Con una firme defensa de la tradición, el purpurado guineano se perfila como el candidato favorito de los sectores conservadores del Vaticano
The post Robert Sarah, cardenal africano y bastión conservador del cónclave first appeared on Hércules. La muerte del Papa Francisco ha abierto una nueva etapa de incertidumbre y especulación en el seno de la Iglesia católica. A las puertas del cónclave que elegirá a su sucesor, un nombre resuena con fuerza en los pasillos del Vaticano: el cardenal Robert Sarah, originario de Guinea, defensor a ultranza de la ortodoxia católica y figura reverenciada por los sectores más tradicionales del clero.
Nacido en 1945, Sarah ha dedicado más de medio siglo al servicio de la Iglesia. En el Vaticano ocupó puestos de gran relevancia como la presidencia del Pontificio Consejo Cor Unum y la prefectura de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo que ejerció hasta su jubilación en 2021. Su perfil ha sido el de un teólogo de profundos principios doctrinales, que ha hecho de la tradición litúrgica y la fidelidad al dogma su principal bandera.
Un referente conservador en tiempos de cambio
La posible elección de Sarah marcaría un giro significativo tras el pontificado de Francisco, caracterizado por una apertura pastoral y reformas que han despertado tanto elogios como resistencias. Para muchos, Sarah representa el freno a esa evolución y el regreso a una Iglesia más doctrinal, menos permeable al espíritu del tiempo.
El cardenal ha expresado su oposición abierta a iniciativas como la eliminación de la Misa tradicional. Ha recordado que esta liturgia, con 1.600 años de historia, fue celebrada por santos como san Padre Pío, san Felipe Neri o san Josemaría Escrivá. «Eliminarla es un insulto a la historia de la Iglesia y a la Santa Tradición», ha afirmado con rotundidad, calificando ese proyecto como «diabólico».
Contra la “dictadura del relativismo”
En su crítica al rumbo de la modernidad, Sarah ha advertido sobre una creciente «dictadura del relativismo», en la que no existe verdad objetiva y donde «el yo y sus apetencias» se convierten en la única medida. Frente a esa visión, ha hecho un llamamiento a recuperar la adoración reverente a Dios: «La pérdida del sentido de postrarse con asombro ante el misterio divino está en el origen de muchas de las crisis que sacuden al mundo y a la Iglesia», ha declarado.
La firmeza doctrinal como punto de fricción
Aunque Robert Sarah cuenta con el respaldo de una parte significativa del Colegio Cardenalicio, especialmente aquellos procedentes de África, Europa del Este y sectores tradicionales de América Latina, su candidatura también genera resistencias. Varios purpurados, afines a la línea pastoral de Francisco, ven en él un posible freno al enfoque inclusivo y dialogante que marcó la última década.
Además, el hecho de que Sarah esté jubilado y tenga 79 años podría jugar en su contra frente a candidatos más jóvenes y con mayor margen temporal para liderar reformas o consolidar una visión de Iglesia. Sin embargo, su sólida formación teológica, su experiencia en la Curia y su firmeza doctrinal le otorgan un peso específico que lo mantiene como uno de los favoritos reales en esta elección.
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