Fracasa el experimento de renta mínima en Barcelona: desincentiva el empleo y aumenta la desigualdad

Un estudio revela que los beneficiarios de una ayuda mensual de hasta 1.297 euros tenían un 22% menos de probabilidades de trabajar que quienes no recibieron nada
The post Fracasa el experimento de renta mínima en Barcelona: desincentiva el empleo y aumenta la desigualdad first appeared on Hércules.  El experimento piloto de renta mínima garantizada llevado a cabo entre 2017 y 2019 en diez barrios desfavorecidos de Barcelona ha fracasado según las conclusiones de un estudio académico recién publicado. El programa, que ofrecía transferencias mensuales de hasta 1.297 euros por hogar, ha provocado un claro desincentivo al empleo: los beneficiarios de estas ayudas tuvieron un 22% menos de probabilidades de trabajar respecto a quienes no recibieron ninguna prestación.

El trabajo, firmado por los investigadores Timo Verlaat, Federico Todeschini y Xavier Ramos, y titulado “Los efectos sobre el empleo de una política de ingresos garantizados basada en la prueba de medios”, hace un seguimiento a 1.200 hogares desde el inicio del programa hasta seis meses después de su finalización. La conclusión es rotunda: el impacto en el mercado laboral fue negativo, persistente y difícil de revertir.

Menos trabajo y más dependencia

Durante 23 meses, los hogares participantes en el grupo de tratamiento recibieron una media de 422 euros al mes, aunque en el caso de familias numerosas la transferencia llegó a superar los 1.200 euros. A cambio, no se exigía ningún compromiso laboral. El grupo de control, en cambio, no percibió ayuda alguna.

Los resultados muestran que, dos años después del inicio del programa, no solo los beneficiarios principales tenían una menor probabilidad de trabajar, sino que además el 14% de los hogares del grupo de tratamiento no contaban con ningún miembro empleado, una cifra significativamente superior a la del grupo de control. Y lo más preocupante: los efectos persistieron al menos seis meses tras el fin de las transferencias.

Además, el informe descarta que estas ayudas sirvieran para fomentar la educación, la formación o la participación social. Tampoco se encontraron beneficios claros en términos de salud mental o bienestar emocional. En cambio, se detectó una cierta sustitución laboral por tareas de cuidados, lo que, si bien puede tener un valor social, no compensa el deterioro de la empleabilidad general.

El fracaso del experimento se enmarca en un contexto de desigualdad creciente en la ciudad condal. Según un informe de la Oficina Municipal de Dades, en 2022 la renta disponible real de los barceloneses cayó un 2,6% debido al efecto de la inflación. Aunque los ingresos nominales aumentaron un 4,9%, las subidas de precios se comieron ese avance. Y mientras los barrios más acomodados, como Les Tres Torres o Sarrià-Sant Gervasi, superan los 35.000 euros de renta per cápita, otros como Ciutat Meridiana no alcanzan los 12.000 euros.

Esta desigualdad estructural alimenta el debate político sobre las rentas garantizadas, que la Generalitat quiere extender en forma de una renta básica universal sin condiciones. Sin embargo, los datos empíricos del experimento barcelonés parecen indicar que este tipo de políticas no solucionan el problema de fondo: la creación de empleo de calidad en los entornos más vulnerables.

El informe académico pone en entredicho la viabilidad de rentas mínimas sin incentivos laborales, al menos en los términos en que se diseñó el experimento de Barcelona. Lejos de facilitar la integración, fomentan la dependencia de las ayudas públicas y reducen la participación en el mercado laboral. La evidencia recogida en la capital catalana se suma a la de otros experimentos similares en países europeos, como Finlandia o Países Bajos, que han mostrado resultados parecidos.

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