Como mujer, me niego a que me hagan sentir una víctima, débil y oprimida, y desde luego no serán Irene Montero y su banda quienes me digan qué clase de mujer debo ser
The post ¿Un piquito? first appeared on Hércules. En el panorama español actual, es la izquierda quien maneja mejor el discurso y quien se siente más cómoda apropiándose de causas ajenas para convertirlas en propias, aunque nunca por convicción, sino para obtener rédito político y arañar un puñado de votos. Si hay una causa a la que se aferran con uñas y dientes, es sin duda el feminismo, politizado hasta el extremo. Por supuesto, se trata de un mal llamado feminismo, pues sus postulados rompen de lleno con pilares básicos como la igualdad ante la ley o la presunción de inocencia, además de fundamentarse en el tóxico enfrentamiento entre hombres y mujeres.
A lo largo de nuestra vida, hay que predicar con el ejemplo: lo que hacemos y lo que decimos debe ir en sintonía; de lo contrario, se pierde toda coherencia y difícilmente pueden los demás guardarnos cierto respeto o dar crédito a nuestras palabras. Precisamente por el fervor que ponen los dirigentes de izquierdas en sus discursos y por su obstinada apropiación de la causa feminista, sería más que conveniente que dejaran de aparecer entre sus filas hombres con conductas deleznables. Llama la atención que, cada vez que sale un nuevo escándalo sexual a la luz, parece sorprenderse todo el mundo excepto el partido afectado. Tal vez sea porque, pese a ser conocedores de la situación, prefieren aplicar la ley del silencio si ello les beneficia electoralmente. Cuando les toca de cerca, su eslogan “Hermana, yo sí te creo” queda ligeramente modificado, siendo más apropiado un: “Hermana, yo sí te creo, pero guarda silencio”.
La incoherencia de la izquierda es pasmosa. Al mismo tiempo que los vemos rasgarse las vestiduras por un “pico” o un piropo, presenciamos cómo, gracias a su ley estrella, se rebajan condenas y salen depredadores sexuales a las calles. Claro que siempre habrá un juez, supuestamente reaccionario, al que culpar de sus continuos fracasos.
Viendo los emotivos discursos de José Luis Ábalos contra la prostitución, nadie hubiera pensado que se trataba de un consumidor asiduo. Pobre hombre, su gran corazón socialista le hizo enamorarse de quien no debía. Por supuesto, todo es fruto de la mala suerte: por azares del destino, le tuvo que tocar a Íñigo Errejón la única denuncia falsa de todo el país, y eso que se supone que no existen.
El caso de Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos, es todavía peor: doce años, ni más ni menos, llevan pesando sobre él terribles acusaciones. Lo que podemos tener claro es que las malas lenguas no proceden de Venezuela, pues los vínculos de Monedero con el régimen de Maduro son más que conocidos.
Me opongo a que haya paz para los hostigadores. No habrá paz para quienes llevan años dedicándose a construir un muro entre hombres y mujeres. Claro que no solo llevan años apropiándose de las causas sociales de la peor forma posible, sino también buscando figuras a las que convertir en sus abanderados. No ven personas, solo instrumentos políticos que luego desechan con pasmosa facilidad una vez los han amortizado.
Les salió rana Karla Sofía Gascón, actriz y mujer transexual. La jugada parecía sencilla, pero en cuestión de días pasó de ejemplo a seguir a defenestrada. Menudo disgusto se llevaron. Pero no solo fracasan los políticos, también lo hacen los ciudadanos que los siguen. Que las calles se llenaran para defender a Jennifer Hermoso demostró que habíamos fracasado como sociedad: ilustró que se había perdido toda cordura.
Como mujer, me niego a que me hagan sentir una víctima, débil y oprimida, y desde luego no serán Irene Montero y su banda quienes me digan qué clase de mujer debo ser. No veré con buenos ojos nada que se aleje de la igualdad ante la ley ni aceptaré privilegios. Nada importa más que los méritos propios, el esfuerzo y el trabajo duro.
The post ¿Un piquito? first appeared on Hércules.