Pese a sanciones y guerra en Ucrania, muchas empresas europeas mantienen operaciones en Rusia, priorizando contratos e inversión a largo plazo
The post Negocios en Rusia: el dilema de las empresas europeas first appeared on Hércules. Las contradicciones entre la política internacional y la economía global se hacen evidentes en Rusia, donde la guerra sigue su curso mientras persiste una sorprendente normalidad empresarial. Por un lado, las tensiones entre Occidente y el Kremlin se intensifican con sanciones, condenas diplomáticas y restricciones financieras. Por el otro, la rutina de las fábricas, los contratos y las inversiones continúa para muchas empresas europeas en Rusia que optaron por quedarse pese al conflicto.
Aunque gigantes como Renault o Société Générale abandonaron el país poco después de la invasión de Ucrania, numerosas multinacionales —algunas en silencio, otras con explicaciones diplomáticas— han optado por mantener sus operaciones. Algunas aseguran haber roto vínculos formales con sus filiales rusas, mientras otras dicen que permanecen por lealtad a sus trabajadores locales. Todas han enfrentado dificultades desde 2022, pero en términos generales, siguen obteniendo beneficios, según revela la más reciente encuesta de la Asociación de Empresas Europeas (AEB), a la que accedió L’Express.
Esta entidad con sede en Moscú agrupa actualmente a unas 300 compañías extranjeras activas en territorio ruso. El 87% de ellas reconoce haber sido impactado negativamente por las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos, especialmente las que afectan a instituciones bancarias rusas, dificultando la repatriación de utilidades. Sin embargo, el 62% considera que su filial rusa es crucial o muy importante para su estrategia internacional, y dos tercios no contemplan cerrar operaciones.
La AEB, fundada hace tres décadas y hoy dirigida por el ex presidente de Porsche Rusia, actúa como un lobby que media ante las autoridades del Kremlin. Entre sus miembros hay empresas europeas, estadounidenses, japonesas y surcoreanas. Entre las estadounidenses figuran Cargill, Mars, Manpower, PepsiCo y Chevron; entre las japonesas, nombres como Hitachi, Mazda o Yamaha; y entre las coreanas, firmas como Samsung, Kia o Hyundai.
Las empresas alemanas dominan el grupo europeo, con 57 afiliadas. Bayer, BASF, BMW, Deutsche Bank y Commerzbank destacan entre ellas. Francia ocupa el segundo lugar en presencia empresarial, con 32 compañías. Aparecen nombres como Accor, L’Oréal, Peugeot, Citroën, Saint-Gobain y Servier. También destaca TotalEnergies, cuyo papel ha sido particularmente controvertido. La empresa energética, aunque critica la guerra, sigue operando desde la planta de GNL en Yamal, bajo contratos a largo plazo que justifica como esenciales para la seguridad energética europea. “Respetamos estrictamente las sanciones”, aclara un portavoz.
Entre los principales financiadores de la AEB también se encuentra Leroy Merlin Rusia, que ha enfrentado críticas por su continuidad en el país. En el informe de la AEB no hay menciones explícitas ni a la guerra ni a la “operación militar especial”, como la califica Moscú, ni tampoco a un posible alto el fuego. Pese al entorno hostil, los datos muestran un inesperado optimismo empresarial: el 59% prevé aumento en su facturación en los próximos tres años y el 38% espera un crecimiento en beneficios. El 70% de las compañías tiene previsto mantener sus inversiones, frente al 38% del año anterior.
Este reporte se dio a conocer el mismo día en que la Comisión Europea anunció un nuevo paquete de sanciones contra Rusia —el número 18— que incluye más bancos rusos fuera del sistema Swift. También antecede a la cumbre de San Petersburgo, considerada el “Davos ruso”, donde se espera un discurso extenso de Vladimir Putin exaltando la resiliencia económica del país.
¿Volverá Putin a lanzar advertencias contra las multinacionales extranjeras? En un discurso reciente, afirmó: “No hemos expulsado a nadie. Les ofrecimos condiciones favorables y ahora nos estrangulan. Debemos responder del mismo modo”. Un mensaje que subraya la tensión entre una economía aún abierta al capital y un régimen cada vez más autoritario.
Desde 2022, abandonar el mercado ruso se ha vuelto extremadamente difícil. Las empresas necesitan la aprobación directa del Kremlin, un trámite cada vez más complejo. Así, muchas de las que no se fueron al principio apuestan por una salida más estratégica: esperar el “próximo movimiento”. Según fuentes en Moscú, la Cámara de Comercio Americana ya ha elaborado un documento con las sanciones que podrían levantarse rápidamente en caso de alto el fuego.
Kirill Dmitriev, director del fondo soberano ruso y emisario económico de Putin, asegura que han recibido múltiples solicitudes de empresas estadounidenses interesadas en regresar. En sus palabras, “todo vuelve a la normalidad”. Una normalidad, claro está, construida sobre una paradoja: la convivencia forzada entre las bombas y los balances contables.
The post Negocios en Rusia: el dilema de las empresas europeas first appeared on Hércules.