marcado por múltiples crisis simultáneas, un estallido en el sur de Asia tendría consecuencias devastadoras no solo para la región, sino para toda la humanidad.

Intervención internacional y mediación

La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la creciente tensión. Estados Unidos ha instado a la calma, con el secretario de Estado Marco Rubio manteniendo conversaciones con líderes de ambos países para evitar una escalada. La ONU por su parte se ha ofrecido mediar en el conflicto, aunque hasta ahora no se ha concretado ninguna iniciativa formal.

Si bien la intervención internacional podría ayudar a desescalar la situación, la efectividad de estas acciones dependerá de la disposición de India y Pakistán para participar en un diálogo constructivo.

Por otro lado, la rivalidad entre grandes potencias podría convertir un conflicto local en un problema de alcance global. Un enfrentamiento entre India y Pakistán no solo afectaría al sur de Asia, sino también al equilibrio de poder en el Indo-Pacífico. China, aliado estratégico de Pakistán, tiene intereses crecientes en la región debido a su proyecto de infraestructura del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC). Al mismo tiempo, India ha estrechado relaciones con Estados Unidos, Japón y Australia, en el marco del grupo QUAD.

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