A colación del 12 de octubre como el día de la Hispanidad, y las recientes polémicas diplomáticas con el Estado mexicano, uno de los objetivos más demonizados y caricaturizados por la vil Leyenda negra española ha sido la Santa Inquisición española
The post La Santa Inquisición española: el falso centro de la leyenda negra first appeared on Hércules. La Leyenda Negra española es más falsa que un duro de madera, aquella narrativa falaz creada a partir del siglo XVI por parte de los enemigos de España, que en aquel momento deseaban acabar con la hegemonía del Imperio – véase los derrotados este verano en la Eurocopa de la UEFA; alemanes, franceses, ingleses etc. – lo lograron en parte a través de la batalla cultural. La mejor manera, era desprestigiar su imagen y su cultura, una imagen que hoy en día sigue resonando en la imaginación de aquellas personas que están imbuidas de tópicos y complejos.
Dentro de la multitud de temáticas, realizaremos una breve disertación con respecto a uno de los ejemplos más paradigmáticos que es la archiconocida y terrible Santa Inquisición, para despejar dudas y comprobar hasta qué punto nos hemos tragado esta patraña en todo el mundo hispánico, como victoria propagandística de una narrativa orquestada desde hace siglos.
Ni la más fanática, ni un invento español
Se tiende a pensar que España fue el único estado que tuvo un organismo como la Inquisición, un organismo único como prueba del fanatismo religioso de sus reyes, como Felipe II, así como garantía de un deseo insaciablemente voraz de conquista y dominio, como Carlos V. Pues vaya, he aquí que el organismo inquisitorial no es made in Spain, sino made in Vaticano. El Vaticano creó el Santo Oficio a través de la orden dominica en los siglos plenomediavles, en el XIII, con el objetivo en aquella época de acabar con la llamada herejía cátara por el peligro que suponían sus ideas para la Santa Sede, por ello se dictaminó cruzada en la llamada Cruzada albigense que terminó siendo un éxito. No será, hasta dos siglos después, con la llegada de las monarquías estatales que se reproducirá el organismo inquisitorial de los dominicos en distintos reinos de la Cristiandad europea, y en nuestro caso fue con los Reyes Católicos, aunque con un objetivo muy determinado.
En 1492, el mismo año del viaje de Colón hacia poniente allende la Mar Océana, los Reyes Católicos dictaminaron la expulsión de los judíos. Por ende, los judíos que deseasen permanecer en tierras hispanas debían hacerlo con la condición de convertirse al cristianismo: los llamados judeoconversos. Y he aquí que entra el papal de la Inquisición española, pues su gran objetivo para el reino cristiano era dictaminar si aquellas conversiones eran totalmente ciertas y sinceras. Sobre todo en éste último ámbito, pues eran frecuentes los rumores y leyendas en aquellos tiempos de falsos judeoconversos que incluso realizaban rituales sacrifícales, aquelarres de sangre en el secuestro de infantes para la desgracia de los cristianos. Y es por esta razón que partiendo de la base que muchas de estas acusaciones se hacían por motivos personales, llenos de envidias y rencores, la Inquisición española fue un organismo sumamente metódico y burocrático – quizás de ahí su obvia base administrativa imperial – por lo que la enorme documentación inquisitorial sobre las investigaciones y juicios demuestran un gran escepticismo ante las acusaciones.
La otra labor de la Inquisición española, fue la de los protestantes. Con ellos fueron mucho más severos, pues era necesario evitar a toda costa en suelo hispano lo que estaba ocurriendo en el resto de Europa: sangrientas matanzas y guerras de religión como producto de la Reforma Protestante. Y es en este punto cuando hay que hablar de otros tribunales inquisitoriales que se crearon en el resto de Europa durante esta época de persecuciones religiosas, siendo precisamente las inquisiciones de estos creadores de la Leyenda Negra los que se dedicaron a perseguir en concreto otros menesteres.
La Caza de brujas
La propaganda protestante hizo de España un lugar sombrío, cuando dicha oscuridad precisamente se materializó en las inquisiciones protestantes a través de la sistematizada persecución contra la brujería, contra aquellas mujeres acusadas de ser brujas en post de la invocación de los 4 jinetes del Apocalipsis en honor al Maligno.
Peste, guerra, hambre y muerte fue un habitual de la población a partir de la crisis bajomedieval, trayendo consigo una psicosis colectiva hacia las hechiceras y practicantes de las artes mágicas como responsables de tales desgracias. De ahí que en lugares como el Sacro Imperio Románico Germánico – la actual Alemania – se redactase el Maleus Maleficarum; el llamado martillo de las brujas. El manual que te permitía identificar las características de una bruja en cualquier mujer, y de ahí los tópicos que nos han llegado hasta nuestros días. Fue así, que en el periodo que comprende de 1540 a 1700 se llegó a quemar en la hoguera hasta 50.000 mujeres acusadas de brujería en toda Europa, ostentando el caso alemán la cifra de 20.000 de ese total. No obstante, en nuestras tierras, y gracias a figuras de la Iglesia española como el por entonces arzobispo de Cuenca, que predicaron hacia el pueblo la no aceptación de aquellas tesis protestantes producto de la psicosis colectiva y degeneración de qué cosa era una hechicera y una bruja; en España y pese a las muchas investigaciones por acusación de brujería, solo se llegó a sentenciar en ese periodo a un total 57 mujeres a la hoguera. Como consecuencia del escepticismo que creó la más famosa de las investigaciones sobre brujería en nuestro país que fue el caso de Zugarramurdi.
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