La huelga del metal en Cádiz expone la crisis industrial y la inacción del Gobierno ante los disturbios, el paro indefinido y el rechazo sindical
The post Huelga del metal en Cádiz desborda al Gobierno first appeared on Hércules. La provincia de Cádiz vive estos días una nueva sacudida social con la huelga del metal en Cádiz. Más de 30.000 trabajadores están llamados a secundar un paro indefinido que, al margen del núcleo laboral, ha derivado en bloqueos, enfrentamientos con la policía, interrupciones del tráfico y una tensión creciente que el Gobierno de Pedro Sánchez observa desde la distancia.
Origen del conflicto laboral
El conflicto laboral estalló oficialmente el pasado 23 de junio, cuando la Federación de Empresarios del Metal de Cádiz (Femca) y UGT alcanzaron un preacuerdo que fue rechazado en asamblea por una parte significativa de los delegados sindicales. Las razones del desacuerdo giran en torno a la incorporación de un nuevo contrato de “promoción”, que supondría una rebaja del 30% del salario inicial para nuevas contrataciones, además de la exclusión del plus de toxicidad, peligrosidad y penosidad que los trabajadores reivindican desde 2013. A este escenario se suma la falta de garantías salariales vinculadas al IPC.
Las organizaciones sindicales CCOO, CGT y CTM han rechazado el preacuerdo, tachándolo de retroceso en derechos y alertando de una precarización estructural del sector del metal. A pesar de la división sindical, las movilizaciones han sido constantes y han ganado en intensidad. Las calles de Cádiz, San Fernando, Jerez y Puerto Real han sido escenario de piquetes, marchas multitudinarias y cortes en puntos clave como la avenida de Astilleros, los puentes de acceso a la ciudad y los accesos a los astilleros de Navantia.
Escalada de disturbios en Cádiz
La huelga del metal en Cádiz, que arrancó con carácter indefinido, ha dejado ya un saldo de al menos doce personas detenidas, entre ellas un menor y un hombre de 79 años. Los disturbios en Cádiz incluyen lanzamiento de objetos, clavos y rodamientos contra vehículos, barricadas incendiarias y daños en infraestructuras ferroviarias, lo que ha afectado al servicio de trenes en la línea Cádiz-Sevilla. La respuesta policial, con cargas en zonas como Loreto o Cerro del Moro, ha intensificado el malestar.
La Federación Empresarial se mantiene firme en su propuesta, apoyada inicialmente por UGT, aunque esta ha empezado a revisar su postura ante el rechazo de las bases. El Servicio Extrajudicial de Resolución de Conflictos Laborales de Andalucía (Sercla) ha intentado mediar, pero las reuniones no han arrojado avances significativos. CCOO, por ejemplo, se ha ausentado de las últimas convocatorias por falta de transparencia en el orden del día.
Inacción del Gobierno de Pedro Sánchez
Mientras tanto, el Gobierno central guarda silencio. Ni desde el Ministerio de Trabajo ni desde la propia Moncloa se ha articulado una respuesta directa. La actitud del Ejecutivo contrasta con su discurso de defensa de los derechos laborales y su promesa de modernización industrial. En Cádiz, donde Navantia es empresa pública y uno de los epicentros del conflicto, los trabajadores señalan al Gobierno por su inacción.
“Nos sentimos abandonados”, afirman miembros de los comités de empresa. “Ni una llamada, ni una propuesta. El Ejecutivo deja hacer, aunque somos sector estratégico”. La falta de presión gubernamental sobre la patronal ha contribuido, según los sindicatos, a enquistar el conflicto.
Impacto económico y antecedentes históricos
El impacto de la huelga del metal en Cádiz va más allá de lo laboral. El turismo y la hostelería gaditana denuncian pérdidas económicas por la cancelación de un crucero internacional y de reservas hoteleras. Horeca Cádiz ha alertado de un “efecto contagio” en plena temporada alta. La imagen de una provincia paralizada, con piquetes, llamas en la carretera y presencia policial masiva, amenaza con pasar factura al tejido económico más vulnerable.
El caso recuerda a la huelga del metal de 2021, también en Cádiz, que se saldó con días de disturbios, paralización industrial y una negociación que tardó en cerrarse. Pero también se inserta en una larga tradición de luchas obreras en el sector del metal: la huelga de Bandas en Vizcaya (1966), los paros mineros asturianos de los 60 o las huelgas generales de los 80 y 90, todas ellas marcadas por la represión y la conquista de derechos.
A día de hoy, no hay visos de resolución. La patronal no cede. Los sindicatos endurecen su postura. La mediación autonómica no da frutos. Y el Gobierno central permanece ausente.
La huelga del metal en Cádiz se ha convertido ya en un símbolo de algo más que una disputa laboral: un pulso entre clases trabajadoras descontentas y un poder político que no parece dispuesto a intervenir. En la provincia con más paro estructural de España, la protesta no es solo por un convenio. Es también por la dignidad perdida de un modelo industrial que se desvanece sin plan ni protección estatal.
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