En los últimos meses, el actor ha acaparado interés mediático porque se ha afincado en Madrid, no obstante sus últimas entrevistas dejan que desear
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Richard Gere en el festival de Cannes en 2024 // Ariela Ortiz-Barrantes
Que Richard Gere es un actor famoso desde hace décadas, es un hecho cierto. En el imaginario colectivo, es el seductor galán de Pretty Woman, que por obra y gracia de sus canas y sus característicos ojos no parece un consumidor de servicios sexuales femeninos, sino el redentor de una mujer descarriada que, en un doble loop invertido, le salva a él de su pobre vida de triunfador millonario sin escrúpulos. Se le ha acusado de protagonizar comedias “aparentemente” facilonas, porque su forma física, sus ejercicios gimnásticos y sus conocimientos de baile le permiten deslizarse por la pantalla con armonía y estilo propio. Algo que no se encontraba fácilmente ni antes, ni ahora. Actualmente si el actor famoso de turno puede aparecer en pantalla como un desarrapado, outsider e incapaz de correr 50 metros sin echar el bofe, gana audiencia.
Su actuación en el largometraje “American Gigoló”, supuso una transgresión de la moral estadounidense. Se trató de rebajar la repercusión de su actuación criticando la sobreexplotación de su imagen de icono sexual masculino y la aparente trama para consumo “de masas“, no dejó de ser en 1980, una contribución a la normalización de la conducta sexual tradicional. A Gere se le atribuye haber hecho que Giorgio Armani reinara en Hollywood, pero decir eso no hace honor a la verdad: el actor es el mejor embajador de la marca del diseñador italiano. Desde el momento en que las corbatas juegan a un “Tetris inigualable” sobre la cama de Julián Kay, en American Gigoló, mientras suena “The love I saw in you was just a mirage“, de Smokey Robinson, “Adiós, Giorgio, hola, Richard”.
A finales de los años 70 del siglo pasado, Richard Gere -Richard Tiffany Gere- interpretó en Broadway “Bent” una obra que abordaba la persecución de los homosexuales durante los primeros años del régimen nazi. El segundo acto se desarrolla en Dachau, el primer campo de concentración, en 1936. El actor, en una entrevista, afirmó que “tanto el mundo de la homosexualidad como el de los campos de concentración le eran prácticamente desconocidos“. Por ello visitó el campo de concentración de Dachau, “fue una experiencia extraordinaria. Podía sentir el lugar, incluso parecía olerlo, mucho antes de llegar“, dijo. Según The New York Times, la mayor sorpresa fue el papel que el nuevo protagonista más prometedor de Hollywood había aceptado: interpretaría al protagonista homosexual en Bent, la impactante exploración de Martin Sherman sobre cómo la Alemania nazi trataba a los homosexuales. Ante él tenía un reto en toda regla y recogió una buena cosecha a tenor de los que publicó The New York Times. En su edición del 3 de diciembre de 1979, incluyó la crítica firmada por Walter Kerrun, titulada “Escenario: ‘Bent’, protagonizada por Richard Gere”. El periodista afirmó que “puede parecer extraño hablar de la sutileza del trabajo del actor; pero el estado mental que dicta su creciente ferocidad es complejo, inteligible, tan inevitable como aterrador. El Sr. Gere es un actor extraordinario“.
En los últimos meses, el actor ha acaparado interés mediático porque se ha afincado en Madrid. En la entrevista publicada recientemente por un semanal, Richard Gere se muestra exultante. Se pueden decir muchas cosas de Madrid, pero si hay que escoger una trufada de condescendencia y falta de tacto es esta: “nos gusta mucho y aquí nos vamos a quedar por unos años. Estamos muy contentos. Es una ciudad que ha cambiado mucho, con una energía muy especial, que ahora mismo sonríe“. Se supone que quiere decir que ha cambiado “para mejor“. Y no por los efectos beneficiosos de la instalación del gran centro budista en Alcorcón en 2017. Gere al frente de un fondo de inversión contactó con el Ayuntamiento de la localidad. Desde el anuncio hasta la fecha, no se ha vuelto a saber nada de la iniciativa anunciada por él.
Actualmente el actor aparece en el papel couche, como una marca registrada, que incluye su vida privada. Ya no se puede separar la trayectoria actoral de Richard Gere, de su “idílica y aireada” vida de pareja. Algo que ha logrado una española, que ha eclipsado a anteriores esposas. Algo sencillo, teniendo en cuenta que una de ellas es Cindy Crawford.
Richard Gere ha mostrado durante su trayectoria, una actitud nítida a la hora de gestionar su imagen, la pública y la privada. El azúcar en pequeñas dosis pone un punto dulce en la vida, cuando se convierte en almíbar, puede causar diabetes.
En la entrevista se aborda su oposición a Donald Trump, su reivindicación del Dalai Lama… pero ya no son noticia porque su posición no ha cambiado desde hace décadas. Lo que ha mutado es el marco y el tono. Habla desde un encuadre burgués, en un ambiente ordenado, una urbanización en Madrid, identificada esencialmente desde los años 80 con la farándula (Manolo Escobar, Rocío Jurado).
Los “publicistas” a veces contribuyen a amplificar la imagen de un actor, pero en ocasiones la opacan casi de forma irreversible. Algo verdaderamente homérico cuando se trata de glosar a alguien que se ha esforzado en mostrar su compromiso con causas solidarias. Pero hay pocas causas nobles y glamourosas que puedan sobrevivir a la imagen que se describe en la entrevista “recibe a las visitas con una frase tan evocadora como inesperada en la entrada de su casa: “Leave your shoes at the door, please” o lo que es lo mismo, “Deja tus zapatos en la puerta, por favor“. Un juego de palabras, con un mensaje muy claro, que invita a dejar los zapatos -y quizás algo más- antes de entrar y recorrer el resto de la vivienda”. Aunque después emerja entre la nebulosa, Richard Gere. Liofilizado y en perfecto estado de revista.
“Ojos de gata”, la canción de Los Secretos, alerta del riesgo de romper el hechizo cuando el artista se hace carne mortal. “Comentó por ahí que yo era un chaval ordinario, pero cómo explicar que me vuelvo vulgar al bajarme de cada escenario“. Aunque pensándolo bien, quizás ese no sea el caso de Richard Gere y que con un cambio de publicista, ¡se arregle!
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