LAS CATILINARIAS

Recordar a Cicerón y sus Catilinarias es hoy un acto de resistencia ante la degradación política que asfixia a nuestra sociedad y nuestra dignidad
The post LAS CATILINARIAS first appeared on Hércules.  Siempre me ha llamado la atención, y me ha suscitado una sana envidia, ver cómo en Italia cuidan el legado clásico, que en España, en virtud de unos desquiciados planes de estudio y unas no menos degradantes leyes educativas, hemos olvidado totalmente, o arrinconado como si fuera algo que carece de valor. Y, sin embargo, acudir a los clásicos, ya sean griegos o latinos, supone beber de un manantial fecundo que nos ayuda a crecer como personas y, sobre todo, a desarrollar un pensamiento crítico.

Estos días en los que me encuentro en Roma, realizando una estancia de investigación, es frecuente que me encuentre con ese rico legado, que nos sigue hablando. Paseando de noche junto a la Columna Trajana veo las ruinas del amplio complejo del Foro de Trajano, en el que se ubicaban, a ambos lados de la Columna, sendas bibliotecas mandadas construir por el emperador, la griega y la latina, pues no olvidemos que cualquier romano culto, junto a la lengua del Lacio, solía hablar griego. Roma, conquistadora de Grecia, fue culturalmente conquistada por ella, logrando una fecunda síntesis que está en la base de nuestra civilización occidental.

Por eso es importante, como insisto a mis alumnos, volver a los clásicos. Y estos días, mientras atónito, entristecido e indignado, contemplo desde lejos la degradada situación política española, no puedo menos que recordar a uno de nuestros autores latinos más importantes, Marco Tulio Cicerón. […] Fue en esta ocasión cuando pronunció la primera Catilinaria, que comenzaba con la famosa frase:
“Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”

Uno no puede menos que pensar en la trágica situación política española, convertida en una prolongación, desgraciadamente real, de la saga de Torrente. Tal vez hemos perdido ya la capacidad de sorpresa, pues cada día nos trae un nuevo escándalo, un nuevo posible delito, una nueva trama corrupta que se enlaza con la anterior y enseguida con la posterior, a modo de tela de araña que va asfixiando a la nación.

La sociedad española no puede permanecer impasible ante el suicidio colectivo al que se nos conduce, por el afán enfermizo de conservar el poder de un personaje que pasará a la historia por la degradación a la que ha sometido a todo un pueblo. Alguien que no puede, a estas alturas, limitarse a pedir un perdón impostado en una histriónica y sobreactuada intervención, destinada a convencer ya sólo a los fanáticos.

Pocas veces un país moderno, democrático, con capacidad para ser una nación próspera y moderna, se ha dejado conducir por tal caterva de indecentes, sinvergüenzas, chorizos barriobajeros de la peor calaña. Koldo, Ábalos, Cerdán […] ya hemos olvidado a Leire, a Tito Berni, o a los clubs de alterne de Andalucía donde acababa el dinero de los parados.

Nos han tenido embobados y engañados con un supuesto discurso progresista, mientras gastaban el dinero “para Sanidad y Educación”, en pagar amantes y prostitutas, en enchufar amigos, desde los más altos niveles de la Administración hasta los ámbitos regionales y locales. Han creado un ambiente sórdido, como el de las saunas del suegro.

Es necesario reaccionar, no sentirse intimidados por su relato de supuesta superioridad moral, no dejarles que lleven la delantera en el discurso, sino denunciar con nuestras palabras y con nuestro desprecio a quienes nos han robado algo más que dinero.

Ojalá haya quien pronuncie, en nuestra pobre y desgraciada España, las Catilinarias que envíen al juicio condenatorio de la Historia a quienes nos han traído a esta vergüenza y humillación.

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