El estancamiento de los salarios en España sigue afectando al poder adquisitivo que sigue sin poder hacer frente al encarecimiento de la vivienda y la inflación
The post Los salarios en España siguen estancados pese al crecimiento económico first appeared on Hércules. El crecimiento económico de España en los últimos años no se ha visto reflejado en una mejora sustancial de los salarios. Mientras el coste de vida sigue en aumento, los sueldos han permanecido prácticamente congelados, lo que está afectando gravemente al poder adquisitivo de los trabajadores.
A pesar de que la economía española ha experimentado un crecimiento moderado, los salarios no han seguido la misma tendencia. Según datos recientes del INE, el salario medio en España apenas ha aumentado un 3% en los últimos cinco años, mientras que la inflación acumulada en ese mismo periodo ha sido superior al 15%. Esto significa que, en términos reales, los trabajadores tienen menos capacidad de compra que hace una década.
Este estancamiento se observa en prácticamente todos los sectores, aunque algunos han sido más afectados que otros. Las nuevas contrataciones en sectores como la hostelería, el comercio y la construcción se están realizando con sueldos bajos, mientras que el sector tecnológico y financiero ha logrado mejoras salariales más significativas.
El impacto de la inflación y el encarecimiento de la vivienda
Uno de los factores que más ha golpeado el bolsillo de los trabajadores es la inflación. El precio de los productos básicos ha subido de manera constante, especialmente la energía, los combustibles y la alimentación. A esto se suma el aumento desproporcionado del precio de la vivienda, tanto en alquiler como en compra.
En ciudades como Madrid y Barcelona, el coste medio del alquiler ha subido más de un 40% en los últimos cinco años, mientras que los salarios no han seguido el mismo ritmo. Como resultado, cada vez más familias destinan más del 50% de sus ingresos al pago de la vivienda, lo que limita su capacidad de ahorro y consumo.
En Barcelona, la crisis de precios y de la vivienda ha destapado las dificultades de vivir en un mundo más caro con el mismo sueldo. Pagar el alquiler en una ciudad en la que los precios no dejan de subir, afrontar las cuotas de una hipoteca variable con el euríbor disparado o hacer frente a las facturas del hogar son situaciones cada vez más comunes entre los trabajadores. Según la Encuesta Anual de Coste Laboral del Instituto Nacional de Estadística (INE), el salario anual bruto por trabajador en Cataluña fue de 28.724,80 euros en 2023, con un incremento respecto al año anterior del 4,7%.
Sin embargo, este crecimiento en términos nominales no refleja la realidad del poder adquisitivo. El salario real, que tiene en cuenta la evolución de los precios, ha quedado rezagado, y la brecha entre los salarios y el coste de vida sigue siendo amplia. Desde 2008, los salarios en Cataluña han crecido un 22,9%, pero los precios han aumentado a un ritmo superior, lo que ha reducido el poder adquisitivo de los trabajadores.
Desigualdad salarial y precariedad laboral
El problema no solo afecta al poder adquisitivo, sino que también está profundizando la desigualdad económica. Los trabajadores con salarios bajos han visto una evolución mínima en sus ingresos, mientras que en sectores de alta cualificación los incrementos han sido más notables.
Otro factor clave es la proliferación de contratos temporales y a tiempo parcial. España sigue teniendo una de las tasas de temporalidad más altas de Europa, lo que dificulta que los empleados logren estabilidad económica.
El aviso de la patronal al Gobierno
Los empresarios de grandes empresas, como El Corte Inglés y Carrefour, han alertado al Gobierno sobre los efectos negativos de reducir la jornada laboral a 37,5 horas semanales. La Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (Anged) advierte que esta medida podría tener un coste de 460 millones de euros para las empresas del sector y poner en peligro el valor de los convenios colectivos. La presidenta de Anged, Matilde García Duarte, señaló que la reducción de jornada, sin mejoras en la productividad, provocaría un estancamiento de los salarios. Para apoyar su argumento, comparó la situación con la experiencia francesa, donde la reducción de jornada a 35 horas ha tenido un impacto negativo en la productividad, y subrayó que ningún país ha adoptado este modelo por ley, ya que las reducciones efectivas de jornada se logran a través de mejoras productivas y negociaciones.
Este argumento también fue respaldado por Pepa Muñoz, chef y presidenta de la Federación de Cocineros, quien destacó que la reducción de jornada afectó a la competitividad de la gastronomía en Francia. La patronal está presionando para flexibilizar la norma en el Congreso y ha recibido el apoyo del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, quien entendió las preocupaciones del sector.
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