España se suicida

Vengo a hablarles de la mayor lacra de nuestra sociedad, y a la que está dejando de lado tapándose los ojos como quien ve una película de terror y así se cree que el monstruo desaparece. Me refiero al suicidio
The post España se suicida first appeared on Hércules.  No, no voy a hablarles de la situación política que, ciertamente, es como para lanzarse desde el puente de Ronda. Pues me han dicho el otro día en una Corrala 2.0 que no lance mensajes pesimistas, como cuando reflexioné que me da que tenemos Ceuta y Melilla más perdidas que el Franco-Condado, y que será cosa permitida por los EE.UU., y no impedida por la UE. Siglas que nos deberían de importar una higa para defender nuestro territorio. Pero visto lo visto, tengo la impresión de que pocos serán los que salgan verdaderamente a matar (y a morir), por la soberanía patria y la unidad nacional. Llámenme pesimista. Pensaba, si eso, escribir sobre que cada día me dan más penica las chicas feministas de izquierdas, porque por fin he podido comprobar el porqué de declaraciones como las de Irene Montero, de que «todos los hombres son violadores en potencia». Normal. Las pobres andan rodeadas de parejas, amigos y aliades, que con tal de darse al sobeteo, les hablaban de lo malo que eran los hombres (los otros, claro), de cuánto machismo las rodeaba, cuánto depredador sexual suelto, y que ven pacá, cordera, que yo te protejo en el lecho. Como estas modernas no se han leído la versión original de Perrault de La caperucita roja (y mira que con ese nombre les tenía que haber molado), pues luego viene el lobo vestido de feminista y se las empotra. Normal.

Pero no. Vengo a hablarles de la mayor lacra de nuestra sociedad, y a la que está dejando de lado tapándose los ojos como quien ve una película de terror y así se cree que el monstruo desaparece. Me refiero al suicidio. Que mucha campaña y teléfono y tal, pero en esta nuestra querida España, donde tan bien se vive y hay cánticos a la amistad mediterránea cual anuncio feliz de cerveza en verano, cada día se asesinan a sí mismos 12 personas. El 75% hombres, y el restante 25%, mujeres. Que las cifras totales llevan incrementándose desde hace años, y que el número de adolescentes que se suman a estas escalofriantes cifras va en aumento de manera más preocupante. Que el suicidio es la principal causa de muerte en España, multiplicando por 2,3 el ocurrido por accidentes de tráfico, por 14 el de homicidios, y por 84 nada menos, las producidas por la llamada «violencia de género». Pero nadie sale a la calle por esto. Nadie monta manifestaciones. Nadie se pone a intentar ver qué tegumentos pasa y por qué incluso se quiere echar tierra sobre las cifras oficiales de esta pandemia psíquica que padecemos.

Me dirán que para eso tenemos una Seguridad Social de primera. Pero no lo es. En esto no lo creo. O no se tardarían meses para una primera cita, y luego con un seguimiento que más parece la cadena de montaje de Tiempos Modernos de Chaplin, que lo que vemos en las películas americanas con sus divanes y su cajita de kleenex de diseño. Más bien lugar de todo menos acogedor, para que alguien le cuente a un desconocido sus mierdas, confíe en él, y pueda ofrecerle algo más que pastillas. Muchas pastillas. Me dirán que en otros países de la OCDE se suicidan más que en España. Pero es que a mí me importa mi país. Un lugar donde siempre se dice que en calidad de vida damos sopas con onda a medio mundo y a parte del restante. Buen tiempo, gente acogedora y cariñosa, una gastronomía excelente, lugares paradisíacos… pero en este día que Vd. haya leído este artículo, seis hombres se habrán quitado la vida, 3 mujeres se habrán matado, y dos adolescentes habrán dejado de tener un futuro. ¡Pues qué maravilla, ya ven!

Les puedo asegurar que la gente que se suicida, y así lo dicen los especialistas en este lamentable asunto, no lo hace porque quieran morir. Lo hacen porque quieren dejar de sufrir. Que hablar de ello ayuda mucho más que dejar de hacerlo. Y que muchas sonrisas ocultan una pena terrible y un dolor insoportable. No tengan miedo de preguntarle a quien crea que no está bien en su entorno. Den más abrazos. Y no se olviden que no tenemos más días que botellines. Y que esa caña con torreznos postergada por nuestro tráfago diario, a lo mejor nunca se produce. Luego todo son ayes, lloros y sorpresas. Tal vez porque no queramos ver los indicios que teníamos más claros de lo que queremos admitir. Tal vez porque nuestro propio egoísmo nos supere y no queramos centrarnos nada más que en nuestros problemas. Que los tenemos. Todos. Pero hay quien no podrá con ellos. Y la mejor medicina seguramente no viene en cajas con folletos ilegibles e impleglables. Ni en un profesional hastiado de lo que hace y que te oye cada dos meses media hora como mucho. Tenemos en nuestra mano hacer algo para paliar esta cruel estadísitca. Porque desde luego, ni hemos salido mejores, ni estamos como para tirar cohetes. Pero como gusto de recordar, a las penas puñalás. Y a los amigos, recuerden, 100 mg diarios de Abrazotina Forte. A ser posible mañana y noche. Mano de santo.

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