La vicepresidenta segunda no logra sacar adelante su reforma laboral clave ante el rechazo empresarial y la incertidumbre parlamentaria
The post El último fracaso de Yolanda Díaz: la reducción de jornada se vuelve a retrasar first appeared on Hércules. Yolanda Díaz encara su segundo Día del Trabajador como vicepresidenta segunda del Gobierno sin haber aprobado aún la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales, sin merma salarial. La medida, anunciada como una de las reformas estrella de Sumar, acumula retrasos, tensiones internas y resistencia empresarial. Esta semana debía llegar al Consejo de Ministros, pero la crisis del apagón del 28 de abril volvió a posponerla.
Desde el entorno de Díaz reconocen que el aplazamiento no cambia el complejo escenario: aunque ya hay acuerdo con el PSOE, el texto se enfrenta ahora a una tramitación parlamentaria incierta y a la oposición frontal de la patronal catalana y de partidos clave para su aprobación.
Foment del Treball y Junts, obstáculos clave
La posición de Junts per Catalunya es decisiva para que la norma salga adelante. Sus siete votos son imprescindibles, pero el partido de Carles Puigdemont está bajo una presión evidente por parte de la patronal catalana, Foment del Treball, presidida por Josep Sánchez Llibre, también vicepresidente de la CEOE.
Sánchez Llibre lanzó una ofensiva pública contra la reforma en un desayuno informativo, alertando de que implicará un incremento de costes laborales del 7% y un impacto total para las empresas de 23.000 millones de euros. “Va a erosionar los intereses de la mayoría de los trabajadores”, sentenció, y calificó la propuesta como “la decisión errónea más grande desde el inicio de la democracia”.
La influencia de Foment sobre Junts es bien conocida: “Junts obedece a Foment”, resume un dirigente político veterano. Desde el Gobierno temen que el partido catalán se sume al rechazo junto al PP y Vox, lo que supondría un revés devastador para Díaz.
Tensiones internas en el Ejecutivo
La reducción de jornada ha desatado fricciones dentro del propio Gobierno. La ministra de Trabajo ha tenido enfrentamientos con el titular de Economía, Carlos Cuerpo, y con la vicepresidenta primera, María Jesús Montero. La patronal distingue claramente entre ambos sectores: “Cuerpo es dialogante; Díaz, ideológica y electoralista”, dijo Sánchez Llibre.
Pese a las discrepancias, Díaz logró desbloquear el proceso tras una dura negociación interna que incluyó incluso un pulso con Fernando Grande-Marlaska, que derivó en la cancelación de un contrato con una empresa israelí para la compra de munición. Ese gesto, celebrado por Izquierda Unida, permitió avanzar en la tramitación del anteproyecto, pero el texto sigue atascado.
La mesa de diálogo social ha trabajado durante once meses, pero la ministra no consiguió sumar a la patronal al acuerdo, que cerró únicamente con los sindicatos en diciembre. Los beneficios que se ofrecieron a los empresarios fueron retirados, lo que podría obligar a reabrir la negociación durante el paso por el Congreso.
El anteproyecto fue aprobado en primera vuelta el pasado 4 de febrero por la vía urgente, pero aún no ha superado el segundo filtro del Consejo de Ministros. Una vez lo haga, aterrizará en una Cámara donde su futuro es más que incierto.
Para Díaz, la reforma de la jornada no es solo una apuesta legislativa: es la piedra angular de su proyecto político y una oportunidad para recuperar protagonismo, en un momento en que Sumar sufre un declive electoral reflejado en los sondeos del CIS.
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