Con la recuperación de la «alerta antifascista» por parte de Pedro Sánchez intenta movilizar a un electorado desmotivado ante el desgaste de su gobierno
The post La «alerta antifascista»: una técnica que evidencia el desgaste del Gobierno de Pedro Sánchez first appeared on Hércules. Pedro Sánchez ha decidido recuperar una de las estrategias más controvertidas de la izquierda española: la llamada «alerta antifascista». Este discurso, que ya utilizó en otras ocasiones para agitar a su electorado, vuelve al escenario político con el objetivo de debilitar al Partido Popular y movilizar a las bases socialistas ante el auge de Vox y otros movimientos que critica como «ultraderechistas». Lejos de proponer soluciones concretas, el presidente del Gobierno se aferra a la retórica del miedo para atacar a sus adversarios políticos.
Durante su intervención en el décimo Congreso del PSE-EE en San Sebastián, Sánchez cargó contra el PP, acusándolo de colaborar con «el caballo de Troya que quiere destruir Europa desde dentro». El líder socialista exigió a los populares que rompan «todo acuerdo» con Vox, a quienes señaló como responsables de lo que calificó como una «internacional ultraderechista». Este discurso no solo busca desacreditar a la oposición, sino también desviar la atención de los problemas internos del PSOE y de su cuestionada gestión gubernamental.
La desgastada «alerta antifascista»
El concepto de «alerta antifascista» no es nuevo en la política española. En 2018, Pablo Iglesias ya hizo uso de esta consigna tras los malos resultados de Podemos en las elecciones andaluzas, donde Vox irrumpió con 12 escaños en el Parlamento autonómico. Aquella proclamación provocó fuertes críticas, incluso dentro de las filas de Podemos, al ser percibida como una incitación a la polarización y, en algunos casos, a la violencia.
Tras aquella llamada, se produjeron disturbios en diversas provincias andaluzas, con quemas de contenedores y enfrentamientos con la Policía. Estas movilizaciones, lejos de frenar el ascenso de Vox, contribuyeron a consolidar su posición política, al victimizar al partido de Santiago Abascal y fortalecer su discurso contra la izquierda radical.
Es irónico que Sánchez recurra ahora a esta misma estrategia que, en el pasado, ya demostró ser contraproducente. Varios sectores dentro de la izquierda señalaron que este tipo de retórica solo sirve para agrandar la figura del adversario y polarizar aún más el debate político.
Un ataque constante al PP y a Vox
En su intervención, Sánchez acusó al PP de «dar tumbos entre la irrelevancia y el oportunismo» y de someterse a lo que él llamó «la coalición negacionista con la ultraderecha». Según el presidente, la derecha española «acepta que lo que dice Abascal va a misa», mientras ignora los problemas reales del país, como los aranceles impuestos por Estados Unidos a Europa.
Estas afirmaciones, cargadas de generalizaciones, buscan presentar a Vox como el principal enemigo de España y a la derecha como su cómplice. Sin embargo, lo que Sánchez no menciona es que los pactos entre PP y Vox han sido el resultado del mandato democrático de los votantes, quienes han decidido, a través de las urnas, la composición de los gobiernos autonómicos y locales.
El discurso de Sánchez, centrado en la demonización de sus adversarios, contrasta con los problemas que enfrenta su propio gobierno. La subida de la inflación, la falta de políticas eficaces para afrontar la crisis energética y el descontento social por la inseguridad y el desempleo son algunos de los temas que el líder socialista prefiere no abordar.
En cambio, Sánchez se aferra a su discurso de «progresismo», defendiendo medidas como la subida del salario mínimo y la renovación del pacto contra la violencia de género. Sin embargo, estas políticas, aunque mediáticamente atractivas, no han conseguido resolver los problemas estructurales del país.
Desde Vox, Santiago Abascal ha calificado las declaraciones de Sánchez como un intento desesperado por mantenerse en el poder. El líder de Vox señaló que la estrategia de polarización de la izquierda busca «tapar sus fracasos de gobierno». Por su parte, el PP, encabezado por Alberto Núñez Feijóo, ha evitado caer en el juego de la confrontación directa, aunque ha señalado que el PSOE «carece de proyecto político y recurre al miedo para ocultarlo».
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