Se trata de una fábula, una moraleja o, si se prefiere, una carta de la vida. Es una reflexión sobre la importancia de seguir adelante incluso en los momentos más oscuros, de remar contra la corriente y luchar por mantenernos en pie pese a cualquier adversidad
The post Memorias de un caracol: una lección de vida narrada en stop motion first appeared on Hércules. La animación es un arte, y en varios artículos he destacado la brillantez de muchas películas e incluso series que han surgido en estos últimos años. Estamos viviendo una época magistral y revolucionaria en este ámbito. Sin embargo, no debemos olvidar el stop motion. Para quienes aún no lo conozcan, surge la gran pregunta: ¿qué es el stop motion? Básicamente, en términos más simples, podríamos definirlo como la animación fotograma a fotograma. No tiene más misterio, aunque se trata de una de las técnicas de animación —y del cine en general— más complejas, ya que requiere un enorme esfuerzo y dedicación.
Cada milésima de segundo representa un movimiento manual que el artista debe realizar sobre la figura para dotarla de vida. En esencia, se trata de simular movimiento en objetos estáticos: una cámara fija captura cada pequeño ajuste realizado en la figura, y en la fase de postproducción se eliminan las partes indeseadas para dejar visibles únicamente los elementos que se desea animar, creando la ilusión de un mundo vivo. No se trata solo del trabajo manual, ya que toda la escenografía y los elementos también se elaboran artesanalmente. Dependiendo del proyecto, se puede recurrir a CGI para perfeccionar ciertos aspectos técnicos, pero eso varía según la intención y el presupuesto de la producción.
En 2022, la película Pinocho de Guillermo del Toro hizo historia al ganar el Óscar a Mejor Película de Animación. Lo destacable es que se trataba de un filme en stop motion, un estilo artístico que durante años había estado infravalorado en los grandes premios. Este reconocimiento marcó un precedente importante. Como mencioné al inicio, el stop motion es un proceso sumamente artesanal y de gran dificultad, pero Guillermo del Toro, un apasionado de esta técnica, logró crear una auténtica obra maestra que cosechó numerosos éxitos, coronándose con el tan merecido Óscar.
Siempre han existido estrenos de películas en stop motion, aunque no en gran cantidad. Es más común encontrar cortometrajes, ya que su producción es más accesible en términos de tiempo y esfuerzo.
Hoy quiero hablaros de una obra cinematográfica que no es la excepción, sino una auténtica joya del stop motion. Se ha estrenado recientemente en cines, ha sido nominada al Globo de Oro a Mejor Película de Animación y también está nominada al Óscar este año. Además, ha recibido excelentes críticas. Su director, Adam Elliot, ya fue elogiado por su anterior película, Mary and Max, que recomiendo sin reservas. Ahora, nos ha traído Memorias de un caracol, un título peculiar para una fábula imperdible.
¿Memorias de un caracol es un buen stop motion?
No es que sea un buen stop motion, es que se ha convertido en mi película de animación favorita de cara a los próximos Óscar. Así de simple. Una maravilla que me ha dejado perplejo de principio a fin, con una historia dramática, oscura, retorcida y con toques originales nacidos de una mente profundamente creativa.
En los próximos Óscar hay tres candidatas serias: la increíble Flow, de la que ya hablé en su momento, y la apabullante y hermosa Wild Robot. Son dos películas de animación excepcionales, y lo mejor de todo es que las tres obras son muy diferentes en tono, historia, estilo de animación y propuesta en sí mismas. Cualquiera que gane el Óscar será un premio merecido, pero a mí, la historia y el mensaje de Memorias de un caracol me han llegado más de lo que imaginaba.
¿De qué trata esta película y por qué me ha impactado tanto su historia? Grace es una niña solitaria, apasionada por los caracoles y con un amor profundo por los libros. A una edad temprana, se separa de su hermano mellizo, Gilbert, lo que la sume en una gran tristeza. A pesar de atravesar una serie continua de dificultades, encuentra inspiración y esperanza al entablar una amistad duradera con Pinky, una anciana excéntrica que le demuestra que la vida siempre está llena de razones para no rendirse.
A través de estos dos hermanos descubrimos su historia: cómo crecen con sus padres y las dramáticas consecuencias que marcan la vida de su familia, hasta el punto de quedar huérfanos y ser enviados a distintas familias de acogida. Esto da lugar a dos relatos paralelos con contextos y educaciones muy diferentes, pero con un mismo objetivo: reencontrarse a toda costa y volver a estar juntos.
Se trata de una fábula, una moraleja o, si se prefiere, una carta de la vida. Es una reflexión sobre la importancia de seguir adelante incluso en los momentos más oscuros, de remar contra la corriente y luchar por mantenernos en pie pese a cualquier adversidad. Lamentablemente, en la película estos dos hermanos enfrentan desgracia tras desgracia, pero nunca pierden la capacidad de sonreír, pase lo que pase.
El guion está escrito de manera excepcional. La narración en off de Grace nos guía a lo largo de la historia, combinando flashbacks del pasado con saltos temporales que permiten armar el complejo rompecabezas de la trama de forma comprensible y dinámica.
En cuanto al apartado técnico, es sobresaliente. Se trata de uno de los logros más impresionantes que he visto en el ámbito del stop motion, lo que explica que hayan tardado ocho años en completar la película. La fotografía, el trabajo de iluminación, los planos hermosos e incluso melancólicos, el diseño del mundo y de los personajes, y el papel protagónico que adquieren los caracoles para dar vida a muchas escenas, son dignos de auténticos genios. Además, el simbolismo de los caracoles no es solo estético: tiene un peso fundamental en la subnarrativa de la historia.
Para coronar el buen guion, algunos diálogos y frases dejan una huella imborrable, transmitiendo lecciones de vida que resuenan en el espectador.
Si tuviera que señalar algo negativo, sería el hecho de que la voz en off puede volverse algo pesada en ciertos momentos, exigiendo un nivel de atención que podría resultar agotador para algunos espectadores. Además, aunque el final es excelente y ofrece una conclusión satisfactoria, quizás unos minutos adicionales habrían permitido un cierre más orgánico, ya que ciertos eventos importantes ocurren de forma algo abrupta.
Por lo demás, estamos ante una de las mejores películas de stop motion hasta la fecha. A pesar de la competencia, se ha convertido en mi favorita para el Óscar. Es una obra de arte oscura, triste y melancólica, pero con un aire esperanzador que no olvidaré. No es recomendable para niños ni para todo público. Es una película de animación para adultos, con una historia retorcida que no es apta para los más sensibles. El título y algunas imágenes podrían dar la impresión de que se trata de un filme familiar, pero no es así.
Dicho esto, Memorias de un caracol es una película que deja una marca profunda en el corazón.
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