El presidente busca protagonismo en la ONU tras su aislamiento atlántico y una presencia internacional menguada en la cumbre de financiación al desarrollo
The post Sánchez apuesta por el multilateralismo tras el tirón de orejas en la OTAN first appeared on Hércules. Tras una semana marcada por los choques en la cumbre de la OTAN y su negativa a elevar el gasto militar al 5% del PIB, Pedro Sánchez ha buscado oxígeno en Sevilla. Allí se celebra la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, un evento de tinte progresista impulsado por Naciones Unidas pero con escasa presencia de socios estratégicos. Estados Unidos ni siquiera ha enviado una delegación.
En un discurso en inglés pronunciado ante la iniciativa Global Citizen Now, Sánchez defendió una “reafirmación del compromiso con el multilateralismo” y reclamó movilizar más recursos para la lucha contra la pobreza. Prometió alcanzar el 0,7% del PIB en ayuda al desarrollo, aunque sin detallar el calendario ni los mecanismos. El acto, pese al empeño del Gobierno en vestirlo de histórico, no cuenta con representación de peso de América Latina, África ni del mundo atlántico.
Del conflicto en Bruselas al simbolismo andaluz
La decisión de trasladar el foco de Bruselas a Sevilla no es casual. En un momento en que Donald Trump desliza amenazas de represalias comerciales, Sánchez se arropa en la agenda de la ONU y se rodea de mensajes simbólicos como la recepción de los reyes en el Alcázar o el cóctel en el Palacio de Dueñas. Sin embargo, ni estos gestos ni la participación de Ursula Von der Leyen y António Guterres logran contrarrestar la sensación de aislamiento diplomático que emana del Gobierno español en estos días.
El presidente del Gobierno ha insistido en que esta cumbre “no es una reunión más, es el momento de la verdad”, pero la escasa repercusión internacional pone en duda esa afirmación. La lista de asistentes evidencia una clara ausencia de líderes influyentes, y el evento parece haber sido diseñado más como un instrumento de política interna que como una verdadera plataforma global.
España terminó firmando el documento final de la OTAN, pero el Ejecutivo se mantiene firme en su intención de no alcanzar el 5% del PIB en gasto militar, limitándose al 2,1%. Esta decisión, aunque popular en ciertos sectores del electorado, incomoda a sus aliados y compromete su influencia en la alianza atlántica. El giro hacia el multilateralismo no parece haber calmado los ánimos en Washington ni en Bruselas, que observan con inquietud el creciente distanciamiento de La Moncloa.
Pese a su tono épico, el discurso de Sánchez en Sevilla deja más interrogantes que certezas. La apelación a una movilización global por el desarrollo sostenible choca con la ausencia de compromisos verificables y de socios relevantes en la sala. Las palabras huecas no sustituyen la acción multilateral efectiva, y el Ejecutivo corre el riesgo de confundir escenografía con diplomacia.
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